LA FLOR DE LA HIGUERA: EL MITO ARQUETÍPICO DE LA NOCHE DE SAN JUAN
Jesús y la higuera, en un antiguo grabado inglés.
En todos los años la Noche de San Juan se celebra a partir de la
víspera del próximo 24 de junio. Aunque esta tradición nos llegó desde
España y se festeja también en varios otros lados del mundo, equivale ya
a algo así nuestro Halloween, en la tradición pagana absorbida por el cristianismo de estas latitudes.
Empero, lo hace acá con una
connotación mística y mágica quizá única, tanto así que algunas
instituciones universitarias y la propia Biblioteca Nacional vienen
realizando algunos importantes encuentros, desde hace unos cinco años,
donde se repasan y recrean algunas de las principales tradiciones de
esta Noche de San Juan.
Muchas de sus supersticiones provienen del campo, sin duda, como patear el palto
o hacer pruebas con papas metidas bajo la cama. Otras suenan a
importaciones de las leyendas gringas, como las experiencias del espejo
durante la noche sanjuanina, muy parecidas al folclore alrededor de la
terrorífica Bloody Mary. Sin embargo, el olor a paganismo es
patente en la fecha misma, desde su proximidad con el Solsticio del día
21 anterior, que en el Hemisferio Norte señala el inicio del Verano,
mientras que en nuestro Hemisferio Sur, el del Invierno. Coincide
también con el período del Año Nuevo Mapuche o We Tripantu, y el Inti Raymi o Fiesta del Sol Inca.
Por
otro lado, San Juan Bautista constituye una de las figuras más
"alternativas" del Cristianismo, dando pie a interpretaciones esotéricas
y criptorreligiosas que han servido de argumento a varias novelas y
películas, además de algunas teorías controvertidas sobre la fe. Las
explicaciones al contenido de ciertos cuadros de Leonardo da Vinci
(¡bah, era que no!) también han alimentado mucho estas ideas. En Chile,
la Noche de San Juan Bautista se celebraba antaño hasta con una cena,
en la que había una comida ad-hoc llamada "Estofado de San Juan", cuya receta a base de cerdo varía un poco según cada pueblo o ciudad.
Se
supone, en la tradición, que San Juan se prepara todos los años para
bajar cada 23 de junio en su caballo celestial. Sin embargo, Dios se lo
impide, dándole una licencia a los pecadores acá abajo en la Tierra. San
Juan cae en un sueño profundo y no alcanza a bajar para la hora de su
nacimiento, el día 24, quedando esas horas y las siguientes sin su
divino resguardo patronal. Por ello, la noche permanece vulnerada a la
presencia de los espíritus, benignos y malignos; todos libres y ansiosos
de realizar pactos y demostraciones con los mortales, en una jornada de
chipe libre para el Bien y el Mal. Ánimas, fantasmas, demonios y
criaturas de pesadilla se abren paso entre los vivos, como prisioneros
que descubren sus calabozos abiertos.
Hay
una de las famosas pruebas de fortuna de la Noche de San Juan que
parece ser especialmente pagana y antigua: el mito de la Flor de la
Higuera o Flor de San Juan, que tenía popularidad entre las
abuelitas de Santiago, en décadas pasadas, pese a tener su origen
también en el campo según entendemos. Quizás arraigó en la ciudad dado
lo común que era este árbol en jardines y patios de los barrios más
clásicos de la capital, antes del predominio de los departamentos y
recintos cerrados.
Echemos un vistazo a cuáles son los contenidos culturales de su tradición.
El controvertido "San Juan Bautista", de Da Vinci.
SÍMBOLO DE LA FLOR INEXISTENTE
Hay
algo de lirismo en este mito de la Flor de la Higuera. En otros países
también se supone florecido el helecho y la hierba, durante esta noche sanjuanina. Es decir, se convoca al milagro de ver florecer lo que, por naturaleza, jamás florece. El poeta nacional Miguel Serrano, fallecido este año, trabajó este arquetipo maravilloso de "La Flor Inexistente",
como titula uno de sus más célebres libros: una flor que no existe,
pero que, sin embargo, es más real que todas las flores de todos los
jardines del mundo.
