UN ENIGMA DE SEIS DEDOS EN LA PLAZA DE LAS SIETE FUNDACIONES DE ANGOL
Detalle de la mano con seis dedos de la Alegoría de América, en la fuente.
La histórica Plaza de Armas de
Angol, o más exactamente la Plaza de las Siete Fundaciones, tiene el
mérito de ser conocida como la más atractiva de toda la Provincia del
Malleco y una de las más fotografiadas de todo Chile. Empero, también carga con un misterio escultórico del que no todos los turistas quedan enterados, especialmente los menos observadores.
Ubicada entre las
calles Manuel Bunster, Arturo Prat, Chorrillos y Lautaro, la plaza ostenta
también una abundante y variada vegetación arbórea en sus contornos que
incluye tilos, un maitén, un abeto español, una haya y una araucaria
brasileña. Sin embargo, las crónicas y la fotografías históricas confirman que las remodelaciones han ido variando su aspecto en las
diferentes épocas de la llamada Ciudad de los Jardines de la Región de La Araucanía.
Echando cuentas por la historia, se sabe que después de la creación del
Departamento de Angol en julio de 1869, cuando se independiza el
territorio administrativo respecto del Departamento de Nacimiento
durante el gobierno del presidente José Joaquín Pérez, se implementaron
los primeros planes para la modernización urbanística de la futura
ciudad angolina, incluyendo el mejoramiento de un sector eriazo cercano
al centro del poblado, precisamente en donde está la actual plaza.
A la sazón, sin embargo, se trataba
aquel de un terreno con caballerizas y estacionamientos para carros, diríamos que muy distante del aspecto que tendría años más tarde, algo que también se verifica en las forografías y descripciones de época. Aquel era usado
principalmente por los viajeros y los militares como lugar de paso por la localidad,
fuera de los residentes del pueblo de entonces.
No bien se crea el departamento
administrativo, asume en la dirección municipal don Manuel Bunster, bajo
cuyo cargo Angol de Los Confines es reconocido como ciudad, en 1871. El
alcalde inicia así las obras de mejoramiento de la plaza,
construyéndole senderos interiores y escaños de ladrillo para los
paseantes, base de lo que vemos actualmente en esa manzana verde.
De aspecto muy rústico en principio, el recinto
fue dotado de una rudimentaria fuente central de cal y ladrillo, que
captaba las aguas desde un estero usado hasta entonces para el
abrevadero de los caballos, además de construirse una especie de tarima
de madera para el orfeón militar de la ciudad, reemplazada más tarde por
un odeón de sencillo estilo afrancesado. Aquella fontana fue, básicamente, la primera versión de la actual, que carga en ella el enigma que acá nos interesa. Y el perímetro de la plaza, además, fue
rodeado por entonces con rejas de madera, careciendo por entonces del verdor floral
de hoy.
La plaza de Angol hacia el 1910, con el kiosco antiguo. Imagen del Museo Histórico de Angol "Julio Abasolo Aldea".
La plaza, con
su antigua fontana de aguas y la Iglesia de la Matriz al fondo, en
1916. Imagen del Museo Histórico de Angol "Julio Abasolo Aldea".
La Plaza de
Armas en la época en que aún conservaba su primer kiosco y la vieja
fontana, probablemente hacia los años treinta. Fotografía en el Centro
Cultural de Angol.
Vista de la
plaza hacia 1940, con su fontana antigua y varios edificios del entorno
ya desaparecidos. Se observa parte del actual kiosco circular. El busto
que se ve más atrás de la fuente es del alcalde José Bunster, trasladado
después a la plaza que lleva su apellido en la ciudad. Imagen del Museo
Histórico de Angol "Julio Abasolo Aldea".
La plaza con
el kiosco circular y la fuente espejo de agua reemplazando a la anterior
fontana, hacia 1944, cuando aún no se instalaban en ella las estatuas
de Virginio Arias. Fotografía de la Biblioteca Municipal de Angol
"Víctor Villouta".
El espejo de
aguas con las estatuas recién instaladas, rodeada de jardines, en 1953.
