EL EXTRAORDINARIO CASO DEL MÉDIUM JAIME GALTÉ (1903-1965)

Jaime Galté, en la madurez. Nunca comprendió la razón de poseer los poderes mediúnicos que lo hicieron tan conocido y solicitado. Fuente imagen: sitio El Pensador.

Jaime Galté Carré (1903-1965) es el caso más impactante de médiums en Chile, sin espacio a la duda, de quien vimos algo en forma más ligera acá cuando abordamos el tema del espiritismo en Chile. Su historia ha experimentado una curiosa revaloración en nuestra época, producto de la fluidez de las comunicaciones y de la difusión de registros sobre su vida y obra.

Galté fue del abogado, funcionario de la Contraloría General de la República y hombre de inmenso prestigio profesional, con probada seriedad personal. De acuerdo a los autores que han tratado sobre su biografía hizo sus estudios en el norte del país entre Tacna e Iquique, titulándose en la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales en 1930. También fue profesor de Derecho Procesal en las Escuelas de Derecho de Valparaíso y de Santiago, con algunas incursiones en el diario “La Nación”. Posteriormente, sería cofundador de la Sociedad Chilena de Parapsicología por las mismas razones y aptitudes personales que lo involucraron en el ejercicio de las disciplinas mediúmnicas.

En un interesante artículo titulado “El cuerpo presente de Jaime Galté Carré: entre el positivismo y la voz de los muertos” de Catalina Uribe Echeverría, publicado en la “Revista Chilena de Literatura” de noviembre de 2010, encontramos reunida mucha de la información acá reproducida sobre el caso y que -sospechamos- ha servido de base para otros trabajos dedicados al mismo personaje. Sin embargo, los datos sobre la historia y los sorprendentes aciertos del paragnosta durante sus estados de trance existen desde hace tiempo en estado disperso, repartido en diferentes fuentes de época y menciones del tema, como las que hacía ya en los años ochenta la periodista Magda Faludi, también interesada en el caso.

Estando tan en lo alto de la actividad de los médiums de Chile y toda Hispanoamérica, Galté se situó casi en la cola de la ola mundial de espiritistas y paragnósticos, cuyas doctrinas habían sido importadas al país durante el siglo anterior, viviendo ya sus últimas décadas de apogeo. Empero, estaba ubicado también en la generación de celebérrimos médiums sudamericanos como el dibujante “profético” argentino Benjamín Solari Parravicini y el espiritista brasileño Chico Xavier (Francisco Cándido Xavier). Su caso sería testimoniado por figuras de gran peso político o intelectual, además, algunos en la Presidencia de la República como Carlos Ibáñez del Campo, Salvador Allende y Patricio Aylwin. También por el ilustrador y cineasta Jorge Coke Délano, el escritor y ex diplomático Miguel Serrano, el ex ministro Miguel Schweitzer, el doctor epidemiólogo Jorge Vigouroux, el ex secretario del Senado don Horacio Hevia, el académico y legista Hugo Pereira Anabalón, etc. Por si fuera poco, fue cercano al reputado profesor Brenio Onetto Bachler, quien era jefe del Laboratorio de Parapsicología Experimental de la Universidad de Chile. Este organismo iba a ser presidido después por el propio Galté, época en la que Serrano fue invitado a formar parte del mismo de acuerdo a lo que escribe sus “Memorias de Él y Yo”.

Dicho en otras palabras, parece imposible creer siquiera que un simple charlatán, embustero o alucinado pueda tener como respaldo tal calidad y cantidad de testigos o participantes de lo que fue su increíble vida.