El
símbolo de Serrano, así como la mágica Flor de la Higuera, sería una
alquimia esotérica, pagana, arraigada en el leguaje de los signos más
ocultos de nuestra memoria sanguínea, del alma. Una flor cultivada y
custodiada por las hadas en un árbol que, durante esta época, ni
siquiera luce sus frondosas hojas palmeadas. Representa, del mismo modo,
una búsqueda eterna, inalcanzable. No tiene principio ni fin, sólo un siempre.
De alguna manera, se cristaliza en el contenido cultural de los pueblos
cuando eligen una flor como su símbolo nacional, como en nuestro
copihue. Y más aún, cuando se convierte en emblema, como la rosa de los
Rosacruces, el trébol de San Patricio, la lis gala o el loto de Buda.
El mito de la flor mágica es universal, por lo tanto. Es, acaso, el lirio de hielo, el trébol de cuatro hojas y la Flor de Oro
de C. G. Jung; de alguna manera, el mismo principio de la Ciudad de los
Césares, el Santo Grial, la espada Excalibur y todas las búsquedas que
ponen un pie en la realidad y el otro en la fantasía. Son, pues, esos
mitos activos que dan existencia a lo inexistente, tan dinámicos y
empinados que generan su propia realidad, superando la barrera profana
de esa misma existencia. Que el propio Serrano lo explique, según sus
palabras escritas en "El Cordón Dorado":
El
símbolo druida es el trébol de cuatro hojas, considerado hasta el
presente como signo de buena suerte y de felicidad. Es una flor
inexistente ya. El trébol de cuatro hojas es una svástika que gira,
formando un doble ocho, signo de la eternidad, de los nacidos dos
veces, de la inmortalidad conquistada en el duro combate. Es también un
carbúnculo caído del cielo. Es el Gral. Simboliza, además, la división
en cuatro de la sociedad y la armoniosa organización del mundo de esos
tiempos. El druida estaba sentado en el centro de esa flor.
Me permitiré una frivolidad: algunos recordarán una serie japonesa (muy femenina) de fines de los años ochentas, llamada "Hana no Ko Run Run", que en el mundo hispanoparlante se conoció como "Ángel, la niña de las flores".
Contaba la historia de una niña humana pero descendiente de una antigua
raza de hadas, que buscaba esta legendaria flor arco iris por todo el
mundo, hasta que, frustrada, regresa a su casa y la encuentra en su
propio jardín. Era, entonces, su propia Flor Inexistente, la equivalente a la Flor de la Higuera en esta tradición específica de la Noche de San Juan.
La
flor, de alguna manera, está entonces en el propio personaje que la
busca. No existe afuera. Por eso el hinduismo representa en flores los
respectivos chakras de concentración espiritual en el cuerpo humano. Y "cada setecientos años florece el laurel", decían los Cátaros.
Vieja y enorme higuera en el sector Cajón del Maipo, junto al Camino al Volcán.
FOLCLORE Y MISTERIOS DE LA HIGUERA
No es casual que la higuera sea el centro de este mito, de una Flor Inexistente.
El árbol está muy asociado a tradiciones y creencias hispano-arábigas
que nos llegaron con la propia Conquista y Colonia. Además de no dar
flores pese a su tamaño y belleza, este maravilloso árbol tan frecuente
en nuestro paisaje rural y doméstico siempre ha tenido una carga
implícita de folklore y misterio corriendo por su sabia blanca, incluso
con asociaciones venusinas, como las divinidades Afrodita y Osiris.
Por las fechas de invierno luce desnuda, sin embargo; desprovista de sus hojas, lo que
le da un aspecto siniestro y casi mortuorio, con ramas como dedos
esqueléticos. El árbol Bodhi donde meditó Buda, habría sido también una higuera, y se la cree hogar de duendes y gnomos,
muchos de ellos malvados, por lo que se recomendaba a los niños evitar
acercarse a estos árboles si no estaban bautizados. En documentos
coloniales de la inquisición peruana, reproducidos por don José Toribio
Medina, el Diablo se aparece posado sobre una higuera. Y en "El Folklore
Chileno" (1946), Oreste Plath escribió:
La
higuera ha tenido papel preponderante en el folklore de todos los
pueblos, no ya por sus virtudes narcotizantes o hipnóticas, sino por la
magia que ha inspirado a la mentalidad popular. Se ha dicho que fue el
Árbol de la sabiduría de cuya fruta comió Adán en el Paraíso terrenal, y
que bajo la higuera se ocultó el primer hombre después de su caída.
