MÉDIUMS Y ESPIRITISTAS EN CHILE: CUANDO LA VOZ DE DIFUNTOS ERA ENTRETENCIÓN DE LOS VIVOS

Una sesión espiritista con materialización de espíritu, en ilustración publicada por la revista chilena "Corre Vuela", año 1908.

Muchas residencias de la alta sociedad chilena tuvieron un sombrío pasatiempo aunque con cierto aire solemne, entre las décadas finales del siglo XIX y las primeras del siglo XX: las sesiones de espiritismo. La moda perduraría por largo tiempo como práctica entre familiares y amigos, organizándose para ello saraos o tertulias. Muchos reputados hombres públicos, políticos e incluso héroes de la historia militar practicaron estas disciplinas que hoy se ven tan excéntricas, influidos por una Europa embobada con los perfumes de la era victoriana y luego con el romanticismo progresista de la belle époque.

El espiritismo y la comunicación con los fallecidos pudieron entrar perfectamente a las sociedades hispanoamericanas. Las bases sincréticas del paganismo local conservaban aún algunos elementos de prácticas tradicionales y nativas, además, las que no iba a ser difícil de permear. Muchas creencias relacionadas con la cultura mortuoria, la persistencia del alma de los fallecidos (como los ancestros pillanes o los temibles seres huitranalhues mapuches) y los rituales de comunicación con el mundo de los espíritus, ya se conocían de este lado del mundo.

Empero, la holgura receptiva al espiritismo en el caso de Chile la dio también el estado mental colectivo en que se encontraba la propia sociedad criolla: muy susceptible aún al imaginario mágico, al mismo tiempo que comenzaba a decaer la forma de pensamiento convencional y contemplativa heredada desde tiempos coloniales. Súmese a esto, también, la pérdida de influencia de la Iglesia sobre los individuos, algo que comenzó a hacerse visible en las controversias políticas del gobierno de Domingo Santa María con la institución, por ejemplo.

Por esas y varias otras razones, médiums y espiritistas supieron encontrar otro cómodo nido en la sociedad chilena, principalmente entre las familias aristocráticas aficionadas a las señaladas reuniones en donde se combinaban aspectos recreativos con la auténtica convicción de estar relacionándose con el mundo del Más Allá. Esto explica la curiosidad de que hayan sido los sectores más conservadores o creyentes sus primeros divulgadores y practicantes. Posteriormente -y siguiendo con las paradojas-, el espiritismo llegó también a grupos de filiación política materialista y no creyentes, cuando fue adoptado también entre las clases obreras y sus organizaciones de inspiración socialista y anarquista.

Con un enfoque más social sobre el tema, este ha sido abordado desde un prisma histórico por Manuel Vicuña en su obra "Voces de ultratumba" de 2006, libro que resulta de enorme utilidad para reconstruir la presencia general del espiritismo en Chile y su línea de tiempo. También hay información disponible en la tesis "¡Vuelven los muertos!: espiritismo y espiritistas en Chile (1880-1920)" de Yerko Muñoz Salinas, para el Departamento de Ciencias Históricas de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, año 2012. Otras fuentes valiosas las iremos mencionando acá, al avanzar en esta lectura.

Las famosas hermanas Fox, fundadoras del espiritismo moderno o neoesperitismo occidental a mediados del siglo XIX.

Allan Kardec, el francés teorizador y filósofo del espiritismo, en imagen de la Biblioteca Digital Gallica.

Una típica sesión espiritista en una mesa. Los dedos extremos de cada mano se tocan formando una cadena alrededor de la redondez del mueble. Fuente imagen: sitio Guioteca.

EL DESPERTAR DEL ESPIRITISMO MUNDIAL

Si bien existen algunos casos que podrían servir como antecedentes y que justifican hablar del fenómeno del siglo XIX como neoespiritismo, el origen de la práctica moderna y occidental parte con la experiencia de las ya legendarias hermanas Margaret, Kate y Ann Leah Fox, jóvenes hijas del pastor metodista John D. Fox de Arcadia en el condado de Wayne, Estado de Nueva York. Tras haber estado experimentando lo que se definió como extraños ruidos y sucesos paranormales en su casa de Hydesville, a la que acababan de mudarse, en diciembre de 1847 las muchachas organizaron sesiones destinadas a tratar de comunicarse con los espíritus que, según creían, provocaban aquellos fenómenos.

Los leales a tal historia aseguran a coro que los fantasmas habitantes de la casa Fox respondían a las hermanas cuando les hacían consultas en esas sesiones: lo hacían con ruidos y golpes llamados raps, en el mismo lugar donde estaba la mesa con todos los reunidos. Los golpes señalaban la letra o número preciso que se iba indicando en un tablero o una secuencia que, a sugerencia del hermano mayor de las chiquillas llamado David, las Fox habían armado con cartillas o etiquetas sobre la misma mesa.

La noticia de las reuniones en la casa corrió por todo el estado y personajes de gran relevancia política e intelectual de esos años comenzaron a visitar discretamente a la familia. Era una motivación enorme el poder ver y participar de las perturbadoras sesiones.

Sin embargo, los hechos no tardaron en ser desmentidos por algunos testigos y expertos, como fueron el doctor E. P. Langworthy y el reverendo John M. Austin. Ambos aseguraron que las "respuestas" sonoras eran provocadas por las mismas niñas, con golpes de pies o haciendo sonar sus propios huesos con movimientos imperceptibles de coyunturas. Pruebas que ellas realizaron después ante expertos de la entonces recientemente fundada Universidad de Buffalo, además, delataron que algunos de los ruidos fantasmales no eran más que el crujido de la articulación de las rodillas, acción que lograban provocar las chicas de forma deliberada.

A pesar de las declaraciones de los incrédulos, la popularidad y la atención por las exhibiciones que ejecutaban las Fox seguirían siendo de gran convocatoria. Con los humildes 25 centavos que cobraban por persona en 1849, durante sus presentaciones en el Auditorio de Rochester, podían ganar fácilmente más de 100 dólares con una sola sesión nocturna. Enterado de esto, el periodista Horace Greeley las llamó para pedir ayuda en su deseo de comunicarse con sus hijos fallecidos. Satisfecho con el resultado, el fundador-director del "New York Tribune" y futuro candidado presidencial devolvería el favor promoviéndolas como celebridades nacionales en sus páginas. Desde ese momento, las Fox podían cobrar ya un dólar por entrada individual y a teatro repleto en sus presentaciones.

La fama llegaba como una avalancha a las hermanas, y desde allí saltarían al mito pasando la aplanadora sobre los más cautos y escépticos. El que la vieja residencia de las Fox se quemara misteriosamente, tiempo después, contribuiría más todavía al enigma y la intriga de esta historia. Estaban siendo invitadas a diferentes lugares del país e incluso en Europa, causando gran sensación y apareciendo presentadas con frecuencia como un rentable espectáculo comercial. Fue en Francia e Inglaterra donde se empezaría a connotar y enriquecer al caso con un respaldo de pretensiones científicas, además.

Pasó el tiempo... Cuatro décadas, para ser exactos. La confesión muy posterior de Margaret ante la Academia de Música de Nueva York, en 1888, significaría un desagradable y frustrante vuelco: admitió que todo había sido un fraude nacido de una travesura de las hermanas, urdido por la mayor de ellas, Leah, tal como habían sugerido tiempo antes los más críticos. Kate también admitió el engaño, muy poco después de Margaret. Sin embargo, la gran ola espiritista de la época victoriana ya estaba desatada y en esos momentos era una práctica instalada en Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y parte de la Europa oriental, además de haber tomado fuerza también al público de Hispano América. Era imposible revertir el incendio que las Fox habían encendido, hacía tantos años.

Aquella primera generación de médiums o "sonámbulos" y psíquicos contaba con personajes tan asombrosos como el escocés Daniel Dunglas Home, quien dejaba mudas a las audiencias con demostraciones de levitación de su cuerpo, telekinesis, apiropatía y comunicación con los difuntos. Por su parte, la norteamericana Lizzie Doten aseguraba contactarse espíritus de grandes genios de la literatura universal como William Shakespeare, Edgar Allan Poe, Robert Burns y Felicia Hemans, escribiendo en trance mensajes y versos que ellos le transmitían. La inglesa Anna Kingsford, en cambio, recibía desde el mundo espiritual mensajes relativos a la teosofía, el cristianismo esotérico y el animalismo que después enseñaba en sus prédicas y charlas a nombre de los invisibles maestros.

Aquellos pioneros del espiritismo y varios otros repartidos por todo el mundo serían una favorable publicidad para tales actividades, además. Sucedía que, al pasear sus talentos por diferentes países haciendo demostraciones, muchos dejaron sembrada la inquietud por el tema del espiritismo, los médiums y los poderes sobrenaturales en cada lugar por el que pasaran. Comenzaban a aparecer así los estudiosos y practicantes locales, imitando lo aprendido.

Como era esperable, en tanto, científicos y hombres de experimentación permanecieron en su mayoría del lado de los desmentidores de casos y hasta denunciando fraudes, pensado ya entonces el cargo de pseudociencia sobre la disciplina espiritista. Incluso ciertos magos y prestidegitadores hicieron importantes aportes para combatir a los charlatanes. Entre otras revelaciones estuvo la forma en que ciertos médiums de pacotillas hacían que las mesas se movieran o brincaran (el clásco efecto llamado table turning) cuando todos los presentes en una reunión ponían sus manos encima: escondidos bajo sus brazos, entre el codo y la muñeca, podían tener firmemente fijados fierros o ganchos con los que lograban levantar el mueble encajándolos bajo los bordes de la cubierta. Este truco fue usado por ilusionistas y magos en salas de espectáculo, por lo demás.

Ceremonia del machitún mapuche, conducida por las magas machis, en ilustración publicada en la obra de Claudio Gay, siglo XIX. Los pueblos nativos ya tenían definida su relación con el mundo espiritual, encontrando después puntos de fusión con el cristianismo.

"Velorio del Angelito", obra de Manuel Antonio Caro, 1873. Otra de las extrañas relaciones del pueblo chileno con la muerte, en las tradiciones funerarias.

Caricatura de una sesión espiritista en una residencia aristocrática, revista chilena "Corre Vuela", año 1908.

LA CORRIENTE FRANCESA IMPORTADA A HISPANOAMÉRICA

Nació como  Hippolyte Léon Denizard Rivail, pero usando para la posteridad el nombre de Allan Kardec (1804-1869). Sería considerado el máximo exponente de la rama francesa de la doctrina espiritista o "espiritualista" en su orígenes y el principal teorizador occidental del movimiento en su etapa fundacional. Este inquieto e infatigable profesor, filósofo y escritor lionés, cuya escuela llevaría el nombre de espiritismo kardeciano, aportó unas definiciones y argumento de validación muy citados para definir o defender tal disciplina, especialmente en su obra "¿Qué es el espiritismo?" de 1859.

Aunque el autor se enreda en dicha definición con el vicio de invertir la carga de prueba para dar por hecho su veracidad, esta explicación de Kardec buscando conceptualizar y avalar el espiritismo permite resumir la misma interpretación que se le daría en Chile y otros países de Hispano América:

El espiritismo es una ciencia que acaba de nacer y de la cual queda mucho por aprender aún. Sería, pues, una gran presunción de mi parte pretender solucionar todas las dificultades, de modo que sólo podré manifestar lo que sé.

El espiritismo se relaciona con todas las ramas de la filosofía, de la metafísica, de la psicología y de la moral. Se trata de un campo inmenso que no se puede recorrer en algunas horas. Comprenderéis, señor, que me sería materialmente imposible repetir a viva voz y a cada uno en particular todo lo que he escrito sobre esa materia para uso general. Por otra parte, al hacer una lectura previa seriamente, se encontrará la respuesta a la mayor parte de las cuestiones que acuden a la mente de forma espontánea.

(...) Una idea es supersticiosa sólo cuando es falsa, y deja de serlo a partir del momento en que es reconocida como verdadera. La cuestión reside, pues, en saber si los Espíritus se manifiestan o no. Ahora bien, no podéis tachar a una cosa de superstición mientras no hayáis probado que no existe. Alegaréis: “Mi razón se resiste a admitirlo”. No obstante, aquellos que creen en las manifestaciones, y que no son tontos, invocan también su razón, y además los hechos. ¿Cuál de las dos razones debe prevalecer? El gran juez en esta cuestión es el porvenir, como lo ha sido en todas las cuestiones científicas e industriales, calificadas en su origen de absurdas e imposibles. Vos juzgáis a priori, según vuestra opinión.

Nosotros, en cambio, sólo lo hacemos después de que hemos visto y observado durante mucho tiempo. Cabe agregar que el espiritismo ilustrado, como lo es en la actualidad, tiende por el contrario a destruir las ideas supersticiosas, porque muestra lo que hay de verdadero o de falso en las creencias populares, y denuncia lo que ellas tienen de absurdo, fruto de la ignorancia y los prejuicios.

Como síntesis, podemos decir que el espiritismo francés de Kardec consideraba ciertos aspectos filosóficos y metafísicos en su doctrina, involucrando también creencias como la reencarnación y el convencimiento de que, fuera de Dios, no hay más formas de vida no materiales que el alma. En consecuencia, descarta así la existencia o, cuanto menos, la interferencia de ángeles, demonios y espíritus intermediarios. Y, a pesar de los rasgos lúdicos y hasta de espectáculo en que podía caer el espiritismo, la corriente francesa involucraba visiones filosóficas que le fueron propias y que lo acercaban un tanto al concepto de la religión, algo que resultaría tremendamente polémico para sus más críticos.

En contraste, se estimaba que el espiritismo de la corriente británica era más funcional y centrado en la comunicación con los difuntos a través de los médiums  y psíquicos. Más macabro hasta cierto punto, además. No obstante, esta rama tomaba elementos de importantes sociedades secretas de aquellos años, destacando casos como la famosa madame Helena Blavatsky y, posteriormente, órdenes herméticas como la célebre Golden Down. Muchos médiums europeos fueron discípulos directos de madame Blavatsky y del célebre mago esotérico Aleister Crowley, de hecho.

Ambas formas, la francesa y la británica, hasta cierto grado fueron fusionándose entre sí y llegaron adoptando sus propios sincretismos en el Nuevo Mundo. Chile no sería la excepción de aquello, aunque el liderato de la práctica sudamericana estuvo sin duda en Brasil y Argentina, en donde adoptaría también elementos de las tradiciones de origen afro importadas a América.

"Que viene el Coco", uno de los famosos "caprichos" del artista español Francisco de Goya, finales del siglo XVIII.

Mano supuestamente estampada desde el Más Allá por la madre fallecida de Giuseppe Leleu, sobre la manga de su camisón, durante una aparición ocurrida la noche del 21 de junio de 1789 en Wodecq-But, Bélgica. Pieza del Museo Cristiano de la Ultratumba del sacerdote francés Víctor Jouët, en la Parroquia del Sagrado Corazón en Prati, Roma.

