LA VIRGEN DEL CARMEN: ¿QUÉ PODRÍA REPRESENTAR EN REALIDAD LA PATRONA DE CHILE?
La
Virgen del Carmen del Templo Votivo de Maipú y, a su lado, una
representación de la estrella venusina mapuche con sus
ocho puntas.
La
reaparición y restauración de la Bandera de la Proclama y Jura de la
Independencia de Chile en 1818, en el Museo Histórico Nacional, repuso el tema la presencia de esa curiosa estrella de ocho puntas ubicada al
centro de la estrella pentagonal del pabellón, tal cual la describían y
reproducían autores como Gastón Soublette.
Paralelamente, y a pesar de los sentimientos patrióticos involucrados, hay algo de impostura y de negación al fundamento hispanista en la configuración que se ha dado a la advocación mariana de la Virgen del Carmen en Chile, al aferrarla casi obsesivamente sólo a aquel período de la emancipación y las guerras independentistas. Sin embargo, subyacen en esta transformación algunos contenidos que podrían estar relacionados con las alusiones de aquella misma bandera, tanto desde la original del Carmelo como en la criptosimbología que fue conocida por la Logia Lautaro.
Los
años en que la bandera del museo permaneció fuera de exhibición encendieron las
dudas de algunos: la presencia del descrito detalle en el detalle del estandarte original
de la Patria Nueva llegó a ser puesta en duda por más de alguna
opinión. La creencia dice que el propio Director Supremo Bernardo
O'Higgins Riquelme la habría hecho trazar dentro de la estrella
pentagonal del primer estandarte, al haberle sido prohibido desde la
masonería colocar directamente la estrella octogonal en el campo azul, evocando al emblema venusino del pueblo mapuche según alguna interpretación.
Sin
embargo, como en todos los emblemas y lenguajes simbólicos, el
misterioso asterisco dentro de la blancura de la estrella de cinco
puntas quizás dice mucho más de lo que muestra, y eso se puede advertir
estudiando el contexto al que pertenece. Trasciende incluso a la
simbología estrictamente cristiana, adoptando posibles alcances
sincréticos.
Como
se sabe, O'Higgins habría proclamado ya a la Virgen del Carmen (o de Monte
Carmelo, originalmente) como la Generalísima de las Armas y Patrona de
Chile el día 11 de febrero de 1817. Fue una decisión que ha motivado
discusiones, debates y hasta ciertas dudas: entre otras razones, porque era conocida la
diferencia profunda de los lautarinos con el clero, varias veces muy
evidentes, como cuando el gobierno ordenó crear los cementerios laicos y
cuando confiscó prepotentemente los terrenos y establecimientos de los
franciscanos de la Recoleta, por ejemplo. Como sea, la extraña decisión
resultó "afortunada" para la suerte de la logia y le permitió saborear
la derrota española de Chacabuco, al día siguiente.
Al
cumplirse un año de la victoria chilena, se juró la Independencia de
Chile en la solemne proclama del 12 de febrero de 1818. Un mes después,
sabiendo de los preparativos españoles para dar una última embestida
contra las fuerzas independentistas, el 14 de marzo se reunieron en la
Catedral de Santiago las fuerzas civiles, militares y políticas, ocasión
en la que O'Higgins realiza su famoso juramento de construir un templo a
la Virgen del Carmen en donde las fuerzas patriotas pudiesen asegurar
el triunfo de la Independencia. Pero la mano benevolente de la santa
patrona se cerró mezquinamente el 19 de marzo, con el Desastre de Cancha
Rayada que empeoró la angustiante situación de la ex colonia.
Vino,
al fin, el 5 de abril con la victoria de Maipú, que se estima como decisiva
para la guerra de la Independencia en Chile, aunque aún faltaban las
campañas en el Sur de Chile y la preparación de la flota libertadora del
Perú. Y allí en los Cerrillos del Maipo fue erigido el templo prometido
a la Virgen del Carmen, por supuesto, aunque después de la bendición de
la primera piedra, hacia fines de años, tuvieron que pasar más de seis
décadas para que quedara terminado el primer edificio prometido, siendo
destruido por un terremoto al poco tiempo y reemplazado tras largo
tiempo de gestiones, recolección de recursos y construcción con el gran
Templo Votivo de Maipú que hoy existe frente a sus ruinas del Santuario.
