LOS RASGOS MISTÉRICOS DEL PATRONATO DE SANTIAGO APÓSTOL EN LA CAPITAL CHILENA

 

Santiago el Mayor, sobre el presbiterio de la Catedral de Santiago.
La relación patronal del Apóstol Santiago con nuestra ciudad, Santiago del Nuevo Extremo, ha sido tratada por algunos autores. El tema pasa también por la leyenda sobre una intervención sobrenatural suya a favor los españoles en la recién fundada ciudad, en 1541, que le valió ser bautizada con su nombre. También es una curiosidad el que Chile haya terminado siendo el largo camino de los perros, nuestras vacas sagradas culturales, cual eco de la ruta iniciática jacobea y de las tradiciones de San Roque, el patrono de la ciudad de Santiago de Compostela en España quien siempre es representado acompañado por un perro (Melampo, el can de los peregrinos).
Un trabajo interesante sobre la tradición jacobea sobre el patronato de Santiago en Chile, es el de Julio C. González para la Academia Chilena de la Historia, obra de 1955. Dedica allí una extensa descripción de las fiestas oficiales del paseo del Estandarte Real del apóstol y la representación de Santiago del Mayor durante la Colonia.
Aunque la misma tradición jacobea considera que Santiago Apóstol predicó en España y allí se encuentra sepultado, fue un supuesto milagro lo que le habría convertido en el Santo Patrono de las Armas de España, llegando así a la América de la Conquista. Su aparición sobrentural asistiendo a los hispanos contra los moros tuvo lugar el 23 de mayo de 844, en la Batalla de Clavijo, como informaba el arzobispo e historiador Rodrigo Jiménez de Rada, en el siglo XIII. Ramiro I, Rey de Asturias y León, había soñado durante la noche previa, que vencería al adversario con la ayuda del apóstol, casi de la misma manera que Constantino supo de su victoria antes de tocar con sus tropas el Puente de Milvio, asistido por fuerzas divinas.
Fue así como los soldados españoles vieron bajar del cielo al propio Santiago Apóstol montado en un majestuoso caballo blanco que se abría paso entre las nubes, blandiendo su espada reluciente con tanta ferocidad que los enemigos escaparon como almas que se las lleva el Diablo. Nacía así, pues, la advocación de Santiago Matamoros, más relacionada con el mundo militar visigodo y muy distinta a la representación bonachona e inocente de Santiago como pacífico peregrino de barbas largas, que era la venerada hasta entonces. Era a él a quien invocaba el célebre grito de guerra: "¡Santiago y cierra, España!".
En América, el apóstol volverá a aparecer varias veces más ayudando a los conquistadores, incluyendo su pretendida intervención en el Valle del Mapocho reportada por algunos cronistas como Pedro Mariño de Lovera y Gerónimo de Bibar. De esta forma, su advocación había comenzado a tomar otra identidad llamada Santiago Mataindios, por sus constantes asistencias a los españoles en el campo de batalla con los nativos americanos.
Adaptación oficial de la bandera de la Patria Vieja en 1813, para incluirle el símbolo de la Cruz de la Orden de Santiago Apóstol arrebatada al ejército enemigo.
La Cruz de Santiago Apóstol en medallones decorativos de las rejas en el edificio de calle Bandera  620, a sólo una cuadra y media de la Plaza de Armas de Santiago.
¿Será una estilización de la Cruz de Santiago el diseño de la daga de siniestra que don Pedro Lira le coloca al cinto a don Pedro de Valdivia, en su conocido cuadro "La Fundación de Santiago" de 1888 (Museo Histórico Nacional)?
Concha venera santiaguesa en las reconstruidas criptas obispales de la Catedral de Santiago. Están en las lápidas del Obispo Titular de la Epifanía Monseñor Rafael Fernández Concha (1912) y la más del Dean Monseñor Damián Acuña Jarpa (2009).
Es difícil indagar en este asunto, pues el tema de los elementos crípticos en la tradición jacobea española ha sido tomado con sensacionalismo y escasa seriedad en algunas fuentes, además de la poca objetividad de ciertos autores al identificar a Santiago Apóstol, particularmente por su advocación de Santiago Matamoros y luego Santiago Mataindios, como un símbolo de las controversias alrededor de la Conquista de América cayendo en manos del Imperio Español.
