LA CAPILLA DE ÁNIMAS DE SANTIAGO: EL ARCANO TEMPLO PARA LAS ALMAS DEL PURGATORIO
La Capilla de Ánimas, hacia principios de 2010, poco antes de ser parcialmente destruida por el terremoto del 27 de febrero.
Llega a ser culturalmente "simpática" la forma en que se ha mantenido vigente el culto a los difuntos en Chile: de una manera extrañamente sobria, misteriosa y casi sombría, manifiesta en expresiones populares como la tradición animística relacionada con las almas de los fallecidos. Llega a haber, pues, una curiosa instancia de convivencia diaria con el concepto de la muerte, haciendo que sus límites con el mundo de los vivos y sus penas se vuelva a veces muy difuso. Incluso las celebraciones del Día de los Difuntos en las puertas del Cementerio General, en las primeras décadas de la República, se fundieron más bien con mismas tradiciones y formas propias de Fiestas Patrias más que con rasgos carnavalescos, al punto de haber sido llamado "El 18 de los Muertos", en su época.
No es coincidencia, entonces, que el quizá más enigmático templo católico de la capital chilena o uno de los más merecidamente así definibles, esté relacionado con las tradiciones religiosas y populares sobre los fallecidos y sus almas: la Capilla de Ánimas, conocida también como Capillas Las Ánimas o Capilla de las Ánimas, entendiéndose estas últimas como las almas que moran provisoriamente en el purgatorio, tras la desaparición física del individuo. Se encuentra en calle Teatinos 765 llegando a San Pablo, aunque no destaca especialmente por sus dimensiones.
La naturaleza del templo parece influida por la misma fuerte creencia en las animitas o templetes de adoración con pedidos de favores a los fallecidos en los lugares de su muerte o de sepultura, que derivan de la creencia cristiana en la transición de las almas de los fallecidos hacia la expiación o purificación necesaria para ascender al Cielo, limpiando la carga de sus pecados cometidos en vida o bien preparándolos para este viaje. El Purgatorio es aquel eslabón entre ambas vidas, y se lo describe de varias formas: desde un proceso invisible de espera de las almas en la antesala de la vida eterna, hasta un espacio de tormentos muy semejante a la clásica descripción del Infierno, como se observa en la iconografía sacra.
Como sea, las animitas son, en la tradición popular, formas de expiación y purificación del ánima o alma que purga, al dársele la oportunidad de conceder favores a los vivos y así reunir mayores méritos para garantizar un entrada al Cielo. Esto está muy presente en las devociones que tienen lugar hasta hoy en la Capilla de Ánimas.
Aspecto de la Capilla de Ánimas antes del terremoto de 2010. Se observa a la derecha el acceso a las dependencias interiores y el pequeño oratorio exterior (con mucho hollín de velas). Al lado izquierdo, el acceso a los patios y dependencias de las Hermanitas del Cordero, recinto ocupado por ellas desde los años 90.
Destrucción del edificio después del terremoto del 27 de febrero de 2010. Nótese que los escombros rompieron también parte de la gradería de escalones, al caer. Hubo muy poco tiempo transcurrido entre la fotografía anterior y ésta.
Acercamiento al detalle de la destrucción del tímpano de la capilla, dejando desnudo parte del concreto, ladrillos y vigas internas.
La capilla, ya reconstruida y entregada al público después de 2016. Nótese que se mejoraron los accesos por su escalinata, al oratorio exterior. Hacia la esquina (izquierda), el también restaurado inmueble de las Hermanitas del Cordero.
Fachada actual del templo, tras las grandes reparaciones.
El prolífico investigador y folclorógolo Oreste Plath invitaba a no confundir los conceptos, sin embargo: aunque estén relacionados, mientras las ánimas son las almas en el Purgatorio propiamente dicho, las animitas son esa forma de culto por las almas de los difuntos que persistirá en nuestro plano material de existencia, donde ellos ya no están físicamente. De alguna manera, entonces, la Capilla de Ánimas viene a ser una suerte de animita gigante y colectiva, para todas las almas que permanecen o postulan al Purgatorio, a la espera de retomar su senda hacia los reinos celestiales. Muchos otros templos en el mundo ostentan tal categoría y función a favor de las ánimas, por cierto, según parece interpretando mensajes bíblicos como la sentencia de San Pablo, en 1 Corintios 3:13-15:
Pero el día del juicio, el fuego revelará la clase de obra que cada constructor ha hecho. El fuego mostrará si la obra de alguien tiene algún valor. Si la obra permanece, ese constructor recibirá una recompensa, pero si la obra se consume, el constructor sufrirá una gran pérdida. El constructor se salvará, pero como quien apenas se escapa atravesando un muro de llamas.