LA CIENCIA Y LAS MIRADAS CRÉDULAS

Dijimos que una gran cantidad de hombres de ciencia y académicos se mostraron reacios a aceptar el creciente fenómeno del espiritismo desencadenado por las hermanas Fox y armado de una construcción filosófica por parte de Kardec. Sin embargo, hubo algunos científicos a quienes el interés pudo eclipsar su sano escepticismo... Algunos, no: varios, más bien.

El psicólogo y profesor de ética y lógica norteamericano James H. Hyslop, por ejemplo, fue presidente de la Sociedad Americana de Investigación Psíquica y aseguró estar en comunicación diaria con espíritus de ilustres fallecidos. En tanto, el químico uruguayo-argentino Ovidio Ribaudi intentó experimentar y medir lo que llamó fenómenos "trascendentales" del espiritismo, fundado la Sociedad Magnetológica Argentina, con una revista propia, y el Centro Socialista de Balvanera, para llevar adelante sus experiencias.

El mismo concepto del ectoplasma, referido al material en forma de fluido etéreo o vaporoso del que se conformarían los fantasmas saliendo del cuerpo de los médiums materializadores de almas durante sus sesiones, sería propuesto por un médico y fisiólogo: el francés Charles Richet, uno de los principales y más citados estudiosos del tema. Richet dudaba del origen extraterrenal o desde el Más Allá para el mismo fenómeno mediúmnico y las manifestaciones logradas por espiritistas, sin embargo: lo atribuía a fuerzas físicas que, de algún modo, se activaban en esos encuentros.

El caso más insólito sobre científicos involucrados en el espiritismo fue del químico y físico inglés William Crookes: inventor del tubo de rayos catódicos y descubridor del talio, se interesó tanto en estas experiencias y, particularmente, en las sesiones de la famosa médium londinense Florence Crook, entre 1871 y 1874, que la obsesión acabaría dañando su prestigio y su propia sensatez. Por extraño que suene, Crookes terminó enamorado, escribiendo poemas y retratándose en fotografías con un pretendido fantasma llamado Katie King, que se hacía presente en estas oscuras reuniones. Esta figura se materializaba en tales encuentros de Crook y decía ser una bella chica de 23 años muerta en la época de Carlos II, pero que habría sido representada en realidad por una actriz, según revelaciones posteriores.

El que un personaje con la reputación de Crookes se haya puesto del lado de espiritistas, médiums y taumaturgos de tal manera, probablemente haya sido otro aliciente para muchos de los creyentes en la comunicación con los muertos. Mas, no fue el único, ni estuvo excesivamente fuera de sintonía con el estrato más culto: se sabe que el espiritismo también fue de la atención del neurólogo y psicólogo Sigmund Freud, el criminólogo Cesare Lombroso, el astrómomo Camille Flammarion, el escritor Víctor Hugo, el físico Oliver Joseph Lodge y en genio ingenieril Nikola Tesla. El inventor Thomas Alva Edison hasta habría reconocido su interés en crear un aparato capaz de comunicarse con los fallecidos, aunque no se sabe qué tan lejos pudo llegar en el desarrollo de semejante idea, si es que era real.

Debe sobervarse que todo aquello sucedería ya hacia el final de la gran ola mediúmnica, sin embargo: cuando la moda de la metapsíquica y sus derivados habían pasado a ser englobados en la llamada parapsicología, en otro esfuerzo por vestir de ciencia tales materias. Se enfatizarán así, desde el epílogo de la época victoriana, sus rasgos más oscuros y hasta siniestros, con los que llega también a la literatura y al cine de la nueva centuria.

Eran aquellos los momentos en que la médium italiana Eusapia Paladino y la francesa Eva Carrière (o Eva C., nacida como Martha Béraud) aterraban a Europa con sus sesiones en las que aparecían rostros y miembros ectoplasmáticos, después muy cuestionadas en su veracidad. Otros médiums europeos inspiraban por entonces al físico inglés William Jackson Crawford para proponer el concepto de la "fuerza psíquica", intentando explicar el origen de esos ectoplasmas y otros fenómenos observables en las sesiones. Y, haciendo pruebas con amigos para inclinar mesas sólo poniendo encima las manos y a veces con peso extra como lastre, el suizo Agénor Étienne, conde de Gasparin, proponía también la existencia de una "fuerza excéntrica" operando en estas anormalidades.

Años después, paragnostas como el polaco Franek Kluski (Teofil Modrzejewski) y la propia Carrière realizaron pruebas de producción ectoplasmática en el laboratorio del médico francés Gustave Geley, quien fue hasta su muerte director del Instituto de Metafísica Internacional. En contraste, el  sociólogo y físico aficionado Gustavo Le Bon, también francés, no ocultaba su incredulidad sobre el mundo paranormal y criticaba la asignación de recursos a institutos o centros de investigación de estos fenómenos.

A pesar de los fraudes y aunque los creyentes del fenómeno no lo sabían en esos momentos, ya estaban naciendo y debutando desde principios del siglo XX los últimos grandes psíquicos y espiritistas exponentes de la gran ola mediúmnica mundial, como los hermanos Willi y Rudi Schneider en Austria, ofreciendo pruebas de materializaciones y telekinesis; y la británica Helen Duncan, haciendo visibles a supuestos fantasmas de facciones grotescas. La médium francosuiza Hélène Smith (Catherine-Elise Muller), en cambio, aseguraba poder contactarse con Cagliostro, Víctor Hugo y hasta con marcianos. Esta última camada a inicios del nuevo siglo fue tan abundante que Richet la calcularía en unos tres o cuatro millones de médiums repartidos por el mundo, hacia 1927.

Chile tampoco había quedado ajeno a la nómina de aquella última generación, por supuesto. Ofrecería casos propios, muchos al final de la asombrosa embestida internacional del espiritismo con sus demostraciones de poderes paranormales y sesiones de comunicación con los muertos causando furor en algunos círculos.

Levantamiento completo de mesa en una sesión con un médium, realizada en la casa del astrónomo francés Flammarion el 12 de noviembre de 1898. Imagen publicada por el periódico "El Ferrocarril" del 12 septiembre 1907. Fuente: Memoria Chilena.

Espiritismo en una propaganda para aceite. Imagen publicada en la revista "Sucesos" de octubre de 1912.

EL PENSAMIENTO MÁGICO EN LA SOCIEDAD CHILENA DEL SIGLO XIX

Aunque entre los familiarizados con el espiritismo se daba por hecho el que la comunicación con los difuntos debía ser real y no truculenta, en contraste con lo sería una manifestación sobrenatural de espectáculos o una rutina de magia, el estado infantil que persistía en la madurez y desarrollo mental de la sociedad chilena hacía difícil distinguir aún los límites de la realidad y la ficción. En cierta forma, el imaginario colectivo nacional estaba plagado de conceptos aterradores, miedos infundados, temores supersticiosos y creencias en toda clase de seres monstruosos.

En su "Historia Crítica y Social de la Ciudad de Santiago (1541-1868)", don Benjamín Vicuña Mackenna repasa también algunos casos tragicómicos del período, esbozando con ellos un retrato del descrito estado mental de la sociedad chilena de aquel entonces:

Contábanse también muchos sucesos raros de aquellas noches lóbregas, sin faroles, sin policía, sin transeúntes.

Y muchas apariciones de ánimas, muchos fantasmas, muchos penitentes, fúnebres profecías, casos, duendes, emplazamientos, visitas del diablo, del piguchén, del chonchón y otras brujerías. A alguien le había llamado una noche una mano blanca que salía por la puerta de la desierta Compañía, y había sido acometido de un desmayo. Al día siguiente, viose que la mano blanca era un papel cuyas obleas superiores se habían desprendido y que agitaba el viento. Un abogado Pozo, creyéndose seguido de un bandido a media noche, derribó de un balazo a un infeliz que iba por un remedio a la botica, y que seguía al doctor por buscar su compañía.

Otro personaje de Santiago salía acalorado de una tertulia de juego. Apenas llegó a la calle, presentósele un fantasma blanco. Dobló una esquina y reapareció el fantasma. Torció en otra dirección, y el fantasma siempre por delante. Llega a su casa "arrojando espuma por la boca", y al desnudarlo encuentra que su sombrero apuntado tiene una cinta blanca desprendida. Esa cinta, la lobreguez de la noche y la fascinación óptica del que sale de una sala de juego, era el fantasma. El jugador, empero, estaba muerto.

Aquel desmedido terror y creencia en lo sobrenatural, resultado de una apertura excesiva al pensamiento mágico, se mantuvo por largo tiempo más y en distintos ambientes rurales o urbanos. Esto se confirma aún en la cantidad de leyendas y toponimias relacionados con el Diablo o las ánimas en pena a lo largo de la geografía chilena. Lo propio sucedía ya entonces con los abundantes reportes de hechos relacionados con maleficios y brujería, así como los avistamientos de chonchones o tuetués que, en general, no deben haber sido más que apariciones de grandes lechuzas, mas no las cabezas de hechiceros desprendidas del cuerpo y con alas en las orejas que creían los aterrados testigos, vagando por bosques y campos.

Vicuña Mackenna continúa exponiendo casos ilustrativos respecto de aquella excesiva credulidad nacional:

Aseguraban que el marqués de..... se paseaba todas las noches a una hora dada en el corredor de las casas de su hacienda. Sentíase patentes unos en pos de otros los tacos de sus zuecos de palo, y todos los inquilinos venían a escucharlos llenos de pavor. Un hijo del marqués descifró el misterio. Colgaba de un pilar un viejo farol de palo, y la hacienda en que esto pasaba era de costa. A cierta hora levantábase la brisa matinal que viene del océano, como precursora de la luz, y el farol, suavemente mecido, chocaba cadenciosamente contra el pilar. Esos eran los zuecos del marqués.

Una necedad de otra especie, pero que todavía se recuerda como una de las ocurrencias graciosas de la crónica de la colonia fue una apuesta que hizo en Santiago un caballero de Coquimbo llamado don Pablo Zeballos, sobre que del cuero de un buey hacía cinco costales, no como las caperuzas del sastre de Sancho Panza, sino todos anegueros. Con este motivo se entretenían todos los abasteros de Santiago en enviarle año tras año cuanto buey resultaba de buen tamaño y don Pablo no se cansaba de medirlos, hasta que halló justo su cálculo, por lo que los poetas de la época cantaron su triunfo con esta copla, que parece un costal aneguero:

Verás que sin arte del diablo
Cabales
Hace Pablo de un cuero
Cinco costales.

Tal era mas o menos la crónica local de la colonia. A los niños se les asustaba con los brujos. A las niñas con los jóvenes. Los viejos jugaban al carga burro. Las viejas rezaban el rosario. Y así corrían los lúgubres noches de la colonia, y las noches no se diferenciaban de los días sino en que estos tenían luz y sol. Por lo demás, la siesta era una noche artificial. El coloniaje no fue sino una noche de tres siglos.

Así las cosas, el calvario cultural que hacía a los chilenos arrastrar por toda la vida miedos más bien infantiles y traumáticos, parece haberse mantenido intacto más allá de las Guerras de Independencia y el inicio de la República. Después de la tragedia del incendio de la Compañía de Jesús en diciembre de 1863, por ejemplo, las ruinas del fatídico edificio se volvieron un lugar temido que los transeúntes evitaban a toda cosa: pesaba en sus temores la creencia de que las almas de los infortunados allí muertos podían habitar aún entre escombros y paredes vacías.

Un terrorífico chonchón de Chiloé, en una pieza de artesanía. Fuente imagen: Memoria Chilena.

Vista general del valle de Santiago en el siglo XIX, en grabado de la obra de Recaredo S. Tornero, "Chile ilustrado". La entonces pequeña capital tenía su propio bestiario de seres sobrenaturales y aterradores, a la sazón.

Portada del folleto espiritista "La Voz de los Muertos", número 9, de diciembre de 1908. Fuente imagen: Memoria Chilena.

LOS INICIOS DEL ESPIRITISMO EN CHILE

Se asegura que el punto de partida del espiritismo en Chile fue la publicación en castellano del "El Libro de los Espíritus" de Kardec, aunque desconociéndose quién fue el traductor responsable de tal edición. Esta publicación, realizada por la Imprenta Chillán en 1862, fue realizada tan sólo cinco años después de aparecida la obra original de Kardec, por lo que se trata de un notable hito literario sobre la materia.

Aquel interesante e iluminador dato dato es comentado también por Vicuña en su referida obra. Con ello se explica, además, el que haya entrado más temprana y efectivamente en el país tal modalidad francesa del espiritismo, por sobre la inglesa:

Fuera quien fuera el traductor, y cualquiera hayan sido sus intenciones, lo importantes es que ese libro, anatematizado al minuto de su publicación, en Santiago encontró lectores selectos pero entusiastas, justo cuando el espiritismo y sus peripecias europeas comenzaban a capturar la atención de la prensa nacional. Sería exagerado afirmar que esos espiritistas de catacumba hicieron escuela; sí creció el número de interesados entre sectores con reputación de cultivados (profesores del Instituto Nacional, estudiantes de medicina y matemáticas, hombres de letras, dos damas eminentes de "reconocida ilustración"), hasta culminar en la formación de un centro espiritista en 1872, o en 1873, según la imprecisa memoria de uno de sus fundadores.

Desde aquel momento la práctica no sólo iría adoptándose entre connotadas familias chilenas, sino que también comenzarían a publicarse en el país obras de otros conocidos autores del tema, alimentando más el interés y la enseñanza. Por supuesto, fueron formándose también los círculos y clubes de practicantes, al principio muy informales, así como nuevas sociedades de corte esotérico que incorporaron la práctica a sus rituales y experiencias grupales.

Los procedimientos más usados por el espiritismo criollo eran la canalización de voces, la escritura automática y los dictados a través de guías como el triángulo de comunicaciones. Este último incluía letras y números de manera parecida a los tableros árabes llamados zairagias (usados para adivinación) y las famosas tablas ouija patentadas en los Estados Unidos en 1880. En las cartillas con caracteres dispuestas en la mesa y rodeadas por los participantes, el espíritu también podía "señalar" la letra o número que iba armando su mensaje. Ciertos procedimientos logran esto desplazando un vaso u otro objeto tipo apuntador sobre el que los participantes ponen sus dedos índices, aunque se interpreta que el movimiento será dirigido siempre por el ente invisible.

La señalada corriente francesa en Chile se mantuvo nutrida también por cultores locales y por la traducción o publicación de otros trabajos con el mismo enfoque, como la obra de León Denis titulada "En lo invisible, el espiritismo y la mediumnidad", que parece haber tenido buena acogida en el país. Sin embargo, en la interpretación chilena de la disciplina de Kardec prevalecía también la invocación de seres invisibles o almas como hecho central de una sesión espiritista, con la llamada canalización o channeling a cargo del médium o el director de la sesión respectiva.

