LEYENDAS DE BARCOS FANTASMAS, TERRORÍFICOS O MALDITOS EN LOS MARES DE CHILE

 

Barco fantasma de la mitología chilote, en exposición de la Biblioteca Nacional (1995).

Hemos dicho en otras entradas, que Chile quizás sea uno de los países "jóvenes" con más leyendas de barcos fantasmas, algo que se explicaría por la vastedad de nuestras costas y la impronta de la necesaria comunicación naviera entre puertos e islas del territorio, como las de Juan Fernández o la Isla de Pascua. La gran cantidad de hombres perdidos en los mares y los comportamientos traicioneros del a veces mal llamado Océano Pacífico, también han estimulado la imaginación y la credulidad sobre tantas historias sombrías sobre estas aguas.

La presencia de barcos en leyendas y folklore oral desmiente un poco la creencia de que el pueblo chileno vive más bien a espaldas del mar y de la cultura naviera, vicio que quizás sea más propio de las élites que de las relaciones populares con la geografía de cara al océano. No obstante, también ha influido en la gestación de tales mitos la gran cantidad de naves extranjeras que han circulado históricamente por costas chilenas, unas para bien y otras para mal, varias de ellas protagonistas de las historias que dieron sustento a alguna de las leyendas que repasaremos acá.

Fuera de los casos que veremos, hay otras historias de barcos fantasmas sin nombre en localidades como Pisagua, Valparaíso, Matanzas, Talcahuano, etc., pero que al ser navíos anónimos y de los que no se ha vuelto a saber mucho, no los incluiremos.

A su vez, ha habido otros navíos que han formado parte de historias aterradoras y llenas de misterios para la inspiración literaria, pero por corresponder a casos reales o históricos sin acogida en el legendario-folklore y carentes del elemento de terror sobrenatural o de halo fantasmal que acá buscamos, no quedarán en nuestra lista.

También tengo la impresión de que la popularidad, espectacularidad y simpatía de la hermosa leyenda del "Caleuche" para la cultura de masas, ha eclipsado y opacado mucho a otras historias igualmente interesantes de barcos del legendario chileno, unos totalmente imaginarios y otros basados en casos reales sobre los cuales se construye un mito. Tanto es así, que parecería que el "Caleuche" incluso está absorbiendo en su tradición oral y desde hace tiempo ya, características de otros barcos fantasmas como el "Oriflama" o en "Lucerna" que veremos acá, según se advierte comparando las descripciones de cada mito. Por esto, siento esta necesidad de hacer estas nóminas con la historia de cada caso brevemente descrito. Terminada así mi larga recopilación (resultado indirecto de varios años y varios viajes, además), dejo aquí algunas de esas principales historias de barcos fantasmas en el legendario chileno, ordenadas alfabéticamente por sus nombres.

Dibujo de "El Calueche" brillando en la oscuridad, por Jaime Romero. El buque fantasma de Chiloé ha sido por mucho tiempo el más famoso y conocido de la mitología chilena, pero la verdad es que se habla de varios barcos legendarios más en el territorio.

EL "BARCO DE ROZAS", UN NAVÍO CONDENADO EN PICHIDANGUI

El "Barco de Rozas" Se refiere a una ya poco conocida pero antigua leyenda de Pichidangui, en la comuna de Los Vilos, que aparece rescatada con cierta prisa en la obra "Pichidangui: historia íntima", de Paul Barroilhet Cannon.

Según la versión que conocemos, se trataría de un navío maldito que naufragó en la costa, castigado desde el cielo por alguna oscura intención de sus tripulantes cuando se preparaban para desembarcar. Arribó en la costa hacia fines de la Colonia, poco antes de 1810, varando en el sector de una laguna formada en la desembocadura del estero Quilimarí donde, por largo tiempo, se pudieron observar allí los restos de la quilla, cuadernas y baos cuando había marea baja y el clima lo permitía.

Se cree que los restos popularmente identificados con el "Barco de Rozas", correspondían en realidad a una nave mayor, de unas 400 toneladas y de muy buena madera, que hacia mayo de 1986 dejó muchos residuos a la intemperie, los que fueron tomados y estudiados por algunos investigadores.

El nombre y la historia del barco tendrían relación con un acontecimiento ocurrido durante la gobernación de Francisco Antonio García Carrasco (1808-1810), cuando el secretario y consejero de gobierno, Juan Martínez de Rozas, hizo llevar un pequeño barco con complotadores, con la intención de realizar un intercambio de mercadería de contrabando con el capitán de la fragata inglesa "Scorpion", que andaba en Chile con el pretexto de cazar ballenas, en uno de los hechos detonantes del levantamiento que llevó a la Declaración de Independencia de Chile.

SEDUCCIÓN Y MUERTE DEL "BARCO DEL AMOR" EN EL EXTREMO AUSTRAL

El "Barco del Amor" es una curiosa leyenda de pescadores, vigías, guardafaros y colonos de la zona más austral del continente antes de tocar sus aguas con las de la Antártica, en el sector del Canal Beagle, Cabo de Hornos e islas Islas Diego Ramírez en el Paso Drake.

Dice esta historia que, de vez en cuando, se aparece a los marineros un bello barco velero lleno de hermosas y seductoras mujeres todas vestidas ligeras, las que suben a los hombres de mar a cubierta y les hacen experimentar placeres indescriptibles del amor y la sensualidad, casi sobrenaturales.

Algunos agregan que este "Barco del Amor" se aparece rescatando a los náufragos, por lo que además de su analogía con el mito de las sirenas, representa una especie de esperanza para el sujeto expuesto a la desgracia, viendo súbitamente cambiada su suerte desde la muerte segura a un viaje casi onírico por el paraíso de la hermosura femenina.

El barco busca a los hombres, nunca al revés: quien salga a tratar de encontrarse con él, jamás lo hallará. Sin embargo, variaciones de esta leyenda aseguran que los hombres se exponen a morir en manos de sus placenteras secuestradoras, que como viudas negras lo liquidarán al final de la aventura, cuando ya no les sirva, o bien vengarán cualquier revelación que haga de su estadía en semejante velero mágico.

"El Caleuche" en óleo de O. Ferrari.

EL "CALEUCHE", EL BARCO DE LOS BRUJOS DE CHILOÉ

El "Caleuche" es una especie de galeón pirata tripulado sólo por espectros de brujos y espíritus cadavéricos de condenados de Chiloé, el más famoso barco fantasma en Chile y portador de maldiciones para quien lo contempla.

Presenta muchas similitudes con la célebre leyenda europea del "Holandés Errante", pues también corresponde a un barco fantasmal y oscuro que parece andar a la deriva y que aterra por su aspecto vetusto y maltratado, suponiendo algunos que tal puede ser la inspiración de esta leyenda chilota.

Navega especialmente de noche y ha sido llamado también "Buque de Arte", "Barcoiche", "Barco de los Brujos" y ocasionalmente "El Gualteca". No debe ser observado fijo o de manera prolongada, porque castiga a los curiosos volteándoles la cabeza hacia atrás y, si no, produciéndoles deformantes torsiones en rostro y boca.

El nombre del "Caleuche" coincide con el de un misterioso y pequeño pueblo indígena identificado por investigadores como Carlos Oliver Schneider: los caleuches, ya desaparecido de la zona. Para Oreste Plath, puede provenir del mapudungún calen y calenches, que se traduciría como "otra gente", aludiendo a habitantes del Golfo de Penas traídos por los misioneros hasta Chiloé. Para Marco Antonio Román, en cambio, el nombre del barco derivaba de caulul, que significa "cuerpo humano", y que unida a che equivale a hablar de personas. Rodolfo Lenz, por su parte, consideraba que provenía de caleutún, que significa transformarse o mudar de condición. Caleutun, unido a che, se traduciría como "gente transformada" u "hombres transmutados".

Este barco de hombres transformados, entonces, a veces se pasea frente a las caletas y puertos haciéndose visible y causando espanto. Si alguien llega a tocar su casco, puede convertirse en madera y quedar flotando a la deriva en las playas. Sólo unos pocos elegidos han logrado subirlo sin morir, siendo llevados a lugares insólitos o hasta tesoros submarinos, con la obligación de guardar silencio absoluto de tal experiencia o lo pagarán con su vida. En algunas ocasiones se aparece también como un galeón blanco y casi de cristal, muy reluciente; y en otras, sus velas ruinosas aparecen de color rojo. Una extraña y espeluznante música suena en su cubierta, aunque también puede aparecerse silencioso y mudo, totalente vacío, sin interactuar con los hombres.

Es un mito de gran valor cultural entre los hombres de mar de Chile, colocándose su nombre a los centros de ex integrantes de la Armada de Chile y a innumerables navíos menores de pesca o navegación mercante.

El "Columbia", un vapor cargado de peste y muerte.

LA MALDICIÓN DE LAS PESTES DEL "COLUMBIA"

El "Columbia" fue un vapor norteamericano que fue conocido en Antofagasta y Calama como el "Buque Maldito", por haber sido portador de una extraña avalancha de epidemias y enfermedades que castigaron a la región por dos o tres décadas.