Allí está la imagen oficial de la Santa Patrona, entonces.
La
bandera jurada de Chile, primera de la Patria Nueva. Se
observa al centro de la estrella pentagonal una segunda estrella de ocho
puntas.
Por
un cordón bastante más cercano de lo que se cree, corría la historia de
la bandera de la Patria Nueva. Su diseño con el interesante detalle de
la estrella octogonal dentro de la más grande y visible es otro tema de
escasa definición.
Dice
una creencia que fue el argentino Bernardo de Monteagudo, de gran
influencia y poder dentro de la logia, quien no permitió a O'Higgins
colocar la estrella de ocho puntas directamente en el cuadro azul del
pabellón, quedando finalmente la de cinco puntas como la definitiva. Sin
embargo, de todos modos el Libertador logró incluir el símbolo dentro
de la señalada estrella pentagonal.
Según
un dato de Diego Barros Arana, el diseño de esta bandera fue legalizado
por decreto del 18 de octubre de 1817 y presentado al público el 10 de
noviembre siguiente. La verdadera autoría, sin embargo, ha estado en
discusión: se adjudica de preferencia a O'Higgins y/o el ministro José
Ignacio Zenteno. También hay quienes dan por hecho que la bandera fue
presentada oficialmente en la posterior Proclamación y Jura de la
Independencia 12 de febrero de 1818 en Santiago, tal cual aparece en el
famoso óleo de Pedro Subercaseaux donde se alcanza a observar el detalle
de la estrella de ocho puntas dentro del diseño de la bandera de seda
que corresponde precisamente, a la que está ahora en el Museo Histórico
Nacional, a tan pocos metros del mismo lugar donde fue izada.
Sí
es claro que, en un decreto de noviembre de 1817, ya habla Zenteno de
la existencia de la bandera y ordena confeccionar algunos ejemplares de
la misma. Pero hay otros que atribuyen a Zenteno sólo la orden de crear
el pabellón, sin embargo, cuyo aspecto podría haber sido aportado por el
militar español aliado de los patriotas Mayor Antonio Arcos, mencionado
en el decreto de marras pero sólo como el portador de los modelos que
se solicitaban. Se sabe de una carta donde éste pediría "visto bueno" de
O'Higgins a un diseño concebido por él y Zenteno, comentada por
Soublette, pero jamás ha sido encontrada. También hay quien sostiene que
fue tomado de un boceto hecho por Gregorio de Andía y Varela.
Sucede
algo curioso, por consiguiente: más allá de quiénes sean los autores
más directos del diseño, vemos que éste estaba perfectamente decidido en
1817, por lo que la bandera que se presentó por el propio Bernardo
O'Higgins en Concepción (la ciudad donde firma y fecha la proclamación
después leída en Santiago, precisamente) previamente a los actos
oficiales de septiembre del año siguiente, debe haber sido sin duda
alguna el mismo diseño de la bandera usada en la Proclamación de
Santiago.
La
fecha escogida por el Director Supremo para presentar esta bandera en
tierras penquistas fue el 12 de noviembre de 1817. Era
evidente, entonces, que O'Higgins le estuvo dedicando a la Virgen
del Carmen mucho más que pergaminos patronales y templos honoríficos:
también ha hecho coincidir la verdadera presentación de la bandera de la
Patria Nueva, en este caso un ejemplar confeccionado y regalado por las
hermanas Pineda a la ciudad penquista.
Las interpretaciones esotéricas intentan sostener que el símbolo de la Virgen sería la
mismísima estrella de ocho puntas: la doble estrella de la mañana y de
la tarde en la cosmovisión y cosmología mapuche, como hacía notarlo con reiteración el poeta Miguel Serrano. Es el símbolo de Guñelve o Wunyelfe, lucero matinal de ocho picos en la iconografía de Arauco.