En otro aspecto, si bien las clases ilustradas de entonces podían ostentar sus criterios más cultos y sensatos sobre el asunto de lo sobrenatural, compartían con los plebeyos muchas de las creencias sobre el mundo espiritual y la vida después de la muerte, como la bosquejada por Vicuña Makenna. De alguna manera, además, este imaginario iba combinado siempre con el credo religioso, por impostora o engañosa que fuera esta mixtura. Empero, la reprobación de la Iglesia hacia estos ritos no era suficientemente enérgica o categórica aún como para alejarlos de las sesiones.

También a diferencia del espectáculo ilusionista movilizando la misma clase de emociones y sensaciones impresionantes en el testigo, el espiritismo tenía la posibilidad de ser practicado por los chilenos en un espacio privado o doméstico. Cundía con ello la idea de que cualquiera podía resultar siendo un buen médium o intermediario de las almas con el mundo de los vivos, por consiguiente. Había así una diferencia con lo que sucedía en Europa, en donde los médiums eran considerados casi seres escogidos, con un talento propio e intransmisible, convirtiéndose así en celebridades.

Otro factor determinante en el proceso fue la llegada de mucha información sobre la actividad de los médiums en el mundo gracias al progreso de las comunicaciones y los medios de prensa de esos años. De este modo, buena parte de la sociedad chilena estaba enterada para entonces de las experiencias de las hermanas Fox y los demás espiritistas que hacían noticia en Estados Unidos y Europa, sintiéndose invitados a hacer sus propias pruebas e insertarse en la moda.

Portada de la primera revista "Reflejo Astral", 27 de junio de 1901. Fuente imagen: Memoria Chilena.

Imágenes de la Sociedad Constancia en Argentina, en la revista "Corre Vuela" del 13 de octubre de 1909. Se ve su salón, algunos objetos de supuesto origen paranormal y lo que se presenta como una materialización ectoplasmática en el médium Osvaldo Fidanza (quien aseguraba traer objetos como los expuestos desde "otra dimensión").

EL NOTABLE PROTAGONISMO FEMENINO

La entrada del espiritismo a Chile iba a alcanzar también curiosos aspectos políticos y sociológicos, aunque de manera semejante a cómo sucedía en el resto del mundo: por un lado, se vinculó más bien a un pensamiento libertario y opuesto al materialismo, aunque igualmente cuestionando el poder jerárquico y la autoridad institucional sobre el individuo. Por otro lado, también hizo su aporte al creciente protagonismo de la mujer en posiciones de poder y liderazgo, con una suerte de proto-feminismo.

Influencia en aquella particularidad habría tenido también la obra de la novelista y feminista española Amalia Domingo Soler, conocida fomentora del espiritismo. De hecho, se sabe que más de una médium internacional fue también decida sufragista o partidaria del feminismo como tal, confirmando que se adosaba a las corrientes del nuevo pensamiento. Vicuña llega hablar también de una "democratización de la religión" en el ejercicio espiritista ya instalado en el país.

El tema del protagonismo femenino en tales disciplinas, desde 1870 en adelante, fue tratado por Manuel Romo Sánchez en su obra "Historia de la mujer en la masonería chilena" y en un capítulo titulado "Chilenas espiritistas y esoteristas en el siglo XIX", que figura en el "Boletín Histórico" de la Sociedad de Estudios Históricos, Arqueológicos y Geográficos de Chile" (segundo semestre, 2017). La principal de ellas fue quizá la periodista y escritora Rosario Orrego (1831-1879), también gran defensora pública del espiritismo y figura clave en su difusión dentro de la sociedad de entonces.

Doña Rosario era una mujer de alta formación educacional: había destacado como poeta y firmó en revistas con el pseudónimo Una Madre. Se había casado siendo muy joven con un rico coterráneo copiapino, don Juan José Uribe Moya, industrial dedicado a la actividad minera. Fundó en 1873 la "Revista de Valparaíso", aunque en la segunda quincena de enero de 1875 se acabó su publicación. Transcribe Romo Sánchez lo que, en aquella edición, dejó escrito la autora:

Se nos cuenta que hace poco en un círculo espiritista en el que tomaban parte algunas señoras, una de ellas reconoció el ruido que hacía al sentarse su marido, muerto un año antes, el que le tomó la mano y se la besó. Otra mano, tibia como un pájaro que acaban de expirar, se posó sobre la frente de un joven, el cual tomó aquella por una caricia de su difunta madre. Otro caballero se puso en comunicación con el espíritu de su padre, y a las primeras contestaciones de este cayó desmayado. Otro pidió a un espíritu que le explicase el credo, y he aquí la explicación tal cual la dio el espíritu evocado:

"Creo en Dios Omnipotente, Padre y creador del universo. Creo en J. C. su hijo, que vino en misión al mundo a esparcir la simiente divina y que para enseñar y difundir la verdad padeció y murió, y con su doctrina descendió al infierno de una ignorancia y de una maldad en que estaba sumergido el género humano; que subió al cielo donde goza de la dicha inefable acordada por el padre. Creo en el Espíritu Santo, emanación de Dios, que ilumina a todo hombre que desea saber la vedad. Creo en la comunión de los hombres buenos, en el perdón de los pecados, en la reencarnación del Espíritu y en su vida perdurable.

En el Club, Octubre 1°".

Relevante en el curso de estas aguas fue, además, la participación de María Elhort, quien había sido discípula directa y ex alumna de Kardec, al que había conocido en persona en Europa. Cuando falleció en Santiago en el verano de 1905, a la edad de 60 años y tras un cuarto de siglo residiendo en Chile, la partida de doña María fue llorada por los adeptos de la doctrina espiritista en el país, siendo despedida con homenajes.

En 1887, cuando medios como la "Revista Espiritista" de Valparaíso asumían la defensa y promoción de la actividad, dos señoritas atacameñas oficiaban como médiums del Círculo Espiritista de Caldera, identificadas solamente por las iniciales S. B. en la edición de mayo de la misma revista. Unos años después, en 1896 aparece publicada en Santiago la obra "Compendio de la gran doctrina", con la autoría de un misterioso Hugo Polo. Pasado ya un tiempo, el investigador Pedro Pablo Figueroa se encargará de informar que era en realidad el pseudónimo de otra espiritista y escritora, quien prefirió el anonimato.

Romo Sánchez agrega el caso de otra mujer destacable: la viajera y profesora de piano y canto Maipina de la Barra Lira (1834-1904), nacida en París y recordada por ser después, además de un adalid de la educación femenina en Chile, la primera chilena iniciada en la logia masónica, al parecer en España. Tanto ella como su hija, Eva Filomena Cobo, fueron bastante conocidas en el ambiente aristocrático hacia 1870, primero por sus presentaciones de canto y música; más tarde, a causa de sus aventuras por Europa y América.

En España, doña Maipina se dio a la tarea de traducir la obra "La ciencia oculta. Estudio sobre la doctrina esotérica" del francés Luis Dramard, quien hacía poco había sido uno de los fundadores de "La Revue Socialiste" y adscribía también a la teosofía de madame Blavatsky. De esta manera apareció la versión en castellano de la obra en Madrid, ese mismo año de 1887, y Maipina se vería tan comprometida con el tema que, durante el año siguiente, se la observará dando conferencias en defensa del magnetismo animal y el hipnotismo, disciplinas que también practicaba. A partir de 1893 hará lo mismo en Chile, según lo rastreado por Romo Sánchez.

Muchas otras mujeres destacarían en el ejercicio de las artes ocultas, por supuesto. Ellas aparecerán en Chile poniendo la voz a los difuntos en especial durante los años posteriores, iniciado ya el siglo XX.

Doña Rosario Orrego, en "El Mercurio". Fuente imagen: Memoria Chilena.

Doña Maipina de la Barra Lira, en "El Mercurio". Fuente imagen: Wikipedia.

INTELECTUALES Y HOMBRES CONNOTADOS

La religiosidad cristiana y la creencia en el espiritismo habían corrido hasta entonces por cuerdas separadas, o al menos eso parecía. Lo practicaron incluso no creyentes, entre ellos los dirigentes políticos como Francisco Bilbao, el incorregible líder de los igualitarios, y después Luis Ponce, activista de la zona de Tarapacá y fundador allá del Centro de Estudios Psíquicos Allan Kardec. Por su lado, los conservadores católicos tampoco encontraban aún grandes barreras o disonancias para poder inmiscuirse en prácticas espiritistas.

La misma moda de los salones de tertulias y reuniones nocturnas sirvió de inspiración para Ramón Pacheco y su obra "Revelaciones de ultratumba" de 1876, que se inscribe entre las primeras producciones literarias nacionales del género terror. Pacheco, masón de alto rango e investigador apasionado de los temas de misterio, también fue aficionado a la actividad espiritista según se cree. No obstante, hoy es recordado principalmente por su obra "El subterráneo de los jesuitas", que fue un gran impulso para la creencia en las galerías secretas de las órdenes religiosas en el subsuelo de Santiago.

Un influyente grupo de los practicantes del espiritismo, el que tenía por miembros a profesores de enseñanza media y superior, sería el creado alrededor del Centro Espiritista de Santiago. Comenzaron a publicar la "Revista de Estudios Espiritistas, Morales i Científicos" (ortografía de la época) en julio de 1875, despertando nuevas molestias entre los enemigos de la disciplina. Entre los integrantes fundadores de este grupo y colaboradores de la revista estuvieron los profesores Eduardo de la Barra y Francisco Basterrica.

Otro personaje muy ligado a la actividad del período fue el abogado y profesor Jacinto Chacón Barry, tío de Arturo Prat Chacón y quién introduciría al futuro héroe de Iquique en estas mismas disciplinas, como veremos después con más detalle. Años más tarde, en un artículo para la revista mensual de espiritismo "¿A dónde vamos?" ("Luz del cielo", en febrero de 1903) y de la que también hablaremos más abajo, Pedro Pablo Figueroa mencionaría a importantes intelectuales y hombres de ciencia involucrados en tales actividades, como José Basterrica, quien era hermano de Francisco y rector del Instituto Nacional, el profesor Gabino Vieytes, Francisco Millares y el destacado doctor José Juan Bruner, entre varios más.

Cabe indicar, por lo demás, que en 1876 don Manuel Francisco Vallador publicó de manera anónima un libro titulado "Armonía entre la ciencia, la razón i la revelación" (ortografía de la época). Comenta Romo Sánchez que la "Revista Chilena" se refirió a ese mismo nuevo trabajo de divulgación como una obra colectiva, producida enteramente por personas relacionadas con la práctica.

Hubo nexos fraternos de los espiritistas chilenos con otros practicantes del continente, por cierto. Durante ese mismo año se fundó en Argentina la Sociedad Constancia, por ejemplo, otra agrupación de gran importancia en su tiempo y dedicada también al ejercicio de estas artes paranormales. Siendo uno de los centros americanos que ofrecía a su favor supuesta evidencia y registros de experiencias más insólitas e inexplicables, mantuvo algunas relaciones relevantes también con los practicantes chilenos.

Cartilla o tablero para espiritismo: representación de disposición de mesa de comunicaciones para sesión. Publicado en revista "Reflejo Astral" de Santiago, año 1901. Fuente imagen: Memoria Chilena.

Don Jacinto Chacón, el tío de Arturo Prat que introdujo a su sobrino en la actividad espiritista, en la revista "¿A dónde vamos?", órgano del Centro Eduardo de la Barra, noviembre de 1903. Fuente imagen: Memoria Chilena.

Don Francisco Basterrica, en la revista "¿A dónde vamos?", órgano del Centro Eduardo de la Barra, enero de 1903. Fuente imagen: Memoria Chilena.

EL CASO DEL CAPITÁN ARTURO PRAT

A pesar de lo extendida que estuvo la práctica espiritista, en nuestros tiempos se ha puesto énfasis sobre el hecho de que el capitán Arturo Prat haya estado involucrado en la misma. Aunque sigue siendo un dato algo sorpresivo para el conocimiento más popular, de manera alguna se trató de un caso excepcional o aislado dentro de las celebridades y figuras de valor histórico de su época. Este interesante tema fue presentado como el primer capítulo de la "Historia Secreta" del escritor Jorge Baradit en 2015, de hecho, inspirando también la portada del mismo texto.

La presencia de Prat en sesiones espiritistas se dio en la residencia de Valparaíso de su tío Jacinto Chacón, en donde se realizaban regularmente tal clase de encuentros. Se cree con grandes razones que participaba en ellos también doña Rosario Orrego: ella contrajo matrimonio con Chacón en agosto de 1877, tras haber enviudado de Uribe.

Como sucedió a muchos participantes de tales reuniones, además, el dolor de la partida de un ser querido movilizaba a Prat, en su caso con el trágico rol de padre acongojado. Todo se debía a la pérdida de su hijita y primogénita, Carmela de la Concepción, muerta en los brazos de su madre Carmela Carvajal a las 1 de la noche del 5 de diciembre de 1874, cuando el angustiado capitán estaba embarcado y esperanzado en recibir buenas noticias sobre la salud de la bebé. Destrozado al recibir la noticia, anotó en la última carta que le había enviado su afligida mujer, cuando la pequeña aún se aferraba frágilmente a la vida: "Esta carta es la destinada a anunciármelo, la amargura que revela debiera habérmelo hecho comprender, pero tan dulce es la esperanza".

Como comentara Gonzalo Vial Correa en su muy consultada biografía del héroe, el catolicismo convencido de Prat, aunque con tintes liberales, no entró en conflicto con el espiritismo al que lo invitara a participar su tío, deseoso de comunicarse con el alma de su hija ausente y también la de su padre, don Agustín Prat Barril, por la vía de la escritura psíquica automática. En las sesiones, iniciadas en Valparaíso el 1 de abril de 1876, estuvieron entonces Chacón y doña Rosario. La respuesta de la fallecida niña llegó sólo unos días después desplegando esfuerzos sobre aquella mesa del cuarto oscurecido, dice Vial Correa:

El 12 de abril es Carmelita la que responde al llamado del padre inconsolable... "papá querido" (dice). Es "triste... despertar en este mundo (más allá)" y ver el sufrimiento que ha causado su partida, pero "Dios así lo dispone, hágase su voluntad". El 14 de abril hay un nuevo contacto con Carmelita, inverosímil ya para cualquier credulidad. Aflige pensar en un Arturo Prat que recibe emocionado estos desvaríos, como bálsamo calmante para un dolor sin salida.

Se iba hacer habitual, entonces, que la joven pareja participara de estos ritos y reuniones en la penumbra de la casa porteña, durante varios de los meses que vinieron. También lo explica Vial Correa:

En este contexto, normal para la época, irrumpe un elemento inesperado: el "espiritualismo" ...el espiritismo, que Arturo y Carmela compartieron con Jacinto Chacón, su mujer Rosario Orrego, Eduardo de la Barra y otras personalidades porteñas. Formaban un "círculo", cuyos "médiums" -intermediarios con el mundo de los muertos- eran doña Rosario, don Jacinto y De la Barra. Practicaban la escritura automática y en la oscuridad, recibiendo de este modo mensajes de los difuntos.