El SS "Columbia" de la Union Pacific Railroad, zarpó desde San Francisco hacia Sudamérica, llegando a costas en 1903. Sin embargo, tras pasar por el Callao, entre sus pasajeros subió también la temible peste bubónica. Llegó expandiendo la odiosa enfermedad a las costas de Iquique, luego a Antofagasta y Valparaíso, pero las más graves consecuencias tendrían lugar entre las comunidades de trabajadores del salitre del Norte Grande, donde causaron muchos contagios y muertes. Muchos cadáveres fueron incinerados, otros arrojados al mar y algunas casas en donde se reportaron fallecidos fueron quemadas.

La plaga se disparo en Pisagua durante el año 1905, debiendo improvisarse lazaretos para los enfermos. Mientras tanto, había un verdader frenesí por capturar ratas, incluso con recompensas, pues se las señalaba como principales agentes transmisores. Para agosto de 1907, se hizo un catastro de casos en las localidades de Pisagua, Iquique, Antofagasta, Calama y Taltal, arrojando 695 confirmaciones con 302 resultados de muerte. Para 1910, muertes habían subido a 988 y los contagios a 3.053 casos. Los habitantes de la zona, especialmente los de Calama y al interior del río Loa, creyeron entonces que el buque cargaba con alguna clase de conjuro o maleficio, y lo sucedido a continuación pareció darles la razón: a partir de la plaga de peste bubónica del "Columbia", persistió en la región varios años más, una seguidilla de plagas como la viruela, la tuberculosis, la fiebre amarilla, el sarampión, el cólera y el tifus exantemático.

Aunque las plagas motivaron rogativas y procesiones de la comunidad para tratar de contrarrestar la incomprensible sucesión de epidemias, algunas fiestas religiosas debieron suspendidas en este extenso período para evitar más transmisiones, fomentando más todavía la creencia en que una mano diabólica estaba detrás.

La larga crisis sanitaria dejó miles de fallecidos y, siendo probable que las pestes posteriores a la causada por el "Columbia" hayan sido traídas en otros barcos (se sabe de la fiebre amarilla pudo entrar desde el Callao con dos casos reportados en otro barco en 1910, por ejemplo), para el recuerdo de la región quedaron indivisiblemente asociadas al paso por las costas del Desierto de Atacama del "Barco Maldito" que, curiosamente, se había hundido en 1907 tras chocar en California con la goleta vapor "San Pedro", llevándose 88 vidas.

El gran "Copenhague", poco antes de su desaparición.

LAS INEXPLICABLES APARICIONES DEL "COPENHAGUE"

El "Copenhague", llamado más exactamente el "København", fue protagonista de uno de los casos más intrigantes de desapariciones del siglo XX.

Construido en 1921 por Ramage & Ferguson para la firma danesa East Asiatic Company, con sus cinco mástiles era el mayor barco velero  del mundo y servía como escuela de grumetes. Capitaneado por Hans F. Andersen, zarpó desde Buenos Aires hacia Australia por vía atlántica, el 14 de diciembre de 1928, con 26 tripulantes, 45 cadetes y 4 pasajeros. Su última comunicación fue el día 22 con el vapor noruego "William Blumer" cerca de Tristán de Acuña, reportando que todo marchaba bien, aunque cuando intentaron comunicarse otra vez con los daneses durante la noche, no respondieron.

El "Copenhague" desapareció después de ese día, entonces.

Cuando la compañía se puso en alerta e inició la búsqueda, los habitantes de la isla aseguraron haber visto un barco de cinco mástiles con el palo mayor roto, el 21 de enero de 1929, pero que no recaló en Tristán de Acuña.

Ya declarado perdido, sin embargo, un barco fantasma con su aspecto comenzó a aparecer en las costas australes chilenas, siendo reportados avistamientos por asombrados pescadores durante 1930. El 30 de julio siguiente, por ejemplo, los marinos del barco argentino "María", capitaneado por Francisco Morales, se encontraron con el barco fantasma de cinco mástiles y a la deriva durante una tormenta, informando del sorprendente encuentro. En las semanas siguientes, hubo noticias de su supuesto paso hasta por Isla de Pascua y las costas de Perú. Se informó también que había sido encontrado en Australia un trozo de popa con su nombre inscrito.

En 1934, diarios internacionales hablaron de una carta en una botella en isla Bouvet, de un supuesto grumete del navío y que contaba cómo chocaron con un iceberg y se disponían a abandonarlo en botes. Al año siguiente, se hallaron osamentas humanas y de salvavidas en la costa suroeste de África, dados por restos del "Copenhague". Empero, sólo en 2012 estudios submarinos lograron localizar un navío en las aguas al Suroeste de Tristán de Acuña, que podrían ser el "Copenhague".

Sus reportadas apariciones en las costas de Chile siguen siendo un misterio sin explicación.

El SMS "Dresden" anclado en Juan Fernández.

EL PASO DEL "DRESDEN" POR LOS CANALES PATAGÓNICOS

El "Dresden" fue un crucero de guerra alemán de la Primera Guerra Mundial, que siguió penando en canales y fiordos del sector de Chiloé continental, Aysén y Magallanes, donde se había refugiado antes de ser hundido.

El SMS "Dresden" había combatido exitosamente con naves inglesas, anclando luego en Valparaíso y Juan Fernández. Tras regresar atravesando el Cabo de Hornos divisó una gran flota inglesa anclada en el Atlántico, por lo que volteó hacia el Pacífico mientras era perseguido por el enemigo. Capitaneado por Fritz Lüdecke, logró refugiarse en territorio chileno y se ocultó en Punta Arenas, permaneciendo escondido desde allí entre los canales y rutas australes, donde fue guiado por alemanes residentes en la zona, especialmente el aventurero Albert Pagels, apodado el "Chucu-Chucu" y quien guardó celoso secreto de las operaciones, no cediendo a las amenazas ni a los sobornos para que delatase a sus compatriotas. Se ganó la Cruz de Hierro por estos servicios, de hecho.

Su inesperada presencia fue asociada con el "Caleuche" entre la gente más modesta de aquellas regiones, hasta que marchó hacia Talcahuano y luego la isla Robinson Crusoe del Archipiélago de Juan Fernández, donde fue interceptado y hundido por su tripulación en combate con los británicos de marzo de 1915. Muchas historias legendarias circularon entonces y por varios años más entre los colonos de la Patagonia sobre apariciones del "Dresden" y su confusión con el "Caleuche".

Otra leyenda con bases que parecen ser reales, relacionan también al crucero con un supuesto tesoro escondido en la zona de Quintupeu, y que correspondía al rescate de bienes de ciudadanos alemanes en México, que el Comandante Lüdecke resguardaba en el barco.

"Essex" atacado por la ballena, dibujo del sobreviviente Thomas Nickerson.

LA MALDICIÓN DEL "ESSEX", INSPIRACIÓN DE "MOBY DICK"

Pocos barcos han tenido un destino tan trágico y maldito en costas del mundo como el ballenero "Essex", de Nantucket, Massachusetts.

El navío inició su temporada de caza en agosto de 1819 al mando del Capitán George Pollard, viajando desde el Caribe al Cabo de Hornos para capturar ballenas frente a las costas de Chile. Tras subir hasta islas Galápagos vuelve hacia el Sur, pero en la proximidad de Isla Mocha, el 20 de enero del año siguiente, divisaron un cachalote de excepcional tamaño y agresividad, que se arrojó violentamente contra el navío destruyéndolo y obligando a sus hombres a escapar en tres botes.

Un grupo en el que iba Pollard, pasó meses de horribles penurias abandonados en el mar, bajando brevemente sólo a tierra en la inhóspita Islas Pitcairn. Estos hombres llegaron a cometer canibalismo, necrofagia, beber su propia orina, sangre y hacer sorteos para saber quien sería ejecutado y devorado, resistiendo toda clase de enfermedades y heridas horribles, hasta llegar cerca del archipiélago de Juan Fernández, donde pudieron ser rescatados recién el 15 de febrero de 1821, siendo llevados a Valparaíso.

Otro de los botes había sido encontrado cerca del Golfo de Arauco; pero el tercero nunca apareció. Parte de la terrible e infernal historia fue rescatada por el primer oficial Owen Chase y por los testimonios del entonces joven grumete Thomas Nicherson, sobrevivientes del "Essex". Están también las publicaciones de Jeremiah N. Reynolds quien dio un nombre al cachalote asesino, hasta entonces llamado Pocho por los habitantes de la zona de la tragedia: "Mocha Dick, o la Ballena Blanca del Pacífico".

Al menos tres obras maestras decimonónicas de la literatura universal se inspiraron en la aventura maldita del "Essex": "Moby Dick" de Herman Melville, "Las Aventuras de Arthur Gordon Pym" de Edgar Allan Poe, y la suerte de continuación de este último libro llamada "La esfinge de los hielos" de Julio Verne.

LA TRAGEDIA DEL "FOURNIER" Y SUS ECOS FANTASMAGÓRICOS

El "Fournier" es un caso controversial y trágico, sucedido en medio de una gran cuestión diplomática entre Chile y Argentina por la posesión del Canal Beagle.