No todo se sabe sobre la historia de este pequeño pero singular templo santiaguino, sin embargo. Ni siquiera hay claridad sobre su origen, pues en la administración del recinto conocen documentos municipales que mencionarían la capilla hacia 1915, aunque especulan que su construcción podría remontarse al 1900-1910 aproximadamente, recibiendo etapas de influencias posteriores. Un reportaje del diario "La Segunda" del 24 de julio de 2013, comentaba de la existencia de planos en el archivo de Aguas Andinas (ubicada a sólo un par de cuadras de allí, a espaldas de la ex Cárcel Pública), confirmando que el edificio se remontaría específicamente a 1906.
Es preciso detenerse un poco para contextualizar el barrio en el que surgió esta capilla, también. La calle de San Pablo, antigua conexión del Camino a Valparaíso con la ciudad santiaguina, se llamó así por el recinto religioso y la plaza ubicados en esta arteria con la entonces denominada calle del Colegio, hoy Almirante Barroso. Subiendo por San Pablo hacia la ubicación del Mercado Central, además, aparecían a la vista los campanarios de recintos religiosos como el de las monjas rosas, que dieron nombre a la calle Rosas por quedar hacia ella su iglesia y accesos; y el de las capuchinas, ocupando toda la cuadra entre Rosas y San Pablo con Bandera, en donde hoy está el Edificio Capuchinas, precisamente. Se ha tratado, como salta a la vista, de un vecindario de la ciudad fuertemente influido por la religiosidad y con la presencia de varios otros templitos menores para el ejercicio de la fe institucional, como sucedía en el antiguo Cuartel de San Pablo, a pocos metros de la Capilla de Ánimas, y el de la Cárcel Pública, de la que hoy sólo queda el pabellón frontal que da hacia la ex calle Sama, General Mackenna en nuestros días, con el largo de toda la cuadra.
Fachada de la capilla, reconstruida, poco antes de la reinauguración.
La capilla reabierta al público. También está el acceso abierto hacia los patios y capilla de las Hermanitas del Cordero, dependencias que alguna vez fueron de la Viceparroquia del Sagrario a la que pertenecía la Capilla de Ánimas.
Puertas de acceso al templo: "Con este signo vencerás" (mensaje divino a Constantino).
Escena de la luneta, con trabajo de relieves mostrando a la Virgen del Carmen mientras rescata a las ánimas del Purgatorio ayudada por arcángeles.
Puerta lateral del templo, hacia el pasillo interior abierto y las oficinas del templo.
Por otro lado, hacia los mismos años en que se levantó la Capilla de Ánimas, existía aún en la cuadra vecina de San Pablo (entre Amunátegui y Teatinos) el Cuartel Policial de San Pablo. Y por ahí en donde estuvo después la mencionada Cárcel Pública, se halló hasta 1883 el cuartel de las Brigadas 3ª y 4ª de Infantería, trasladadas de lugar ya hacia fines de la Guerra del Pacífico. Como registro de su existencia, existieron por mucho tiempo después en Teatinos con Mapocho (hoy Balmaceda), unos caballetes de rieles donde los funcionarios policiales amarraban sus animales (allí habían estado los corrales de las Comisarías de Caballería) y, por el lado de la Sección de Seguridad ubicada en Sama con Teatinos, otra capilla para las misas de los domingos, muy importante para el personal. Cuando fue demolido ese templito, la tropa mantuvo la tradición de continuar las ceremonias religiosas dominicales cuidadosamente formada, pero ahora en la Iglesia de Santo Domingo, como se señala en el "Álbum de la Policía de Santiago" de Oscar Honorato C. y Oscar Urzúa A., de 1923.