Ciertas creencias astrológicas, por ejemplo, adjudican a cada apóstol la representación de uno de los 12 símbolos del zodiaco (al igual que ha sucedido con las 12 tribus de Israel y las 12 puertas de Jerusalén). Santiago Apóstol sería, según esta leyenda, una representación de Leo y Santiago el Menor de Acuario. Otra creencia pone a Santiago el Mayor en Sagitario y al Menor en Géminis. Curiosamente, sin embargo, vemos que Leo y Acuario, así como Géminis y Sagitario, están frente a frente pero en lados opuestos de la rueda zodiacal de los 12 signos, lo que para creyentes de estas doctrinas los haría entes-signos "espejos": uno es reflejo del otro pero en opuesto y, a la vez, complementario.
Con relación a lo anterior, algunas tradiciones comentadas por autores como Louis Charpentier, Miguel Serrano, José Lesta y Miguel Pedrero, entre otros, hablan de los rasgos paganos y esotéricos que determinarían las tradiciones y el folclore alrededor de Santiago Apóstol y su célebre camino en España. Relacionada con estas creencias, se cree también en una suerte de bilocación en la identidad de Santiago el Mayor y Santiago el Menor, Santiago de Zebedeo y Santiago de Alfeo respectivamente, como si uno fuese el "doble astral" del otro. Quizá se trata sólo de una consecuencia de las confusiones generadas por la presencia de los dos Santiagos en la misma corte apostólica, pero esta dualidad sería, en el mismo juicio hermético y mistérico, análoga a un concepto astrológico antiguo que ha dejado huellas en los nombres que se le asignaron a ciertas constelaciones: Osa Mayor y Osa Menor, Leo y Leo Menor; y, muy especialmente, Can Mayor y Can Menor. Ya veremos por qué.
En otro aspecto, el nombre de Santiago es equivalente a Jacob, Jaccoppo, Jaques. De ahí que pueda descomponerse en San-Tiago, San-Jago, San-Jacques o San-Jiacco. En la a veces cuestionada Biblia Reina Valera aparece el apóstol como Jacobo, además, tanto El Mayor como El Menor. En el Evangelio de San Mateo (10:2-4), se menciona a ambos Santiagos-Jacobos en la nómina de apóstoles de Cristo:
Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó.
Lo propio hace San Marcos (3:16-19), al dar sus nombres:
...a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro; a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron a casa.
Empero, en "Los orígenes del culto a Santiago en España", un experto en el tema como nos parece es don Francisco Escribano Bernal, no se explaya mucho en la supuesta relación por duplicidad de los dos Santiagos en la mesa de Jesucristo, limitándose a comentar:
Comparte nombre con otro apóstol, Santiago Alfeo (llamado el Menor, en contraposición al Zebedeo, el Mayor), lo que originará importantes confusiones en la historia y las tradiciones posteriores.
Más aún, el mismo autor dedica un capítulo especialmente a desestimar las teorías esotéricas sobre la tradición jacobea. Sin embargo, es claro que los símbolos de esta condición dual de Santiago aparecen de cuando en cuando, ya sea por conservar algún conocimiento especial y arcano, o bien por la mera confusión de identidades a la que se refería el escritor.
La adopción de Santiago Matamoros por parte del mundo indígena y andino, reconociéndolo como un libertador del sometimiento inca, queda expuesta en esta ilustración de Guamán Poma de Ayala para su "Nueva Corónica y Buen Gobierno", de c. 1605. La lámina lleva escrita la leyenda: "MILAGRO DEL S(EÑ)OR S(an)tiago mayor, apóstol de Jesucristo", para despejar toda duda, refiriéndose a su supuesta intervención en la batalla del Cuzco y a favor de los hispanos.
Santiago en su advocación guerrera de Santiago Matamoros, adaptado a la iconografía religiosa del mundo andino. Imagen junto al altar del templo "viejo" de La Tirana.