Las
leyendas sobre sus símbolos y episodios de orientación religiosa -o
criptorreligiosa- son muchas. Santa Isabel, madre de San Juan, habría
anunciado a la Virgen María la venida al mundo de su hijo encendiendo
una higuera. Juan nació entre la transición del 23 al 24 de junio, en su noche.
Irónicamente, Judas, el discípulo traidor, se habría colgado de una
higuera, según otro mito cristiano. En la tradición chilena proveniente
de España, como hemos dicho, las ánimas en pena roban los frutos verdes
de las higueras, especialmente en la Noche de los Muertos, como lo
asegura un canto popular reproducido también por Plath:
Ánima bendita que andai
penando bajo las higueras
comiéndote las brevas verdes
y dejando las maduras.
penando bajo las higueras
comiéndote las brevas verdes
y dejando las maduras.
Recuerdo
también que mi bisabuela alcanzó a contarme, en sus más avanzados años,
la razón por la que el árbol da dos frutos al año: la breva y el higo
(biferismo de la higuera brevera), virtud que le elogiaba el Abate
Molina por allá por el siglo XVIII. Supuestamente, sus ramas caídas y
colgantes habrían servido para que, en una ocasión, la Virgen María y el
Niño se ocultaran tras ellas eludiendo a sus captores romanos. En
premio, se le concedió al árbol la propiedad de dar dos frutas
distintas, en ocasiones distintas del año. Plath tiene otra explicación
legendaria para este talento:
Acompañando
San Pedro en sus peregrinaciones a Jesús, se sabe que el Señor sintió
sed y el discípulo le ofreció una jarra que contenía jugo de uva.
Jesús, al probar este sumo, manifestó el deseo de saber de qué fruto se exprimía ese líquido.
San
Pedro, temeroso de que el Señor tomara alguna medida contra la
lagrimilla, exclamó: es un jugo que se extrae de un fruto que da la
higuera.
Y al momento Jesús dijo: que este árbol dé entonces frutos dos veces al año.
He aquí que por una mentira de San Pedro, las parras no dan uvas dos veces al año.
La botánica, en tanto, enseña que la higuera o Ficus carica
de los científicos, no da ni flores ni frutas en el sentido estricto:
los equivalentes a ambos son, en efecto, sus particulares y sabrosos
productos de la breva y el higo. El "milagro" las hace brotar sin flor,
algo equivalente a nacer sin haber sido gestado; un mecanismo que
desafía a el conocimiento y el convencionalismo empírico. Por cada higo o
breva, por cada fruta de la higuera, hay entonces una Flor Inexistente, una flor que nunca estuvo presente y que, sin embargo, rindió frutos, fue real; más real que todas las flores de todos los jardines del mundo. Frutos que, a su vez, nunca fueron flores. Existen, pero no son reales, al inverso de la flor que existe, pero no es eral.
Así
pues, la naturaleza nos ha entregado un símbolo hermoso para comprender
o asimilar al menos, los misterios profundos de la Creación. Quizás eso
mismo haya reforzado el sentido de confrontación entre Bien y el Mal
que le atribuye el folklore con tanta insistencia a este árbol.
Julio
Vicuña Cifuentes, en su trabajo de 1915 titulado "Mitos y
supersticiones recogidos de la tradición oral chilena", reproduce alguna
cantidad importante de leyendas santiaguinas asociadas al árbol, más
allá de la Noche de San Juan. Por ejemplo, se la recomienda en un
brebaje de tres palitos de higuera, a las mujeres a las que se les
"seca" la leche durante la lactancia. Supuestamente, tendría alguna
relación "láctea" la savia lechosa y blanca del árbol. También dice que
serviría para secar el ombligo de un recién nacido colocándole el pie
sobre la corteza de la higuera y cortándola a la luz de la Luna Llena.