Fue, quizá, la influencia de aquel carácter institucional y religioso lo que llevó a que la Capilla de Ánimas se constituyera, a partir de 1920 aproximadamente, en la sede del vicariato castrense. Al mismo tiempo, figuraba como Viceparroquia del Sagrario con los mismos límites urbanos que la Parroquia del Sagrario, por ser subordinada a ella, según la "Guía general de Santiago de Chile" de 1918.
Pero, además, la capilla de nuestra atención era ya en aquel entonces la sede canónica de la Asociación del Sagrado Corazón de Jesús en Favor de las Almas del Purgatorio, hoy cofradía aún en actividades. Esta asociación existía desde tiempos muy anteriores, y había sido agregada en Roma a la Archicofradía Primaria de Animas, el 20 de febrero de 1903.
A mayor abundamiento, una tremenda curiosidad en el folclore religioso es que tal cofradía esté integrada por vivos y difuntos, según se define: los primeros acá, y los segundos desde el Más Allá. En teoría, pues, opera y reúne almas a ambos lados de la línea de los planos de existencia. Esta la asociación responde, entonces, a un modelo de fe y de servicio por los difuntos que fue bien conocido en la Península Ibérica después de la Contrarreforma, en el siglo XVI, y que se trajo a los pueblos de América en tiempos coloniales.
Un interesante artículo del docente de la Universidad de Playa Ancha, Richard Fairlie López, titulado "Las fundaciones piadosas de la Parroquia Santa Ana y del Convento Franciscano Máximo Nuestra Señora del Socorro de Santiago de Chile. 1766-1809" (publicado en el "Boletín Histórico de la Sociedad de Historia y Geografía de Chile", Año V, N° XVIII, año 2016), explica los antecedentes de la tradición, en el preámbulo:
En los albores del Cristianismo se creía firmemente en la oración por los difuntos como una necesidad y un acto eficaz y también se depositaba plena confianza en la misa por difuntos. Desde luego San Agustín había recomendado rezar oraciones, dar limosnas para que las almas sufrientes en el purgatorio pudieran salir de ese lugar y se encaminaran al cielo y por sobre todo se ofreciera la misa por estas almas. El término "purgatorio" se afianzó en los concilios ecuménicos medievales. Para la Iglesia Católica, la misa era y es la oración por excelencia que por ser el sacrificio de Jesucristo, tenía y posee más eficacia para rescatar almas del purgatorio y mayor que otras formas.
Interior del templo. Nave única, vista desde el acceso hacia el altar.
Muro lateral y grupo de obras de arte sacro, visto desde el sector en donde están los escalones al altar mayor.
Vista de la nave desde el sector del altar hacia el acceso.
Buzón para colocar los nombres de los posibles miembros de la cofradía, vivos o muertos, cerca del acceso, en el nártex. Virgen de la Inmaculada Concepción, al fondo.
La Cofradía de las Ánimas del Purgatorio, particularmente, tenía bastante importancia en la actividad religiosa chilena del siglo XIX. Y dice el investigador académico Hugo Contreras Cruces, en un artículo titulado "Oficios, milicias y cofradías. Éxito económico, prestigio y redes sociales afromestizas en Santiago de Chile, 1780-1820" (publicado por la "Revista de Historia Social y de las Mentalidades" Volumen 17, N° 2, del Departamento de Historia de la Universidad de Santiago de Chile, año 2013), que la misma cofradía reunía a muchos mulatos como mayordomos o apoderados y prestadores de financiamiento, hasta bien entrada la centuria.