La dualidad de Santiago adorada en Río Grande, Provincia de El Loa. Siendo Santiago Apóstol el patrono del pueblo, su fiesta y su procesión se realizan con las imágenes de Santiago el Mayor y Santiago el Menor, ambos vestidos como la advocación guerra. Fuente imagen: Archivos de la Municipalidad de San Pedro de Atacama.
 
Canis Mayor y Canis Menor, en ilustraciones inglesas del siglo XIX... ¿Un reflejo "astral" de la misma dualidad de los Santiagos?
Es conocido que la ruta de peregrinación de Santiago de Compostela presentaría ciertas equivalencias y sincronías con la línea de la Vía Láctea, el Campus Stellae de la tradición jacobea. Incluso tratados antiguos de pretensiones científicas, como "Imagen del mundo sobre la esfera, cosmografía, y geología, teórica de planetas, y arte de navegar" de Lorenzo Ferrer Maldonado (1626), comentaban de los símbolos estelares que se adjudicaban a la ruta de los peregrinos de Santiago. Dice allí el capitán y alquimista español sobre la Vía Láctea:
Hallamos en el cielo en las noches serenas un círculo blanco puesto en la octava esfera, el cual ciñe la mitad del cielo, y los latinos le llamaban Viam Lacteam, por su mucha blancura, que es como la leche. Este círculo pasa por el principio de Cáncer, y por el principio de Capricornio. A este círculo nombra Ptolomeo galaxia; y la razón que dan los astrólogos sobre la blancura de este círculo, es que por ser compuesto de infinidad de estrellas muy menudas y espesas, las cuales iluminadas de los rayos del Sol, parece que son todas una vía blanquísima; y los poetas dicen, que este círculo fue hecho de la leche de Juno, y que es el camino por el cual los dioses suben, y baja al cielo, y el vulgo le llama Camino de Santiago.
El "final" de esta Vía Láctea o Camino de Santiago de la España en la Época Moderna, está dominado por la constelación del Can Mayor (Canis Maior), el perro grande, la que a su vez, está precedida Can Menor (Canis Minoris), el perro pequeño, casi como por una especie de desdoblamiento simbólico o ubicuidad en la identidad estelar de ambos grupos. Can Mayor, formada por las estrellas Procyon y Gomeisa, suele ser representada como uno de los perros que siguen al Gran Cazador de Orión. Can Menor, en cambio, está al este de Orión y también parece seguirlo.
Procyon, cuyo nombre significa algo así como Antes del Perro, aparece con Can Menor en el horizonte del Hemisferio Norte alrededor de una hora antes que Sirio o la Estrella del Perro de Can Mayor, como anunciándola. Los navegantes antiguos ubicaban Sirio siguiendo y extendiendo la línea imaginaria de tres estrellas que forman el cinturón del cazador; es decir, el Cinturón de Orión, que por este lado del mundo denominamos Las Tres Marías. La interpretación simbólica que se ha dado a estas denominaciones, es que Procyon camina como un perro, adelante del peregrino jacobeo. Muchas representaciones de santos y personajes peregrinos suelen ir acompañados de un perro, por lo demás, como es el caso del propio San Roque.
No pocos se han preguntado también por esta similitud conceptual entre los nombres de Can Mayor y Can Menor, con las figuras de Santiago el Mayor y Santiago el Menor, respectivamente. ¿Habrá alguna clase de correlación deliberada entre la identidad de ambos apóstoles y los nombres que reciben ambas constelaciones caninas en la Vía Láctea o Camino de Santiago? ¿Será que, acaso, uno es el "reflejo" del otro, acaso una dualidad simbólica?
Veremos que la mayoría de las localidades nortinas chilenas que celebran el día de Santiago Apóstol o San Santiago (sic), lo hacen con la representación militar de Santiago Matamoros-Mataindios adaptada a la iconografía local. Sin embargo, un caso especial lo representan caseríos como Santiago de Río Grande, al Norte de San Pedro de Atacama en la Región de Antofagasta, en donde la procesión saca en andas no a un apóstol, sino a dos: las imágenes de Santiago el Mayor y Santiago el Menor, más grande y más pequeña respectivamente, pero ambos representados en un caballo y blandiendo espadas, como Santiago Matamoros.