El ARA "Fournier", buque dragaminas y rastreador de la Armada Argentina, zarpó desde Río Gallegos hacia Ushuaia en un supuesto viaje de rutina de septiembre de 1949. Sin embargo, sin solicitar autorización ni informar a la Armada de Chile, cambió de rumbo hacia el Oeste y se internó entre los canales fueguinos chilenos, en misión desconocida. Un error del Capitán de Corbeta Carlos Negri sumado a las malas condiciones climáticas, arrastró al "Fournier" hasta un arrecife que destruyó su casco de la nave durante la noche del 22 al 23 de septiembre, volteándola de campana y hundiéndose velozmente en Punta Cono, cerca de isla Dawson.

Unos 77 marinos argentinos tendrían una horrible y desesperante muerte, sin un solo sobreviviente, debiendo movilizarse ambos países -a pesar de la polémica circunstancia del accidente- para rescatar a los cadáveres y restos de la nave. Los pocos cuerpos congelados que aparecieron estaban oscurecidos, como quemados, a veces abrazados entre sí en un desesperado intento por darse calor. Los relojes de todos ellos quedaron detenidos en las 5:25 horas.

Fue tan traumática la experiencia en la zona que, según supimos por viejos magallánicos que conocieron el lugar, surgieron historias sobre lamentos y apariciones de almas en pena en la zona, como si los espíritus descarnados de los fallecidos hubiesen seguido pidiendo ayuda a los pescadores y marineros que pasaban por esas aguas, durante algún tiempo.

Muchos barcos encallaron olvidados en Magallanes, como la "Goleta Negra".

LA "GOLETA NEGRA", UNA NAVE MALDITA

Tomado por una barcaza maldita, en cuatro de los viajes de la "Goleta Negra" durante unos 40 años por el Beagle, protagonizó sucesos y calamidades atroces:

En el primero, apareció a la deriva y tripulada sólo por cadáveres, todos asesinados a puñaladas por algún traidor de la tripulación o en un asalto.

En el segundo, el capitán viajó con su esposa, pero él fue asesinado y ella desapareció tras encontrarse el barco encallado en una playa abandonada.

Ya en nuevas manos, tuvo lugar un motín de la tripulación justo en medio de una tempestad, obligando al capitán a repeler a los alzados y vigilarlos armados por cuatro días sin dormir, hasta llegar a puerto, donde la fatiga y la angustia lo enloquecieron, debiendo ser internado en un psiquiátrico.

Finalmente, estando a cargo del inglés Harry Colyn Harts que embarcó también a su familia, desapareció misteriosamente en el viaje su hija de sólo ocho años, sin saberse más de ella.

Conocida la mala fama de la goleta, cuando ésta encalló en el margen Norte del Canal Beagle nadie quiso reflotarla ni sacarla de su cautiverio, volviéndose hogar de lobos marinos y de gaviotas, y lugar de juegos para los niños mientras envejecía.

Pero le quedaba una tragedia más que desatar: un día en que los niños jugaban a tomar "posesión" de su arruinada cubierta, se inició una tormenta con fuertes vientos y el navío cayó hacia un costado de las rocas de su varamiento, rompiendo sus palos con estrépito y arrojando al mar bravo a los chiquillos, muriendo varios de ellos.

En los hechos históricos, se sabe que la "Goleta Negra" era el apodo del "Florence M. Munsié" de Fortunato Beban, hacia 1910, que tras años de operaciones viajando por la zona e incluso a Brasil, varó en Punta Golondrina del Beagle, con sus ruinas visibles desde el sector poblado hasta julio de 1940, cuando manos anónimas le prendieron fuego.

Muy poco se sabe de un misterioso barco chilote llamado "Gualtecas".

EL "GUALTECAS", UN BARCO CONDENADO POR EL "CALEUCHE"

El "Gualtecas", llamado también "Guaitecas", este extraño barco o barcaza de la que no se sabe ni se recuerda mucho, aparecía antaño en ciertos relatos sobre Chiloé como una enigmática presencia que pudo estar relacionada con brujos y con el propio "Caleuche".

Dice el poeta y escritor Miguel Serrano en "Ni por mar ni por tierra" que "Gualtecas" sería otro de los nombres que recibe el "Caleuche", versión que alguna vez escuchamos también en relatos populares de la Isla Grande. Sin embargo, para otros era un barco que quedó embrujado por enfrentar al "Caleuche", condenado a errar sin destino.

En su "Memorias y otras confidencias", Mariano Latorre, asegura haber escuchado en su época otra historia de un "Gualtecas", según la cual, una vez a fines de enero un lobo marino se apareció dando un giro en torno a una embarcación de ese nombre cuando estaba anclada en Quemchi y preparándose para zarpar. Al completar la vuelta, el lobo subió a la escalera y un cargador llamado Faustino lo espantó con un remo, pero el animal volvió a rodear la nave y saltar arriba. Entonces, el viejo contraalmirante corrió a detener al empleado, gritándole que era el "Caleuche" convertido en lobo marino. La consecuencia de molestarlo fue que el barco debió esperar meses sin zarpar, pues si lo hacía una maldición lo arrastraría a naufragio seguro.

Esta historia es interesante, pero otras hablaban también del "Gualtecas" como un navío maldito y con identidad propia, que vagaba en el sector de Melinka y las Islas Guaitecas.

Puede estar relacionado al recuerdo de las malvadas correrías del pirata Pedro Ñancúpel, oriundo de Chonchi, en la zona de la explotación del ciprés nativo de Guaitecas y en Chonos, hasta que fue capturado y ejecutado en 1888 en Castro. Sin embargo, la escasa mención del "Gualtecas" en la literatura y el aparente olvido en las tradiciones orales chilotas, impiden poder saber más de la miseriosa nave.

EL ESQUELETO DEL "ILLIMANI" EN ISLA MOCHA

El "Illimani" fue un vapor que naufragó casi nuevo en las costas de Isla Mocha, durante una tormenta por estas peligrosas vías marítimas, cuando cumplía un viaje entre Liverpool y Caldera.

El "Illimani" fue arrastrado a la marejada por la violencia de la marejada, el 18 de julio de 1879, y quedó encallado en la costa. No hubo muertes de pasajeros ni de tripulantes, y hasta alcanzó a rescatarse gran parte de su correspondencia, equipajes y cargas. Sin embargo, como quedó varado en una playa deteriorándose hasta quedar convertido sólo en un tenebroso esqueleto de barco, fue inevitable que surgieran en Isla Mocha algunas historias sobre supuestos sucesos y apariciones fantasmales entre sus ruinas.

Las leyendas quizás se debían a su interpretación entre los marinos que desafiaban aquellas aguas: la visión del barco encallado y mostrando sus costillas durante el tiempo que perduró allí, era una advertencia sobre los peligros de Isla Mocha, que tantos naufragios cobraría, como en el famoso caso del "Essex" y el ataque de un cachalote que dio inspiración al personaje literario de Moby Dick.

El "Jenny" habría sido una goleta atrapada entre los hielos.

EL "JENNY", EL BARCO CONGELADO EN LOS TÉMPANOS

Aunque discutido, el "Jenny" es uno de los casos más sorprendentes de la historia náutica de la Antártica, conocido como el de la goleta atrapada en los hielos.

El 22 de septiembre de 1840 (1860, según otras fuentes), la nave ballenera "Hope" iba al Sur del Cabo de Hornos por el Paso Drake persiguiendo un cetáceo hasta cazarlo, finalmente, cerca de las paredes de hielo de la Península Antártica.

Entonces, el Capitán Brighton y sus hombres divisaron una enorme pared de hielos que estaba desmoronándose en esos momentos con gran estruendo, a sólo 100 metros de ellos.

Inesperadamente, la tripulación comenzó a alborotarse al observar dentro de la gélida pared lo que parecía ser un navío destruido y atrapado en los hielos, de los que se desprendió en el derrumbe saliendo penosamente a flote a pesar del daño, ante el asombro de todos. Los hombres se aterraron suponiendo que era el "Holandés Errante", pero Brighton llamó a la calma y partió en un bote hasta la espeluznante goleta.

Al abordarla e inspeccionarla, encontraron un cadáver congelado y sentado en el camarote del capitán, aún con una pluma aún en la mano y sobre el cuaderno de bitácora. Revisando el libro, advirtieron que el navío se llamaba "Jenny", que había zarpado de Isla Wight en 1822 y que su última escala había sido en el Callao. El capitán había alcanzando a anotar que llevaban 71 días sin comida y que era, a la sazón, el único sobreviviente, con fecha 4 de mayo de 1823. Los tripulantes del "Hope" hicieron un funeral simbólico para el fallecido y su nave, y Brighton elevó un informe sobre la impresionante experiencia, entregando a la autoridad naval británica el cuaderno de bitácora del "Jenny".

El caso se hizo conocido después que la revista geográfica alemana "Globus" publicara un artículo en 1862 sobre el avistamiento del "Jenny", pero a falta de más pruebas concluyentes muchos lo consideran hoy como un testimonio no verificado y, por lo tanto, un caso dudoso, además de presentar cierto parecido "sospechoso" a la leyenda del barco fantasma "Octavius" de Groenlandia.