No cuesta nada ridiculizar lo anterior. Sobre todo cuando leemos anotaciones de Eduardo de la Barra -un hombre culto y, en lo religioso, un escéptico burlón- dando detallada cuenta de sus conversaciones con Jesús, Goethe, Augusto Comte o Francisco Bilbao. O cuando recorremos la carta de Arturo Prat a su mujer, enferma, diciéndole que en el "círculo" han evocado el espíritu de Christian Hahnemann, el fundador de la homeopatía, y este le ha prescrito "Nux Vomica y Dulcamara. Tómalas".

Sin embargo, el espiritismo no aparecía entonces como un fraude o simple extravagancia.

Carmela también escribió cartas a su esposo notificándolo de información recibida durante aquellas sesiones de escritura automática, cuando él estaba en el mar. En una de ellas, celebrando sus progresos con el método, le decía: "tu papá me aconsejó por medio de Conchita que no me apurara en continuar hasta después, porque podría serme perjudicial". Sin duda, estaban convencidos de la veracidad de lo que estaban experimentando.

Posteriormente, tras la epopéyica muerte de Prat en Iquique durante la Guerra del Pacífico, el 21 de mayo de 1879, la viuda accedió a tratar de contactar a su desaparecido esposo con las mismas sesiones y métodos.

Es conocido el hecho de que Arturo Prat practicó el espiritismo junto a su esposa Carmela Carvajal y su tío, Jacinto Chacón. Sin embargo, no era algo excepcional o especial dentro de las costumbres de la época.

Después de su muerte en el Combate Naval de Iquique, la viuda del capitán Prat, doña Carmela, buscó comunicarse con su fallecido esposo por la vía de sesiones espiritistas como las que ambos habían realizado antes.

EL ESPIRITISMO COMO ENTRETENCIÓN Y ESPECTÁCULO

En cierta forma, el espiritismo se había convertido ya no sólo en una posibilidad de consuelo y de comprensión del misterio de la muerte entre quienes lo practicaban, sino también en un pasatiempo para las indicadas tertulias y encuentros sociales, especialmente los de las clases acomodadas criollas. Se inscribía así en la misma línea que habían tenido otras antiguas ofertas recreativas como la linterna mágica de proyecciones llamadas fantasmagorías y los espectáculos de ilusionismo, aunque también con algunas diferencias esenciales.

A mayor abundamiento, la aparición de fantasmas, los espejos encantados, la levitación, el hipnotismo, las "cámaras de espíritus" y otros montajes parecidos eran cosa conocida por el público de los teatros chilenos de la segunda mitad del siglo XIX. La tecnología de la óptica permitió adicionar nuevos recursos y trucos con espejos, lentes, proyecciones, efectos cinéticos, etc. Existe un interesante trabajo al respecto publicado en la revista “Aisthesis” de Santiago (2019): “La comedia de magia y los efectos visuales de la era pre-cinematográfica en el siglo XIX en Chile”, de Carmen Luz Maturana.

Parte del sentido lúdico que se estaba tomando una rama en el ejercicio del espiritismo y otras disciplinas relacionadas, podía verse en aquellos teatros y salones de exhibición: presentaciones de magos e ilusionistas, alusivas precisamente a lo que se sabía popularmente de aquella clase de sesiones y reuniones convocando supuestas almas errantes, pero ahora como argumento de sus números artísticos, dramáticos y hasta circenses. Trucos como la mesa flotante ya existían por entonces y habían sido tomados directamente desdes las exhibiciones de los médims levitadores y psicoquinésicos: en realidad, era manipulada por un operador vestido de negro y sobre un fondo del mismo color, algo que lo hacía invisible al público de la sala.

La confrontación de realidad con espectáculo fue otro asunto que despertó con rapidez en torno al tema del espiritismo, ya en uso. En noviembre de 1875, el médico chileno Francisco Rosario Martínez publicó desde París en la "Revista Chilena" un artículo con sus experiencias e impresiones sobre el tema, comentando que "sectarios de Allan Kardec, forman, entre nosotros en Chile, una armada no despreciable y que tiende a acrecentarse". De acuerdo a Vicuña, el médico había llegado al asunto "a propósito de sus pesquisas bibliográficas por los malecones del Sena, donde se topa con rumas de libros sobre espiritismo".

De acuerdo a lo que informaba el chileno radicado en Francia, entonces, un tal Dr. Fay había llevado a Chile un espectáculo llamado el Armario de los Davenport, el que se ofrecía como demostración pública e irrefutable de la existencia de espíritus comunicándose con el mundo de los vivos. Creemos que puede referirse al profesor J. F. Day, quien acompañaba a los Davenport en sus presentaciones y después hizo una gira con ellos por Hispano América, en 1879.

Detallando más al respecto, los hermanos Ira Erastus y William Henry Davenport eran dos hábiles ilusionistas oriundos de Buffalo, Nueva York, quienes paseaban sus artes escénicas por Europa en esos precisos momentos. Sus trucos eran tan diestros e ingeniosos que muchos cazadores de fraudes no pudieron desmentirlos, llamando la atención incluso del celebérrimo escritor británico Arthur Conan Doyle, otro gran creyente del espiritismo y quien heredó a su hijo, Denis P. S. Conan Doyle, una de las colecciones más increíbles de fotografías de fantasmas materializados en diversas sesiones de médiums.

Inspirados en las experiencias de las hermanas Fox y cuando ya había en los Estados Unidos unos 40 mil personas declarándose médiums, los Davenport habían iniciado su propio espectáculo espiritista en 1854, con una cámara o armario oscuro en donde flotaban objetos y sonaban instrumentos musicales detrás de una cortina, gracias a la llegada espectros según aseguraban. Mientras esto sucedía, los hermanos permanecían adentro sentados, firmemente amarrados a sus sillas e incapaces de moverse. Cuando la cortina era corrida después de semejante demostración, ellos seguían atados y sin posibilidad aparente de haber manipulado los objetos que se veían asomando por encima o tocando música.

Entre marzo y abril de 1875, los Davenport realizaron otras sorprendentes demostraciones ante la Sociedad Espiritista Española y agendaron presentaciones en el Teatro Novedades de Madrid, pero en un ambiente hostil por parte de la crítica y la prensa. Como consecuencia de esto, el público no se creyó los trucos y fueron castigados con una terrible rechifla general, siendo suspendida la segunda noche. Les iría mejor en Barcelona con su cámara mágica, pero el número de los ilusionistas fue apropiado por otros magos e ilusionistas casi en el acto. El dúo Blanch y Grau comenzó a presentarlo sólo unos días después en el mismo Teatro Novedades, y así otros artistas copiaron el Armario de los Davenport.

Recursos parecidos a los del número de la mesa flotante o la cámara mágica de los Davenport se usaban también para trucos como la calavera mágica: consistía en un cráneo que levitaba y hablaba erizando los pelos a los concurrentes al teatro. Lo mismo sucedía con las mesas que saltaban del suelo cuando los actores ponían sus manos encima. El teatro de ilusiones a fondo oscuro llegaría a contar con innumerables y creativas rutinas de este tipo para presentaciones teatrales y ferias de diversiones, en los orígenes de los efectos especiales contemporáneos.

El famoso ilusionista y escapista austrohúngaro Harry Houdini (Erich Weiss), en tanto, también se valía de aquella clase de trucos espectaculares, aunque se dice que era un convencido de la posibilidad de comunicarse desde el Más Allá. Esto, a pesar de haber sido otro desbaratador de charlatanes, desde su calidad de mago experto. Algo parecido ofrecían como números los artistas llegados a escenarios chilenos en el período, entre ellos la dupla del fascinador Bermúdez y la médium Nenina, quienes visitaron Santiago a principios de 1915.

Fantasmagoría en un grabado francés del siglo XIX, obra de Moureau representando al parecer un espectáculo del físico y óptico belga Robertson (Étienne-Gaspard Robert).

Una escena de la controvertida obra-espectáculo "La Nonne Sanglante", lograda con linterna mágica en el Theatre de la porte S. Martin en Francia, en abril de 1835. Original en la Biblioteca Nacional de Francia.

El mago Herr Alexander se presenta en el Teatro de la República de Santiago, domingo 31 de agosto de 1851. De las colecciones de la Biblioteca Nacional.

PRIMERAS VOCES DE DETRACTORAS Y DEBATES

Al mismo tiempo que cundía la moda del espiritismo y saltaba a los escenarios como espectáculo, brotaba también la oposición desde algunos grupos del conservadurismo o el racionalismo. Muchos practicantes tenían filiación masónica o se relacionaban con otras sociedades secretas de esos años, además, lo que pudo despertar cierta desconfianza entre observantes de la fe, en años cuando la fractura entre Iglesia y logia estaba por consumarse.

José Ramón Ballesteros, muy vinculado al asunto de los médiums, había publicado en 1874 el libro "Algo sobre el espiritismo" con una genuina descripción sobre la actividad. Sin embargo, en el prólogo del mismo, Rómulo Mandiola se arrojaba con ferocidad contra su ejercicio:

El espiritismo es la gangrena, la terrible enfermedad de nuestro siglo; tanto más temible, tanto más digna de cruda guerra cuanto que ha caído en pleno campo incrédulo, lo que constituye uno de los fenómenos más curiosos que ofrezca la pobre humanidad en la historia de sus miserias.

Las críticas al espiritismo, entonces, habían comenzado antes incluso de aparecida la "Revista de Estudios Espiritistas, Morales i Científicos" de 1875, otro importante episodio de esta historia. "Pocos meses después -escribe Romo Sánchez-, en la Revista Chilena, de Santiago, se publicó un artículo de Eulojio Carrasco, en el que hizo la historia del espiritismo, y un segundo artículo del mismo autor criticando la credulidad de quienes lo practicaban". Una guerra ideológica había comenzado, pues, la que iría escalando en su energía durante los años que siguieron.

En general, la argumentación a favor del espiritismo muchas veces intentaba ofrecer una alianza con el pensamiento científico en esos momentos, podríamos decir -desde un enfoque crítico- que por impostura o pseudociencia. Mientras tanto, con el aspecto religioso se esperaba eludir un enfrentamiento y, más aún, toda posibilidad explícita de competencia entre ambas doctrinas. Podría decirse, entonces, que la defensa del espiritismo aspiraba a ser conciliadora, aunque también con excepciones.

Aquellas líneas de defensa y crítica se mantuvieron más o menos iguales al llegar el siglo XX, aunque sin conseguir menguar la atención y práctica del espiritismo. En ambos casos, con la raciolalidad y con la fe, la disciplona aparecía mostrándose como una alternativa espiritual al materialismo y la vacuidad del mundo presente. Esta propuesta era fomentada especialmente entre los kardecianos.

Una nueva gran controversia con los incrédulos tendría lugar en 1909, pero ahora en Argentina. Sucedió entre el jurista Horacio Beccar Varela, quien trabajaba como inspector general de justicia, y el espiritista Cosme Mariño, presidente de la mencionada Sociedad Constancia que había cumplido a la sazón 33 años de existencia. La polémica suscitó atención también en Chile, siendo descrita en la sección "Actualidad espiritista" de la revista "Corre Vuela" del 13 de octubre de ese año:

Debido a los consejos del doctor Beccar Varela, el Ministro de Justicia, doctor Rómulo Naón, negó la personería jurídica a la sociedad espiritista "Luz de la Pampa", de Santa Rosa de Toay. En presencia de esto, el señor Mariño, porta-estandarte del espiritismo en la República Argentina, descargó sobre el doctor Varela un alegato, apelando de tal resolución.

Examinando bien la cosa, resulta que la denegación de la personería jurídica en nada afecta al espiritismo, ni como doctrina ni como ciencia, y que la mejor o peor doctrina o el mejor o peor fundamento científico del espiritismo, no obligan a concederla, pues el caso es meramente de derecho; de manera que muy bien podrían tener razón el doctor Beccar Varela como letrado y el señor Mariño como espiritista. Pero resulta, además, que el señor Mariño y el doctor Beccar Varela no han podido ponerse de acuerdo.

Como ustedes comprenderán, estas páginas de párrafos y grabados no tienen por objeto contribuir a tal acuerdo, y hasta pudiera ser que, dependiendo de nosotros, se prolongase la zarabanda, porque el periodismo es naturalmente malintencionado.

Cabe señalar que, por entonces, la Sociedad Constancia contaba con un salón propio en donde realizaban permanentes reuniones y asambleas sus miembros, teniendo lugar allí también las exhibiciones mediúmnicas del mismo grupo. Sus directores mantenían contacto y reunían documentación importante sobre otras actividades de espiritistas en el mundo, como las fotografías del pretendido espíritu Bien Boa tomadas por Richet, en las sesiones de la médium Carrière, así como las de sus propios médiums.

La sociedad de marras también poseía una colección de objetos de piedra o cerámica con extrañas inscripciones y dibujos que llamaban "aportes". Se aseguraba habían sido obtenidos de manera sobrenatural o caídos desde "otra dimensión", durante las sesiones encabezadas por su socio fundador ítalo-argentino Osvaldo Fidanza. Correspondían a  rocas, medallones y fragmentos con inscripciones extrañas e incluso flores o pájaros vivos, en algunas ocasiones.

La Compañía de ilusionistas y titiriteros Wood presentándose en Valparaíso, anunciados en revista "Sucesos" del 19 de febrero de 1904.

Algunos trucos usados para los números de ilusionismo espiritista, en la revista "Sucesos" del 19 de marzo de 1914.

La dupla internacional del fascinador Bermúdez y la médium Nenina, venidos a la capital chilena. Incluían números de espiritismo de fantasía para el público. Imagen publicada en la revista "Sucesos" del 28 de enero de 1915.

OBSERVACIONES DEL PRESBÍTERO RAFAEL MOLINA

La Universidad de Chile tampoco estuvo ajena al asunto del espiritismo y las discusiones que estaba siendo capaz de provocar. En sus "Anales" de 1877, entre las memorias científicas y literarias, podemos encontrar el texto titulado "Teología.- Espiritismo.- Discurso de incorporación a la Facultad de Teología, leído por el presbítero don Rafael Molina el 9 de enero de 1877". No resistimos el deseo de citarlo, por lo tanto.

En el duiscurso de Molina se comparan elementos del movimiento espiritista con el mesmerismo o estudio del magnetismo animal o sonambulismo magnético del alemán Franz Anton Mesmer, desarrollados en el siglo anterior. Al proceder a describir los fenómenos asociados a las sesiones espiritistas, dice el académico y sacerdote:

Estos pueden dividirse en dos clases, que comprenden cada una varias series. Unos son meramente mecánicos y los otros significativos. En la primera clase coloco las cuatro series de fenómenos, que relataron algunos ciudadanos americanos en una exposición que presentaron al congreso de los Estados Unidos, sobre los fenómenos del espiritismo en 1853; para pedir al congreso que arbitrara medios para evitar los gravísimos males que ocasionaba el espiritismo. Refieren en primer lugar, los estrictamente mecánicos, a saber: una fuerza oculta mueve, levanta, detiene, suspende o altera de varios modos la posición normal de varios cuerpos graves, en oposición a las leyes conocidas de la naturaleza, de una manera incomprensible al entendimiento humano, y sin que muchos y sagaces espectadores hayan podido descubrir la causa primera de estos fenómenos.