Quizá en aquel caserío de la Provincia de El Loa, entonces, se haya podido conservar por algún secreto códice o feliz casualidad, esa aparente dualidad del apóstol, expresada en el misterio de Santiago el Mayor contrapuesto y a la vez complementario de Santiago el Menor.
Figura de Santiago Apóstol sobre la fachada de la Catedral de Santiago.
Acercamiento al rostro de la misma imagen de Santiago, como peregrino.
Altar de Santiago Apóstol en la nave izquierda de la Catedral de Santiago.
Figura de Santiago, de fabricación francesa, en su altar al interior del templo.
La antigua imagen de Santiago Apóstol como peregrino de Hispania fue conocida en América durante la Colonia, por supuesto. Sin embargo, no era la principalmente venerada de su patronato, sino la mucho más potente que traían los ejércitos españoles y por las razones que ya vimos. Quizá esta interpretación militar del apóstol haya sido más parecida también a la del texto bíblico que al folclore cristiano que lo convirtió en el peregrino, o al menos a algún pasaje particular, pues en el Evangelio de San Marcos dice claramente que Jesús llamó a Santiago y a su hermano Juan como Boanerges, que significa "Hijos del Trueno".
Curiosamente, además, Santiago en su advocación de Matamoros-Mataindios fue muy popular en el culto religioso del mundo indígena andino, acogiéndoselo en vetustos templitos de los desiertos atacameños y tarapaqueños. La explicación parece estar en el desagrado que provocaba a muchas comunidades originarias el sometimiento a veces abusivo por parte de la administración incásica, lo que les llevó a ver la imagen del santo cristiano como un virtual libertador, como lo demuestra también la iconografía étnico-religiosa de la época.
Aquel interesante tema ha sido estudiado en nuestros días, entre otros investigadores, por la académica de la Universidad Católica de Chile doña Olaya Sanfuentes. La autora observa, por ejemplo, que Santiago parece haber sido tomado y adaptado por pueblos que habían pertenecido al Tawantinsuyo y que identificaron a los españoles con "salvadores", algo que se observa en la iconografía religiosa andina e incluso en las conocidas ilustraciones del cronista indígena Guamán Poma de Ayala, de principios del siglo XVII. El Apóstol pudo haber sido confundido o superpuesto al dios Illapa o Chuquilla, identificado como el señor del trueno, la lluvia y el granizo, o bien desplazó a las deidades locales cuando los pueblos americanos fueron percibiendo como más poderosos y temidos a los que traían los españoles.
Por lo anteriormente descrito, son conocidas hasta hoy sus fiestas en pueblos fundados bajo su patronato (Santiago de Parinacota, Santiago de Belén, Santiago de Toconce, Santiago de Caquena, etc.; cerca de 50 pueblos y ciudades en el país, especialmente en el norte) y donde sus habitantes tomaron por día propio las fiestas de cada 24 y 25 de julio, el mismo del apóstol, en que se realizaba también el Paseo del Estandarte y los Sellos Reales en su honor de Santiago del Nuevo Extremo, por órdenes de la Corona Española.
El encuentro del Día de Santiago llegó a ser la celebración más importante de la capital chilena en tiempos coloniales, a partir del mismo siglo XVI. Se realizaba con misas en la Catedral Metropolitana en la que se rezaba la novena del apóstol, procediéndose al paseo del Real Estandarte y la procesión del la figura del santo, con la realización de juegos de origen medieval, incluyendo corridas de toros. Su fuerte vinculación e identificación con la monarquía, además de la mala fecha en que caía la fiesta (plena temporada de lluvias), fueron apagando la importancia del Santo Patrono hasta ser totalmente reemplazado por la Virgen del Carmen durante las Guerras de Independencia.
Tanto en la capital como en las mencionadas aldeas indígenas del norte de Chile, sin embargo, la representación de Santiago Apóstol no era la del inofensivo peregrino que vemos hoy en la Plaza de Armas y la Catedral Metropolitana, sino la del guerrero Santiago Matamoros, espada en mano y montando su brioso corcel blanco. Aún mal llamado San Santiago por las comunidades locales andinas, esta imagen del apóstol bélico y en combate se ha conservado en la mayoría de los pueblos nortinos que festejan el patronato, aunque con adaptaciones propias en la indumentaria y vestimentas del personaje, más localistas.