Masón y voluntario de bomberos, los portentos de Galté habían comenzado a manifestarse en sus tiempos de estudiante universitario en Santiago, en mayo de 1921 más precisamente, justo en malos momentos económicos para su familia. Sucedía entonces que, a través de un sueño en el que se veía viajando en tren al puertoy llegando hasta la misma habitación del Hotel Inglés en donde solía alojar su recientemente fallecido padre, este le informaba allí de la existencia de una inscripción a nombre de su madre de una mina de oro, en la notaría de un señor Tomás Díaz, también en Valparaíso. Siguiendo las instrucciones oníricas, el muchacho partió en tren hasta la ciudad el día 23 de mayo, en la víspera de su cumpleaños número 18, llegando por un extraño impulso hasta el mismo hotel, cerca de la Plaza Victoria, y reconociendo todos los demás puntos urbanos que se le presentaban dormido. El recepcionista, mismo de su sueño, tenía para él información sobre unos papeles de la mina aurífera y, además, un reloj del que el finado había comentado algo también a su hijo, en la misma visión. Esto permitió sacar de las angustias financieras a su madre viuda y al propio muchacho.

En otra de las idas en tren hasta Valparaíso, Galté conoció durante el viaje a Ricardo Prat Chacón, nada menos que el hermano menor del fallecido capitán Arturo Prat y sobrino del espiritista Jacinto Chacón. Hablaron allí de su experiencia con el sueño del hotel, del espiritismo y lo paranormal, algo que interesaba mucho a Prat. De acuerdo a información familiar proporcionada en entrevistas televisivas por Sonia y Francisco Gamboa Galté, nietos del médium, su compañero de asiento trató de convencer  a su nuevo amigo de que era una facultad especial la que poseía y que se había manifestado con aquel sueño, instándolo a hacer algunas pruebas para que confirmarlo. Con alguna resistencia y dudas, entonces, este aceptó.

Con aquella conversación, algo nuevo se había activado dentro de Galté. Ya arribado en su destino después del viaje, Galté habría entrado en trance y comenzó a tratar de manera automática sobre una hoja, poseso por alguna extraña fuerza. Algunas versiones dicen que buscó ayuda de un iniciado en estas disciplinas, sin embargo, para poder comenzar a experimentarlas, pero todo indica que este habría sido el propio Prat, algo acorde a la información que manejan sus descendientes.

En la primera de aquellas sesiones que resultaría exitosa, acompañado nuevamente por Prat y un funcionario en una oficina de la Intendencia de Valparaíso o bien en la Aduana Antigua (varían las versiones), Galté cayó en trance y, después de un rato, comenzó a escribir de forma automática sobre un cuaderno, en total silencio. Al volver en sí, encontró un mensaje en la hoja abierta: era el alma de alguien quien se identificaba como Froilán González, un fallecido del fatídico barco Itata de la Compañía Sud Americana de Vapores, cuyo naufragio del 28 de agosto de 1922, la peor tragedia marítima chilena, acababa de llevarse unas 400 vidas cerca de Coquimbo, todavía no llegando la noticia a la Zona Central. Por intermedio de Galté, entonces, su alma pedía allí que avisaran a una amiga en una dirección específica del cerro Barón de Valparaíso, que había un tarro con dinero para ella escondido en un aparador de la cocina, dentro de la misma casa.

Asombrado por el dramático mensaje, Prat habría consultado a la Capitanía de Puerto si había noticias de algún vapor naufragado, pero aún no se tenía registro de alguna tragedia. Sin embargo, a las pocas horas llegaría la información de los corresponsales por telégrafo y radio, y los titulares de los periódicos del día siguiente daban los primeros detalles y contabilización de vidas perdidas, declarando muerta a casi la totalidad de la tripulación y los pasajeros. Una de las víctimas era el marinero Froilán González. justamente. Impactado, Galté siguió las indicaciones que había recibido de este y confirmó toda la información proporcionada por el difunto, entregando el dinero escondido a la mujer, que resultó ser la novia del marinero fallecido.