En segundo lugar, los fenómenos luminosos: relámpagos y resplandores de forma y colores diversos, que aparecen en lugares oscuros, aunque no haya sustancia capaz de producir acción química o iluminación fosforescente, ni aparato o instrumento susceptible de engendrar electricidad, o producir combustión.

En tercer lugar, los fenómenos acústicos: sonidos, frecuentísimos por su repetición y varios por su carácter, como percusiones y golpes misteriosos, estrépitos semejantes a los que se oyen en las oficinas de diversas profesiones mecánicas, o ruidos semejantes al zumbar de los vientos y al bramar de las olas agitadas, a los cuales se agrega el desgajarse de los mástiles y el abrirse del buque en lucha con la tempestad. A veces estallan ruidosas detonaciones, semejantes al estampido del trueno o al retumbar de la artillería, siguiendo el movimiento de oscilación en los objetos circunstantes, y un temblor o fuerte vibración en toda la casa, donde tienen lugar estos fenómenos. En otros casos, deleitan el oído unos sonidos armoniosos, parecidos en ocasiones a voces humanas, y más a menudo al acorde de varios instrumentos de música. Los sonidos de la flauta, del tambor, de la trompa, de la cítara, del piano y del arpa se han escuchado, reproducido misteriosamente, ya unidos, ya separados; unas veces se reproducen estos sin sonidos sin que haya instrumentos, y otras por los mismos instrumentos; pero sin que los toque mano humana ni otro agente visible.

En cuarto lugar, los fenómenos fisiológicos. Esa misma misteriosa potencia suspende y perturba con frecuencia y de diversas maneras las funciones vitales, normales en el hombre, ya sea interrumpiendo las sensaciones, ya quintando el movimiento de los miembros y la circulación de los fluidos animales; o haciendo descender la temperatura del cuerpo o de algunas partes de él, hasta el frío y rigidez de los cadáveres. En otras veces detuvo la respiración durante horas y días enteros, después de las cuales las facultades del alma como las funciones del cuerpo volvieron a su curso ordinario. Pero con mucha frecuencia sucedieron a estos fenómenos desconciertos perpetuos de la mente y enfermedades incurables, mientras que en otros casos surgieron cambios a la mejoría, y también curaciones instantáneas de defectos orgánicos y enfermedades inveteradas, reputadas incurables.

Al proceder a relacionar los fenómenos significativos, Molina se aparta nuevamente de todo relato clerical o concentra la información con mirada de más aspiración científica. Se trata, pues de los más importantes y definitivos fenómenos asociados al espiritismo y la comunicación de ultratumba lograda por los médiums:

Corresponden a fenómenos significativos los que se dirigen a significar algo, aunque sean producidos por movimientos mecánicos. Los fenómenos de esta clase se producen por los medios o mediatrices, y se distinguen en diversos grados o series. Se relacionan cuatro principales: 1° El espíritu que da tantos golpes cuantas letras se han de formar; 2° el espíritu que conduce o fija la mano del medio en cada letra; 3° el espíritu que impele la mano del medio, aun contra la voluntad de este y escribe con ella, y 4° el espíritu que escribe por sí solo, y y mueve el lápiz, suspenso en el aire.

Sería grande empresa seguir la larga telegrafía espiritista para referir los hechos concretos, relativos a cada una de las series de fenómenos expresados. Son innumerables los que se encuentran relatados y comprobados por muchos escritores ya afectos, ya adversos al mesmerismo y espiritismo.

La religiosidad del autor aflorará, sin embargo, a la hora de juzgar y condenar al espiritismo: convencido de que los fenómenos descritos son reales, estos están, sin embargo, fuera del orden natural. No pertenecen a la naturaleza, en otras palabras, por lo que tampoco pueden pertenecer a Dios ni a su obra. Las manifestaciones no son atribuibles a ángeles, ya que estos sólo cumplir con órdenes divinas, y tampoco a almas de muertos como sostienen los propios espiritistas, porque ninguno de los tres estados posibles para las almas de difuntos les permitiría semejante interacción con el mundo de los vivos: en gloria (Cielo), en expiación (Purgatorio) o en condenación (Infierno).

Conclusión lógica de todo lo anterior: son fuerzas malignas y demoníacas las que operan en los fenómenos del espiritismo y las sesiones organizadas por médiums. De ahí su semejanza con la superstición pagana y la magia o brujería perseguidas durante la Edad Media. Por consiguiente, "no es lícito frecuentar, favorecer o aprobar los experimentos del espiritismo", sentencia el expositor.

"Aquellos polvos", aguafuerte de Francisco de Goya con un  condenado de la Inquisición.

Un santero, según Manuel Antonio Caro, publicado en el "Chile Ilustrado" de Recaredo S. Tornero, 1872.

ATAQUES Y CONDENAS DESDE LA IGLESIA

A pesar del visible malestar de la Iglesia para con los espiritistas y "sonambulistas", esta alergia no era óbice para que muchas comunidades creyentes toleraran la práctica casi de la misma manera que sucede con el culto a las animitas de los difuntos o los procedimientos de la fe popular como el santiguado y el rito de poner los evangelios, por ejemplo. No obstante, iba a llegar el momento en que el conflicto estallaría en las manos de los propios médiums.

Un antecedente de la posición que iba a asumir después la Iglesia afectó al propio Kardec en su tiempo, cuando envió una gran cantidad de sus libros hasta España para el bibliófilo Maurice Lechâtre, quien tenía una librería en Barcelona dedicada a temas de filosofía y nueva religión. Sin embargo, el obispado de la ciudad se enteró de esto y ordenó incautar las cajas de libros: tras una rauda inspección, se consideraron perjudicial para la fe católica y fue detenida su venta. Informado de lo sucedido, Kardec protestó molesto, pero el obispado logró iniciar un proceso al estilo de la vieja Inquisición, así que los textos acabaron quemados en el Parque de la Ciutadella.

La drástica decisión de la Iglesia Española molestó a muchos ciudadanos catalanes y lectores. Los espiritistas pudieron cobrarse la revancha años más tarde, sin embargo: fundaron en la misma ciudad el primer centro catalán de ese tipo y realizaron el Primer Congreso Espiritista de 1888 en medio de la Exposición Universal, cumpliendo con un anuncio que los propios espíritus habrían hecho en sesiones de Francia a los seguidores de Kardec. Barcelona se volvería una de las principales sedes del espiritismo europeo, como consecuencia de aquello.

De medo parecido aunque menos radical, la Iglesia había reaccionado tempranamente en Chile ante la irrupción del espiritismo, aunque con escaso efecto. Lo hacía desde poco antes que también alzara la voz el presbítero Molina. Por supuesto, el clero más dogmático no cedía un centímetro a las ofrendas de paz que intentaban ofrecer los "espiritualistas" y crecería con esto el tono de la acusación de paganismo y satanismo, conforme pasaba el tiempo.

Vicuña menciona, por ejemplo, las protestas publicadas por el prior del convento de Santo Domingo de Concepción, fray Antonio Carli, y el obispo de la misma ciudad, José Hipólito Salas. Lo propio harán medios de comunicación locales como "El Porvenir" de Chillán y "La Tarántula" de Concepción, reaccionando todos a la entonces reciente aparición de la obra de Kardec en castellano y que ya estaba llegando a los lectores de Santiago.

El primer gran enfrentamiento de los espiritistas con sus opositores en Chile tuvo lugar en 1876, cuando Basterrica, siendo profesor del Instituto Nacional, confrontó en nombre de los primeros al sacerdote jesuita José León. Fue un cordial pero encendido debate público, iniciado por el padre León luego de ofrecer un ciclo de conferencias sobre el tema en el Colegio San Ignacio de Santiago. La visión general que representaba era que la comunicación con los muertos resultaba obra del demonio y una herejía contra la propia Iglesia. La Biblia cuenta con varios versículos respaldando las impresiones más alarmistas de los enemigos del espiritismo, además, como Deuteronomio 18:10 y Levítico 20:27.

Por esos mismos meses, ve la luz la obra titulada "El espiritismo, los espíritus y los espiritistas en Santiago de Chile", con la arremetida de fray C. F. Benech contra las mismas prácticas. No tardó en ser respondida por uno o más espiritistas en un folleto anónimo que llevaba por nombre "Espiritismo. Contestación al folleto titulado El Espiritismo, etc. escrito por el padre misionero Frai C.F. Benech", en donde negaban que hubiese alguna clase de conflicto intrínseco con el catolicismo y echaba mano otra vez a los argumentos más conciliadores.

A pesar de la posible buena predisposición de los "espiritualistas", en su citado discurso de 1877, Molina también había incorporado juicios finales sobre la posición definitiva que recomendaba tomar al cristiano ante el espiritismo, representando muy bien el pensamiento y la ingenua esperanza que ya discurría en la Iglesia sobre este fenómeno:

Al considerar lo que es el espiritismo, y los males religiosos y sociales que ha producido en las naciones que tiene invadidas, no puedo mirar sin gran pena su introducción en mi patria; pero confiando en la catolicidad y sensatez del pueblo chileno, me asiste la consoladora esperanza de que morirá en germen.

Sería más o menos desde fines del siglo XIX, sin embargo, que el Vaticano asumiría una postura universal más clara contra el espiritismo, aunque sin llegar a publicar edictos o resoluciones especiales para una prohibición específica del mismo. Los años cruciales parecen ser 1898 y 1899, este último del Concilio Plenario Latinoamericano realizado en Roma y en donde se firmó la Carta Sinodal al Clero y al Pueblo de la América Latina. En sus actas del tomo segundo, tituladas "De los impedimentos y peligros de la fe", podemos leer:

163. Entre las locas supersticiones que invocando el progreso y la civilización de nuestro siglo se exhiben con gran aparato científico para mejor engañar a los incautos, la más perniciosa es la que se arroga el nombre de espiritismo. Así como el naturalismo y el racionalismo contienen como en compendio de todos los errores de nuestro siglo, así el espiritismo ha adunado todas las supersticiones y engaños de la moderna incredulidad; y aunque en apariencia opuesto al naturalismo, en realidad tiene la misma raíz y produce los mismos funestos efectos. El espiritismo es el astuto hacinamiento de necias doctrinas, recibidas por muchos con sarcasmo y risa, un cúmulo de supersticiones conocidas hace varios siglos bajo otras formas y con otros hombres y debidamente castigadas, y que en la actualidad no merecían mencionarse entre la gente cuerda, si no fuera por los estragos que hacen a sus prestigios entre los ignorantes.

164. Como los espiritistas, que con innumerables ficciones y mentidos espectáculos engañan a los incautos, admiten a menudo y promueven operaciones diabólicas, y no temen propagar muchas herejías, sobre todo contra la eternidad de las penas del Infierno, el sacerdocio católico y los derechos de la Iglesia, no pueden ellos, ni en el fuero interno y ni en el externo, ser tratados como simples pecadores ordinarios, sino que han de considerarse y juzgarse como herejes y fautores y defensores de herejes, y no podrán admitirse a los Sacramentos, si no es reparando el escándalo, abjurando el espiritismo, y haciendo la profesión de la fe, conforme a las reglas prescritas por los teólogos.

Debe señalarse, sin embargo, que la arremetida iniciada en 1899 desde el corazón mismo del catolicismo en Roma incluyó también la condena "de la secta masónica y otras sociedades ilícitas" (en virtud y reafirmación de la encíclica "Humanum Genus" de León XIII, del 20 de abril de 1884) y a las prácticas del "sonambulismo" (médiums) y la clarividencia preferentemente realizadas por mujeres, además del hipnotismo y el mesmerismo. La expresión más profunda de dicha ruptura entre catolicismo y logia quizá sea en Chile la que se reflejó en la obra "El misterio de la Masonería (Descorriendo el velo)", del futuro monseñor José María Caro, publicada en 1924.

A pesar de la hipersensibilidad de la Iglesia, hubo notables excepciones en el mundo religioso sobre el tema de la comunicación con los muertos, aunque sin llegar a caer en el espiritismo propiamente dicho. Una de ellas fue la obra del sacerdote francés Víctor Jouët (1839-1912), quien estando en la Parroquia del Sagrado Corazón en Prati, Roma, vio cómo el supuesto rostro de un fallecido había quedado estampado en un marco del templo, luego de un pequeño incendio. Tras años recorriendo Europa para reunir más evidencia como esa, con huellas dejadas por almas de difuntos, Jouët fundó en la misma parroquia romana el Museo Cristiano de la Ultratumba o del Inframundo, que aún permanece abierto al público.

Famoso óleo de Goya, retratando un proceso de la Inquisición.

El "cucurucho" de Semana Santa según cuadro de Manuel Antonio Caro, reproducido como grabado por Recaredo S. Tornero en su "Chile Ilustrado" de 1872. El terrorífico personaje representa a las almas penitentes e ingresa a una casa causando pavor.

Vista frontal del retablo de madera de la Capilla de Ánimas de calle Teatinos, Santiago. Hecho en el siglo XIX, mostrando a Jesús y las almas de los difuntos en el Purgatorio.

HACIA EL APOGEO DE LA COMUNICACIÓN CON LOS MUERTOS

Con la crispación católica y de otros grupos cristianos iban a comenzar cambiar las reglas del espiritismo también en Chile, pero el fenómeno estaba lejos de cesar. Durante la nueva centuria se volverá más íntimo y practicado tal vez con menos desparpajo y ligereza que en años previos, pero su conocimiento alcanzará a estratos populares y se sentará con fuerza en el imaginario social. Cundía también como contenido de espectáculos, con nuevos trucos y sensacionales efectos en el escenario.

Una suerte de filial o socia en Santiago del Centro Jacinto Chacón de Valparaíso había sido creada a inicios del siglo XX: el Centro de Estudios Psíquicos Eduardo de la Barra. Ambos círculos tenían por órgano oficial una misma gaceta llamada "¿A dónde vamos?" en la que, a veces, combinaban en su discurso elementos del ejercicio mediúmnico con otros de tipo curandero o sanador. Ciencias ocultas en general, diríamos hoy. En aquel medio impreso destacaron personajes como el mencionado Ballesteros, quien firmó en sus inicios con el pseudónimo femenino de Carolina Farwell.

En el mismo período comenzó a aparecer también la revista "Reflejo Astral", cuyo primer número aparece el 27 de julio de 1901. Este medio se presentaba como una "revista espiritualista", y era publicado en Santiago una vez al mes. Sus temáticas tenían que ver con sociedades secretas, poderes psíquicos y teosofía.