Por lo descrito, entonces, no sorprende que en la Capilla de Ánimas dispusieran los cofrades de una pequeña caja empotrada en el muro, en la cual se solicita hasta ahora, según señala un cartel escrito a mano:
AQUÍ INSCRIBA LOS NOMBRES de las personas -vivas o difuntas- que Ud. desee pertenezcan a la Cofradía del Sagrado Corazón de Jesús y de la Virgen del Carmen en favor de los muertos (almas del purgatorio o ánimas) y de los que aún estamos vivos, todos los cuales -si pertenecemos a la Cofradía-, ganamos los frutos del sacrificio de Jesús en la Cruz que se renueva por el mandato suyo en la Santa Misa. Las misas de nuestra antigua Cofradía se celebran los Lunes a las 10 y 19 horas. Al comienzo de cada Misa se nombra a los nuevos socios. Si puede, haga una donación voluntaria, por pequeña que sea. Si no puede, no importa. No por eso deje a los difuntos sin este auxilio, que es el más valioso para ellos; infinitamente más que las velas y que las flores pues se trata de la vida del Hijo de DIOS hecho hombre que él mismo ofreció a su Padre Dios para nuestra salvación. Y ...no tenemos más que esta vida -que siempre está en un hilo- para salvarlos del infierno eterno. Eso quiere decir salvación o salvarse. Después de escritos los nombres claramente, eche el sobre en cualquier alcancía de la Iglesia o el de la calle. No lo entregue a nadie. El Párroco atiende sólo los lunes.
Aterrizando un poco la descripción de las actividades del grupo, el objetivo de los miembros de la asociación es orar y solicitar benevolencia divina por el alma de los difuntos, haciendo menos tortuosos y también menos largos sus pasos por el Purgatorio, a través de plegarias como la "Oración a las Ánimas Benditas". Sus rondas de rezos se hacían ante el aviso de cada fallecido, en aniversarios de la partida de un fiel y en las jornadas del 1 y 2 de noviembre (días de los difuntos y todos los santos), haciendo mucha exaltación del sacrificio de obra en este mundo para evitar los mismos procesos de expiación en el otro. Incluso, los miembros publicaban folletos doctrinarios y noticiosos en los años treinta.
Altar mayor. Se observa el sagrario, el Cristo Resucitado y las arcadas de medio punto de los pasillos laterales de este sector del edificio religioso.
Vista del Altar Mayor y su ornamentación religiosa. Bajo el mantel y tras las flores, está el relieve con la escena de la Última Cena.
Sagrado Corazón de Jesús. Figura al costado del acceso al presbiterio.
Virgen del Carmen, al otro costado del acceso al presbiterio.
Durante todo el período de servicio castrense de la capilla, siempre paralelo al de su ocupación por las almas del Purgatorio, la concurrencia de público al lugar habría sido enorme, según dicen los cofrades. Fue entonces cuando se construyó su particular fachada con molduras y cornisas, de ecléctica relación estilística con evocaciones neorrománicas. Esta fachada fue hecha en 1945, según consignan documentos consultados por la señalada edición del diario "La Segunda", lo que explica la diferencia de rasgos y de materialidad entre el frente del edificio y el resto del mismo.
Las fuentes señalan también que el carácter castrense se mantuvo para el templito hasta 1950, como señalaría un reportaje especial del diario "El Mercurio" del 6 de marzo de 2010, publicado en su "Revista de Vivienda y Decoración". Es verdad que la vicaría castrense se trasladó hacia mediados del siglo XX hasta el templo definitivo de Los Leones con Nueva Providencia, enfrente a la Plaza de los Leones; sin embargo, tenemos a la vista algunas sugerencias de que la Capilla de Ánimas seguía en tal rol todavía hacia 1962, tal vez parcialmente, de acuerdo a lo que se desprende del "Diccionario Biográfico de Chile".
Para ser más claros sobre lo recién comentado, fue el sacerdote Salustio Suárez Contreras el encargado a la sazón de la Capilla de Ánimas, durante su servicio como religioso castrense, precisamente. Ordenado sacerdote en 1930, el Padre Suárez asumió más tarde como capellán de la 4ª División del Ejército y Secretario de la Vicaría Castrense, alcanzando el grado de subteniente capellán con que registra oficina en la dirección de la Capilla de Ánimas todavía en la primera mitad de los años sesenta. A Suárez lo sucedió, antes de terminada la década, el párroco Luis Alvarado, según se desprende de la "Guía parroquial y guía eclesiástica de Chile" de 1969.
