"Cerrito
de Navia", en un plano europeo de Santiago (1929).
Con sólo 20 metros de altura
y 513 metros sobre el nivel del mar, en el sector de avenida Mapocho de la
populosa Cerro Navia, está una pequeña colina tipo cerrillo o loma de forma
casi triangular que da nombre a la misma comuna en que se halla, al poniente
del Gran Santiago, en la Región Metropolitana.
Si ya es curioso que muchos
de los propios habitantes de Cerro Navia no sepan que el nombre de su comuna
proviene de este cerrito, más llama la atención que se le desconozca
injustamente el valor ancestral y cultural que tuvo para la historia del
Valle del Río Mapocho, y que nada recuerde en su paseo interior que el cerro
goza de tal categoría ante la historia de Chile. Los habitantes de esos
barrios lo conocen bien, sin embargo: estuvo ligado a los juegos de infancia
de casi todos ellos, y las dueñas de casa iban a sacar arenisca fina
tipo "sapolio" de una veta natural ya oculta en la entrada del mismo parque,
para usarla como jabón erosivo para lavar artículos de cocina.
Siendo uno de los varios
cerros islas de la capital chilena, la loma se encuentra rodeada por la
urbanidad y formando una manzana verde que contornean las calles Mapocho, Lo
Amor, Cerro Navia, Lo López y 4 de Septiembre. Destaca en la distancia por
la copa de agua que se eleva desde su cima, más alta que cualquier
edificación en el entorno, de viviendas modestas y muy pintorescas en
algunos casos. A un costado del mismo, está la Escuela Básica Provincia de
Arauco y, cerca de allí, la calle Celia Sanhueza, que desemboca justo encima
del cerro, tomando parte de su pendiente al final de la vía, dándole con
ello un simpático aspecto porteño a su pequeño vecindario.
El nombre actual del cerrito
y su parque deriva de la última denominación que recibió en tiempos
coloniales: Cerro de Navia. Su superficie es de unas 2,7 hectáreas, aunque en la
actualidad está muy intervenido por el urbanismo, con su mencionado paseo de
escalinatas, senderos delimitados, rejas de protección y murallones
contorneando la variación de niveles por avenida Mapocho, reduciendo su área
verde a sólo un 50%, aproximadamente, y la arboleda a un 30%, de vegetación
no nativa.
Sin embargo, en el pasado
este cerro recibía otro nombre bastante más "originario" y acorde al aspecto
que entonces ofrecía: Cerro de la Guaca o Cerro La Guaca,
delatando que en él existió alguna vez una guaca o huaca (wak'a, en
quechua); es decir, un centro ceremonial preincaico y revalorado por los
incas al llegar en el siglo XV, por lo que su sentido sacro estaría
remontado, cuanto menos, a los tiempos de influencia y administración
satélite del Imperio Inca sobre el valle en que se asienta la actual ciudad
de Santiago.
Aunque se ha propuesto en
ciertas fuentes que los antiguos habitantes de origen picunche en el valle
lo habría denominado Dahuel o Dawell (que podría tener que ver
con Pudawull o Podagüel, el antiguo nombre de la vecina
localidad de Pudahuel), el título que le hayan dado los habitantes
originales del valle se perdió. Los hispanos, al encontrar en él dicho
centro religioso, lo denominaron en sus primeros años de coloniaje como
Cerro de la Guaca. Por mucho tiempo, además, fue el límite del
territorio habitado que se conocía hacia el poniente, con residentes de
origen indígena, además de un importante camino hacia los campos de descanso
y veraneo en Renca y después en El Resbalón.
Vista
del cerro y sus calles desde la altura. Fuente imagen: GoogleMaps.
El cerro
mirado desde la esquina de Mapocho con Lo López.
Acceso principal, en Mapocho con Lo Amor. Se observan algunos "rucos" de
indigentes en el sector con césped.
El extraordinario y muy
influyente trabajo de los investigadores Rubén Stehberg y Gonzalo Sotomayor,
titulado "Mapocho Incaico" y publicado en 2012 en el "Boletín del Museo
Nacional de Historia Natural", remonta el nombre de Cerro de la Guaca
a documentos hispánicos de los siglos XVI y XVII:
Este nombre, de origen
quechua, aludía al carácter sagrado que tenía el cerro para los
contingentes adscritos al Tawantinsuyu. Es posible que también lo fuera
para las poblaciones locales pre-incaicas que ocupaban el valle y que,
por esta razón, fuera re-sacralizado. Es mencionado, por ejemplo, en los
títulos del Cabildo a Rodrigo de Quiroga, específicamente al medir la
chacra de Pedro Esteban, el 10 de diciembre 1572.