Mientras el conflicto entre espiritismo y ciencia se profundizaba, la tensión entre los adictos a estas pruebas y la Iglesia también se iba agudizando, algo que se notó bastante en el Chile del período Centenario. Los nuevos nigromantes respondían intentando organizarse: hacia fines de 1904, el Centro Eduardo de la Barra propuso crear la Federación Espiritista Chilena en una de sus sesiones, intención que no parece haber llegado muy lejos, sin embargo. La revista "¿A dónde vamos?" de diciembre de ese año había celebrado así la noticia:

El desarrollo creciente del Espiritismo en Chile hacía ya necesaria la formación de una sociedad de este género, destinada a uniformar las opiniones de los espiritistas chilenos y a estrechar los vínculos fraternales que los unen, dentro de la Gran Doctrina proclamada por los Espíritus.

Se acordó igualmente invitar al centro Jacinto Chacón de esta ciudad, para formar parte de la Federación.

Parte del entusiasmo del Centro Eduardo de la Barra se debía a la celebración del primer centenario del nacimiento de Kardec, que en octubre de ese año fue homenajeado por la misma agrupación con una velada literaria y musical en el Gran Hotel de Francia, en el Portal Fernández Concha de Santiago. De acuerdo a los documentos consultados por Vicuña, los organizadores aseguraron que la fiesta contó con no menos de 200 concurrentes. La revista del centro aseguraba que, por entonces, "han engrosado sus filas varias distinguidas señoritas" que acudían a sus reuniones.

En agosto de 1907, el anciano presbítero Rodolfo Vergara Antúnez, a la sazón rector de la Universidad Católica, ofreció una conferencia en la que denunció como un peligro y algo pagano al espiritismo, conminando a los creyentes a abandonarlo y a las autoridades a no permitirlo. Esto sucedía sólo un par de años antes del escándalo por la censura a la Sociedad Constancia argentina. Para entonces, existían revistas chilenas difundiendo temas metapsíquicos como "La Voz de los Muertos", además de incorporarse sesiones de consultas espiritistas en la  revista porteña "Sucesos". La verdad es que mucho del quehacer de los espiritistas intentaba ser explicado y justificado también con nociones religiosas provenientes del cristianismo, además.

Los descritos casos no habían sido fenómenos muy aislados del imaginario popular de aquellos años, sin embargo, y no siempre portando en ellos connotaciones solemnes o temibles. Viñetas publicitarias del productos como el aceite Escudo Chileno, por ejemplo, se valían del mismo tema en 1912, apareciendo la ilustración de una sesión espiritista en donde se leía al pie de la imagen:

-¿Y qué dice el espíritu de Agápito?

-Un momento, ya contesta. Dice, comunícale a mi mujer, que por no haber usado "Aceite Escudo Chileno" en vida, estoy condenado a purgatorio perpetuo. Dile que hasta en la cocina celestial, se usa ese aceite de los dioses y que lo use a menudo para obtener algunos años de indulgencia.

Era aquel un indicio de la popularidad que había alcanzado ya el asunto de la comunicación con los muertos en la sociedad chilena, totalmente familiarizada con tales expedientes... Lo mejor estaba por comenzar, sin embargo.

Presentación de los Davenport y el profesor J. F. Day, anunciada en un afiche de 1879. Se realizaría en el St. James's Hall de Londres. Sus impresionantes trucos convencieron a muchos de que había una auténtica presencia de fantasmas en sus espectáculos. Fuente imagen: "Enciclopedia de Parapsicología y Ciencias Ocultas" de Salvat.

Nota sobre espiritismo del diario "La Nación" del miércoles 23 de noviembre de 1921, en donde se ve un esquema de cómo operarían supuestamente las fuerzas psíquicas de los médiums para mover una mesa, durante una sesión.

LAS SESIONES DE DOÑA VICTORIA SUBERCASEAUX

Es sabido que la distinguida dama Victoria Subercaseaux, recordada como gran benefactora y filántropo de su tiempo, realizó importantes sesiones y con aristocráticos participantes en aquel período después del Centenario Nacional. Nacida en 1848, noble y culta mujer había sido directora honoraria de la Biblioteca del Bando de Piedad y figuró como impulsora de la Sociedad Protectora de la Infancia, además de haber organizado asistencia social para los veteranos del 79.

La socialité comenzó a experimentar con el espiritismo cuando se fue a vivir a una residencia en la calle del Cerro, así llamada por estar junto al cerro Santa Lucía. Esto es en el límite poniente del actual barrio Lastarria y su característico cuadrante de vida bohemia. Vicuña proporciona interesantes detalles al respecto:

El caso de la cofradía social y familiar asociada a Victoria Subercaseax, viuda del historiador Benjamín Vicuña Mackenna, evidencia el protagonismo de las mujeres médiums. De sus actividades espiritistas sobrevive un diario inédito de sesiones realizadas entre el 13 de noviembre de 1913 y el 5 de febrero de 1927, catorce años en cuyo transcurso se registraron más de cuarenta comunicaciones mediúmnicas. Todos los médiums identificados en el manuscrito, en forma genérica o individualmente, son mujeres. No se trata de una pista o fuente aislada.

Aunque doña Victoria perdería a cuatro de sus ocho hijos, la muerte de su pequeño Tatín resultó especialmente devastadora para ella. Por largo tiempo había cargado con la pesada cruz de dolor y desconsuelo a causa de esta tragedia. Sin embargo, de acuerdo a anotaciones que dejó en su diario de vida, durante las sesiones realizadas en su casa logró comunicarse una vez con él y otros fallecidos, después de grandes esfuerzos.

Gracias al espiritismo, entonces, doña Victoria pudo despedirse de Tatín dejando atrás parte del dolor de la ausencia. De acuerdo a sus anotaciones, el alma del infante pidió a su madre que lo dejara partir, porque su obsesión y pena lo estaban reteniendo impidiéndole "progresar" como espíritu en el Más Allá. El mismo niño solicitó a su madre, como último mensaje de ultratumba profesar la práctica del espiritismo. Actualmente, existen algunas impresionantes anotaciones de sus sesiones mediúmnicas en las colecciones del Museo Benjamín Vicuña Mackenna, con su característica letra manuscrita en cursiva.

La calle del Cerro, en donde realizó la mayor parte de aquellas reuniones espiritistas fue rebautizada hasta hoy Victoria Subercaseaux en su recuerdo, sirviendo como continuación de calle Lira al otro lado de la Alameda Bernardo O'Higgins. Sin embargo, fue un reconocimiento póstumo, dado en las celebraciones del centenario del nacimiento de Vicuña Mackenna en agosto de 1931: la anciana Victoria, quien iba a ser figura de honor en los festejos, había fallecido a inicios de marzo anterior a los 82 años.

Doña Victoria Subercaseaux en su juventud. Tras enviudar, realizaba habitualmente sesiones espiritistas en su residencia junto al cerro Santa Lucía, en la calle que hoy lleva su nombre. Imagen de las colecciones del Museo Benjamín Vicuña Mackenna.

Anotaciones en sesiones mediúmnicas de doña Victoria Subercaseaux, el 3 de julio de 1920. Fuente: Museo Histórico Benjamín Vicuña Mackenna.

ALGUNAS SEÑALES DE DECADENCIA DEL MOVIMIENTO

Los primeros casos policiales de embaucadores y sinvergüenzas alrededor del espiritismo se remontaban al período cerca del Centenario, cuanto menos. La llegada de la práctica y creencia ciega entre los estratos populares había abierto las posibilidades a nuevas formas de estafas y lo que hoy llamaríamos genéricamente como "cuentos del tío".

Uno de los casos más curiosos fue el de un ingenioso robo afectando a dos ancianos a finales del verano de 1915, en los barrios de La Chimba cercanos al Mercado de la Vega Central. La revista "Sucesos" se refirió al escándalo en su edición del 1 de abril, informando que un abuelo llamado Juan Nepomuseno Dávila y su esposa, resientes de calle Recoleta 516, habían sido despojados de 20 mil pesos de la época al ser estafados por falsos espiritistas con los que se habían contactado, a la espera de hallar un tesoro enterrado dentro de cierta propiedad.

A mayor abundamiento, dos escamoteadores habían convencido a la pareja que los espíritus o "ánimas" habían informado de la presencia del tesoro sepultado en una quinta de la cercana calle Carrión, enfrente del cuartel policial. Este era propietada por el cuñado del señor Dávila. Para ejecutar el engaño, los sujetos habían montado simulacros de sesiones espiritistas en las que invocaban almas de muertos pero exigiendo al matrimonio y al dueño de la quinta que entregaran todo el oro que tiviesen en su posesión, reuniéndolo en un pequeño saco para "tentar la ambición de las ánimas", y hacer que así estas revelaran el secreto del lugar en donde estaba en entierro.

Ambos estafadores se encerraron en un cuarto durante toda la noche para realizar el "rito" y llamar la tutela de supuestos cóndores que mediarían en la comunicación con los espíritus, pidiendo a sus clientes que esperaran afuera... Pero, cuando estos entraron a la pieza ya sospechando algo, encontraron el lugar vacío y el mismo saquito de oro, ahora con fragmentos de metales sucios y oxidados adentro. Como si fuera poco, los supuestos médiums enviaron después una carta al señor Dávila, llena de descaradas burlas e insultos celebrando su fechoría.

La sociedad chilena había cambiado mucho después de dos cruentas guerras como eran la del Pacífico y la Civil, más las convulsiones políticas del cambio de siglo. La madurez republicana comenzaba a asomar tibiamente, y con ello también el criterio ciudadano. El diario "La Nación" del miércoles 3 de octubre de 1917, por ejemplo, se asía en su primera página de las expresiones incrédulas del francés Le Bon vertidas recientemente en la revista "Le Nature", en cuanto a los fraudes que había descubierto probando las capacidades de médiums y los peligros de destinar fondos a la investigación de cuestionables organizaciones dedicadas a estos estudios. Los creyentes del espiritismo ya había enviado toneladas de cartas con insultos y amenazas a Le Bon, después de desenmascarar a algunos charlatanes ayudado por el doctor Dastre, de la Academia de Ciencias y profesor de La Sorbona.

Como parte del mismo fenómeno de popularización entre clases bajas, muchos obreros anarquistas y socialistas parecen haber tenido afinidad con el espiritismo en tierras del Norte Grande. Esto continuaba durante el período que siguió a la debacle final de la industria del salitre iniciada en los años treinta. La situación no sólo fue molesta para ciertos propagadores del materialismo dialéctico y del socialismo científico, quienes lo consideraban un engaño y un aprovechamiento de la ignorancia del pueblo, sino también para los ya bastante inconformes devotos cristianos, quienes lo estimaban en cambio una obra infernal. A pesar de ello, muchas organizaciones de corte socialista y acrático se suscribieron a la moda.

Las clases más cultas también podían caer en el embaucamiento de los "enterramientos" anunciados por espítitus, como ocurrió al poeta peruano residente en Chile don José Santos Chocano, a quien otro timador convenció de la existencia de un tesoro sepultado al final de calle Miraflores llegando a Mapocho, que le había sido revelado por seres descarnados. Después de picar el pavimento, desperdiciar inútilmente su cada vez más escaso dinero y acabar con multas municipales, el vate moriría asesinado poco después en un tranvía por un desquiciado. Extraña maldición aquella: su homocida aseguraba que Chocano había encontrado un tesoro y lo había estafado en una sociedad de búsqueda, quitándole por esto la vida ese 13 de diciembre de 1934. La tradición señala que ambos iban también en un carro de la línea 13, número al que el supersticioso escritor tenía pánico.

Al mismo tiempo, en Santiago aparecían casas y salones de espiritismo dirigido ya al público más popular y combinándose con otras ofertas como los "tratamientos" para combatir desesperación, maleficios, males de amor y mala suerte. Aunque se trataba de una propuesta comercial muy diferente a la embestida anterior de los espiritistas victorianos, mantenía el protagonismo de mujeres en estos roles, como las madames o las agoreras haciéndose pasar por machis, méicas y gitanas expertas en artes de atracción de la fortuna y convocación de ánimas. Varias de estas "brujas" atendían combinando elementos del espiritismo -ya muy trastocados- con otros de astrología, quiromancia y cartomancia o tarot, teniendo por clientes ya no a los aristócratas del pasado, sino a personas muy supersticiosas y de bajo nivel cultural por ilusionados clientes, haciéndolas dilapidar así sus pocos recursos.

Casos sobre la amplitud de ofertas ofrecidas por las consultas era el de una espiritista supuestamente alemana de calle General Korner 250 (antigua Cueto), en 1936, o el de madame Fany, suerte de pitonisa y espiritista con su salón en calle Abate Molina 469, quien ofrecía también adivinación por líneas de la mano en 1938. Ella fue, además, una de las primeras detectables en Chile que trabajaron la técnica del puro encendido y la tabacomancia, traída de vuelta al país en tiempos recientes por algunas adivinas caribeñas e imnigrantes que practican la santería.

Parecida era la propuesta de doña Melania Morales Albornoz en calle Pedro Lagos 1144, quien se hacía pasar por méica mapuche e invocadora de espíritus, aunque con varias denuncias por charlatanería, falsas promesas de ganar concursos de azar e incluso por afectar la salud de sus clientes con sus extrañas pócimas y brebajes. Tras largo tiempo abusando de su buena estrella, el peso de la ley le cayó encima en abril de 1939, cuando fue sorprendida por agentes policiales en su centro con tres jóvenes a las que estaba haciendo sus mentadas demostraciones sobrenaturales para mejorar sus vidas.

En tanto, ese mismo año ofrecía sus servicios el doctor Aguirre Rojas en Arturo Prat 553 muy cerca de la Iglesia de los Sacramentinos, fusionando su práctica espiritista con mentalismo y psicología. El potentado aseguraba ser graduado del New York Institute of Science de Rochester. Y un tal profesor Rostmann, hipnotizador y médium, publicaba también avisos todavía en 1942, primero para su consulta en calle Lord Cochrane 180 y luego en Nataniel Cox 247, en un edificio de líneas art decó y dos pisos que aún existe.

Recreación de la estafa del "enterramiento", realizada en Recoleta por dos falsos médiums. Imágenes publicadas por la revista "Sucesos" del 1 de abril de 1915.

"Espiritismo práctico", con las sesiones de madame Pérez elevando de manera truculenta una mesa (con el pie) ante sus sorprendidos clientes. Imagen satírica publicada en el diario "La Nación" del 17 de diciembre de 1925.

MERCEDES ECHEVERRÍA: LA ARREMETIDA DE UNA EX MÉDIUM

En 1938, con la credibilidad del espiritismo ya viéndose afectada por los falseadores y los ataques de la Iglesia, una noble dama se cambiaría súbitamente de bando, dando la espalda al espiritismo y publicando un nuevo cuestionamiento a la naturaleza benéfica y sana de tales prácticas.

Verá así la luz la obra "Treinta y tres días de espiritismo, o sea desengaños de una espiritista", en la que doña Mercedes Echeverría de Vargas golpea con todo las creencias en la comunicación con los muertos. Sin embargo, a diferencia de otros críticos que disparaban directo a la veracidad de los fenómenos asociados a las sesiones de médiums, doña Mercedes parte definiéndolos como algo real, después de haber testimoniado y participado de dicha clase de reuniones e interrogado a otros practicantes:

He ahí una pregunta fácil de contestar.