No obstante, Santiago en su advocación del Matamoros-Mataindios se ha perdido en uno de los centros que fuera más importante para el culto: la localidad de Santiago de Macaya, en donde ha mutado a la representación del santo peregrino. Especulamos que esto pudo deberse a cierta clase de precauciones tomadas durante el período de la llamada "chilenización" cultural de los territorios que perdió Perú y que fueron incorporados a Chile tras la Guerra del Pacífico, pues Macaya está a poca distancia del pueblo de La Tirana, donde se consagró la fiesta local a la Virgen del Carmen, la Patrona de Chile, celebradas el 16 de julio, de modo que la celebración de Santiago en Macaya pasaba a ser una especie de bis o jornada en continuidad con la gran fiesta anterior, sólo nueve días después: en algún momento y para evitar los roces y resquemores, se implementaron medidas evitando abusar del canto del himno nacional o de las arengas patrióticas en La Tirana, precisamente para no ofender a los muchos peruanos y bolivianos que participaban de las fiestas de dicha localidad de El Tamarugal. Este intento de pacificar pudo haber tocado a Macaya evitando que la exaltación de Santiago Apóstol se hiciese por su lado más militar y guerrero, convocándolo de manera más pacífica.
Sin embargo, algo similar a lo sucedido en Mayaca ocurrió también en la capital: la pacificación del apóstol, desde el Santiago Matamoros que paseaba en el Real Estandarte, hasta el mártir peregrino que vemos en las representaciones actuales. Cuesta comprender, así, que la ciudad de Santiago no sólo haya olvidado por completo el patronato de Santiago Apóstol tan bien conservado entre la religiosidad aimará y nortina, sino que, además, haya cometido la casi impostura de dejar atrás todas las alusiones iconográficas a Santiago Matamoros, para sustituirla por las pocas representaciones de Santiago como ese simple caminante y predicador que podemos encontrar alrededor de la Plaza de Armas.
Santiago el Mayor o San Santiago, sobre el presbiterio de la catedral.
Acercamiento a la figura de Santiago Apóstol.
Santiago el Menor, justo en frente del Mayor, y también sobre el presbiterio.
Acercamiento a la imagen de Santiago el Menor.
Ceca de la Casa de Moneda de Santiago de Chile, alusiva al patronato de Santiago Apóstol sobre la ciudad.
Hoy, al menos tres imágenes principales de Santiago Apóstol custodian la Catedral Metropolitana junto a la Plaza de Armas:
  1. Sobre la fachada, compartiendo la altura y el vértigo con las figuras de la Asunción de la Santísima Virgen y la de Santa Rosa de Lima.
  2. Al interior, al costado izquierdo de la nave mayor entre las estatuas ubicadas sobre los pilares de las arcadas, justo encima del presbiterio y formando parte del conjunto conocido como "Los Apostolados".
  3. Abajo, en la nave izquierda, con una capilla-altar menor propio, acompañada del escudo de armas de la ciudad y el imperial español.
La figura del apóstol situada al exterior, junto a la torre Sur, fue incorporada en los últimos grandes trabajos de remodelación del templo realizados por el arquitecto Ignacio Cremonesi, entre 1898 y 1906. Símbolo protector de la arquidiócesis además de custodio patrón de la urbe, este Santiago mide cerca de cuatro metros de altura. Las figuras están fabricadas en metal y suponemos que la del apóstol pudo haber sido traída desde Italia como es el caso de la imagen central de la Asunción de la Virgen al centro. Del otro lado de la fachada, hacia calle Catedral, está Santa Rosa de Lima, elegida por ser patrona del Nuevo Mundom y se cree que la presencia de esta estatua es la que motivó que muchos inmigrantes peruanos devotos de la santa comenzaran a reunirse a ese lado del templo, como hacen hasta ahora.