A pesar de ello, en homenaje y recuerdo del incidente, el UK Antarctic Place-Names Committee puso el nombre de Jenny Buttress a una pared de Isla Rey Jorge, en 1960.

Las calderas del "John Elder" aún se ven en Cabo Carranza.

EL "JOHN ELDER" Y LOS MONSTRUOS CUSTODIOS DE SU TESORO

En enero de 1892, tras una tormenta que lo arrastró hacia los bajos de la costa de Cabo Carranza de la Región del Maule, naufragó el barco vapor "John Elder", tal como lo había hecho trágicamente antes el "Cazador" en 1856, muy cerca de allí.

El nuevo desastre provocó una gran especulación sobre cuál era su carga, la que salpicó incluso al Presidente Jorge Montt al decretar la suspensión de cualquier traspaso de lo que llevara como carga el siniestrado navío, pues se creía que estaba sumergido con valiosísimas barras de oro y posiblemente de plata.

Sin embargo, una maldición hecha por sus dueños protegería este cargamento que era llevado desde Valparaíso a Liverpool, para que no caiga en manos ajenas.

El barco encallado fue siendo destruido por acción natural y por pescadores que retiraban partes de su material para usarlo en sus herramientas; hacia el cambio de siglo se instaló el Faro de Carranza para terminar con estos accidentes. Empero, su supuesto no podía ser recuperado por los locales.

Muchos buzos, pescadores y aventureros trataron de llegar a él, fracasando en todos los intentos por las más insólitas e inexplicables razones. La más frecuente es que, cada vez que se sumergía algún valiente hasta su lugar submarino, el mar cambiaba de súbito volviéndose agitado y hasta empeorando el clima, como su alguna misteriosa y malvada fuerza lo resguardara. Los pocos que se han atrevido a desafiar la marejada volvieron a la superficie casi asfixiados y contando historias aún más tétricas: vieron monstruos impensables custodiando los restos del "John Elder", como una criatura gigantesca parecida a un pulpo, de enormes tentáculos, ojos refulgentes y mandíbulas de pesadilla.

Recién en los años setenta, un intrigante grupo de buzos extranjeros realizó una operación de varios días, en la que los pescadores de la zona aseguran que se llevaron el famoso tesoro. Al desaparecer el oro y la plata, desaparecieron también los monstruos de otros planos y otros mundos.

Cuando la marea está baja, pueden verse las crestas de las calderas del "John Elder" entre la marejada, dos kilómetros al Norte de Caleta Loanco. Nadie más fue arrastrado al fondo marino por las bestias lovecraftianas que cuidan su secreto. Versiones modernas sobre estos restos, sin embargo, han intentado relacionarlos con supuestos submarinos de la Alemania Nazi llegados a costas chilenas, teoría bastante dudosa.

Antigua goleta europea, con el aspecto que pudo tener el "Kalache".

EL "KALACHE" Y LA IRA DE DIOS

El "Kalache" fue una goleta maldita que pasó por Chiloé en el siglo XVII, uno de los posibles orígenes del mito del "Caleuche", pues se recuerda que su tripulación era de corsarios practicantes de la hechicería. Fue llamado también "Calonche" y "Kalanche".

Capitaneado por el holandés Vincent van Eucht, pasó por el Archipiélago de Chiloé provocando temor entre sus habitantes cuando estacionó en Castro para abastecerse, siendo advertidos de que venía tripulado por peligrosos corsarios. Algunas tradiciones hablan de maldiciones sobre el navío, o bien de tropelías y saqueos cometidos por el mismo en algunas partes de la isla grande, y se comenta en la tradición de supuestas prácticas de hechicería que involucraban a Van Eucht y a su entorno, desatando fuerzas desconocidas sobre la nave y los lugares donde tocaba puerto.

La ira de Dios se desató luego que la comunidad de Castro, dirigida por un  sacerdote (Fray Juan Evangelista Olmedo, según algunas fuentes) realizara un Te Deum sobre la cubierta de tan diabólico e indigno navío. Así, después de zarpar con las mercaderías y abastecimientos, el "Kalache" naufragó misteriosamente en junio de 1614, despareciendo para siempre, pero dejando la huella de miedo entre los chilotes que varias veces más creyeron verlo de regreso y que nunca olvidaron las supuestas prácticas demoníacas que traían sus malvados tripulantes.

El navío "Leonora" es barco y fantasma.

EL FANTASMA ASESINO DE LA "LEONORA"

La "Leonora" fue un hermosa y decorada lancha velero de cuatro palos que operó en Magallanes, según relata Francisco Coloane al rescatar y contextualizar literariamente esta historia ("El último grumete de la Baquedano"), pero en el que, tras ser rescatado de un naufragio en unas rocas y rebajado a servir sólo como un pontón o bodega flotante por una compañía naviera, se aparecía una mujer fantasmagórica similar a la sirena que había en su mascarón de proa.

Según habitantes e investigadores de la región austral, al igual que sucede con el témpano errante de Kanasaka, el autor recogió una leyenda local y le dio forma en su obra, por lo que no sería tan ficticio. La hermosa mujer vestida de blanco, conocida como la Leonora e interpretada como el alma vengativa del propio navío o su mascarón, asesinaba a los marineros que se atrevían a trabajar en él, seduciéndolos por las noches, llevándolos con ella embelezados y arrojándolos por la borda.

La dotación del "Leonora" era de sólo un patrón y cuatro marineros, pero su mala fama era tal que sólo los valientes y los desesperados por empleo aceptaban trabajar en allí.

En su novela, Coloane da otra relación al mito del "Leonora", por testimonio de uno de sus personajes que habría estado trabajando en la lancha y que estuvo al borde de morir seducido en sueños por la cautivante mujer. Lo relaciona con el descubrimiento del cadáver de una tal Leonora Bruce, muerta en 1863 luego de que el navío cayera en manos de un sujeto truhán y asesino, y cuyos restos fueron hallados ocultos dentro del propio velero, detrás de un compartimento condenado.

El gigantesco "Lucerna" navega por océanos sin tiempo.

EL "LUCERNA", UN NAVÍO CON LA EXTENSIÓN DE TODA UNA VIDA

El "Lucerna" es un barco gigante y misterioso de Chiloé, rara vez visto sólo por algunos afortunados.

Es tan grande que tomaría toda una existencia humana recorrer su cubierta de popa a proa o viceversa: desde la infancia en el gateo, hasta la vejez con el bastón. Es decir, el "Lucerna" representa en su magnitud la vida, desde el nacimiento a la muerte. Es tan enorme que sus velas pueden estar bajo el Sol y bajo la Luna al mismo tiempo, pues tiene el tamaño del propio mundo, según anotan autores como Oreste Plath.

El "Lucerna" navega silencioso y desierto sobre los océanos del tiempo, por la eternidad, también como representando al mismo mundo y sus ciclos. Otras versiones más modernas relacionan al "Lucerna" con un transporte para brujos o muertos vivientes, además de llevar a su paso el cambio de las fases lunares creciente (vida) y menguante (muerte).

Imagen del "Marlborough" en Port Chalmers, Nueva Zelanda.

EL "MARLBOROUGH", EL BARCO DE LOS ESQUELETOS

El "Marlborough" fue un barco velero mercante lleno de esqueletos humanos visto en Magallanes, historia basada en caso real reportado hacia 1891 ó 1913 según las versiones, y que fue estudiado y difundido internacionalmente por el periodista e investigador Robert L. Ripley.

El "Marlborough" zarpó desde Lyttlelton con destino a Londres, pero se perdió todo rastro de él, desapareciendo y dándoselo por hundido en algún accidente. Sin embargo, el navío reapareció efímeramente después frente a Punta Arenas, a la deriva por el Estrecho de Magallanes, ocasión en la que los tripulantes del velero inglés "Johnston" abordaron la misteriosa nave encontrando sólo esqueletos en la rueda de mando, en el pañol, en el puente y en los dormitorios... Nada vivo quedaba en él.

Sin más remedio que abandonar la terrorífica nave, ésta continuó a la deriva hasta perderse por el Estrecho desapareciendo para siempre, al parecer durante una tormenta que siguió al encuentro, haciendo más oscuro su misterio. Desde entonces, el macabro navío errante sería recordado como "El Barco de los Esqueletos".

"Mytilus II" en recreación del programa "OVNI" (1999).

EL "MYTILUS II" Y LA LEYENDA DE ISLA FRIENDSHIP

El "Mytilus II" corresponde a un yate o lanchón usado por un extraño grupo de hombres altos, muy blancos y de pelo rubio liso, a veces vestidos de forma poco convencional, que navegan al Sur de Chiloé y el sector de las Islas Guaitecas capitaneados por un tal Alberto, llamando la atención de los pocos que logran verlo.

Sus dueños serían poseedores de tecnologías fantásticas que incluso han salvado la vida de algunos enfermos desahuciados (el mediático caso del ex comunicador Ernesto de la Fuente) o que han hecho demostraciones asombrosas de comunicación con otros mundos.