Desde aquel momento, el médium experimentaría algunas nuevas visiones y recibió supuestos nuevos mensajes desde el Más Allá con aciertos que serían sorprendentes, aunque no siempre le era fácil entrar al estado de comunicación con la ultratumba. Al principio, además, habría caído en la tentación de tratar estas sesiones y exhibiciones como algo para entretener amigos y tertulias, según se cuenta, pero con el tiempo caería en cuenta de que se trataba de algo absolutamente serio y fuera de toda banalidad humana.

Tras haber enviudado de su joven y amada esposa, Galté continuó padeciendo estados de trance y a veces visiones francamente espeluznantes. Una de ellas fue visualizar la destrucción provocada por el fatídico terremoto de Chillán del 24 de enero de 1939, pero enterándose después, cuando ya estaba en su casa de Santiago, misma donde vivía solitariamente con sus dos hijas. Tuvo tal visión luego de un extraño episodio de angustia en una celebración en el puerto de Valparaíso antes de regresar a la capital, siendo confirmada poco rato después la noticia de la catástrofe.

En cierta ocasión, don Alberto Bachelet Brandt, abuelo de la futura mandataria Michelle Bachelet, recurrió desesperado a su amigo Galté para que salvara a su hija Liliana, hermana del futuro general Alberto Bachelet, la que estaba afectada por problemas renales sin haber resultados favorables en los tratamientos. El médium entró en trance y, por primera vez de las que serían muchas más, toma su cuerpo el supuesto espíritu de un médico suizo fallecido en Bolivia en 1903, quien decía llamarse Dr. Erick Halfanne. El propio don Alberto habría pedido al abogado tratar de ubicar el alma de este experto médico fallecido, al que había conocido cuando estaba vivo y le había tenido gran confianza.

A través del médium, entonces, el difunto Dr. Halfanne se manifiesta haciendo el diagnóstico y la receta para la enferma, consistente en unas sulfas que eran desconocidas en Chile por aquellos años. Pero, lamentablemente, Liliana ya estaba muy comprometida de salud y terminó falleciendo por las complicaciones... Galté había sido llamado demasiado tarde.

Otra historia parecida fue descrita por el endocrinólogo Francisco Donoso Donoso, citado por el psicólogo académico Arturo Piga en un trabajo de divulgación publicado, a su vez, por el doctor Dr. Iván Seperiza Pasquali en Quilpué, a fines de 2007. Donoso decía allí que, tras terminar sus estudios de medicina, comenzó a bajar de peso gravemente y a experimentar dolencias urinarias, en 1933. Sin notar avances con los tratamientos para la tuberculosis renal que le fue diagnosticada por los médicos, en una pasada por Santiago un amigo lo puso en contacto con Galté, pues era bien conocido en su familia. Fue así hasta su casa y el médium lo recibió a él y su amigo sentado ante una mesa, con un papel y lápiz encima, acompañado por un par de personas.

Caricatura de una sesión espiritista en una residencia aristocrática, revista chilena "Corre Vuela", año 1908.

Jaime Galté siendo joven. Imagen publicada en el sitio de Radio Biobío.

Diagnóstico hecho por el Dr. Halfanne a través de Galté y su escritura automática. Publicado por Catalina Uribe Echeverría en la "Revista Chilena de Literatura", año 2010.

Fragmento de grabación con la voz de Galté cuando canalizaba los supuestos mensajes del maestro espiritual Mr. Lowe.

Fragmentos de dos reportajes sobre la vida y obra de Galté: "¿Y... Si fuera cierto?" (TVN, 1996) y "Chile Secreto" (CHV, 2017).

Sumido entonces en el trance, Galté comenzó a escribir de forma automática una nota firmada otra vez por el Dr. Halfanne, no sin antes hacer algunas consultas y exámenes de pulso y corazón al paciente. El espíritu del galeno concluía en que no estaba bien diagnosticado su cuadro de salud:

La sorpresa fue general, pero no hubo comentarios y continuó el examen, esta vez dirigido a palpar el cuello, cara y regiones submaxilares. Recuerdo que escribió: "Lo que tiene es un foco dentario que debe ser extraído". E indicó un determinado molar. "Mientras tanto recomiendo Helmitol como desinfectante urinario y Calcibronat como sedante nervioso". Dio otras instrucciones generales por escrito, al término de las cuales nos alargó la mano para despedirse y yo salí de la pieza.