En tal caso sería Venus, entonces, la estrella de ocho puntas
y la misma deidad que la cultura clásica asociaba a Hespero y la imagen
de lo que hoy reconocemos como la representación de una mujer virgen;
una Virgen pre-cristiana. Y curiosamente, mientras era interpretado como símbolo de los guerreros araucanos, la Virgen del Carmen es la patrona de las Fuerzas Armadas.
Este
símbolo ha estado presente en innumerables tradiciones místicas del
mundo, y siempre alusivo a Venus, con su característico brillo de ocho
puntas. Tampoco es ajeno al cristianismo. En las mismas representaciones
esotéricas, se formarían de la superposición de las runas Yr y Man
(Vida y Muerte, respectivamente), atravesadas por la lanza o la flecha
de Sagitario, completando así la estrella octogonal. También es el
símbolo universal del Islam, como se sabe. En el paganismo de medio
oriente, equivale a la diosa de la fertilidad conocida como Astarté,
Asera o Ishtar, además. Por tratarse de un planeta interior, también anticipa en el cielo a la salida del Astro-Rey o
el O-Orients, como se le llama al Sol en las "Antífonas de Adviento" que repasan los siete nombres bíblicos de Jesucristo, para después despedirse cada día de los hombres antes de caer la enormidad de la noche.
Así,
entonces, se propone la teoría de que O'Higgins y sus asesores habrían
superpuesto deliberadamente la Virgen del Carmen sobre la tradición
pagana, que a su vez coincide con rasgos eclécticos y universales de la
tradición venusina. Esto
explicaría la poco comprendida adopción de un símbolo cristiano tan
potente como la Virgen María entre militares de la Logia Lautarina, para
algunos profundamente ligados a la masonería y varios de ellos
derechamente ateos.
Al
parecer, la adopción sería al "inversa": es la Virgen del Carmen la que
ha sido superpuesta sobre un elemento pre-cristiano. Y Chile no fue la
excepción.
Antigua
postal de la Virgen del Carmen como patrona protectora del Ejército de
Chile en Maipú y la Independencia, donde están O'Higgins y San Martín,
ambos de rodillas. Curiosamente, los dos aparecen representados con
barbas (quizás por pertenecer esta pintura a épocas anteriores a la
unificación iconográfica de sus retratos). Aunque contamos con una copia
digital facilitada por un coleccionista, sabemos que existe un original
de esta curiosa estampa en el Instituto Carrerino y una litografía
blanco y negro en el Museo del Carmen. A diferencia de las imágenes de
Jesús o los santos, que son de representación terrenal, la Virgen del
Carmen casi invariablemente aparece con una ambientación celestial,
parada sobre el horizonte, como acá.
Otra
representación de la Virgen del Carmen en el Templo de Maipú, en una
postal artística del Voto Nacional. Nótese la representación de la
estrella sobre la corona, ubicada precisamente sobre la cordillera, como
lo hace el brillo de Venus en su momento del "Lucero del Alba". La
Virgen del Carmen en Chile siempre es retratada con esta característica,
como si vigilara el territorio por encima de las altas montañas "que te
dio por baluarte el Señor", según el himno nacional.
Hay
otros indicios permitiendo suponer que la vinculación con el mito venusino no sería un
mero capricho masónico-lautarino, sino la consumación de una tradición
que había acompañado a Chile desde sus orígenes, curiosamente. De hecho, en los tiempos cuando la Virgen del Carmen había
sido adoptada por la Armada Española antes del descubrimiento de
América, ya se le conocía a esta advocación mariana como Virgen del Lucero o bien el Lucero de la Mañana, en una clarísima referencia a Venus. Algunos, con más audacia aún,
ven en la corona "estelar" de la Virgen una representación de la
constelación de las Pléyades o las 12 casillas zodiacales según la
respectiva versión, recordando también las muchas imágenes marianas
donde la figura está parada sobre una Luna creciente (o eclipse, según
otros).