Cuidado con su sombra, sin embargo: el que se duerme bajo ella, muere,
como habría pasados ya a muchos.
LAS HIGUERAS BÍBLICAS
Considérese
además, un vínculo milenario de la higuera con los pueblos bíblicos,
pues su origen se remonta a los territorios del Asia Sur-Occidental, las
tierras de los profetas, desde donde pasó al Mediterráneo y luego al
mundo entero, pudiendo tratarse de uno de los primeros casos de
domesticación agrícola en la historia de la humanidad, según lo han
confirmado ciertos hallazgos arqueológicos.
Estando
tan presente la higuera ya en las antiguas sociedades y pueblos bíblicos, no
extrañará que aparezca mencionada desde las páginas iniciales del Antiguo
Testamento. De hecho, es el primer vegetal nombrado en la Biblia (previamente, sólo se habla en ella de "hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto") y asignado a la vegetación del Paraíso, cuando aparece cubriendo a Adán y Eva luego que ambos desobedecieran la restricción divina al probar los frutos del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal en el Paraíso (Génesis 3:6-8):
Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió.
Abriéronse los ojos de ambos, y, viendo que estaban desnudos, cosieron unas hojas de higuera y se hicieron unos ceñidores.
Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahveh Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Yahveh Dios por entre los árboles del jardín.
Curioso símbolo es el que las hojas de higuera hayan quedado en el pubis de ambos enamorados: en el núcleo del Chakra Svadhishthana
para el brahamanismo de la India, precisamente donde está la capacidad
de crear y reproducir, representada en una flor de seis pétalos en la
línea de Kundalini, la mismísima Serpiente del Paraíso. Serrano la consideraba el símbolo de nuestra posición nacional en el mundo, en el Kundalini planetario, pues Chile se halla en el globo terráqueo, en la zona equivalente al "sexo del mundo", según sus propias palabras. Es el sitio donde florece la higuera, precisamente.
Sin
embargo, las sagradas escrituras dan también un valor preponderante a
la higuera entre los demás árboles, más allá de las meras menciones, al
ser postulada por sus congéneres a tomar la corona del reino vegetal
junto al olivo, la vid y la zarza, a juzgar del texto de Jueces 9:10-11:
Y
dijeron los árboles a la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros. Y
respondió la higuera: ¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a
ser grande sobre los árboles?
¿Y
por qué el árbol nos da flores "inexistente" y frutas "irreales"?
Quizás porque el mismo Jesús lo dispuso así, según el Evangelio de San
Marcos 11:12-14, cuando lanzó un anatema sobre una pobre higuera que
acabó secándose por completo:
Al
día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Y viendo de
lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella
algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era
tiempo de higos. Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma
nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos.
San Mateo es más literario para describir este pasaje, en 21; 16-22:
Volviendo
muy temprano a la ciudad, sintió hambre. Vio una higuera junto al
camino, se acercó a ella y no halló más que hojas. Dijo entonces: "Jamás
brote de ti fruto alguno". Y la higuera se secó al instante.
Cuesta
comprender el símbolo, pero en los tiempos bíblicos, la higuera era la
representación de Israel, de la Gran Sinagoga. Por eso, este árbol no
representa mal agüero entre los judíos, sino paz y prosperidad. De
alguna manera se interpreta por algunos, a su vez, que Jesús ha
maldecido al país de los patriarcas, a los potentados del Templo de
Israel y a toda su época. Alegóricamente, le juzga por su infertilidad,
condenándolo a jamás producir frutos. Y, como hemos visto, los frutos de
la higuera existen, pero no son reales; mientras que las flores de la higuera no existen, pero son reales...
Era, pues, el tiempo de la extinción de la Era de Aries y el inicio de
la Era de Piscis, señalada con el advenimiento del Cristianismo.
Higos y brevas secas, en venta en el Mercado de Estación Central.