Atrás, el kiosco nuevo y al fondo el Teatro Rex. Imagen del Museo
Histórico de Angol "Julio Abasolo Aldea".
Vista del
espejo de agua y las estatuas de América (adelante) y África (atrás),
hacia los años 60. Se ve también el kiosco de retretas (antes de de ser
remodelado con su aspecto actual) y, a su espalda, el edificio del
desaparecido Teatro Rex, hoy reutilizado. Fotografía de la Biblioteca Municipal de Angol
"Víctor Villouta".
Imágenes
antiguas de las estatuas. De izquierda a derecha: Asia, África, Europa y
América. Fotografías del Museo Histórico de Angol "Julio Abasolo
Aldea".
Los primeros árboles importantes no llegarán a la plaza
sino hasta 1873, principalmente especies extranjeras. En aquel período,
se instalan también los primeros escaños con base metálica, fabricados
en talleres metalúrgicos de Limache. Unos años después, tras morir el
intelectual, político y escritor Benjamín Vicuña Mackenna, se puso su
nombre a la plaza a partir del 15 de febrero de 1886, menos de un mes
después de su fallecimiento. Pasó a ser, así, la Plaza Vicuña Mackenna.
José Bunster asume la alcaldía en
este período, pero sigue un tramo de tiempo inestable, con
administraciones afectadas por renuncias, designaciones a dedo y
elecciones. A pesar del caos, se instala al centro de la plaza una pila
de aguas de tres niveles, fabricada en mármol por el escultor italiano
Luis Barchi. De acuerdo a las descripciones, su diseño incluía tres sirenas en el primer nivel y los
platos se separaban entre sí por bloques redondeados.
Además de la fuente, se agregó a la
plaza un kiosco de hierro forjado para las retretas, con un nivel
inferior de dependencias cerradas, y sus primeros sistemas de
iluminación con faroles de parafina en postes. Este sistema se agregó al
mismo kiosco, obras concluidas antes de terminar el siglo XIX.
Fotografías posteriores de la plaza,
hacia el 1900, muestran jarrones y copas ornamentales del mismo tipo de
las que eran importadas desde Francia a Chile en aquellos años, desde casas como la Val d'Osné,
pero que ya no existen en ella. Cerca de la fuente, además, por el
lado poniente de su centro, se instaló un busto sobre pedestal del
alcalde Bunster, por solicitud de la comunidad del Malleco tras su
fallecimiento, monumento hoy ubicado en la Plaza Bunster de avenida
O'Higgins llegando a Osorio.
Hacia 1912, entre las
administraciones municipales de Juan Frávega y Antonio Muñoz, se realiza
una gran remodelación de la plaza dejándole mucho del aspecto trazado
hasta nuestros días, con la incorporación de especies arbóreas y los
setos traídos desde los criaderos del conocido Fundo El Vergel,
propiedad de la Iglesia Metodista, el mismo en donde están el Museo Dillman Bullock y el Liceo Agrícola.
Otra gran remodelación de la plaza
tendrá lugar entre 1942 y 1944, cuando se construye el nuevo kiosco
odeón de dos escaleras actualmente existente, de influencia modernista y
Bauhaus, y se modernizan las luminarias, aunque su primer nivel
no tenía aún la entrada frontal que hoy se observa. También se construye
el espejo de aguas central, al que se adicionó después, en sus
esquinas, el grupo de cuatro esculturas de mármol del eximio artista
nacional Virginio Arias... Es aquí cuando comienza la historia pública de este misterio de seis dedos.
Obras conocidas como Alegorías de
los Continentes, el conjunto ornamental de estilo clasicista europeo llegado a la plaza tiene otras
versiones del mismo autor en otros lugares de Chile, de América y de
Europa, pero el de Angol es uno de los mejor conservados, además de
estar sus originales prácticamente completos, según se asegura. Son, de hecho, parte de las obras más características y conocidas del insigne escultor.
Vista actual
de las alegorías de los continentes, en las esquinas del espejo de agua.
De izquierda a derecha: Asia, África, Europa y América.