Ya en el interior, el primer altar-capilla lateral, en la nave izquierda junto al acceso al Sagrario de la Virgen del Carmen, corresponde al mismo apóstol. Santiago se ve allí otra vez en su presentación de peregrino de Hispania, con su bordón o báculo con calabaza para el agua, la página con el evangelio y las epístolas en la mano y una concha venera sobre su hombro derecho. Esta imagen fue hecha por la casa de escultura artística Maison Verrebout de París. Fabricada en madera tallada, encarnada y policromada a colores y dorados, en 1888 aproximadamente, se define su estilo como ecléctico y academicista. El altar de la figura, en cambio, debió haberse hecho a la llegada e instalación de la estatua a Chile en el siglo XIX, pero se desconoce la identidad del autor. Está confeccionado en madera pintada, también con toques dorados, y su estilo es más bien neoclásico. A sus costados se han puesto imágenes del primitivo Escudo de Armas de la Ciudad de Santiago, a la izquierda, y uno a la derecha de España o "escusón", donado por el escritor de origen navarro Agustín Otondo y Dufurrena y familia en 2005. El obsequio, tallado en madera y policromado con esmaltes, fue recibido por José Domingo Diéguez, presidente de la Cofradía del Apóstol Santiago en Chile, y el deán de la Catedral don Damián Acuña Jarpa, siendo instalado en el altar-capilla en julio de ese año.
Mención especial merecen las estatuas de los personajes apostólicos y bíblicos en las ménsulas de la altura entre las arcadas que dividen la nave mayor del templo de las naves laterales. Como sucede en muchas otras catedrales de América y del mundo, la de Santiago tiene allí algunos curiosos códigos de arquitectura y distribución que suelen pasar inadvertidos y cuyo origen podría relacionarse más con criptosimbología, muy recurrida en la influencia masonería, por ejemplo. Puede ser el mismo caso de los senderos "estelares" que están en las naves laterales del templo, señalados por cúpulas ubicadas estratégicamente frente a cada altar-capilla y con representación de bóvedas estrelladas en ellas.
Es de suponer que suceda algo parecido con las representaciones de Santiago Apóstol dentro del especio elevado del altar mayor, entre esas estatuas ubicadas arriba del mismo: allí encontramos una situación curiosa que requiere algo de observación de nuestra parte, pues parece estar haciendo un guiño -otra vez- a ese rasgo de dualidad que hemos descrito en el personaje.
Sucede que el Santo Patrono de la ciudad ha sido ubicado estratégicamente sobre el presbiterio y el altar mayor, reafirmando su situación de privilegio en la relación de la ciudad con la fe de Cristo. Se encuentra sobre la fila sur de arcos. Sin embargo, exactamente frente a él, en la otra línea de arcadas y estatuas, está Santiago el Menor. Ambas estatuas son las penúltimas de cada línea, pues están al final las de San Pedro y San Pablo, los patriarcas mártires de la Iglesia, también sobre el presbiterio.
No parece haber datos tan claros sobre el origen de aquellas varias imágenes: algunos creen que fueron encargadas a casas de arte francesas en 1847 por el arzobispo Rafael Valentín Valdivieso o bien por el arzobispo Mariano Casanova hacia el 1900; otros creen que provenían de los talleres de los jesuitas bávaros de Calera de Tango, como muchas otras piezas, muebles y ornamentos de la Catedral, algo que podría explicar su estilo y calidad. Más razonable es creer que pertenezcan a la casa parisina Robert et Fils hacia 1870-1880, célebre por la fabricación de esta clase de figuras.
En cualquier caso, es dudoso que la disposición "espejo" que mantienen sea simple casualidad, con los dos Santiago situados uno frente al otro, como en el símbolo dual y del "reflejo" del que hemos hablado. ¿O acaso se trató de sólo un capricho el dejar a los dosfrente a frente? También podría conjeturarse algo más sobre el manejo de los códigos simbólicos por parte Cremonesi y los arquitectos masones que participaron del aspecto definitivo que tiene la Catedral de Santiago; pero, ciertamente, el detalle parece surgir del mero azar o de un antojo vacío por dejar a ambos apóstoles así.
Figura de Santiago Apóstol en Estado con Phillips. Donación española de 2004.
Acercamiento a la imagen del apóstol, con sus símbolos peregrinos.
Los guardias o centinelas voluntarios encargados de la seguridad en la Catedral Metropolitana, utilizan la Cruz de Santiago como insignia distintiva.