La misma nave estaría equipada también con estos avances insólitos para facilitar su navegación. Por esto, la leyenda de neofolklore legendario sobre el "Mytilys II" ha sido asociada a la presencia de supuestas bases extraterrestres en la Patagonia, a centros secretos de investigación científica avanzada, a pretendidas colonias ocultas de refugiados del III Reich en la zona y, muy especialmente, al famoso mito moderno de Isla Friendship, cuyos habitantes serían los operadores y dueños del extraño yate.

Aunque no se ha podido rastrear una nave formalmente llamada así en las inscripciones de la autoridad marítima local, existirían testimonios de personas confiables que aseguran haberla visto, incluyendo oficiales de puerto de la Armada de Chile.

El programa "OVNI" de TVN, conducido por Patricio Bañados, logró dar en 1999 con el testigo Alfonso Schulbach, funcionario del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) quien aseguraba haber visto un yate con ese nombre en Chiloé y que habría pertenecido a su institución, agregando que fue rematado en 1975 y comprado por unos italianos.

Curiosamente, Mariano Latorre comentaba que, en su época, había escuchado historias curiosas en Chiloé sobre la presencia de personas rubias y de aspecto de Europa septentrional, suponiendo que podrían ser descendientes de marinos holandeses.

LA "NOVIA" Y ALMA EN PENA

Los restos de un viejo barco fantasma en el sector de Caleta Infiernillo, en Talcahuano, recibieron el nombre del navío la "Novia", por razones nada gratuitas.

El barco, cuyo nombre oficial nadie recuerda, había quedado abandonado allí destruyéndose por la corrosión y el envejecimiento. Sin embargo, el apodo derivó de un hecho espeluznante: los pescadores y visitantes de la caleta varias veces aseguraron ver la figura de una mujer vestida como novia sobre el solitario barco anclado, llorando y gimiendo cual si fuese el alma del propio navío abandonado, lamentándose en el olvido. Incluso, la vieron descender a la playa en algunas ocasiones, donde continuaba con su extraño y doloroso rito de sufrimiento.

Un día de aquellos, ya dañado su casco por la fatiga, la nave comenzó a hacer aguas y se hundió. Al desaparecer la "Novia", desapareció también su fantasma, pero quedó la leyenda del misterioso barco así llamado.

El "Oriflama" varado en 1770 en el Maule.

EL "ORIFLAMA", EL SINIESTRO BARCO DE LOS MUERTOS Y LOS AGONIZANTES

El "Oriflama", fue un velero francés capturado por los ingleses y luego adquirido por la naviera Ustáriz de España, encontrado alguna vez lleno de agónicos o de muertos; terrorífico y condenado, está asociado también a las historias de un tesoro perdido.

Apodado "Barco de los Agonizantes", "Barco de los Muertos" y "Cementerio flotante", se cuenta que, tras salir de Cádiz con 300 tripulantes y pasajeros en 1770, capitaneado por José Antonio Alzaga y el piloto Manuel de Buenechea, una extraña y mortal epidemia atacó a su gente al entrar al Pacífico.

La tarde del 23 de junio fue avistado por el velero "Gallardo" de camino a Valparaíso, y su Capitán Juan Esteban Ezpeleta saludó de un cañonazo a su amigo Alzaga sin recibir respuesta del "Oriflama". Intrigado, ordenó seguir al silencioso navío que, aunque iba con sólo una vela izada, se perdió en la noche. Pudo encontrarlo solo al día siguiente, ya en las costas de Constitución, abordándolo con sus hombres en un bote.

Lo que presenciaron en cubierta fue dantesco: sólo quedaban 106 personas, unas muertas y otras enfermas, y apenas 30 de ellas podían estar de pie, débiles, delirantes y casi incapaces de explicar lo sucedido. Uno de los marineros había trepado intentado encender una faro del mástil el día anterior, pero cayó al agua agotado antes de lograrlo, según se enteraron. Una versión dice que Alzaga estaba entre ellos, pidiendo auxilio. Ezpeleta regresó al "Gallardo" y ordenó bajar cuatro botes con 40 hombres para rescatar a los agónicos. Sin embargo, cuando estaban en esto empeoró el clima y debieron postergar la maniobra.

Cayó la noche y cuando se preparaban para reiniciar el rescate, ante el estupor de todos, súbitamente en la distancia el "Oriflama" subió todas sus velas, encendió todas sus luces de navegación incluidas las más altas, y comenzó a alejarse veloz de los aterrados tripulantes del "Gallardo", como poseso de una fuerza desconocida en su cubierta donde no se veía un alma en pie.

El "Gallardo" trató de darle alcance al día siguiente, pero fue imposible, perdiéndolo de vista el 26 frente a río Huenchullami.

Desde entonces, muchos han asegurado ver al fantasmagórico "Oriflama" navegando con todas sus luces, a veces emitiendo lamentos y gritos de sufrimiento de su invisible tripulación, en zonas de Navidad a Constitución e incluso tratando de entrar a puerto Valparaíso, sin anclar.

La historia confirma que el "Oriflama" naufragó en la desembocadura del río Maule, desatándose un gran esfuerzo de las autoridades coloniales por recuperar su valioso cargamento entre 1771 y 1772, sin resultados. Esto dio origen a nuevas búsquedas de su perdido tesoro en nuestro tiempo, no exentas de controversia por hallazgos de 2011, y a la constitución de la Oriflama S.A. para realizar proyectos culturales y de investigación sobre el navío.

EL "ORIÓN", OTRO BARCO QUE ENFRENTÓ AL "CALEUCHE"

Parecida a la situación que habría vivido el "Gualtecas", también en Chiloé y que vimos ya, se supone que fue la de un barco ballenero maldito tras un encuentro con el "Caleuche", llamado "Orión". Una versión de esta historia fue rescatada por Antonio Acevedo Hernández en "Leyendas de Chile".

El "Orión" era capitaneado por Adrián García, veterano ya cerca del retiro quien, tras atravesar el Estrecho de Magallanes, iba hacia Ancud a buscar a su hija Margarita, al cuidado de su criada mapuche. Sólo debía detenerse en Valdivia, donde Miguel Barra, el segundo del barco, iba a casarse con su bella novia. Una vez en Ancud todos pidieron bajar, pero García encargó a Barra impedir que subieran licores. También rogó al muchacho Pedro Flores, de su confianza, alejara del puerto a todos tanto como fuera posible, para meter discretamente a Margarita sin que lo advirtieran. Así logró embarcarla, pidiéndole a la chica que jamás saliera de su recámara: "Mis marineros son grotescos y malos", le advirtió.

Una noche, se improvisó una gran fiesta con cantos de marineros en cubierta, todos pidiendo alcohol mientras Barra intentaba mantener los ánimos calmos. El viejo Guillermo, antiguo piloto, recordó a todos que frente a las rompientes donde navegaban se aparecía el "Caleuche", un "barco de fuego" cuyo capitán y piloto "eran demonios", advertencia que nadie tomó en serio. Entonces, uno de los enfiestados, Alberto Trincado, robó botellas de vino desde la bodega del Capitán y se armó una pelea, terminando atado y golpeado Barra mientras los demás bebían. Al aparecer después el capitán pidiendo explicaciones, también acabó atado junto a Barra y siguió la fiesta.

Su hija escuchó la escaramuza y, sin resistir más, salió desde su recámara a tratar de ayudar a su padre. Al descubrir su presencia, los borrachos comenzaron a aproximársele decididos a violentarla...

Estaban al borde de cometer su fechoría, cuando, ante el terror de todos, se les aparecería el luminoso "Caleuche" precisamente en las rompientes y desatando una tormenta, obligando a los rufianes a tratar de navegar en sentido inverso y soltar a los dos cautivos para reestablecer el orden. García aprovechó de buscar a tientas a su hija, entre la oscuridad, suponiendo que iban a naufragar atacados por la maldición del "Caleuche".

Tras una espeluznante noche acosados por la pesadilla de los mares chilotes, lograron zafarse de su sino de desgracia y todos los hombres pidieron perdón al cielo por su comportamiento. Leyendas chilotas antiguas hablaron mucho tiempo más, desde entonces, de un "Orión" que quedó condenado al infortunio, a atraer al "Caleuche" por un arranque de maldad de su propia tripulación.

DELIRIO Y MUERTE EN EL "RITA"

En su momento, el caso del "Rita" parece haber sido tomado como una extraña posesión de locura en la tripulación del navío, delirio colectivo que los llevó a la desgracia, aunque hoy es realmente un desafío poder encontrar información sobre el oscuro incidente.

La nave de carga "Rita" tenía bandera guatemalteca e iba capitaneada por Antonio Dañino cuando salió del puerto de San Antonio a Iquique, llevando una carga de cebada. Sin embargo, a pocas horas de partir y por razones que se desconocen, cuando iba hacia Coquimbo a la altura de Punta Lengua de Vaca, la tripulación cayó en una especie de frenesí de violencia criminal, amotinándose y dando brutal muerte al capitán el día 3 de marzo de 1874. Asesinaron también al piloto y a un marinero que trató de restaurar la cordura.

La nave quedó a la deriva y comenzó a orillarse antes de acabar destruida en el borde costero, mientras los amotinados huían en botes hasta las playas luego de tan inexplicable comportamiento. Existe muy poca información sobre qué sucedió después con los sujetos que fueron presas de esta violenta fiebre de mar, no sabiéndose tampoco si se quedaron viviendo en la zona.