Vista posterior de las mismas estatuas de los continentes. De izquierda a derecha: Asia, África, Europa y América
La fuente con sus chorros de agua encendidos. Atrás, el kiosco.
Basa con astas y placa conmemorando la declaratoria de Monumento Histórico.
Vista completa del espejo de aguas y las estatuas.
Vista opuesta de la fuente, en momento de inactividad de sus aguas.
Sin embargo, las esculturas de Arias ya tenían una interesante historia previa: habían sido
hechas entre 1892-1895 y por encargo, para decorar los jardines del
terrateniente local don Amadeo Martínez, en su residencia de calle
Vergara con Caupolicán. Martínez también era propietario de la Hacienda
Deuco, conocida por las canteras que proveían de material a los
constructores del ferrocarril de la zona, como advierte el joven y activo historiador
angolino Sergio Martínez Vigueras.
Las obras llegaron a Angol desde
Francia en 1895. Empero, tras la muerte de Martínez, pasaron a decorar otra
propiedad: la Residencia Publica de calle Lautaro, aunque no tardaron
en ser puestas a la venta por los herederos. De este modo, para evitar que las esculturas
fueran compradas por particulares y sacadas de Angol, el entonces
alcalde Víctor Villouta las adquirió en 1953, llegando así a la
propiedad municipal y a su rápida instalación alrededor de la fuente de
aguas angolina.
Entrando en detalles, corresponden a cuatro mujeres representando a los
principales continentes del mundo conocidos en esos años, acompañadas de
un animal distintivo de cada región y con las siguientes
características:
- Asia: con vestidos orientales y un corsé, tocado en la cabeza a modo de turbante y acompañada de un pequeño camello.
- África: con vestimentas holgadas y cinturón, la cabeza de un elefante como corona y acompañada de un león macho.
- Europa: con prendas femeninas evocadoras del mundo clásico, con túnica y corona cilíndrica, la única de las cuatro con sandalias y no descalza, y también única con ambas manos abajo, acompañada de un caballo.
- América: con atuendos nativos, penacho, piel de puma al hombro y elementos naturalistas como plumas, va acompañada de un caimán y lleva un arco y flecha.
El caso de la alegoría de América,
sin embargo, es el más intrigante y ofrece un detalle extraordinario,
del que cunden explicaciones y especulaciones de todo tipo: un sexto dedo en la mano
izquierda de la mujer, la que reposa a su costado suyo afirmando parte
de su vestido. No todos lo ven y ni siquiera todos los angolinos están al tanto de este extraño detalle, pero está ahí a la vista y sin discimulos.
A mayor abundamiento, claramente se trata de un dedo
adicional que se ha interpretado -entre otras versiones- como un intento
de Arias por darle un sello de autenticidad a su obra evitando copias o
imitaciones, o bien como un criptosímbolo señalándole un estatus
especial al continente de América, por sobre los otros tres, además de alguna interpretación involucrando códigos masónicos y otros parecidos.
Otras
versiones más concretas sobre el caso, aunque de poco tratamiento fuera del campo oral, dicen que se trata de una restauración posterior de aquella estatua y que dejó
intencionalmente una polidactilia a la vista en la misma, para
evidenciar que esa mano no era parte de la obra original.
Cabe añadir que, por Decreto N° 777 del Ministerio de
Educación, del 4 de agosto de 1986, el espejo de aguas y las esculturas
ornamentales de Arias fueron declarados Monumento Histórico Nacional,
en consideración a que "forman una perfecta composición y constituyen un bien cultural de gran valor". Este magno acontecimiento se celebra en el mismo sitio, con una placa conmemorativa del decreto:
Declárase Monumento Histórico al
conjunto formado por el espejo de agua en cuyas esquinas se encuentran
cuatro esculturas de mármol blanco, obras del reconocido artista
Virginio Arias (1855-1941), que representan los continentes de América,
Asia, África y Europa y constituyendo un bien cultural de inapreciable
valor para los habitantes de la comuna de Angol y la IX Región.
Diciembre de 1990.
Acercamiento a la alegoría de Asia.
Camello totémico de Asia.
Acercamiento a la alegoría de África.
León totémico de África.