Empero, con el tiempo aquella característica de filiación a la fe militar se perdió y se separó por completo tanto de la vicaría castrense como después de la representación viceparroquial, quedando asociada exclusiva e indivisiblemente a la cofradía de las almas del Purgatorio. Así la asociación, con aprobación eclesiástica, realiza tradicionalmente allí sus ceremonias para vivos y fallecidos: las llamadas Misas por los Difuntos que tienen lugar todos los lunes, con gran participación del sacristán Mario Ortega en los años más recientes.
Para aquellos encuentros, se encendían velas y se realizaban oraciones colectivas, especialmente solicitando la intervención de la Virgen del Carmen en el rescate de aquellas ánimas, como lo expresa una plegaria para esta advocación mariana, difundida por el poeta y sacerdote chileno, Obispo Ramón Ángel Jara (1852-1917): "Sed el remedio de los enfermos, la fortaleza de las almas atribuladas, la protectora especial de los moribundos y la redentora de las almas del Purgatorio".
Afuera del templo, además, por el lado de la entrada lateral, fue dispuesto un pequeño oratorio con candeleros para velas, en donde los devotos de las "almas benditas" del Purgatorio hacían rezos, peticiones, ofrendas y solicitudes durante todo el resto de la semana, cuando estuviese la capilla cerrada inclusive. Una gran cantidad de hollín de las ceras subía antes por esas paredes de ladrillo pintado celeste, en este lugar preciso de su exterior.
Mamparas del acceso, con cristales de colores, tras la reparación del edificio.
El característico rosetón octogonal de la fachada, visto desde el interior, y el coro con sus balaustras.
Todavía en los años ochenta, sin embargo, la capilla figuraba formalmente como sede viceparroquial del Sagrario, ahora bajo dirección del Padre Julio Reinaldo, según la "Guía de la Iglesia en Chile" de 1988. Por supuesto, este sacerdote era quien estaba a cargo de la Parroquia del Sagrario, allí en la Plaza de Armas y formando parte del Decanato Centro. A inicios de la década siguiente, sin embargo, tal situación administrativa iba a cambiar definitivamente.
Cabe observar, además, que la capilla está exactamente al lado de la sede de las Hermanitas del Cordero "Luz de la Resurrección". Estas monjas llegaron en 1992 a ocupar el edificio y las dependencias que antes estaban más relacionadas con la Capilla de Ánimas y con la propia instancia de la ex Viceparroquia del Sagrario. De ahí que compartan el mismo número en la calle Teatinos, tanto la capilla como la casa de las hermanas. El suntuoso edificio de las religiosas, que hace esquina con San Pablo, fue restaurado hace pocos años, obras encargadas al arquitecto Juan Manuel Inostroza y concluidas en mayo de 2011. En su interior, el pequeño monasterio tiene otra capilla de la filiación dominica a escasos metros de la de Ánimas. Desconocemos cuántos otros casos de curiosidades así habrá en Santiago, con dos templos religiosos más relacionados con el culto popular que las grandes iglesias, y perfectamente vecinos.
Tras sobrevivir a varios terremotos y grandes sismos, la Capilla de Ánimas no pudo con el cataclismo del 27 de febrero de 2010 y parte de ella se perdió: los pesados escombros de las cornisas del tímpano en el frontón y del campanario, acabaron derrumbados sobre la calzada y acera de calle Teatinos, junto a la cruz que la coronaba; interiormente las grietas atravesaron en varios sentidos el vetusto edificio, cruzándose entre sí. A causa de este azote, perdió gran parte de sus características y molduras decorativas en la fachada, se debilitaron los muros cercanos al altar y el techo quedó en estado tan precario que incluso se llovía el interior. Nada tan grave como para no poder recuperarla, sin embargo.
Mientras seguía siendo reparado el monasterio de las Hermanitas del Cordero, la Capilla de Ánimas permaneció algunos años más aún arruinada, esperando que alguien la salvara. Recién en 2013, la Fundación Patrimonio Cultural y Artístico del Arzobispado de Santiago, con esencial participación de la oficina de arquitectura Tándem, presentó exitosamente un anteproyecto de reconstrucción y restauración al Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, buscando recursos para iniciar las obras a través de los Fondos del Patrimonio. De los 247 millones de pesos que costarían los trabajos, el Consejo cubrió 115 millones. Las insistencias de los feligreses pidiendo restaurar la iglesia habían sido otra importante influencia para poner el marcha el plan.
