CRÓNICA DE UNA LLUVIA DE RANAS EN CHILE (1556)
Digno de los más sorprendentes enigmas "condenados" pero coleccionados por Charles Fort, Jacques Bergier u otros investigadores por el estilo, los reportes de lluvias de objetos anómalos abundan en el mundo. Se tienen registros de peces, cangrejos, arañas, gusanos, piedras, sangre, carne, pájaros, ratones, serpientes y hasta objetos como hachas u otras herramientas. Incluso en nuestra época siguen apareciendo confirmaciones a tan extraño fenómeno, del que se han esgrimido varias teorías, siendo la más plausible el paso de tornados y trombas sobre estanques, bosques o lagunas que despedirían al cielo la fauna residente, para luego caer a tierra.
Dentro de las lluvias de animales vivos, las de ranas y sapos son de los casos más conocidos, mencionadas incluso en la Biblia como una de las famosas plagas de Egipto y confirmadas por testimonios de muy acreditados personajes del siglo XIX y XX. Está documentada la anomalía en la localidad de Leicester en Massachusetts, por ejemplo, en donde los habitantes vieron con asombro la caída de ranas desde los cielos el 7 de septiembre de 1953. Ya en nuestro tiempo, en la noche del 27 de mayo de 2007 se observó la misma situación en la pedanía El Rebolledo, en Alicante, llenando las calles de pequeñas ranas no más grandes que una uña. De hecho, es posible que la frase popular española "están lloviendo sapos de punta" provenga de la larga memoria sobre esta clase de fenómenos.
Curiosamente, existe nota de un caso similar supuestamente ocurrido en Chile, en tiempos de la Conquista: el de la ciudad de La Imperial, que sucedió poco después de ser fundada en 1452 por don Pedro de Valdivia, en donde está ahora la ciudad de Carahue, en la Provincia de Cautín. Esta ciudad que debía servir como cabecera y refugio para los hispanos en su avance sobre territorio araucano, acabó totalmente destruida por los mapuches en el año 1600.
La fuente de dicha lluvia de ranas se debe a la pluma del militar y cronista Pedro Mariño de Lobera, quien había arribado a Chile en 1451 para participar de la Conquista al mando del propio Valdivia, y después de Francisco de Villagra y García Hurtado de Mendoza, hasta su definitivo regreso a Perú, en donde lo alcanzó la muerte en 1595. Sus apuntes bases de la "Crónica del Reino de Chile" los había confiado al jesuita Bartolomé de Escobar en Lima, con el propósito de que este se hiciera cargo de editarlo, corregirlo y publicarlo, cosa que no sucedió en su época. Tuvieron que transcurrir tres siglos para que el manuscrito fuese rescatado del sueño de los justos, ordenado y publicado en la conocida "Colección de historiadores de Chile y documentos relativos a la historia nacional", cuya compilación fue iniciada por don Domingo Arteaga Alemparte, apareciendo los primeros ejemplares en 1861.
Escudo de Armas de la ciudad de La Imperial, hoy correspondiente a Carahue. Se observa el estandarte del águila bicéfala en el blasón. Fuente imagen: sitio Heraldry Wiki.
Grabado de 1557 (sólo un año después del caso de La Imperial) mostrando una lluvia de ranas en Escandinavia, publicado en el libro "Prodigiorum ac Ostentorum Chronicon", dedicado a fenómenos extraños. Fuente imagen: sitio Live Science de Future US Inc.
La "Crónica del Reino de Chile" de Mariño de Lobera vería la luz en el volumen VI de la colección, en 1865. La lectura del mismo deja en evidencia un conocimiento de la escritura no muy frecuente en el mundo miliciano ni militar de entonces, pero también la mucha credulidad del autor ante los relatos sobrenaturales, de los que menciona varios muy convencido. Uno de ellos es, precisamente, la lluvia de ranas de La Imperial, que registra al final de su capítulo sobre la batalla entre Villagra y Lautaro en aquellas comarcas:
Y en el año 56, llovió en la ciudad Imperial cierto licor a manera de leche que caía gota a gota, y de cada una se producía luego una rana de manera que vinieron a estar las calles tan llenas de ellas que no se podía pasar sin hollarlas, por estar cubierto el suelo de un jeme en alto por espacio de quince días. Y en cesando esta plaga vino tanta multitud de ratones que hervían por las casas y calles, de suerte que les pusieron pleito, dándoles su defensor que legarse de su derecho, y habiéndoles convencido en juicio los excomulgaron, y al instante murieron todos sin parecer alguno vivo en muchos días.
Como se ve, la descripción del fenómeno formulada por Mariño de Lobera inevitablemente involucra elementos de la interpretación religiosa, incluso semejando en parte a las plagas egipcias. La influencia e intervenciones que hizo el sacerdote Escobar sobre la redacción de la obra quizá explica aquello. Sin embargo, se reportan allí también elementos adicionales: unos de corte sobrenatural, como es la primera fase de lluvia de algo con aspecto de licor o leche que se trasformaba en las ranas, y otro más esperable y terrenal en el caso de una invasión de anuros en las calles, como es la proliferación de las ratas hambrientas.
A pesar del escepticismo e incluso de la burla de algunos eruditos a la creencia de lluvias de animales, remontada a los tiempos de Plinio el Viejo en su "Historia natural" (año 77 después de Cristo), autores como Bob Rickard y John Michell aseguran en su obra "The rough guide to the unexplained" que los casos tienen buen respaldo documental. Incluso existen algunos registros fílmicos que acreditarían la veracidad del fenómeno en nuestros tiempos. Por su parte, el investigador crítico de la pseudociencia y miembro de la American Folklore Society, Benjamin Radford, ha abordado el tema suscribiendo también a la teoría de las tormentas y torbellinos que levantan ranas o peces, en su artículo "Raining frogs & fish: a whirlwind of theories", publicado en "Live Sciencie" el 10 de abril de 2014.
En tanto, en caso de haber sido real el caso de Chile, este debe estar entre los primeros de los que se tenga registro tras la llegada de los españoles a América del Sur. Y fuera de la explicación real que pueda hallarse para el mismo fenómeno, este ha continuado repitiéndose en otras latitudes con ranas, peces y hasta moluscos, abonando a una intensa batería de teorías con especulaciones fantásticas sobre intervenciones extraterrestres o teletransportaciones de animales por vórtices alterando el espacio-tiempo, casi en sustitución de las explicaciones religiosas que se preferían en el pasado.
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