EL BARCO DE LOS ESQUELETOS: TERRORÍFICO PASO DEL MARLBOROUGH POR LA COSTA MAGALLÁNICA

Imagen del Marlborough en Port Chalmers, Nueva Zelanda.

Chile debe ser uno de los países con más leyendas de barcos fantasmas en el mundo, aunque la mayoría de la gente reconozca sólo casos como el del Caleuche y en menor medida El Lucerna, ambos en Chiloé, además del más moderno mito del lanchón Mytilus II (de la supuesta comunidad Frienship) y, más al Norte frente al Maule, al siniestro Oriflama. La vastedad de nuestras costas, tal vez más que alguna relación de modus vivendi decididamente estrecho con ellas, explica esta abundancia de barcos legendarios en la mitología nacional.

Sin embargo, la mayoría de los navíos fantasmas que pueden encontrarse en las leyendas chilenas no son del archipiélago chilote, como podría creerse, sino probablemente de Magallanes, tierra de innumerables epopeyas marítimas, tragedias y naufragios que han servido de motivación o estímulo al florecimiento de esta clase de historias. Sólo la distancia geográfica ha perjudicado la expansión del conocimiento sobre el rico legendario magallánico sobre encuentros con navíos misteriosos y aterradores, como barcazas abandonadas y goletas "negras".

Una de aquellas leyendas ha sido comentada por autores como Osvaldo Wegmann Hansen y Oreste Plath: el macabro caso del navío Marlborough, que se cuenta entre de las historias más sorprendentes e intrigantes del territorio austral americano. Incluso fue mencionado por el famoso autor norteamericano Robert L. Ripley en 1929, para su conocida colección "Believe it or not!".

De acuerdo a la leyenda amalgamada con historia, esto ocurre en octubre de 1913, enfrente de las costas de Punta Arenas. El sol caía en la hora del crepúsculo cuando de pronto apareció en la mar la silueta de un extraño navío que parecía andar a la deriva, siendo divisado a una milla y cerca del puerto por el velero inglés Johnston (o Johnson, en otras fuentes, como el mencionado libro de Ripley), que se hallaba de paso por Magallanes o el Cabo de Hornos, en otras versiones más internacionales. La marcha al garete alertó a los británicos y se ordenó hacerle señales de luces desde el Johnston, pero no hubo respuesta alguna desde la misteriosa nave. Intrigado por la situación, el capitán decidió enviar a seis de sus marinos en un bote para que se aproximaran a la nave, intentaran reconocerla y, de no haber indicios de estar ocupada, procedieran a abordarla.

Los marinos se acercaron al barco cada vez más convencidos de que se hallaba totalmente abandonado y sin tripulación, con sus velas hechas jirones desgarrados al viento. El nombre Marlborough se podían leer con dificultad cerca de su proa, muy deteriorada y dañada, al igual que el resto del navío. Cuando llegaron al borde del mismo ya no les cabía duda de que se trataba de una nave a la deriva.

Subieron hasta su cubierta y cuál sería la sorpresa de los ingleses al encontrar un esqueleto completo cerca del timón, girando a la deriva. Procediendo a inspeccionar el resto del barco, habrían encontrado otros tres esqueletos en el pañol, seis en el puente y diez en los dormitorios de la tripulación. Mas, nada a la vista hacía suponer qué clase de tragedia había ocurrido allí.

Después de inspeccionarlo tanto como pudieron, los marinos bajaron del Marlborough para regresar a su nave y el enigmático navío continuó a la deriva hasta perderse por el Estrecho de Magallanes, desapareciendo para siempre al parecer durante una tormenta que siguió al encuentro, o pereciendo quizá tragado por sus aguas, acaso estrellado contra sus bordes o rocas. Se contaba también que trató de ser anclado o amarrado, pero se cortó la cadena o cabo, llevándose así su enigma y la maldición que cobró la vida de sus tripulantes. Después de eso, nadie supo con seguridad cuál fue su destino.

El insondable misterio continuó tejiéndose al regresar los hombres al Johnston e informar de lo que acababan de ser testigos. Se reportó el nombre del Marlborough al registro naviero internacional y se informó, a continuación, de un bello barco mercante revestido en hierro del mismo nombre que había zarpado con sus bodegas cargadas de lana y carne congelada desde el puerto de Lyttelton, Nueva Zelanda, al mando del Capitán W. Hird, el 11 de enero de 1890. La nave de 1.124 toneladas, había sido construida por Robert Duncan en Glasgow y arrojada al océano en junio de 1876 por su propietario, el empresario J. Leslie. Posteriormente, fue vendido a la Shaw, Savill & Co., y comandado por el Capitán Anderson de 1876 a 1883, quien cedió el mando a Hird a partir de ese año.

El Marlborough (a la izquierda de la imagen), anclado junto al "Loch Dee" (al centro) y el "Hurunui" (a la derecha), en imagen publicada por el sitio web talesofriverside.blogspot.com.

Al salir el Marlborough desde Lyttlelton en el que iba a ser su último y extraño viaje, iba con 23 tripulantes y 8 pasajeros. Uno de quienes estaba a bordo habría sido el joven marino Crombie, hijastro del capitán William Ashby, que gozaba de cierta fama en Auckland. Pero jamás llegó a su destino en el puerto de Londres: se perdió todo rastro de él a sólo dos días de haber levantado anclas en Oceanía, realizándose una investigación que no arrojó grandes resultados y en donde se determinó que la estabilización de la carga y las condiciones de zarpe habían sido las correctas, por lo que se presumió que habría naufragado tras chocar con algún témpano o quedar atrapado en algún lugar del Cabo de Hornos, por donde debía pasar en su ruta a Europa. Curiosamente, además, por esos mismos días había desaparecido otra nave: el Dunedin, buque zarpado desde Oamaru.