El "Sakarah" oculta con celo su tesoro, escondido en el fondo marino.

EL "SAKARAH" Y SU EXTRAÑA PROTECCIÓN DE UN TESORO PERDIDO

La leyenda del vapor alemán "Sakarah" es una de las más intrigantes sobre barcos con tesoros perdidos, pues tiene una propiedad extraña que lo hace capaz de aparecer, desaparecer y ocultarse de los investigadores que se aventuran en su tumba submarina, guardando celosamente su secreto y su fortuna.

Muchos han asegurado verlo en su cautiverio oceánico, pero sin lograr arrebatarle su premio; otros lo buscaron toda la vida y jamás dieron con él.

La historia ha sido abordada por investigadores como César Sánchez: en el invierno de 1902, tras zarpar de Antofagasta hacia Europa, el "Sakarah" de la compañía germana de vapores Kosmos naufragó durante un temporal en Punta Norte de la isla Guamblin, en Aysén. En sus bodegas iban 12.000 toneladas de cobre, 2.000 de plata y un millón de libras esterlinas en barras de oro. Inspecciones en el lugar confirmaron que el barco estaba a sólo 10 metros de profundidad, pero al borde de una pendiente hacia una profunda fosa oceánica.

En 1905, un expedicionario de apellido Pesce logró rescatar cerca de 15 mil libras de la valiosa carga, pero a un caro costo: dos integrantes del equipo de buzos murieron en las operaciones. Comenzó a cundir la creencia de que el "Sakarah" no soltaría con facilidad su tesoro, y se encargó de demostrarlo en una segunda expedición de 1907, en la que, intentando abrir su casco con dinamita, la explosión hizo caer al barco varios metros más hacia el fondo, perdiéndose otra vez.

En 1917, ya localizado, una sociedad formada por Max Jensen, Luis Ahnfelt y Carl Sundt organizó su propia expedición de casi 30 miembros, alquilando la barca "Melipulli" y el vapor "Chacao", logrando rescatar varias barras de oro que Jensen llevó hasta Puerto Montt, donde las vendió. Sin embargo, la negativa del "Sakarah" volvió a hacerse clara, cuando dinamitaron el casco y las explosiones empujaron al navío hasta lo profundo del abismo, perdiéndose otra vez en la oscuridad submarina.

Nunca más se vio hasta el año 2012, cuando el chatarrero chilote Carlos Trujillo aseguró haber obtenido de unos buzos los restos de claraboyas, fierros y proyectiles pertenecientes al "Sakarah", llamando la atención de los medios e incluso de la National Geographic. Sin embargo, jamás pudo demostrar que pertenecían al perdido navío, ni la ubicación precisa en que habían sido encontrado.

EL "SAN TELMO", DESAPARECIDO ENTRE HIELOS

El "San Telmo" perteneció a la Real Armada Española y había sido construido en los Reales Astilleros de Esteiro en Ferrol, en 1788-1789, con planos del ingeniero naval Romero de Landa. Con un equipo de artillería de 74 cañones y 52 metros de eslora, el navío de línea había sido enviado con una flota desde España hasta Perú y Ecuador para repeler las revueltas independentistas que había comenzado a amenazar a la administración española en el puerto del Callao, Zarparon el 11 de mayo de 1819 al mando del Capitán Joaquín de Toledo. El resto de la flota lo constituían el navío "Alejandro I", el transporte "Primorosa Mariana" y la fragata "Prueba", comandados por el brigadier Rosendo Porlier.

La expedición estuvo acosada por el fracaso desde el inicio, por el pésimo estado de la flota y la falta de recursos. Algo intuía Porlier, al escribir a un amigo antes de dejar el puerto: "Adiós Francisquito, probablemente hasta la eternidad". El viejo "Alejandro I" presentó problemas desde el zarpe y, finalmente, debió devolverse cuando aún estaba en aguas atlánticas, mientras que el "San Telmo" mostró averías en el timón antes de perderse para siempre.

Con 644 tripulantes entre marineros, soldados e infantería naval, el "San Telmo" se encontraba en tal misión en septiembre de ese año, cuando desapareció intentando cruzar el Cabo de Hornos. Lo arrastraron las malas condiciones climáticas y las corrientes hacia la Antártica. Porlier se enteró de que la última posición conocida del "San Telmo" había sido en la latitud 62º sur y longitud 70º oeste de acuerdo a la bitácora del "Primorosa Mariana", desde donde lo observaron siendo literalmente tragado por las aguas alrededor de la Península Antártica.

Nunca más se supo del trágico y condenado navío o de sus desgraciados hombres.

Hubo varios intentos por conocer de la suerte del "San Telmo" y sus hombres, partiendo por expediciones británicas de 1820-1822, observando que sus restos podían corresponder a unos hallados en la costa Norte de la Isla Livingston, algo no confirmado. Se cree que algunos tripulantes podrían haber sobrevivido un tiempo en el continente blanco (además de ser el primer desembarco humano en el mismo), antes de perecer. Se han detectado en tiempos más modernos, además, restos de un naufragio que también podría pertenecer al del navío, pero no se ha podido precisar de forma concluyente.

Por las características que rondan este caso en el historial de naufragios del Cabo de Hornos, el "San Telmo" se convirtió en uno de los más grandes enigmas históricos de la armada española y uno de los mayores misterios de la navegación en el traicionero Paso Drake o Mar de Hoces.

LA EXTRAÑA DESAPARICIÓN DEL "SANTA FE"

El "Santa Fe" fue un navío mercante de cargas metaleras quizás constituya la desaparición más extraña de la navegación civil chilena contemporánea, por no haber dejado ni un sólo vestigio de la tragedia que lo hundió en los sesenta, supuestamente en la proximidad de la Isla Guamblin, donde ya vimos que, a principios del siglo XX, se hundió el "Sakarah" con un supuesto gran tesoro oculto que sólo logró ser recuperado en una pequeña fracción.

Al mando del experimentado Capitán Fernando Silva Cárcamo, el "Santa Fe" iba con 33 tripulantes y dos cadetes de la Escuela Naval en práctica. Llevaba un cargamento de hierro desde Coquimbo hacia la localidad argentina de San Nicolás. Sin embargo, el 13 de agosto de 1967, tras reportar por radio su paso por isla Guamblin en medio de un temporal, jamás llegó a la proximidad del Faro Evangelistas en la boca occidental del Estrecho.

La investigación no pudo encontrar nada: ningún resto del barco, a pesar de la gran cantidad de material que suelen dejar los naufragios de los mercantes. La Compañía Chilena de Navegación Interoceánica (CCNI) también informó que el navío tenía un radio regular, un radio de emergencia, sistemas de radiotelefonía y botes salvavidas también equipados con radios automáticas de localización y señal SOS, con la certificación internacional Lloyd Register Of Shipping vigente. Todo falló simultáneamente, entonces, o algo aún más siniestro que hizo desaparecer al "Santa Fe" inutilizó de inmediato sus equipos sin dar tiempo de reacción a sus tripulantes.

Jamás pudo establecerse qué sucedió con el navío ni recuperar algún fragmento que permitiese establecer el lugar preciso de su misterioso naufragio en la costa de los canales australes.

El intrigante caso ha sido abordado y comentado por Carlos Muñoz Brito y Raúl Núñez Gálvez, del Instituto de Investigaciones y Estudios Exobiológicos de Chile-España (IIEE).

EL "SANTIAGUILLO" Y SU TRIPULACIÓN VIGILANDO ETERNAMENTE UNA FORTUNA

El "Santiaguillo" era una carabela pequeña, traída en los tiempos del Descubrimiento y Conquista, cuya legendaria desgracia en las costas del Choapa en el siglo XVI, lo convirtió en otro de los barcos fantasmas que aparecen y reaparecen por los testimonios de los hombres de mar.

El "Santiaguillo" zarpó desde el puerto peruano del Callao con un fastuoso tesoro en oro, plata, gemas y joyas que había pertenecido a Atahualpa, recalando en el puerto chileno de Los Vilos, donde debía dejar parte del valioso botín. Sin embargo, por razones que la leyenda no aclara, uno de sus botes acabó naufragando trágicamente, muriendo todos los tripulantes que juraron custodiar este tesoro. Era, precisamente, el bote que llevaba la carga de riqueza del "Santiaguillo" hasta la orilla.

Desde entonces, muchos habitantes, pescadores y mariscadores de la zona aseguraron ver una oscura embarcación cargada de los fantasmas de aquellos marineros, navegando frente a Los Vilos: es el "Santiaguillo" y su tripulación fallecida en aquel accidente, condenados a vigilar por siempre aquel tesoro que se perdió entre los bancos de arena en las orillas de las playas del lugar, hasta que alguien lo rescate.

Como todas las leyendas, esta también tiene algo de realidad en sus raíces: la historia sí verifica un famoso navío "Santiaguillo" recalando en Los Vilos en mayo de 1536, asistiendo al adelantado Diego de Almagro en su expedición por el actual territorio chileno.