Alejándonos de las especulaciones y descripciones creativas, de todos modos cabe señalar que la imagen de la deidad virgen
era una representación frecuente en la simbología de las logias y sociedades místicas, adoptándola
de las varias formas en que distintas civilizaciones lo hicieron también
a lo largo de la línea del tiempo. Así pues, los templos de
la logia suelen tener representaciones iconográficas alusivas
directamente a la Venus romana o la Afrodita griega; y en la tradición
de los ritos, también reconocen a la Isis egipcia (la "Virgen Negra")
con el apodo de la Viuda, en alusión a la muerte de su pareja y
compañero Osiris, para representar la Tierra y la propia pertenencia de
los miembros del grupo, que adoptan la identidad de "hijos de la Viuda"
como rasgo interno para reconocerse entre las distintas logias,
concepto que no debe haber sido ajeno a los Caballeros Racionales de la
Logia Lautaro, suponemos.
La
Virgen del Carmen, entonces, podría corresponder o coincidir con otra
de las figuras virginales de la simbología interna de la organización,
pero adoptadas desde la tradición más ecléctica. Al menos eso es lo que teorizan quienes creen en este planteamiento.
La
"oficialidad" de esta advocación de la Virgen María en el país lleva
tiempo perfectamente formalizada, por cierto: la Santa Sede reconoció la
veneración por la Virgen del Carmen de Chile a través de un decreto
papal emitido en octubre de 1923, siendo encabezados los festejos y
ceremonias oficiales por Monseñor Rafael Edwards.
Cabe
indicar que los símbolos venusinos de la emblemática nacional, que aquí
identificamos con la Virgen del Carmen, también han sido objeto de
atentados y acciones que muchos considerarían conspirativas. La bandera
jurada de 1818, por ejemplo, había sido robada desde el Museo Histórico
Nacional por un grupo subversivo en plena dictadura, prometiendo
tenerla cautiva hasta que ciertas condiciones ambientales cambiaran en
la política chilena. Finalmente, tras una gestión bastante curiosa de la
que existen incluso rumores de profanaciones de tumbas, reapareció el
año 2003, siendo reparada y repuesta en la exhibición pública.
Por su
parte, la efigie de la Virgen del Carmen del Sagrario en la Catedral de
Santiago fue objeto de un extraño atentado incendiario el 18 de abril
de 2008, por un perturbado, según se dijo: pero no a pocos llamó la
atención que fuera cometido un día viernes (día de Venus, Veneris dies)
y en el mes de abril (mes de Venus en el mundo antiguo) y en el año 8
del milenio (número de la estrella de Venus, finalmente). Además, fuera de forzamientos numerológicos, el
mismo sujeto apareció después implicado en la autoría de otros extraños
incendios.
En
fin: como tendremos ocasión de ver quizá en futuras entradas, puede ser
que con sus virtudes e incluso sus infortunios, la Madre y Patrona de
Chile no sea otra que la misma estrella venusina que ha resguardado los
destinos de esta patria perdida en el mapa, entre mar y cordillera,
incluso desde antes de nacer.
Comentarios recuperados del lugar anterior de publciación de este artículo:
ResponderEliminarolaff vargas19 de junio de 2016, 22:38
Gracias
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Daniel30 de octubre de 2018, 23:27
Estimado!! Increíble articulo, muy claro...pero me dejas con mas dudas,,,donde te puedo contactar?? El tema es fantastico, y creo que es lo primero que encuentro en la WEB referente a el, asi con datos duros...
Te dejo mi correo: da.guzmanbq@gmail.com
Por favor, escríbeme.
Saludos
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Nicolas6 de septiembre de 2019, 17:10
Excelente muy ilustrativo, muchos se olvidan de esos detalles que planteas en este artículo, normalmente se hace alusión a la estrella de la bandera solo a su simbolismo indigena, cuando de verdad es mucho más universal y Cristiano de lo que muchos creen, saludos y venerada sea la stella maris de nuestra bandera
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Javier29 de agosto de 2020, 17:38
MARAVILLOSO ARTÍCULO, TENEMOS EN EL NORTE DE CHILE LA FIESTA LUCIFÉRICA MÁS GRANDE DEL MUNDO.