EN LA HISTORIA DE SANTIAGO
Desde
temprano en la Colonia existen las higueras en los valles de la cuenca
mapochina y otras regiones. De ahí la frecuencia con que aparecen en la
toponimia sitios llamados La Higuera o Las Higueras. Una
gran cantidad de estos árboles se encontraba, por ejemplo, en las
proximidades de Conchalí y de la Cañadilla, actual Independencia, según
documentos de mediados del siglo XVI comentados por J. Abel Rosales en
"La Chimba Antigua, historia de la Cañadilla". Así, a poco de haber sido
introducidas, las higueras éstas ya eran parte de la floreciente
ciudad, tanto en su interior como en su entorno rural.
La
producción higuera tuvo, además, una clientela fiel a su consumo acá en
Santiago, como lo confirman algunos autores de época, colocando al higo
entre las frutas que eran más apetecidas por la sociedad capitalina
durante esos siglos coloniales. Hacia el 1800, existía en la Alameda de
las Delicias con calle Duarte (actual Lord Cochrane) un concurrido patio
de higueras usadas por los transeúntes para descanso y sombra, llamado del Tuerto Trujillo,
según escribe Sady Zañartu en "Santiago, calles viejas" (1977). ¡Quién
sabe cuántos ritos de noche sanjuanina fueron realizados en esa popular
arboleda!... Y quién sabrá si la famosa flor apareció por allí, alguna
vez.
En
su "Historia Física y Política de Chile", el sabio francés Claudio Gay
escribe, hacia 1865, sobre las higueras y los higos chilenos:
Este
árbol alcanza en Chile un grosor colosal. Uno solo basta para cubrir de
su sombra grandes espacios de terreno, y aunque sin otro cultivo que
algunos riegos produce cantidades de frutas de mucho provecho para el
propietario. Se conocen tres variedades: negras, moradas y blancas, y
todas producen yemas atrasadas que desarrollándose más temprano al año
venidero, dan lugar a higos más precoces conocidos con el nombre de
brevas. Ya al principio de enero los chacreros las venden en las calles
de Santiago y en el Norte las he comido el 20 de diciembre concluyéndose
el 11 de febrero...
Por
entonces, don Benjamín Vicuña Mackenna habría de establecer su hermosa
quinta en el sector donde hoy se encuentra el museo que lleva su nombre.
Allí, en los patios, habían enormes y voluminosas higueras, bajo cuya
sombra caminaron los grandes representantes de la aristocracia de esos
años y visitas ilustres como Bartolomé Mitre. Incluso ofrecía cenas y
recepciones bajo estos majestuosos árboles. El pueblo también gozaba de
su sombra (a pesar de las supersticiones fatídicas que hemos visto),
según el trabajo de investigación "Chilena o cueca tradicional", de
Samuel Claro Valdés y Carmen Peña Fuenzalida, ya que permitían albergar a
algunas de las famosas fondas y chinganas de principios del siglo XIX que funcionaban todo el año.
Más
en nuestros días, el robusto vegetal conserva su gusto por crecer sobre
terrenos rocosos y laderas, como las de sus tiempos nativos en Persia,
Arabia o Mesopotamia, valiéndose de sus poderosas raíces temidas por su
capacidad de destruir muros y suelos. Sobre ellas, se levanta hasta unos
diez metros de alto, trepándolos por roqueríos, enladrillados y paredes
si es necesario. Desde la Colonia y hasta nuestros días, varias
murallas y veredas de la ciudad terminaron siendo removidas por la
magnitud del daño. Recuerdo algunos muros de los barrios en torno a mi
liceo, por San Diego y Avenida Matta, sobre los cuales las higueras que
crecieron apoyadas casi como un ebrio, dándole a la rústica arquitectura
las formas caprichosas del peso y el daño.
También hay algo de asociación sensual con su presencia. Alberto Blest Gana publicaría su ultima novela en 1864, precisamente titulada "La Flor de la Higuera", de contenido romántico.
También hay algo de asociación sensual con su presencia. Alberto Blest Gana publicaría su ultima novela en 1864, precisamente titulada "La Flor de la Higuera", de contenido romántico.
LA FLOR Y EL DIABLO
Pero,
como decía Nietzsche, para que las ramas del árbol puedan llegar al
Cielo, las raíces necesitan tocar el Infierno, de modo que historia
sobrenatural de la higuera no está escrita sólo en torno a lo sagrado y
lo devocional. El Diablo también la rondará, aunque sea brevemente y en
una sola noche del año.