Así pues, se lo había dado por perdido o naufragado en el camino hasta que, según la leyenda, reapareció efímeramente frente a Punta Arenas, 23 años más tarde y sólo para volver a perderse, haciendo más profundo su secreto. Se cree también que pudo haber quedado atrapado en un banco de hielo, lo que explicaría su larga desaparición; o bien que alguna clase de enfermedad diezmó velozmente a sus ocupantes, no dándoles tiempo de salvarse.

La historia parecería ser un cuento más surgido de la fértil imaginación popular que se menea en el mundo de los marineros, pero aparece parcialmente confirmada -en muchos de sus detalles- en una edición del 27 octubre de 1913 del periódico "The Straits Times" de Singapur, el que atribuyó a su vez la noticia a otro periódico llamado "Evening Standard", basado en informes cablegráficos no confirmados, enviados desde Nueva Zelanda. Allí, en los reportes periodísticos, fue reproducido el supuesto testimonio de quienes abordaron al Marlborough:

Pisando con cautela la cubierta podrida, con grietas y partiduras en los lugares donde caminaban, encontraron tres esqueletos en la escotilla. En los comedores estaban los restos de diez cuerpos, y otros seis fueron encontrados; uno solo, posiblemente el capitán, en el puente. Había una quietud extraña alrededor, y un olor húmedo a moho que ponía la carne de gallina. Unos pocos restos de libros fueron descubiertos en el camarote del capitán, y un machete oxidado. Nada más extraño en la historia del mar se ha visto antes. El primer oficial examinó las ya débiles inscripciones en la proa y después de mucho pudo leer "Marlborough, Glasgow".

La sorprendente narración hizo eco en otros medios internacionales, como "Le Petit Journal" de París. Según escribió Sir Henry Brett en "White Wings: Immigrant ships to New Zealand. 1840-1902", además, la historia del navío reapareció publicada en un diario no precisado de Glasgow, Escocia, en 1919. Sin embargo, de acuerdo a lo que allí se describe, la aparición del Marlborough había tenido lugar hacia 1891 y en islas cercanas al Cabo de Hornos, no siéndole posible a los ingleses que lo vieron acercarse más a la nave para darle rescate, por las condiciones climática del momento. Esta versión apareció también unos años después en otro periódico: el "Auckland Star" del 24 de noviembre de 1923, en un artículo del propio Brett.

Ilustración del caso Marlborough publicada por el diario parisino "Le Petit Journal", en 1913. Fuente imagen: sitio Décima Sinfonía (Hoz Producciones).

Encabezado de la columna con el reportaje del periódico "The Straits Times" sobre el caso Marlborough en Punta Arenas, publicado el 27 de octubre de 1913.

Al parecer, la confusión del año en que es visto el barco por los ingleses en aguas magallánicas (hacia 1890 o 1891) fue confundida por el hijo del capitán Hird con la de 1913, que era en realidad la del reporte de los periódicos de Singapur sobre el caso, naciendo así la leyenda y la confusión sobre su avistamiento. De acuerdo a Brett, entonces, esta fecha errónea era la informada también por el diario de Glasgow, como aquella en la que apareció el barco con su tripulación de muertos.

Sin embargo, dice la misma fuente que otra historia fue reportada con más detalles el mismo año de 1913, en este caso por un testimonio del capitán Burley de Seattle, quien decía que en su juventud había visto un barco naufragado en un aislado sector de la Isla de los Estados (o la Península de Mitre, en otras versiones) con el nombre de Marlborough, además de un improvisado toldo, cerca de 20 esqueletos (siete, en otras versiones) y una gran cantidad de conchas de mariscos alrededor, como señal de una desesperada lucha contra el hambre en la costa de sus desgracias. Burley declaraba haber dado aviso de su hallazgo después de ser rescatado, pero nadie sabe por qué se dio a conocer tanto tiempo después, aunque su historia aparece en septiembre de ese mismo año en el periódico "Evening Post" de Wellington, Nueva Zelanda. El diario vuelve a publicar algo al respecto en febrero del año siguiente, sugiriéndose también la señalada confusión del hijo de Hird, que creyó destruido el barco en 1913, muchos años después de su real naufragio.

Para hacer más confuso el caso y volver a enredarlo, en el periódico "The Cairns Post" de Queensland del 14 de junio de 1940, se publicó una detallada descripción del testimonio de Burley en donde se descartaba ahora que su avistamiento del buque naufragado haya sido el Marlborough de Glasgow: correspondería en realidad a uno llamado Marlborough de Londres. También se aclara allí que la historia de Burley había sucedido cuando él llegó al inhóspito territorio tras naufragar en la nave Córdova muy poco tiempo después de que ésta fuera echada al agua, en 1888... Es decir, muchos años antes de la tragedia del verdadero Marlborough.

Aquella revelación, de ser correcta, devuelve la credibilidad al reporte inglés de la nave de cadáveres cruzando las aguas de Punta Arenas y a los detalles centrales de la leyenda que dejó para siempre en las mareas magallánicas.

Así, para los amantes de los misterios y las "realidades fantásticas", el caso del Marlborough está en la categoría de interés internacional y a la altura de otras famosas historias mundiales de barcos fantasmas como el Octavius, el Mary Celeste o el Baychimo, permaneciendo también como otro de los atractivos enigmas marinos australes, tan persistentes y profundos.

Comentarios

  1. Que bueno ver que nos sigues sorprendiendo con temas tan imyeresantes rstimado Cristian.

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