Decidí consultar a mi dentista. Aunque se mostró escéptico, me recomendó sacarme una radiografía dentaria. Así lo hice. El resultado fue negativo. Volví a Jahuel, sin embargo a los tres días, me apareció un pequeño absceso en la encía, vecino al lugar indicado por Galté. Consultado el dentista, esta vez consideró justificada la extracción. Realizó la operación sin problemas. No obstante, grande fue su sorpresa al advertir que de la raíz del molar colgaba una bolsita de pus: un granuloma séptico. Abrió algo para drenar y, muy admirado por lo ocurrido, dio por terminado su trabajo.

En la tarde comenzaron a disminuir las molestias y al día siguiente habían desaparecido. Estaba curado.

De inmediato fui a ver a los médicos que me trataban, que confirmaron y se maravillaron de mi mejoría. No tuve la entereza suficiente para contarles la intervención de Galté, pero les informé que la curación se había producido a raíz de una extracción dentaria.

Cuando se refiere en sus memorias a la invitación que le extendió el secretario del departamento de estudios parapsicológicos de la Universidad, dice por su lado Serrano sobre el mismo médium, al definía con afecto como un “mutante”:

De Jaime Galté yo había oído hablar y de sus inusuales curaciones en estado de trance, cuando un médico, fallecido hacía más de un siglo, el doctor Alphan, entraba en él y diagnosticaba. El genial periodista Darío Saint-Marie me había contado una vez cómo Galté fue a ver a la mujer de Carlos Dávila, ex Presidente de Chile, enferma de un cáncer terminal, con dolores atroces. No resistía ni el roce de las sábanas. Galté -o Alphan- en trance, la tomó en brazos sin que ella experimentara ningún dolor y la auscultó, moviéndola de posición en el lecho. También Salvador Allende me reveló otra vez que Galté vio a su padre en el norte de Chile, enfermo grave de diabetes y le recetó un medicamento inobtenible en Chile, porque acababa de aparecer en Alemania. Allende, que era médico, me explicó que lo encargaron de urgencia, pero no alcanzó a llegar a tiempo, y su padre falleció.

Pero Serrano va más allá y sugiere que Galté tenía el don de la bilocación: tras acudir a él por una parálisis sicosomática y ser tratado, cuando el poeta se sintió recuperado quiso agradecer al médium tal servicio, pero ya no estaba en la habitación. Asegura que el médium había desaparecido, como si nunca hubiese estado allí, prodigiosa virtud de ubicuidad que se ha visto ya en Chile incluso con algunos aspirantes a santos, como fray Pedro de Bardeci en la Recoleta Franciscana del siglo XVII.

El doctor Onetto, siendo ya un acreditado psiquiatra, dejó testimonio también de una ocasión en la que el abogado y diputado conservador Carlos Valencia solicitó ayuda a Galté para su hija de siete años, la que estaba gravemente enferma. El médium entró en contacto con el Dr. Halfanne y diagnosticó una infección generalizada por principio de meningitis, provocadas por uno de sus molares superiores izquierdos. Esto habría sido confirmado después por el tío de la paciente, el dentista Carlos Valencia, además, tras las intervenciones y la revisión de radiografías tomadas a la niña.