Según
la tradición, durante la Noche de San Juan Bautista el invocador debía
colocarse bajo la higuera a esperar que su mágica y única flor saliera
desde entre las ramas. Otras flores mágicas abren también aquella noche:
la Flor del Agua y la Flor del Ajo. Sin embargo, la Flor
de la Higuera es la más famosa y apetecida de todas. Algunos decían que
se abría ante los ojos del observador, como lo harían esas flores de las
cámaras aceleradas en los documentales de botánica. Para otros, en
cambio, la flor caía desde las ramas y debía ser recogida como un copo
de nieve, acto en el cual se convertía instantáneamente en oro. Si se la
deja tocar el suelo, se desvanece y desaparece sin dejar huella, por lo
que los brujos recomendaban extender sobre el piso una sábana o manto
blanco de ciertos materiales específicos, para no perderlas.
Pero
para poder verla florecer también se debería cumplir con un protocolo,
según escribe Renato Cárdenas Álvarez en "El Libro de la Mitología.
Historias, leyendas y creencias mágicas obtenidas de la tradición oral"
(1998), donde señala que, antes de mirar el árbol, se debe observar la
Luna para que así salga la flor. Y el escritor e investigador Eugenio
Pereira Salas, rescató estos versos sobre los beneficios de su
aparición:
Ya con esto no más digo,
florcita de primavera.
En la noche de San Juan
se ve la flor de la higuera;
se ven las riquezas buenas,
como Dios las facilita,
la mañana de San Juan,
hasta el agua está bendita.
florcita de primavera.
En la noche de San Juan
se ve la flor de la higuera;
se ven las riquezas buenas,
como Dios las facilita,
la mañana de San Juan,
hasta el agua está bendita.
Empero,
había un problema: en ese breve momento preciso de la medianoche, en el
que la flor aparece y es cogida, se presenta también el Diablo, que
comienza a rondar el ambiente considerando todo el acto como una
invocación a su nombre, por lo que quien ose conquistar la fortuna de la
higuera o intente hacerlo siquiera, se arriesga a pagar un alto costo
por ella... Uno muy, muy alto.
¿Tendrá
algo que ver esta impresión negativa de la higuera con la maldición que
el propio Jesús le echara encima, como vimos? Plath comenta en que el
mito de la Flor de la Higuera tiene cierta difusión en el continente,
sin embargo, y también puede encontrarse entre los indios guaraníes,
quienes la esperan para la noche del Viernes Santo. Países vecinos, como
la Argentina, también cuenta con gran arraigo folclórico el mito de
esta flor.
Es
muy raro encontrar higueras en plazas públicas de Santiago, pero
existen notables excepciones como ésta, que crece y da sombra en la
comuna de La Florida, en una plazoleta del sector paradero 19 de avenida
Vicuña Mackenna, cerca de calle Manutara.
¿CÓMO ATRAPAR LA FLOR?
Los brujos centrinos, los de Santiago, especialmente pitonisas, santeras y "meicas"
de los barrios más antiguos de la capital, recomendaban antes a sus
aconsejados abordar la empresa de atrapar la flor en absoluta soledad,
durante la tenebrosa noche. Según las tradiciones orales, la flor se les
podía presentar como una especie de luciérnaga: una florescencia
luminosa, blanca o amarillenta, que saltaba de rama en rama por la
higuera durante un breve lapso de la medianoche. Al agarrarla, había que
metérsela en el pecho, entre las ropas, y comenzar a descender
cuidadosamente.
Pero
la tarea de atrapar esta flor saltarina y resplandeciente siempre era
un peligro mortal, no sólo por la potencial presencia del Diablo: el
objetivo procura engañar a quien la persigue, yéndose por las ramas más
resbaladizas o débiles, para tratar de hacerle caer desde la mayor
altura posible. Es decir, para matarlo.