Las conchas santiaguesas o vieiras del Escudo de Armas de la ciudad de Santiago, están a la vista en el frontón del Edificio Consistorial, de la Ilustre Municipalidad de Santiago.
En otro aspecto, muchos símbolos de Santiago Apóstol aún sobreviven en la capital chilena, pero no siempre tenemos la información suficiente a mano para poder identificarlos. De hecho, cada vez que tomamos una moneda lo tendremos allí, a la vista: es el sello ceca de la Casa de Moneda de Chile, correspondiente a una letra "S" con un círculo o aureola encima. Está en todos los cuños simbolizando el patronazgo de Santiago Apóstol sobre la capital, incluso en este nivel numismático.
El patronato de Santiago siguió manifestándose de distintas maneras y por largo tiempo después de la Colonia. Durante la Patria Vieja, por ejemplo, la bandera carrerina en bandas horizontales azul, blanco y amarilla, debió ser modificada en su distribución de colores para que su cuartel albo, ahora arriba, incorporara por decreto de junio de 1813 en su vértice una hermosa representación de la Cruz de Santiago. Este símbolo, que resulta de la fusión de la Cruz de Cristo y la espada, en color rojo (gules), era un trofeo de guerra, ni más ni menos: el emblema de la Orden de Santiago Apóstol que los patriotas habían logrado arrebatar al ejército realista, apareciendo entre las pertenencias del brigadier Antonio Pareja. De alguna manera, en esa ocasión Santiago Apóstol se cambió de bando, o al menos hasta la ruina de los patriotas ocurrida en Rancagua, en 1814.
La misma Cruz de Santiago sigue por allí, asomándose de vez en cuando. La llevan como insignia y prendedor en su pecho los guardias y centinelas voluntarios, encargados de la seguridad en la Catedral Metropolitana. Cada 25 de julio, además, la Iglesia extiende un premio llamado Cruz del Apóstol Santiago, a las personas que han destacado por sus servicios a favor de la institución religiosa, en diferentes áreas y ámbitos. Eso y una inocente misa son todo lo que ha podido conservarse de las tradicionales celebraciones santiaguesas de antaño en la capital chilena.
Curiosamente, también está aquel símbolo jacobeto en instancias laicas: lo encontramos en la decoración de las puertas metálicas del Edificio Bandera, ubicado en calle Bandera 620, enfatizando su carácter guerrero con un yelmo y representaciones de hipocampos parecidos en estilo de arte colonial o medieval. Lo mismo sucede en el caso de las conchas santiaguesas o vieiras que aparecen repetidas ocho veces en el Escudo de Armas de Santiago y que siguen presentes en todas sus representaciones, partiendo por la fachada del Palacio Consistorial de la Ilustre Municipalidad de Santiago, enfrente de la misma Plaza de Armas. Alguna vez fue cambiado este escudo por otro llamado "Mapocho", muy diferente y más comprometido con el río Mapocho y la cordillera en su diseño, pero la Municipalidad de Santiago lo recuperó y reincorporó oficialmente a partir de 1913.
Finalmente, cabe recordar que en 2004, se instaló en la entrada de calle Phillips con Estado (por donde estuvo la casa del primer custodio del estandarte colonial y desde donde partían las procesiones) una estatua escultórica de Santiago Apóstol, donación española bendecida el 25 de julio del año siguiente con una procesión que salió desde la Catedral, acompañada por músicos, estudiantinas, gaiteros, tunos y con el cardenal Francisco Javier Errázuriz a la cabeza. Esta es la cuarta imagen-efigie de Santiago Apóstol que se encuentra alrededor de la Plaza de Armas, entonces, contando a las del templo, más otras menores que se encuentran dentro del sagrario y las instalaciones interiores.
También representado en su original aspecto de peregrino, con el bastón y una concha venera en su sombrero, en su pedestal esta estatua de piedra blanca lleva la inscripción que lo reconoce aún como Santo Patrono de la ciudad de Santiago, el viejo Santiago del Nuevo Extremo. Empero, por sus particulares características, proporciones y dimensiones, los santiaguinos lo apodaron rápidamente como el Hobbit, insinuando con ello una semejanza con la mítica raza del universo literario de J. R. R. Tolkien.

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