Halfanne volverá a Galté en varias oportunidades posteriores, dando con asombroso acierto sus diagnósticos: tumores o cánceres que no habían sido detectados en exámenes médicos, infecciones, recetas precisas de medicinas y drogas. Ni un solo peso cobraba por todas esas atenciones y curaciones, además. Y debe enfatizarse el hecho de que Galté no tenía formación como era médico, ni sabía siquiera algo sobre farmacología: a pesar de esto, sorprendía con su capacidad de llegar a conclusiones y recetar medicamentos de manera diestra, algunos ni siquiera conocidos en el Chile de esos momentos, como sucedió durante la atención dada a Allende para su agónico padre. En las notas que escribía en ese estado de concentración intensa y profunda firmadas por el finado, Galté usaba un tipo de letra manuscrita muy diferente a la suya, por cierto, a veces también en perfecto inglés. Cosas parecidas se veían cuando invocaba a otras almas, con diferentes formas de escritura en cada una.

Del mismo modo, el médium no sabía mucho de música ni instrumentación, pero en ciertos trances podía tocar magistralmente el piano, de acuerdo a ciertos testimonios de amigos y conocidos. Entrevistado en una ocasión para la serie de televisión “Chile Secreto” (Chilevisión, 2017), el miembro de la Gran Logia de Chile, don Eduardo Pinto Peralta, contaba que Galté también podía leer la mente de sus alumnos en la facultad, ya que se rumoreaba que en los exámenes orales pedía a algunos de ellos que contestaran con lo que estaban pensando, porque era la respuesta correcta a su pregunta.

El médium chileno fue solicitado también por otras importantes figuras públicas, mandatarios, ministros, académicos de esos años. Hasta sería llamado desde países de Europa para estudiar su caso o, simplemente, esperando ver alguna manifestación de sus poderes. La invitación a la London Society for Physical Research debe ser la más importante de las que le hicieran casas universitarias y centros de investigación del mundo, pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial perturbó lo que podría haber sido su consagración como psíquico a nivel mundial. Su actividad en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, en tanto, se intercambiaba con la del laboratorio de parapsicología en la misma Casa de Bello.

Otro de los espíritus que se manifestaban a través de Galté decía llamarse Mr. Lowe, haciéndolo hablar con acento británico en cada “posesión”, en forma muy lenta y susurrada, de la que quedaron algunos audios como registro. Aunque hay menos testimonios publicados de estas intervenciones y de las connotadas personas que asistían a esas sesiones en particular, el maestro espiritual Lowe hizo que el médium escribiera tres libros con su nombre, a partir de los registros taquigráficos que se tomaron desde 1951 en adelante: “Ante el umbral”, “En el umbral” y la novela “El escarabajo sagrado” que no alcanzó a ser editada en vida, de mucho contenido esotérico e inspiración en el misticismo egipcio dirigido principalmente a una orientación del alma.

Poco después del terremoto de Valdivia de 1960, una receta en trance de Galté salvó al pequeño Alfredo Reyes Corbeaux, luego que sus padres lograran ponerse en contacto con él desesperados por el estado de gravedad en que se encontraba el niño de siete años, afectado por una bronconeumonía y una infección pulmonar viral, llegando a ser desahuciado y recibiendo la extrema unción. La familia seguía la recomendación de un amigo y muy en contra de otros integrantes, quienes veían como una herejía recurrir a un espiritista. Los medicamentos que recetó Galté en la ocasión tampoco existían en Chile; ni siquiera eran conocidos, como confirmó el médico de cabecera al recibirla, por lo que la familia solicitó a un amigo piloto comercial que los adquiriera en los laboratorios de Estados Unidos. Gran sorpresa se llevaría el enviado al ser interrogado por los sorprendidos encargados de la firma: una de las medicinas que pedía ni siquiera había sido lanzada al mercado aún, por lo que fue interrogado bajo sospecha de espionaje industrial y denunciado a la policía. Finalmente, sería dejado en libertad gracias a gestiones y llamadas de la familia desde Chile. Reyes, quien sobrevivió gracias a la receta de Galté y se convirtió en arquitecto y empresario, explicó muchos de estos pormenores también en una entrevista del mencionado programa “Chile Secreto”.