Era tal la devoción espiritual que seguía generando el pequeño edificio entre los fieles que, según reconoció después a la prensa el padre Pedro Narbona a cargo del templo, los obreros encargados de la reconstrucción hacían excepciones a las restricciones de acceso del público decretadas por la Municipalidad de Santiago, permitiendo discretas visitas de los insistentes. Formalmente, sin embargo, las tradicionales Misas de los Difuntos de los días lunes, se trasladaron hasta la Catedral Metropolitana durante toda esa larga espera.
Nave del edificio, vista diagonal. Destacan las imágenes religiosas, el gran retablo con la escena de Jesús al rescate de las ánimas, y los arcos de columnas germinadas.
El retablo de madera de las ánimas es un altar propio dentro del edificio, de gran veneración popular por las "almas benditas del Purgatorio".
Vista frontal del artístico retablo de madera, hecho en el siglo XIX. Puede advertirse que faltan un par de figuras en el relieve, entre las llamas del Purgatorio.
Algunas de las muchas placas de agradecimientos al pie del retablo del Purgatorio.
Tras largo tiempo de espera y de trabajos de recuperación, se reconstruyó la capilla con sus líneas originales y se cambiaron sus colores exteriores e interiores azulinos (evocadores del cielo, es de suponer) por otros más claros, como el ocre pastel exterior, que -de acuerdo a un estudio de los arquitectos- había sido el color original del inmueble. Se agregaron también algunos refuerzos, para asegurar la resistencia ante futuros ataques de la naturaleza y la propia fatiga del tiempo sobre los materiales.
Las obras fueron entregadas a Arzobispado de Santiago el 10 de diciembre de 2015, aunque pasó un tiempo más antes que el templo fuera dispuesto otra vez al público y de manera estable, abriendo sus puertas a los visitantes y las misas recién hacia fines de noviembre del año siguiente, con una homilía del arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati. También se mejoraron sus accesos por el lado de la calle, hacia el sector del pasillo lateral y el oratorio.
El edificio ocupa unos 250 metros cuadrados y cuenta con dependencias posteriores que incluyen oficinas y pequeños patios. Tiene una nave única con coro abalaustrado sobre el acceso principal y el paso lateral hacia las dependencias interiores, al costado derecho. Cuenta con un falso arco interior de estilo Tudor, dividiendo el sector del presbiterio y el altar, y uno central de columnas germinadas en la nave, un par a cada lado, de estilo neoclásico. El área del presbiterio tiene pequeños espacios laterales que funcionan como pasillos hacia la sacristía y las oficinas, divididas del interior del templo por pequeñas columnatas con arcos de medio punto. El piso es de viejas baldosas en bastante buen estado, después de todo.
Los vanos principales de la nave, también con arco de medio punto asegurando la iluminación natural, cuentan con vitrales geométricos modernos que parecen ser donaciones, pues en ellos se observan inscripciones con dedicatorias por cuyas almas se pide rogar: se distinguen los nombres de Laura Pizarro de Canales, Luis Undurraga, Eduardo Edwards, Javiera S. de Edwards, Domitila Ossandón de Ahumada, León A. Celedón, Jorge y Laura López Campo, María de los Ángeles Telles Ossa, Domitila Otero, Enriqueta Espinosa, C. Bezanilla y J. de Bezanilla, y Gustavo Valenzuela. Por el característico óculo o rosetón de la fachada, en tanto, ingresa la luz al interior justo en el coro, y las hojas de sus cristales también son coloridas. Lo mismo sucede con las mamparas del acceso.
La imaginería religiosa y esculturas sacras conforman otro atractivo de enorme valor en el lugar, unas montadas en pedestales y otras en ménsulas con querubines en los propios muros. Ya en la propia puerta de ingreso se encuentra el visitante con un magnífico trabajo distribuido en un arco de medio punto, con enchapados, aldabas y bisagras antiguas. En su madera se lee la inscripción del mensaje divino para Constantino: "CON ESTE SIGNO VENCERÁS", aunque acompañada por el blasón con una cruz maltesa más parecida a la templaria que al tradicional Crismón. Y sobre esta puerta, delineando el arco, una medialuna muestra el relieve de trabajo de estucos con una escena de la Virgen del Carmen y los arcángeles rescatando las almas del Purgatorio.