¿Podemos decir que existe el espiritismo, cuando lo que se dice, lo que se escribe, sin más que suposiciones?

¿Sabemos si lo que hoy llamamos espiritismo, sea un fenómeno que en un día más o menos lejano, se nos manifieste tal cual es, deje de ser un misterio y resulte ser causa natural?

Esta idea ha venido algunas veces a mi mente.

Dejaré a un lado estas dudosas consideraciones para decir lo que creo del espiritismo.

Que el espiritismo existe, es indudable.

No se concibe el movimiento de una mesa o de otro objeto cualquiera sea debido a la electricidad. Llamo electricidad a este fenómeno desconocido, por creerlo más adecuado, basta que se diga que nosotros mismos llevamos este fluido impregnado en nuestro ser y que casi todos los descubrimientos de hoy día, están basados en esta chispa luminosa.

Creo que el espiritismo existe; porque no sería suficiente motivo que dos, tres o más personas formen una cadena juntando manos sobre una mesa y esta se mueva a voluntad del individuo que hace las veces de presidente o de Médium...

(...) Hay entonces una inteligencia que hace mover la mesa.

Un pedazo de madera no entiende, no habla, no puede obedecer, ni responder a una pregunta.

Dije una vez: ¿en qué está pensando don fulano? caballero que estaba distante de la mesa.

La mesa escribió por mi mano: "en tal cosa". Era exacto; pero el caballero dijo en el momento: pero falta algo. Mientras el caballero hacía esta observación, ya mi mano completaba el pensamiento del caballero.

Contextualizando, en su breve pero intenso período como médium doña Mercedes había llegado a cumplir con proezas tales como escribir mensajes de ultratumba en inglés, idioma que ella desconocía. Además de sus funciones como pitonisa fue, quizá, una de las más precisas espiritistas chilenas con dotes de psicografía. Sin embargo, si bien consideró la "realidad" del espiritismo por vivirla en carne propia, las reflexiones y los hechos acabaron convenciéndola de que era obra del mismísimo Diablo, buscando corromper a los hombres y aprovechándose de sus curiosidades o incertidumbres ante la muerte.

Había sucedido que, en una de sus muchas sesiones de psicografía o escritura psíquica, al emplazar al espíritu presente a revelar su identidad, Mercedes escribió de forma automática en el papel: "Satanás". Esto lo cambió todo... Sus conclusiones al respecto eran tan categóricas como alarmistas:

Los Espiritistas nos dicen: "El mundo invisible se divide en espíritus benévolos, jocosos, malos o burlones; estos mismos también se subdividen con nombres adecuados según el rol que se proponen desempeñar con los encarnados. Los espíritus benévolos nos sirven de familiares, nos acompañan, nos dan buenos consejos y no delatan a nadie".

En mis sesiones de espiritismo que anteriormente he relatado he visto que los Espiritistas no tienen razón. Es verdad, que las primeras visitas que nos hacen estos seres son como de buenos amigos, corteses, reservados, religiosos sin conviene, sin acusar a nadie: en fin, son unos invisibles que principia uno por quererlos. Pero esto sólo es al principio, mientras así les conviene.

Dios no ha dado al demonio el don de la sabiduría sino el de la astucia y la maldad, es por esto que se ofusca y no desempeña bien ningún papel. Así, al principio se nos presenta de cien modos diversos. Cuando reservado es hasta la exageración, pronunciado palabras incoherentes, que no se les conoce su sentido.

Si devoto predicando la caridad, lo hace con diabólica intención. Si da buenos consejos es con fin particular, por cogernos en sus redes, y por último como amigo familiar, en la intimidad de la confianza, nos cuenta, nos hace ver los defectos de nuestros amigos y de las personas que amamos, delata las intenciones de los demás, nos descubre secretos de familia, calumnia, miente y nos deja sumidos en la perplejidad más absoluta, desconfiando hasta de los seres que nos rodean y que nos son más queridos.

Sintiendo quizá la adversidad de los tiempos que ya habían comenzado y que obras como la de doña Mercedes pasarían la cuenta al movimiento "espiritualista", algunos centros reaccionaron con nuevos folletos buscando respaldar su actividad. Resitían así a las crecientes críticas, las que distinguían cada vez menos entre practicantes serios y farsantes, así como entre ingenuos y malvados.

Doña Mercedes Echeverría: la médium que se retractó y decidió volcarse contra el fenómeno espiritista. Imagen publicada en "La Revista Católica" del Arzobispado de Santiago, 1905. Fuente: Memoria Chilena.

Portada del libro de Mercedes Echeverría, que en 1938 apareció como un ataque feroz contra el espiritismo dirigido desde una de sus propias ex practicantes.

LAS MORLA LYNCH, INÉS ECHEVERRÍA Y CHABELA BARROS

Hacia el mismo período al final de la gran ola mediúmnica del mundo, destacará también el caso chileno de las hermanas Ximena (1891-1987) y Carmen Morla Lynch (1887-1983). Ambas habían nacido en París e hijas del diplomático e intelectual Carlos Morla Vicuña y de la escritora Luisa Lynch del Solar, otra figura relevante del feminismo nacional. Vivían los tiempos en que se consuma la definitiva separación del Estado y la Iglesia, consecuencia de la Constitución Política de 1925 que debilitó las posibilidades de la institución religiosa para interferir en la vida laica.

Haciéndose llamar por los nombres astrales de Vera y Nakinko, respectivamente, Ximena y Carmen organizaron impresionantes sesiones en la casa familiar habitada por creaturas de sueño, según aseguraban refiriéndose a los entes espirituales. Estas reuniones conservaban esa misma atracción misteriosa y recreativa con el más genuino deseo de comunicarse con los fallecidos herededado desde los espiritistas victorianos, especialmente con los seres queridos. Agrega Vicuña al respecto:

A tanto llegó la fama y el pasmo ante los misterios verificados en esa familia, que el propio Presidente de la República encomendó al doctor Guillermo Mann, el alemán que fundó el laboratorio de psicología experimental del Instituto Pedagógico, un informe científico que certificara la veracidad de los fenómenos, no hallando según parece nada con caracteres fraudulentos.

El caso de las Morla fue tratado por la escritora y periodista Inés Echeverría Bello (1868-1949), quien habló de ambas médiums, aunque sin nombrarlas directamente, en "Cuando mi tierra fue moza". Autores posteriores, como Armando Uribe, revelaron que las inspiradoras de esos relatos eran ellas. Inés las describe con poderes tales como el de mover objetos a distancia o contactarse con las señaladas entidades invisibles. Es lo que testimonió estando encima de las sesiones ejecutadas por las hermanas, de hecho.

Cabe señalar que Inés, quien solía firmar como Iris y fuera otra impulsora del feminismo, con actitudes bastante desafiantes para el conservadurismo de la época además, desde fines del siglo XIX venía apartándose del catolicismo convencional para abrazar las doctrinas teosóficas y espiritualistas. En su casa de calle Fresia 638 con avenida Salvador de Providencia, inmueble de 1910 en donde había vivido antes la familia Arrieta Fernández, realizaba sesiones de espiritismo con las aún jóvenes Morla Lynch. Inés había perdido trágicamente a su hija Rebeca, además, cuando a los 37 años esta fue asesinada de un tiro por su esposo, el arquitecto Roberto Barceló Lira, en lo que fue un escándalo en 1933 y acabando fusilado tres años después. Desde aquel momento, justamente, habrían comenzado a ocurrir hechos fantasmales y de tipo poltergeist en la misma casona de Providencia, mala fama de la que nunca pudo librarse.

El tema de la casa de Fresia ha sido tratado también en la "Guía mágica de Santiago" de César Parra. Sin embargo, en la literatura se destaca especialmente el que aquellos relatos fueron parte de la inspiración de la novelista Isabel Allende para su obra "La casa de los espíritus", y también de una obra de teatro de Elsa Poblete. Es uno de los episodios más conocidos de espiritistas chilenas, por la misma razón.

Muchos personajes de aquellos años fueron parte del círculo de amigos y cercanos a las espiritistas. Pilar Subercaseux Morla, en sus memorias literarias "Las Morla", agregaría que en las reuniones de la casa familiar de los Morla Lynch acudían, además de Inés, algunas figuras como Rebeca Matte, Hernán Díaz Arrieta (Alone), Pedro Prado, Vicente Huidobro y el músico Pedro Humberto Allende, aunque su motivación principal era observar los astros en el cielo nocturno, desde un telescopio instalado en la terraza posterior.

Por su parte, la también escritora Elizabeth Subercaseaux decía que la abuela de Isabel Allende, doña Chabela Barros, era muy amiga de Ximena Morla, a su vez abuela de la propia Elizabeth. Como podrá adivinarse, Chabela también fue aficionada a estas prácticas, pudiendo hallarse detalles proporcionados por Allende en "Mi país inventado":

Mi abuela Isabel no creía en brujas, pero no me extrañaría que alguna vez intentara volar en escoba, porque pasó su existencia practicando fenómenos paranormales y tratando de comunicarse con el Más Allá, actividad que en aquella época la Iglesia católica veía con muy malos ojos. De algún modo la buena señora se las arregló para atraer misteriosas fuerzas que movían la mesa en sus sesiones de espiritismo. Esa mesa está hoy en mi casa, después de haber dado la vuelta al mundo varias veces, siguiendo a mi padrastro en su carrera diplomática, y de haberse perdido durante los años del exilio. Mi madre la recuperó mediante un golpe de astucia y me la envió por avión a California. Habría sido más barato mandar un elefante, porque se trata de un pesado mueble español de madera tallada, con una pata formidable al centro, formada por cuatro leones feroces. Se necesitan tres hombres para levantarla. No sé cuál era el truco de mi abuela para hacerla bailar por la pieza rozándola levemente con su dedo índice. Esta señora convenció a su descendencia que después de su muerte vendría de visita cuando la llamaran y supongo que ha mantenido su promesa. No presumo que su fantasma, o cualquier otro, me acompañe a diario -supongo que tendrá asuntos más importantes que atender-, pero me gusta la idea de que esté dispuesto a acudir en caso de necesidad imperiosa.

Esa buena mujer sostenía que todos poseemos poderes psíquicos, pero como no los practicamos, se atrofian -como los músculos- y finalmente desaparecen. Debo aclarar que sus experimentos parapsicológicos nunca fueron una actividad macabra, nada de piezas oscuras, candelabros mortuorios ni música de órgano, como en Transilvania. La telepatía, la capacidad de mover objetos sin tocarlos, la clarividencia o la comunicación con las almas del Más Allá sucedían a cualquier hora del día y del modo más casual. Por ejemplo, mi abuela no confiaba en los teléfonos, que en Chile fueron un desastre hasta que se inventó el celular, y en cambio usaba telepatía para dictar recetas de tarta de manzana a las tres hermanas Morla, sus compinches de la Hermandad Blanca, quienes vivían al otro lado de la ciudad. Nunca pudieron comprobar si el método funcionaba porque las cuatro eran pésimas cocineras. La Hermandad Blanca estaba formada por esas excéntricas señoras y mi abuelo, quien no creía en nada de eso, pero insistía en acompañar a su mujer para protegerla en caso de peligro. El hombre era escéptico por naturaleza y nunca aceptó la posibilidad de que las almas de los muertos movieran la mesa, pero cuando su mujer sugirió que tal vez no eran ánimas, sino extraterrestres, él abrazó la idea con entusiasmo, porque le pareció una explicación más científica.

Considerando posible, entonces, que aquellas abuelas hayan realizado también sesiones en la mansión de Ximena y la de Inés, Subercaseaux asegura que en su familia se sabía más de los encuentros de espiritismo que realizaba doña Carmen en calle Miguel Claro, también de Providencia, en donde se ubicará hasta ahora la Embajada de Italia. Es un lugar en donde continuaron ocurriendo hechos inexplicables, según la leyenda. Tampoco cesaron los hechos extraños de la familia, como se lee por testimonio de la propia escritora en le artículo "La casa de los espíritus de Providencia" de Carlos Labarca B., publicado en "La Tercera" del domingo 20 de agosto de 2011:

Una vez, estábamos todos los nietos, primos y tíos sentados a la mesa en el fundo Santa Clara. De pronto, escuchamos nítidamente unos golpes en las ventanas del comedor, que se fueron repitiendo ventana tras ventana, como si una paloma las hubiera ido tocando una por una. Mi abuela alzó la cabeza y, en medio de un extraño silencio que se produjo, dijo: "Acaba de morir Wacholz". Wacholz era un amigo de mi abuela que vivía en Santiago y cuyos parientes veraneaban en el fundo vecino. Efectivamente, al día siguiente, nos enteramos de que justo a esa hora, en ese minuto, y en Santiago, Wacholz había muerto, algo que mi abuela no tenía ni la más mínima posibilidad de saber.

Luisa Lynch, sentada a la izquierda, acompañada por sus hijos Wanda, Carlos, Carmen, Ximena y Paz Morla Lynch. Ximena y Carmen fueron diestras espiritistas, con experiencias también en la casona de calle Fresia en Providencia que fue hogar de Inés Echverría. Fuente imagen: Wikipedia.

La escritora Inés Echeverría Bello, quien firmaba como Iris y se involucró en el estudio y testimonio del espiritismo en Chile, especialmente con las hermanas Morla. Fuente imagen: sitio de la Radio Universidad de Chile.

La famosa casona de calle Fresia 638, llamada la "casa de los espíritus" de Providencia, en donde habitaban entes invisibles y se realizaron sesiones espiritistas. Inspiró la novela del mismo nombre de Isabel Allende. Fuente imagen: Google Street View.

EL INCREÍBLE CASO DE JAIME GALTÉ

El último caso de los más impactantes en Chile, sin embargo, sin duda fue del abogado Jaime Galté Carré (1903-1965), funcionario de la Contraloría General de la República y hombre de inmenso prestigio profesional y seriedad personal. En un interesante artículo titulado "El cuerpo presente de Jaime Galté Carré: entre el positivismo y la voz de los muertos" de Catalina Uribe Echeverría, publicado en la "Revista Chilena de Literatura" de noviembre de 2010, encontramos mucha de la información acá reproducida sobre el caso y que ha servido de base para otros trabajos dedicados al mismo personaje.

Es una curiosidad que Galté, el más grande y asombroso médium de Chile y probablemente de toda Hispano América, haya hecho su aporte en la cola de la historia central de los paragonostas y hombres prodigiosos en el país. Su caso fue testimoniado por varios amigos de peso político e intelectual, de hecho, como los futuros presidentes Salvador Allende y Patricio Aylwin, el dibujante y cineasta Jorge Coke Délano, el escritor y ex diplomático Miguel Serrano (quien lo definía con afecto como un "mutante" en sus memorias), el ex ministro Miguel Schweitzer, el doctor Jorge Vigouroux, el ex secretario del Senado don Horacio Hevia, el académico y experto en derecho Hugo Pereira Anabalón, el endocrinólogo Francisco Donoso endocrinólogo y quien iba a ser jefe del Laboratorio de Parapsicología Experimental de la Universidad de Chile, profesor Brenio Onetto Bachler.