Acercamiento a la alegoría de Europa.
Caballo totémico de Europa, con su base rehecha tras algún daño según parece.
Acercamiento a la alegoría de América, la misma estatua de los seis dedos en una mano.
Caimán totémico a los pies de América.
Otros monumentos y piezas conmemorativas que todavía pueden encontrarse en la plaza, corresponde al busto de Bernardo O'Higgins (del Rotary
International, copia en bronce de una obra del escultor José
Carocca Laflor, hecha en la Fundición El Progreso de Santiago Rojas N.), la placa homenaje al artista
angolino Eduardo Guzmán Muñoz en un soporte de concreto (instalada por
la Municipalidad en recuerdo del músico fundador del grupo folclórico
"Quelentaro"), un conjunto arte moderno de escultura en metal con un pilar y un
mármol con forma de libro abierto (conmemorando el XXIV Festival de Coros
de Profesores de Chile, 7 de diciembre de 1982), el escudo de la Municipalidad de
Angol en bronce (instalado en la última remodelación con el nombre de la
Plaza de Armas Las Siete Fundaciones) y una piedra monolito con
la placa conmemorando la primera fundación de Angol (24 de octubre de
1553).
Ninguna otra obra conemorativa u ornamental de la plaza, sin embargo, tiene algún elemento tan curioso e inexplicable como los seis dedos de la Alegoría de América, ni ofrece posibles señales o pistas para explicarse el misterio dentro del mismo conjunto de este lugar, frustrando las suspicacias de quienes quieran sentirse un rato en alguna novela de Dan Brown.
Circundada por la doble fila de
tilos, la plaza ya era reconocida en los años de la declaratoria de
Monumento Histórico Nacional para el conjunto escultórico, como una de
las más hermosas del país. Esta fama aún persiste en el ambiente turístico. Destacan en ella sus árboles alrededor del centro
despejado, los olmos péndula rodeándola y dando sombra a las bancas, con
cuatro grandes árboles en cada esquina más algunos arbustos posteriores
que se han ido agregando a los jardines con césped. Aquellos grandes y
frondosos árboles ubicados en los vértices corresponden a un magnolio,
un ciprés de Lawson, un cedro del Líbano de variedad azul y una
criptomeria japónica. También destaca a un lado del paseo la gran
araucaria, formando todo un vergel urbano.
Una última gran remodelación de la
plaza tuvo lugar en 2006, siendo denominada formalmente desde entonces
como la Plaza de Armas Las Siete Fundaciones, conmemorando todas las
veces en que debió ser fundada y refundada la ciudad de Angol en territorios hostiles al gobierno central: 1553 por
Pedro de Valdivia, 1555 por Francisco de Villagra, 1559 por García
Hurtado de Mendoza, 1610 por Alonso García Ramón, 1638 por Francisco
Lazo de la Vega, 1766 por Salvador Cabrito y 1862 por Cornelio Saavedra.
Aquellos últimos mejoramientos incluyeron el pavimento (con patrones de diseño
alusivos al arte mapuche), los senderos interiores, el tradicional
kiosco y la iluminación.
Modificaciones posteriores siguieron
cambiando el aspecto de la manzana, como el traslado desde el contorno
de la plaza de un monolito con placa conmemorativa de 2005, homenajeando
desde la Municipalidad al Regimiento de Caballería Blindada de Húsares por el centenario de su llegada a Angol, el 17 de mayo de 1905.
Lamentablemente, las esculturas de
la fuente han sido objeto de algunos actos vandálicos durante su
existencia en la plaza, incluso hasta tiempos recientes. Algunos
trabajos de restauración han debido realizarse en las mismas, aunque por
la calidad de los mismos se notan escasamente. En muchas guías, además,
esta fontana figura llamada como la Fuente de las Siete Fundaciones.
La fuente histórica y su figura de seis dedos siguen encantando a los
muchos turistas que llegan a la plaza de Angol. Su magnífico conjunto
escultórico es recomedado en todas las guías, además, aunque no todos adviertan el misterioso e inexplicado
detalle de la mano, en la intrigante estatua de América.
Comentarios
Publicar un comentario