Tras años ejerciendo como docente Galté presentó su solicitud de jubilación el 19 de septiembre de ese mismo año 1960, recibiendo después el título de profesor extraordinario de derecho procesal en la misma Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Cargando siempre con aquella notoriedad como hombre de capacidades sobrenaturales que nunca pidió para sí, falleció víctima de un agresivo y veloz cáncer que lo tenía postrado y muy débil en sus últimos meses. A pesar de su estado, momentos antes de fallecer se había levantado sentándose en la cama y proclamando ante sus hijas estaba siendo preparado por los ángeles para irse.

Galté había anunciado a sus más cercanos que iba a morir, curiosamente. Por esta razón, el destacado futuro jurisconsulto Patricio Arias Hardoy acompañó a su padre, otro gran amigo del médium, hasta su departamento del médium en calle Agustinas cerca del Teatro Municipal, para despedirse de él en su lecho de muerte. Al día siguiente, en la mañana del 1 de noviembre, en el Día de Todos los Difuntos de 1965, murió tal como lo había anotado una libreta suya, en la que dejó incluso la hora precisa a la que partiría de este mundo, la que habría sido encontrada después. 

Por sesión especial en la Facultad de Derecho, esta acordó lo siguiente al conocer la noticia de su deceso:

1° Dejar constancia en el acta del profundo sentimiento conque la Corporación se ha impuesto del fallecimiento del eminente profesor que prestigió sus aulas por largos años.

2° Asistir a los funerales y encargar al profesor Alberto Echevarría para que despida los restos a nombre de la Facultad.

Los restos del extraordinario hombre fueron sepultados en el Cementerio General de Santiago, en lo que hoy es una muy modesta tumba dentro del espacio de la familia Witt Müller, siendo señalado sólo con una piedra inscrita que pasa casi inadvertida dentro de las demás lápidas de la necrópolis. Hubo otros homenajes para Galté en los días que siguieron, como el realizado en el Auditorio del Ministerio de Obras Públicas de calle Morandé 71 por parte de la Sociedad de Parapsicología de Chile, en la tarde del miércoles 10 de noviembre siguiente. La Gran Logia de Chile rindió también sus propias ceremonias para el fallecido, destacando su calidad de gran orador en la masonería.

Galté nunca pudo comprender qué clase de fuerza era la que poseía en este plano, en el Más Acá, ni por qué le tocó a él lidiar con la misma. Con toda seguridad, a veces estos talentos le parecieron más un problema que una virtud, procurando que su fama quedara cautiva sólo en sus círculos y viendo con desconfianza la posibilidad de que llegara a adquirir rasgos de popularidad general. Solía terminar muy agotado después de cada trance o sesión, además, por lo que realmente producían en él un desgaste físico importante que muchos cercanos consideraron una de las posibles causas de su deterioro de salud y muerte.

Nos atreveríamos a comentar que el caso de Galté tuvo también ciertas semejanzas con el famosísimo clarividente y psíquico estadounidense Edgar Cayce, incluyendo el hecho de que también sentía que sus supuestos dotes eran casi un calvario o una condena, a los que accedía a ejecutar inspirado únicamente por el deseo de ayudar a los afligidos y dar generosa asistencia a quienes solicitaban su servicio. Un enorme archivo con anotaciones de sus contactos con Lowe y espíritus de familiares cercanos muertos, y transcripciones de sesiones realizadas entre 1950 y 1964, está hoy en posesión de sus nietos.

Un episodio de la serie “¿Y... Si fuera cierto?” de Silvio Caiozzi y con Gustavo Frías como conductor, en la estación de Televisión Nacional de Chile en 1996, seguido de textos como el mencionado de Catalina Uribe y un capítulo de la “Historia Secreta de Chile” de Jorge Baradit, con su versión televisiva para la serie “Chile Secreto” en Chilevisión, han traído de regreso el recuerdo del más grande médium de este lado del mundo. Una biografía suya puede leerse también en la obra con su nombre de Sergio Salinas Cañas, trabajo hecho con asistencia del Centro de Estudios Jaime Galté en tiempos más recientes.

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