Interiormente, a pesar de la sencillez general del edificio, destaca entre las obras de arte una valiosa estatua de Cristo del siglo XIX, que originalmente estaba en la Basílica del Salvador, otro histórico edificio religioso castigado por los terremotos pero que hoy vive su propio proceso de reconstrucción, para felicidad de muchos.
Santísimo Niño Jesús de Praga, sobre ménsula de querubines.
Santa Teresa de los Andes, que representa caso de imaginería más moderna incorporada al templo.
Figura de San Miguel Arcángel, sobre otra ménsula.
El popular San Judas Tadeo, con placas de agradecimientos.
El Cristo principal se ubica atrás del altar con hermosa escena en relieve de la Última Cena. Está sobre el sagrario y dispuesto en la forma y actitud del Cristo Resucitado, con su campante estandarte y su representación tan sospechosamente parecida a la de Juan Bautista. Sobre las ménsulas de los muros, en cambio, encontramos las imágenes de San Miguel Arcángel dando muerte al demonio, San Judas Tadeo con algunas placas de agradecimientos de los fieles, Santa Teresa de Los Andes y el Santo Niño Jesús de Praga. Y sobre pedestales, a los lados de la nave en el límite con el altar, está la imagen de la Virgen del Carmen con el Niño Jesús, y frente a ella la representación del Jesús del Sagrado Corazón. Una Virgen de la Inmaculada Concepción está cerca del acceso, en el nártex del templo y bajo el coro.
Mención especial merece el Retablo del Purgatorio, valiosa obra del siglo XIX tallada en madera y de buenas proporciones, que se halla a un costado, hoy situado en el muro norte de la nave. Muestra una escena en que Cristo Rey, con la Virgen María a su diestra, los arcángeles y los serafines, intercede por las almas del purgatorio para liberarlas de sus sufrimientos entre nefarias llamas, de apariencia bastante infernal. Algunas de las figuras de las ánimas del retablo, sin embargo, no está a la vista, quedando un hueco o calado en la madera en el lugar en donde deberían hallarse, bajo el Jesucristo en Gloria. La escena del gran retablo parece estar evocando pasajes como el del Cristo juez de vivos y muertos, descrito en el Evangelio de San Mateo 12: 31-32:
Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.
Es ahí, en el magnífico retablo, que encontramos la demostración del carácter de animita colectiva que tiene esta capilla y, especialmente, esta pieza artística convertida en altar popular: bajo ella hay una gran cantidad de placas de agradecimientos por los "favores concedidos", rasgo propio e indiscutible del culto popular a las ánimas. Algunas placas están dirigidas a otras de las figuras religiosas de la nave, como San Judas Tadeo, San Rafael, Santa Teresa de los Andes y algunos fallecidos particulares, pero quedaron colocadas acá. La mayoría, sin embargo, agradecen intervenciones de las "almas del Purgatorio", "animitas del Purgatorio" o "almas benditas".
Las solicitudes que vecinos y devotos hacen ante el retablo o también en el oratorio exterior cuando está cerrado el templo (había incluso placas de agradecimientos en él, antes), generalmente tienen que ver con salud, bienestar familiar y asuntos domésticos, como ayudas con objetos extraviados o urgencias de recibir algo positivo. Algunos creyentes han asistido hasta este lugar solicitando y agradeciendo favores por más de 40 años, según se sabe en la cofradía.
La Capilla de Ánimas ha mantenido con las Misas de los Difuntos del cada lunes hacia las 9:50 de la mañana, único día en que atiende el párroco. Adicionalmente, la cofradía de las almas del purgatorio realiza misas por las ánimas y por los fallecidos (a solicitud de sus deudos) todos los días, a las 19 horas, en la vecina capilla de las Hermanitas del Cordero, y rezos del rosario de lunes a viernes en la propia Capilla de Ánimas, a las 17 horas, por las almas de los difuntos.
Comentarios
Publicar un comentario