EL "SANTONA" Y LA SIRENA DE PIEDRA EN MATANZAS

Suponemos que el "Santona" debe ser el barco anónimo al que se refieren algunas reseñas sobre la leyenda de la Roca de la Sirena Encantada de Matanzas, al Sur de San Antonio y de la salida del Río Rapel.

Según la versión que conocemos, hacia fines del siglo XIX llegó a la caleta de Matanzas un navío europeo, cuyo capitán de ojos azules quedó muy enamorado de una hermosa residente local llamada Isabel, a quien todos los hombres pretendían y cortejaban, sin lograr su interés. Entregados a su amor, el capitán prometió desposarla y zarpar con ella, pero uno de los residentes del pueblo que había sentido el despecho de la muchacha, envidioso y vengativo recurrió a una temida bruja de la zona para pedirle destruir aquella relación. La hechicera convirtió a la mujer en roca, y tomó forma de sirena quedando petrificada en la playa, mirando hacia el infinito. Es la llamada Roca de la Sirena Encantada que allí existe, junto a la Playa del Padre, esperando el regreso de su amado.

La escasa información disponible en internet y la mención rauda que se hace de la leyenda en trabajos como el de Ascencio Ronda ("Leyendas de la Provincia de San Antonio"), cuentan la historia sólo hasta este punto, pero una tradición oral que conocemos agregaba que el entristecido capitán, creyendo que Isabel lo había rechazado, zarpó en su barco y, absorto en su pena, no vio unas rocas de la orilla y naufragó, ahogándose con sus hombres.

La leyenda de la sirena de las rocas agrega que Isabel se vuelve de carne y hueso por las noches, paseando por la playa o la marejada, y ayudando a los marinos en los naufragios que ocurren por la zona, esperanzada en que uno de ellos sea, algún día, su amado capitán.

En los registros de naufragios sucedidos en Matanzas, hay uno que parece coincidir con ciertos detalles de la leyenda: el "Santona", barca inglesa de 855 toneladas, construida en Glasgow, que trabajaba para la firma Hambrock & Merlet bajo mando del Capitán Mc Lead. Anclada en Matanzas, esperaba una carga de trigo para Inglaterra, pero un temporal cortó sus amarras y se fue a pique el 25 de octubre de 1891 por el sector Palmilla, muriendo todos sus 16 tripulantes incluido el capitán, y salvándose sólo dos marineros.

LAS CAMPANADAS SUBMARINAS DEL "SCHILLER"

El "Schiller" fue un navío de transporte relacionado con la popular historia de una valiosa campana sumergida en Ancud. La historia ha sido abordada por Renato Cárdenas, entre otros.

Hacia inicios del siglo XX, el Obispo Francisco de Paula Solar hizo traer desde Alemania una enorme y artística campana de bronce que iba a sonar en la torre de la nueva iglesia, que estaba próxima a ser reinaugurada en una versión más sólida y moderna que la anterior. El barco encargado de traer la pieza fue el velero "Schiller", pero justo en el día en que debía tocar puerto en Ancud, una enorme tormenta lo comenzó a sacudir frente a la costa hasta hundirlo, minutos durante los cuales la campana sonó casi desesperada, como pidiendo auxilio, motivando los rezos del Obispo y de la comunidad agolpada en la línea de costa. Pero fue inútil: a la vista de todos, el "Schiller" se fue a pique ya en horas nocturnas.

La pérdida de la campana fue tomada como una tragedia, que nunca sería olvidada por los habitantes de la localidad chilota. Sin embargo, en horas de la mañana comenzaron a oír otra vez campanazos, despertado y corriendo a la playa con la esperanza de que hubiese sido recuperada. No era real, y los sonidos provenían de algún misterioso sitio. Desde entonces, algo extraño comenzó a suceder frente a Ancud: cada vez que volvía a producirse una gran tormenta con vientos, truenos y marejadas, sonaba otra vez el misterioso tañer de la campana invisible del "Schiller", como recordando aquel fatídica tempestad que la hundió.

Autores locales como Antonio Bórquez Solar, contemporáneo a la época, sugieren la idea de que su sonido sale desde desde las profundidades del océano, donde está con el "Schiller", como un perpetuo lamento de agonía.

LA BARCA DE "TEMPIKAHUE" PARA EL VIAJE AL MÁS ALLÁ

Otro aporte del Archipiélago de Chiloé a las tradiciones de navíos fantasmales, es la barca o balsa de "Trempilkahue" o "Tempilkahue", descrita a veces como un gran bote, una canoa a remos o una barcaza, que navega visible o invisible entre el mundo de los vivos y los muertos.

El nombre se lo da su balsero, dueño y conductor: Tempilkahue, que en tradiciones de origen huilliche en la localidad de Cucao, correspondería a un enviado del más allá conocido como el Barquero de las Almas o de las Ánimas. Es un hombre de carácter irascible y a veces agresivo, que a cambio de una paga llevaría desde la costa chilota hasta los reinos de los muertos al alma ("am") de un fallecido, cobrando más si éste va con animales como perros, gatos, ovejas o caballos que le pertenecieron en vida o que hayan muerto con él. Otras versiones más modernas enredan el mito con la entrega del fallecido a sirenas o a la tripulación del "Caleuche", pero originalmente los conducía hasta un mítico destino, perdiéndose en el mar.

Un atracadero construido en Punta Pirulil cerca de Rahue, conocido como el Muelle del Alma o Muelle de Ánimas (Kuy-Kuy Tempilkahue), señala el lugar en donde se suponía que pasaba la barca a buscar a los fallecidos.

El origen de la leyenda parece derivar de una fusión entre las tradiciones indígenas de las cuatro ballenas Trempulcahue mapuches, de las costas enfrente de Isla Mocha, que llevan a los muertos hasta el reino espiritual de sus ancestros, y en el mito del mundo clásico de Caronte, el barquero de Hades de la mitología griega, que guiaba a los difuntos en su camino y por una paga (de ahí la antigua costumbre de dejar monedas en los muertos).

Nave pirata, como pudo ser el "Trinidad". Fuente: Ligasmayores.bligoo.com.

EL HORROROSO AZOTE DE LOS PIRATAS DEL "TRINIDAD" EN LAS COSTAS COQUIMBANAS

Originalmente se llamaba "Santísima Trinidad", hasta que fue capturado en el Istmo de Panamá por el pirata inglés Bartholomew Sharp, saqueador despiadado de la ciudad de La Serena que, curiosamente, fuera fundada como San Bartolomé de La Serena, con el mismo patronato del nombre del bucanero, como lo hizo notar alguna vez don Domingo Amunátegui.

Tras rebautizar "Trinity" al gran barco velero y convertirlo en su nave insignia, con él atacó la ciudad. Sharp llegó con sus 150 hombres a invadir el puerto de Coquimbo el 13 de diciembre de 1680, y al día siguiente La Serena. Pudo tomarla casi sin problemas, pues la defensa colonial de la misma no se encontraba presente al momento de su arribo, desplazada hacia el Sur en un error estratégico por concentrar las defensas en Valparaíso y Concepción.

Los piratas robaron todos los pertrechos y alimentos que encontraron, tomaron rehenes, asesinaron a ciudadanos inocentes y exigieron un exagerado pago de 95.000 reales por liberar a los prisioneros, que al ser imposible de cubrir por los serenenses sirvió de excusa para encender fuego a varios edificios, casas e iglesias, mientras los habitantes huían a los campos interiores. Tras complacer su rapacidad criminal, Sharp y su botín partieron hacia el archipiélago Juan Fernández, para seguir con sus tropelías.

Dejó tal trauma en La Serena y Coquimbo que, según se recordaba en la región, algunos creían ver el espejismo de su infame y pavorosa nave regresando a las costas después de su ataque, causando pánico por bastantes años más después de su incursión.

El "Trinidad" pasó a ser sinónimo de espanto y de horror en aquellas costas, y de su malvada aventura en ellas también quedó instalado el dicho popular "¡Llegó Sharp a Coquimbo!", corrompido en "¡Llegó charqui a Coquimbo!", para referirse a la llegada de un indeseable a algún lugar o una visita tan desagradable como inesperada.

EL "UNICORN" Y SU TESORO MORTALMENTE MALDITO

El "Unicorn" es otro barco maldito, empapado de muerte y desgracia por desafiar la maldición pirata que parece rondar al mítico tesoro perdido de Juan Fernández, y que se atribuye al corsario Francis Drake, al marino  Juan Esteban Ubilla y Echeverría o al Almirante George Anson, según cada interpretación del mito.

Cuenta la historia que, enviado por este último en el barco mercante "Unicorn", el contador del gobierno británico Cornelius Webb zarpó en 1760, llegando al año siguiente a las islas. Su misión era recuperar el célebre tesoro perdido que allí estaría enterrado, según creía Anson escondido por Ubilla y Echeverría, de acuerdo a lo que él mismo le habría alcanzado a informar antes de morir en un naufragio.