La
experiencia podía estar acompañada también de gritos de horror,
alucinaciones de monstruos y serpientes, y acosos de demonios, todos
para perturbar al audaz cazador y frustrar sus planes. Lo peor es, como
dijimos, si el propio Satanás se presenta entre las ramas a defender lo
suyo e impedir el robo de su joya con pétalos, caso en el cual el
desafiado está obligado a darle un combate del que casi no tiene
posibilidades de salir vivo, según las más fatalistas versiones de la
leyenda, de modo que la persecución de la fortuna de la flor era un
riesgo en el que la mayoría de los hombres perdían, traicionados por su
ambición, y sólo unos pocos ganaban obteniendo bienestar para siempre,
alimentando así las esperanzas de los otros.
Pero,
según la versión de Plath, nada de esto llega a suceder y, tras los
tormentos, aparecen ante los ojos del atrevido escalador las ramas
llenas de flores blancas y hermosas, esas Flores Inexistentes:
Hay
que tomar una sola, la mas hermosa, ponérsela en el pecho entre cuero y
camisa, y bajar después con toda tranquilidad. Y no hay que tocarla ni
mirarla en toda la noche, ni contarle a nadie que se la ha tomado. Al
otro día, ha desaparecido la flor, pero queda la suerte: si es mujer, un
buen casamiento con hombre rico; si es hombre, buenos negocios; es
decir, en ambos casos la fortuna y la felicidad.
Nunca
se sabrá quién la vio o la atrapó, sin embargo: la hazaña debe ser
mantenida en el más absoluto secreto, por siempre. Éste pacto o contrato
es, acaso, la garantía de perpetuidad del mito.
OTRAS TRADICIONES DE LA HIGUERA
Viví
varios años a la sombra de una enorme higuera vecina, que colgaba hacia
el lado de mi casa, por allá por Gran Avenida, pero debo confesar que
nunca me animé a probar nada. De haberlo hecho, entonces, tendría
también mi secreto de niño sobre la Noche de San Juan, hasta estos días.
Pero la presencia del árbol me siguió penando por toda la ciudad.
En
los pequeños patios de las viejas casas del Barrio Matadero, por
ejemplo, era común encontrar añosas y retorcidas higueras, de las que
siempre se rumoreaba alguna experiencia siniestra. También corrían
cuentos sobre árboles que albergaban a espíritus traviesos, que salían a
hacer escándalo y a espantar a los durmientes.
Del
mismo modo, en las proximidades de los cerros de La Reina, en un
conocido sector lleno de leyendas (que van desde pasadizos secretos de
Manuel Rodríguez hacia Cuyo, hasta una supuesta cabeza indígena gigante
esculpida en una roca), existiría una gran higuera colgante en el borde
de un barranco, y abajo del desfiladero, una animita de un hombre
muerto. Para la leyenda, la escena se explicaría por sí sola: el
infortunado cayó al vacío buscando la fortuna de esta Flor Inexistente, y sólo encontró en su lugar una horrible muerte en tan solitarios parajes.
En
la antigua sociedad chilena se creía también, que muchos virtuosos de
la guitarra, que aprendían con más facilidad que otros, hacían pacto con
el Diablo para dominar el instrumento sin grandes dificultades ni
estudios. El procedimiento es fácil y sigue siendo parte de las
supersticiones de la Noche de San Juan Bautista: colocarse bajo la
higuera justo a las doce, con una guitarra en la mano. Bastaba con eso
para aprender a tocarla de porvida.
Ciertamente,
aquel procedimiento es mejor que su alternativa: esperar en un cruce de
caminos al Diablo para pedirle el mismo favor, porque puede cobrar caro
su trabajo o, lo que es peor, retar al beneficiado a un duelo de
cuerdas con la recién aprendida guitarra, considerando que Lucifer es un
maestro en todos los instrumentos musicales que existen.
Pero
no todo favor sobrenatural de la higuera está enredado con la muerte o
la magia negra, sin embargo: anticipando algunos ritos parecidos a los
de movimientos de moda como la wicca, la Noche de San Juan ha
permitido desde antaño que las mujeres puedan obtener el corazón de su
enamorado, simplemente pronunciando su nombre y declarando sus
sentimientos bajo la higuera de la medianoche. En zonas rurales también
se dice que las higueras deben plantarse antes del día de San Juan, o no
se afirmarán del suelo y morirán, perpetuando así el objeto central de
la larga tradición asociada a este árbol, al que muchos correrán durante
la próxima noche sanjuanina, presas de sus ambiciones, audacias o, quizás, del terror profundo.