Podemos decir, entonces, que
el Cerro Navia fue considerado sacro antes de la llegada de los españoles y
de los propios incas, como seguramente sucedió con el Santa Lucía, el San
Cristóbal, el Plomo, el Blanco y otros ubicados en los orígenes y contornos
del vital río Mapocho.
Los estudios de Patricio
Bustamante y Ricardo Moyano sobre relaciones astronómicas de la arqueología,
por otro lado, sugieren que la ubicación del Cerro de la Guaca se
ajusta a los trazados de líneas sacras o ceques en el plano del valle
del Mapocho. Se ha propuesto, además, que podría estar en la contraparte del
desplazamiento solar con relación al Cerro El Plomo (que tuvo su propio
adoratorio capacocha) y el portezuelo Provincia-San Ramón, lugar del
amanecer y la salida del astro en la línea que equinoccios, siendo el
Cerro de la Guaca la marca geográfica de su lugar de ocaso, en el
atardecer del solsticio de junio observado desde el centro santiaguino.
Stehberg y Sotomayor
observan también que el paso del Camino del Inca por la zona urbana de
Santiago, incluía conexiones con otras rutas ancestrales, incluyendo una que
conectaba hacia el primitivo territorio de Cerro Navia. Este grupo de
caminos salía desde el antiguo sector Plaza de Armas, en donde estaba el
antiguo centro ceremonial incaico reemplazado por la actual Catedral
Metropolitana, con cuatro rutas:
- Primera: en dirección
Este-Oeste, iba aproximadamente por calle Catedral hasta la actual
avenida Matucana, con sustento en hallazgos arqueológicos de la misma
calle Catedral cerca del templo, en la Escuela Normal de Preceptores en
Compañía con Chacabuco y en los trabajos de la Estación Metro Quinta
Normal, todos siguiendo el mismo eje. Se supone que este camino podría
continuar hacia el poniente por Catedral o desviando por San Pablo, que
era la antigua ruta hacia Valparaíso.
- Segunda: también el
dirección Este-Oeste y el mismo eje, pero desde la plaza hacia el
Oriente, pasando por los territorios de Apoquindo, Vitacura y La Dehesa
hacia el Cerro El Plomo, lugar asociado al surgimiento orográfico del
río Mapocho y al hallazgo de la famosa momia de un niño sacrificado bajo
ritos de influjo inca.
- Tercera: un tramo de
variación con dirección Norte-Sur, que corría paralelamente al oriente
del Camino de los Promaucaes o Camino del Puente Antiguo),
suerte de continuación del Camino del Inca hacia el Sur, por el Llano
del Maipo, Pirque, Chena y Paine.
- Cuarta: la que más no
interesa, era el tramo que correspondería al denominado Camino de la
Guaca por conectar con el cerro de marras, pues unía en dirección
Este-Oeste los sectores de Quilicura y Cerro Navia con el centro urbano
del Mapocho, cruzando el río. Los autores indican que aparece mencionado
en un documento de 1546 (lo que hace pensar en su origen prehispánico) y
otro de 1563, en donde se indicaba que en el sector existía una chacra
perteneciente a Diego Inga, llamado en otras fuentes como Don Diego.
Acceso
principal, por calle Mapocho.
Vista de
la cumbre al interior del paseo y la copa de agua.
Vista
posterior, por calle Celia Sanhueza.
Sobre este último punto,
había sucedido que Hernando Ruiz de Arce, compró una chacra a Luis Ternero,
y al transferirla ante notario el 14 de enero de 1563 a Diego García de
Ronda y a Diego Hernández Corral, le señaló por deslindes las siguientes
referencias:
…que está de la otra
parte del río y linda por la una parte de la cabezada con chácara de
Negrete, que ahora es de Rodrigo de Quiroga, y por el linde de la una
parte chácara de Sebastián Vásquez y chácara del capitán Rodrigo de
Quiroga, y con chácara de Francisco Moreno, y por la otra, cabezada de
abajo, linda con el cerro que llaman de la Guaca y chácara de Diego Inga
y por otro costado linda el camino que sale del cerro de la Guaca que va
al río que entra en el río que viene a esta ciudad...