Posterior masón y voluntario de bomberos, los prodigios de Galté habían comenzado a manifestarse en sus tiempos de estudiante en Santiago. A través de sueños, su padre fallecido le había informado de la existencia de una inscripción a nombre de su madre de una mina de oro, en la notaría de un señor Tomás Díaz, en Valparaíso. El muchacho partió en tren al puerto hasta la misma habitación en donde había estado su padre antes de morir, en un hotel cercano a la Plaza Victoria. El recepcionista, mismo de su sueño, tenía guardados unos papeles para él: eran los de la mina aurífera, y también guardaba un reloj del que el finado había comentado a su hijo en la misma visión onírica.

En otro viaje a Valparaíso, Galté conoció a Ricardo Prat Chacón, hermano menor del capitán Arturo Prat y, por lo tanto, sobrino también del espiritista Jacinto Chacón. Hablaron así del tema del espiritismo y lo paranormal, pero con esta conversación, algo se activó dentro de él. Ya en su casa, Galté entró en trance y comenzó a escribir de manera automática sobre una hoja, poseso por alguna extraña fuerza.

Al volver en sí, encontró un mensaje en el cuaderno: era el alma de un náufrago del vapor Itata, cuya tragedia del 28 de agosto de 1922 acababa de llevarse 374 vidas en aguas cerca de Coquimbo. El fallecido pedía al médium que avisara a su amiga, residente en un cerro de Valparaíso, que había un tarro con dinero para ella escondido en un aparador de la casa. Despierto y asombrado, Galté volvió al puerto, siguió las indicaciones y confirmó toda la información proporcionada por el difunto.

Desde aquel momento, experimentaría innumerables visiones y recibió importantes mensajes desde el más allá, con aciertos que todavía no han podido ser explicados. Poco después de haber enviudado de su joven y amada esposa, continuó padeciendo estados de trance y visiones espeluznantes. Una de ellas fue ver la destrucción provocada por el fatídico terremoto de Chillán del 24 de enero de 1939, pero hallándose en su casa de Santiago, en donde vivía solitariamente con sus dos hijas. Tuvo tal visión luego de un extraño episodio de angustia en una celebración en el puerto de Valparaíso, siendo confirmada poco después la noticia en la capital.

Galté fue solicitado por importantes figuras públicas, mandatarios, ministros, académicos de esos años. Hasta sería llamado desde países de Europa para estudiar su caso o simplemente esperar alguna manifestación de sus poderes. La invitación a la London Society for Physical Research debe ser la más importante de las que le hicieran casas universitarias y centros de investigación del mundo.

En una ocasión de aquellas, don Alberto Bachelet Brandt, abuelo de la ex mandataria Michelle Bachelet, recurrió desesperado a Galté para que salvara a su hija Liliana, afectada por problemas renales. El médium entró en trance y, por primera vez de las que serían muchas más, entra a su cuerpo el supuesto espíritu de un médico suizo fallecido en Bolivia en 1903, llamado Dr. Halfanne, quien hace el diagnóstico y la receta a través del médium.

Halfanne volverá Galté en diferentes ocasiones posteriores, informando con asombroso acierto los varios diagnósticos hechos en trance: tumores o cánceres que no habían sido detectados en exámenes médicos, infecciones renales de una niña causadas por un padecimiento dental, recetas precisas de medicinas y drogas que eran imposibles de esperar en alguien sin formación médica o farmacológica, etc. Para mayor sorpresa, algunos medicamentos recetados por él ni siquiera eran conocidos en Chile en esos momentos.

Otro espíritu que se manifestaba a través de Galté decía llamarse Lowe, haciéndolo hablar con acento británico en cada posesión. Este hizo que el médium escribira tres libros con su nombre, a partir de 1951: "Ante el umbral", "En el umbral" y la novela "El escarabajo sagrado", de mucho contenido esotérico e inspiración en el misticismo egipcio.

Cargando con aquella fama sobrenatural que nunca pidió para sí, Galté falleció en el Día de Todos los Difuntos de 1965. Nunca pudo comprender qué clase de fuerza era la que poseía en este plano del Más Acá, ni por qué le tocó a él lidiar con la misma, a veces pareciéndole más un problema que una virtud.

Nos atreveríamos a comentar que el caso de Jaime Galté tuvo ciertas semejanzas con el famoso médium y clarividente estadounidense Edgar Cayce, incluyendo el hecho de que también sentía que sus supuestos dotes eran casi un calvario o una condena. La biografía del impresionante personaje puede leerse también en la obra con su nombre de Sergio Salinas Cañas, trabajo hecho con asistencia del Centro de Estudios Jaime Galté.

Jaime Galté siendo joven. Imagen publicada en el sitio de Radio Biobío.

Diagnóstico hecho por el Dr. Halfanne a través de Galté y su escritura automática. Publicado por Catalina Uribe Echeverría en la "Revista Chilena de Literatura", año 2010.

Jaime Galté, en la madurez. Nunca comprendió la razón de poseer los poderes mediúnicos que lo hicieron tan conocido y solicitado. Fuente imagen: sitio El Pensador.

LOS ÚLTIMOS ESPIRITISTAS DE LA GRAN OLA

La acogida del espiritismo que continuaba creciendo entre clases más bajas y menos ilustradas no tendría siempre el atractivo casi literario que se vio cuando esto ocurría entre la alta sociedad, sin embargo. A pesar de todo, la situación abría las puertas a nuevos nombres y personajes, para engrosar la nómina de practicantes en la línea histórica.

A mediados de junio de 1922, por ejemplo, se había fundado en Antofagasta el Centro de Estudios Psíquicos Aurora, conocido también como Círculo Aurora, cuyo lema era "Amor a Dios y Caridad". Su médium oficial era Adela Bustos Suárez y, años después, publicaría la obra titulada "Voces de Ultratumba" de 1940. En este trabajo, el grupo se jactaba aún de llevar las "enseñanzas de los espíritus" a través de Adela, permaneciendo muy acorde aún a las relaciones místicas del espiritismo francés.

Con relación a lo anterior, muchos representantes de la clase obrera nortina y el mundo minero conservaban una atracción especial por la comunicación con los muertos y las sesiones invocando espíritus. Varios hombres de medios participaban también de este entusiasmo, aunque no todos públicamente: el periodista y editor Enrique Tagle Moreno, con participación importante en el diario "La Nación", era otro convencido practicante y estudioso del espiritismo. Esto lo confirmaría su colega Hugo Silva unos años después, en el mismo periódico ("Aquella noche", viernes 14 de enero de 1949).

Hay varias charlas y exposiciones relacionadas con el tema paranormal en aquel período. En la mañana del viernes 14 de agosto de 1935, por ejemplo, el elegante y selecto Club de Señoras de Monjitas 743 ofreció en su salón-biógrafo una clase especial para el público: si bien fue ofrecida como charla de psicología científica gratuita, el título "La telepatía, los médiums y el espiritismo" revela que gran parte del conservadurismo santiaguino permanecía en paz con esta clase de temas sobrenaturales.

En otro aspecto, a pesar de la caída casi total de la ola mediúmnica internacional y los retrocesos experimentados por la disciplina de la comunicación con los muertos, especialmente por el descrédito, todavía después de la Segunda Guerra Mundial aparecían intentos por reflotarlo como práctica seria, más allá de las sesiones más bien lúdicas que permitiese la popular tabla ouija, las tablas de comunicación-interpretación y otros elementos por el estilo introducidos en el país.

Fue así como aparece la serie de folletos titulados "Difundamos el Espiritismo", publicado por el Círculo Arcángel San Miguel y editado en la Imprenta Moderna de La Serena, en noviembre de 1948. Decía allí el documento, intentando volver a los principios filosóficos y místicos de movimiento:

Rogamos, pues, a los que lean estas líneas, que en conciencia y sin apasionamiento ni fanatismo de ninguna especie, las estudien y poniendo la buena voluntad de su inteligencia, si ellas merecen aceptación y despiertan el deseo de conocer mejor, de tener una fe comprensiva y si es posible analítica de la existencia del Espíritu, vengan a nuestro Círculo "Arcángel San Miguel" o donde existe un centro de estudios, a cooperar con su buena voluntad, con sus fuerzas psíquicas, y con todo lo que el espíritu y la inteligencia pueda conseguir a que el mayor número de seres humanos conozcan esta existencia y unidos trabajemos por ser cada vez mejores, por practicar sin egoísmo el verdadero amor a nuestros hermanos, por la unidad entre nosotros; para así conseguir del Hacedor Supremo, alivio a nuestros pesares, tolerancia para nuestros errores, justicia para juzgarnos de todos nuestros actos por el paso de esta vida material.

Muchos personajes posteriores continuarían proclamando ser médiums y mantener comunicación con los muertos en Chile, pero todo parece indicar que la cantidad de exponentes con prestigio de tales iba ya a la baja, en aquellos momentos. Lo propio iba a suceder después con las sociedades y clubes espiritistas.

Portada del texto "Voces de Ultratumba", del Centro de Estudios Psíquicos Aurora, publicado en Antofagasta en 1940. Fuente imagen: Memoria Chilena.

Germán Roth, retratado en la revista "En Viaje" de agosto de 1957, al ser entrevistado por Moisés Moreno.

Entrada por Purísima hacia el Centro Cultural Rosacruz, con el cartel de la sociedad AMORC, en barrio Bellavista de Santiago, año 2012. Aunque el espiritismo clásico de escuela kardeciana haya ido retrocediendo, la búsqueda espiritualista de la que formó parte se ha mantenido hasta nuestra época.

DESPUÉS DE LA OLA MEDIÚMNICA

El impulso de los médiums y espiritistas no se acabaría con el caso Galté o las Morla, por cierto. Sin embargo, el daño que estaban provocando los charlantes y estafadores había socavado hasta lo profundo la práctica del espiritismo como tal, cayendo en desprestigio para muchos predispuestos a la crítica. Ernesto Latorre contaba en un artículo de la revista "En Viaje" ("Entierro y evocación de los espíritus", marzo de 1946) cómo un amigo sureño suyo había sido engañado en el campo con falsa información sobre un tesoro enterrado en las afueras de una ciudad, proporcionada por un espiritista de pacotillas que no sabía leer ni escribir.

A pesar de todo, la práctica original de la comunicación con los espíritus seguía bien refugiada en algunos ambientes íntimos o de cofradía. La investigadora Uribe Echeverría proporciona indicaciones referencias importantes sobre personajes que practicaban el espiritismo todavía pasada la mitad del siglo. Un testimonio de aquellos, del ex académico y parlamentario radical Enrique Silva Cimma, también amigo de Galté y en cuya casa se realizaron sesiones, resulta de especial relevancia:

Había unos personajes que eran de gran nivel, de gran jerarquía que practicaban el espiritismo, como don Enrique Bahamondes que fue Contralor General de la República antes que yo, Humberto Cantuarias, secretario de la División Jurídica de la Contraloría cuando yo me incorporé y que hablaban de esto. Me invitaron a unas sesiones de espiritismo, lo que para mí era una cosa verdaderamente fascinante y de repente allí conozco a Galté.

Sin embargo, formas más novedosas de comunicación con los espíritus también fueron apareciendo con el correr de los años. Uno de los casos más definitivos fue del cineasta y artista sueco Friedrich Jürgenson, cuya grabación accidental al aire libre de supuestas voces desde el Más Allá correspondientes a su fallecida madre, en 1959 ("Friedel… Mi pequeño Friedel… ¿Puedes oírme?") dieron inicio al estudio y cacería de las llamadas psicofonías o registros paranormales de voces que se creen de los muertos. El avance tecnológico de grabación de audios y videos, así como la difusión del material registrado, han abierto también nuevas y cada vez mayores posibilidades, apareciendo los equipos de "cazadores de fantasmas" armados de sus propios artefactos.

Una de las últimas revistas esencialmente espiritistas chilenas había aparecido publicada en 1957: "Misterios que se Aclaran". De acuerdo a Moisés Moreno en un artículo de ese mismo año en "En Viaje" ("El espiritismo", agosto de 1957), "ha tenido, y nos consta, un éxito que no lo hubiéramos imaginado los profanos del espiritismo". Su director era Germán Roth, hombre de radio quien estaba consciente de las dificultades de la disciplina, a pesar de la gran cantidad de grupos practicantes que todavía existían:

Chile -nos dice- es uno de los países en donde más se ha tardado en formar centros de estudios. En Brasil se dispone de tres radioemisoras propias. Igual cosa en Argentina.

(...) Acá en el país tenemos más de mil centros, en los que se agrupan sobre doscientos mil socios. Estos pertenecen a todas las creencias religiosas a quienes guía un solo propósito: seguir investigando la verdad en el Más Allá.

El movimiento New Age y la cultura psicodélica, en tanto, ya penetraban en el país. Como era esperable, trajeron nuevas formas de contemplar el fenómeno del espiritismo o "espiritualismo". Sin embargo, esta apertura pop del mundo occidental hacia los misterios y la mística de Oriente, a veces muy truculentas y artificiales, fueron cambiando los parámetros o adicionando elementos nuevos.

Cabe recordar, además, que tanto el catolicismo como las corrientes protestantes o evangélicas del cristianismo, continúan enfatizando hasta hoy su distancia con las prácticas de invocación de muertos, nigromancia o incluso petición de favores a animitas, en muchos casos. El catolicismo, en tanto, no ha hecho más que reafirmar su distancia con el espiritismo y los médiums. Por esta razón, el libro del "Catecismo de la Iglesia Católica" afirma desde 1997:

Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone "desvelan" el porvenir. La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y suertes, los fenómenos de visión, el recurso a "médiums" encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios.

La cultura popular vertida hacia y desde la música moderna, la literatura y el cine fantástico, en tanto, harán también su parte en los referentes y juicios. Ni hablar de las posibilidades aportadas en la actualidad por la Internet y sus redes sociales, incorporando directamente a los usuarios al circuito internacional y con un sentido recreativo, especialmente los de edad juvenil. Esta banalización se valdría de recursos inspirados en las viejas prácticas espiritistas, como la prueba viral de "Charlie-Charlie" o las aplicaciones tipo Spirit Box.

A pesar de todo, los centros y círculos de espiritistas chilenos nunca han dejado de existir, con algunos casos más serios y otros francamente caricaturescos. Desde septiembre de 2019, además, existe la Federación Espírita de Chile, FEDECHI. Fundado en las enseñanzas de Kardec y que reúne a otros tres centros con una actividad secular y más íntima de sus miembros, aunque sospechamos que distante de los rasgos más recreativos o de vida social aristocrática que había adoptado el ejercicio de la misma en el visto período entre los siglos XIX y XX.

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