Comentarios recuperados desde el lugar de publicación primera de este artículo:
ResponderEliminarAnónimo1 de febrero de 2012, 22:20
Interesante conocer mitos tan olvidados en el ciber tiempo, en San Vicente de tagua tagua se comentaba que podias entrar a la higuera y coger su flor pactando con el diablo a la medianoche de San Juan. El sabor de higos maduros o secos es aspero y de un dulzor exquisito aunque al comerlos en el ocaso de aquellas tardes campesinas sigmificara ciertamente temor por la forma tenebrosa de largos dedos que sus ramas aparentaban. La flor de lis falta ser mencionada en este magnifico articulo, esta flor es usada por los Templarios cristianos en sus emblemas y super utilizado por walt disney en sus peliculas clasicas, ademas de pertenecer al simbolismo masonico mundial.
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Antonia^^2 de junio de 2014, 17:00
Me gustaría saber las pruebas de que esto existe :c oh de que esto realmente es verdad, si las cosas de cumplen, etc, ect, etc... Si alguien me pudiera ayudar dandome su testimonio!! Gracias!!
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Anónimo19 de enero de 2017, 22:37
Las malas lenguas cuentan que si talas la higuera, una fatal desgracia le ocurrirá a uno de tus seres más queridos, tarde o temprano.
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karen urrea28 de junio de 2017, 02:48
Hermoso!
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charly1 de abril de 2019, 13:40
Amigo estaba buscando información del mito para mi proyecto universitario y tu información fue de lo más interesante. Gracias :)
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Unknown1 de abril de 2019, 19:42
Hola solo quiero dar un testimonio de que la flor de la higuera existe y los espíritus y demonio que habitan en ella también meda igual si me creen o no gracias....
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Unknown7 de mayo de 2020, 14:15
CUANDO NIÑO DEBO HABER TENIDO 8 O 10 NO RECUERDO LA EDAD, PERO RECUERDO COMO SI FUERA HOY LO ACONTECIDO. VIVIA EN EL CAMPO Y HABIAN MUCHAS HIGUERAS,ALCANSE A VER 13, OTRAS QUE HABIAN SIDO DESRRIBADAS POR LOS TEMPORALES DE INVIERNO, QUEDABAN LOS TRONCOS Y HOYOS DONDE HABIAN
ESTADO ALGUNAS SOBREPASANDO LOS 20 O 25 METROS O MAS DE ALTURA Y QUE NADIE ERA CAPAZ DE SUBIRSE, UNA QUEDABA FRENTE A LA PUERTA DE LA CASA COMO A 10 METROS DE LA PUERTA, SIENDO DE LAS MAS CHICAS 8 O 10 METROS. POR ELLO TUVE OPORTUNIDAD Y PUEDO DAR FE DE QUE LA HIGUERA FLORECE Y SE VE HERMOSA HE ILUMINADA POR SUS FLORES QUE PARECEN AZAARES, LA VI PERSONALMENTE, PERO NO ME PREGUNTE NI LA HORA NI CUANTO TIEMPO DURA LA FLOR. AL SALIR DE LA CASA VEO ESTA HERMOSURA, INMEDIATAMENTE ME DEVUELVO A BUSCAR A UN PRIMO QUE ESTABA EN LA CASA, NO DEBEN HABER PASADO MAS DE 5 SEGUNDOS EN VOLVER Y YA NO SE VIA NINGUNA FLOR. PERO TAMBIÉN VI ALGO MAS,
COMO POR LA MITAD ENTRE LA HIGUERA Y YO, IVA PASANDO UN ANIMAL NEGRO COMO DE UN METRO DE ALTURA NO DISTINGUIENDOLO Y NI HABIENDO NINGUN ANIMAL NEGRO EN LA CASA.
MI RELATO DE LO VISTO.
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Respuestas
Damian Avalos31 de diciembre de 2020, 17:39
perdona no le quito credibilidad a tu visión ,porque creo en todo ello, pero una higuera nunca puede alcanzar lo 25 metros !!! de altura, es apenas un arbusto, puede llegar exagerando a los 6, 7 metros sus ramas mas largas
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