Pero el tesoro estaba maldito, y no tardó en desatar su sino trágico sobre el "Unicorn": tras rescatarlo de isla Robinson Crusoe, una tormenta rompió el palo mayor del navío impidiendo su buena navegación. Webb se vio en necesidad de obligar a su hombres a sepultarlo otra vez, hasta que fuera reparado el navío en Valparaíso, orden que ejecutaron de mala gana. No tardaron en organizar un motín, al que Webb reaccionó incendiando el barco y escapando solo en un bote. Los infelices perecieron todos con su parte del secreto, horrorosamente quemados, y Webb llegó remando tras dos días hasta Horcón con sólo una parte de la fortuna en monedas de oro, decidido a informar a la brevedad al Almirante Anson de lo sucedido y retornar.

Sin embargo, la maldición pirata que pesó sobre el "Unicorn" no cesaba: sin saberlo, mientras insistía por meses con su correspondencia, Anson ya había fallecido en 1762... Y para no dejar dudas, la leyenda asegura que Webb había contraído malaria en su oscura aventura, falleciendo después en Valparaíso sin poder regresar a su patria.

Una leyenda derivada contaba que Webb enterró parte de lo que trajo del tesoro en la playa de Horcón: pues resulta que, en 1948, don Luis Cousiño Sebire y su esposa Cristina Lyon, dueños de la caleta y de varios territorios alrededor, encontraron durante un paseo en la playa una caja de plomo con un rayado a punta de cuchillo que decía "Unicorn", supuestamente llena de monedas de oro.

Cousiño formó sociedad con Peter Scottie, Benjamín Lyon y el Conde Jorge di Giorgio para intentar buscar el tesoro del barco, pero nunca pudieron dar con él.

EL "VELERO DE LAS SIRENAS", LA PERDICIÓN DE LOS HOMBRES

El "Velero de las Sirenas" es una leyenda ya en evidente retirada, que se contaba por el sector de lagos en torno al Llanquihue, la zona del estuario de Reloncaví y las costas continentales frente a Chiloé.

Muy parecido al caso del "Barco del Amor", este mito (que claramente es un sincretismo adoptando y adaptando mitología clásica europea), rara vez referido en la literatura, hablaba de una barcaza o velero que iba lleno de sirenas en las noches de Luna, atrayendo a los hombres con su canto y, con ello, muy probablemente también a su perdición. Como se aparece en ensenadas pero también en lagos del Sur del país, es quizás el único barco mitológico de Chile que realizaba correrías lacustres.

Una de las pocas menciones que pueden encontrarse para esta leyenda en libros sobre folklore o costumbrismo, es la de Inés Dölz-Blackburn, en nota a pie de página de "Los romances tradicionales chilenos: temática y técnica".

EL ENIGMÁTICO VAPOR "VIÑA DEL MAR"

El vapor "Viña del Mar" originalmente fue llamado "Andorinha". Había sido armado en Escocia cerca del año 1911 por la Caledon Shipbuilding & Engineering Co. Fue propiedad de la compañía inglesa con el mismo nombre de la nave, pero pasó en 1920 a la línea Yeoward y, pocos años después, a la Pacific Steam Navigation Co., que lo rebautizó "Champerico". Se ha dicho que, siendo aún el "Andorihna", este barco de paseos para pasajeros y transporte de cargas se vio involucrado en un caso policial que inspiró un relato de la escritora Agatha Christie durante su estadía en islas Canarias, sobre una mujer asesinada durante un viaje. En 1934 fue traspasado a la firma Torres & Ward de Valparaíso, recibiendo así el nombre de "Viña del Mar", siendo vendido después a la Empresa de Ferrocarriles del Estado.

La enorme nave continuó sirviendo como una suerte de crucero turístico hasta 1960, cuando cesó operaciones. Fue trasladado a Puerto Chacabuco durante el año siguiente para usarse como barrera de costa, pero un temporal veraniego de 1963 lo arrojó a la orilla, quedando varado y oxidándose en una playa de Puerto Aysén, parcialmente desmantelado.

Sin embargo, los lugareños más viejos contaban que, desde poco después de su desastre, pudo ser visto accidentalmente algunas veces entre los fiordos, apareciéndose supuestamente como nave a la deriva casi enfrente de Puerto Aysén y de la desembocadura del río, cerca del lugar de su naufragio. Por las noches sonaba su cubierta como si aún hubiese actividad y tripulación en él, aunque otros creen que es sólo la imaginación excitada por la tan imponente figura del vapor sobre las arenas de la orilla, especialmente entre los niños.

LA MALDICIÓN DEL "WAGER" Y LA ODISEA DEL ABUELO DE LORD BYRON

La historia de la fragata inglesa HMS "Wager", del siglo XVIII, es otro caso de un barco que parece tocado por alguna maldición, y en donde la aventura termina muy mal.

Su viaje comenzó como parte de la flota que George Anson dirigía para ir bombardear Valdivia, en 1740. Ya viejo en aquella época, el "Wager" transportaba 142 pasajeros entre tripulantes e infantes de marina, cargados de armas, pertrechos y el infaltable alcohol.

Sin embargo, esta expedición estaba condenada desde que zarpó, iniciándose una plaga o quizás una ola de escorbuto que alcanzó también al capitán Anson, quien sería reemplazado por  David Cheap. La angustia y el pánico se apoderaron de los hombres aún sanos y el "Wager" debió separarse del grupo al romperse uno de sus palos y retrasarse en el Cabo de Hornos. Para peor, Cheap también enfermó y quedó postrado en su cuarto. Sólo 12 hombres quedaban aptos para seguir navegando según le informaron el segundo Robert Baynes y del oficial artillero John Bulkeley.

Desgraciadamente, desoyendo sugerencias de estos dos hombres, Cheap decidió navegar cerca de costa para ir a  Isla Nuestra Señora del Socorro (hoy Guamblin) y una tormenta arrojó al barco varándolo en el archipiélago Guayaneco, en el Golfo de Penas, el 14 de marzo de 1741. Los sobrevivientes se refugiaron en una isla, pero la fiebre de mar ya se había apoderado de los marineros: dirigidos por el artillero Bulkeley, asaltaron las licoreras, se emborracharon, robaron las ropas de los oficiales y comenzaron su fiesta de violencia, en la que Cheap llegó a disparar a la cara de uno de los amotinados, de apellido Cozens, provocándole una horrible agonía de diez días. La disputa tenía dividido al campamento en dos, el más violento liderado por el contramaestre John King, quien llegó a disparar un cañonazo contra el grupo de Cheap.

No tardaron en comenzar a morir de hambre recurriendo al canibalismo y la necrofagia, intentando sobrevivir a los fríos extremos de las noches. Tomaron la decisión de mejorar los barcos menores que tenían (una lancha, un cúter y dos pequeños botes) con los restos del "Wager" y salir en ellos desde este sitio de muerte.

La tragedia siguió acompañándolos: la violencia del mar los separó, y los guardiamarinas John Byron (abuelo de Lord Byron) y Alexander Cambell con su grupo, pudieron encontrarse recién al día siguiente con la barca de Cheap, mientras que la de Bulkeley perdió a 9 de sus hombres cuando bajaron a tierra a buscar agua y el bote fue arrastrado por las corrientes, aunque fue acusado también de abandonarlos porque no alcanzaban los alimentos.

Este grupo viajó al Estrecho y la costa Atlántica hasta Brasil. El otro, ayudado por indígenas de la zona, logró salir de este infierno luego que Creap, ya sin el marinero Bosman (fallecido de hambre) ni el cirujano Elliot (enfermo hasta morir), quedara sólo con los dos guardiamarinas y su oficial Hamilton, con los que logró llegar a Chiloé en 1742, donde fueron detenidos por españoles, y más tarde enviados a Inglaterra.

Cambell escribió sus memorias sobre esta tragedia del "Wager" en 1747, mientras que Byron hizo lo propio en 1768. A su vez, este libro inspiró la novela "The Unknown Shore", de Patrick O'Brian.

La costa insular donde encalló el barco, es llamada actualmente isla Wager, en recuerdo de este sombrío episodio.

El "Wateree" varado. Archivo del U.S. Naval Historical Center Photograph.

LAS CALDERAS FANTASMAS DEL "WATEREE" EN ARICA

El "Wateree" fue un vapor de rueda naufragado en el terremoto de Arica de 1868, en cuyas calderas abandonadas alguna vez se  oían quejidos fantasmales y ruidos extraños como de máquinas o de sirenas navieras.

El USS "Wateree" pertenecía a la Armada de los Estados Unidos y tenía pocos años de funciones cuando varó a Norte de la ciudad de Arica, entonces peruana, arrojado el maremoto que siguió al gran sismo. Un nuevo terremoto con tsunami lo arrastró en 1877 hasta Playa Las Machas, destruyéndolo casi por completo.

Con el tiempo, los robos de material y la corrosión, sólo quedaron los restos de su caldera que aún pueden observarse, alguna vez trasladados hasta la ex Isla Alacrán y después regresados al sector de Playa Chinchorro, también declarándoselo Monumento Histórico Nacional.

Hubo, antaño, supuestas historias de sonidos extraños que provenían de la caldera abandonada del "Wateree" en esa vieja época, como si los mecanismos y motores espectrales a los que perteneció funcionaran otra vez, o como si almas en pena aún rondaran alrededor de él, aunque esta leyenda prácticamente ya se ha perdido en nuestra época.

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