De acuerdo a Stehberg y
Sotomayor, dicha propiedad de Diego era parte de un sistema local de chacras
que se encontraba en las inmediaciones del Cerro de la Guaca,
ocupando parte del territorio de las actuales comunas de Huechuraba,
Quilicura, Conchalí y Renca. Veremos que, posteriormente, era parte de la
ruta hacia el sector de El Resbalón (al poniente de Cerro Navia, llegando a
Pudahuel), incluso un lugar de paradas para los viajeros.
Cabe comentar que, antes de
la gran canalización del río Mapocho iniciada durante el Gobierno de José
Manuel Balmaceda, el cauce iba bordeando la llamada Calle o
Avenida del Mapocho, coincidente con la misma de nuestros días y que
pasa justo por el costado Sur del ex Cerro de la Guaca, en donde está
la entrada principal al paseo de nuestros días. Sin embargo, a medida que el
río avanzaba hacia el poniente, las cosas cambiaban y se alejaba de la calle
con la que compartía nombre: desde la enorme inundación o "Gran Avenida" del
río Mapocho sucedida el 16 de junio de 1783, el caudal que alimentaba a la
laguna Pudahuel cambió su curso y se fue varias cuadras más al Norte del
Cerro de la Guaca y de avenida Mapocho, casi por donde mismo pasa ahora
encajonado en su canalización y el gran Parque Mapocho Poniente.
Hay información importante
publicada por el investigador Alexis López en su enorme trabajo "El Secreto
de Santiago: La sagrada función del cerro Santa Lucía y la fundación de
Santiago" (2013). Según su impresión, el escenario hidrográfico primitivo
del Cerro de la Guaca, antes de su desvío natural en el siglo XVIII,
debió ser dividiendo al río Mapocho con su agudo extremo del sector oriente,
en la punta de diamante formada sobre avenida Neptuno. De este modo, el
caudal del río pasaba por ambos lados del cerro, convirtiéndolo en una isla
ribereña.
Entrando en detalles sobre
la idea del cerro dividiendo al río, un brazo debió ir por Lo Amor y al
llegar así al costado Sur del río y la avenida Mapocho, desviado hacia el
Sur-poniente y formando la marcada curva de la misma calle Lo Amor al
empalmar con avenida, mientras que el otro brazo corría por el costado Norte
en la continuidad de las calles Cerro Navia y 4 de Septiembre, hoy divididas
por el recinto de la mencionada escuela básica.
Tal situación del cerro,
dividiendo las aguas del Mapocho, lo habría hecho óptimo para ser sido
considerado sacro por los indígenas del valle, que lo estimaron otro de los
cerros donde moraba la divina serpiente creadora Ten-Ten de la
cosmovisión mapuche, instalándosele adoratorios en los mismos montes con
dicha categoría. Así fue como encontraron el cerro los representantes del
Tawantinsuyo Inca cuando llegaron al valle, además, resignificando su
sentido sin dejar de perder tal carácter sacro.
Entrada
lateral, sector Lo López. Fue mejorada hace pocos años.
Juegos
infantiles dentro del paseo del cerro.
Precarias casuchas con perritos vagos del barrio, en el enrejado del cerro
hacia el sector 4 de Septiembre. Son alimentados por los propios vecinos.
Para López se explicaría de
esa forma, entonces, la existencia de la guaca o centro ceremonial que le
dio al cerro el nombre colocado por los españoles:
Sostenemos entonces que
el Cerro Navia -La Guaca-, antes de la llegada de los Incas, era el otro
cerro Ten Ten del valle, ya que también formaba una isla y protegía los
terrenos que se encontraban detrás… donde precisamente hoy existe la "Avenida Huelén" que nos recuerda secretamente la olvidada función del
cerro.
Sobre esto último, la
división de las aguas se mantenía hacia el poniente corriendo más o menos
por las actuales calles Mapocho-Mestizo Alejo por el Sur y Quillota-Ankara
Sur (separadas por una planta ENEL) y Mapocho Norte, hasta cerrar el ángulo
y reunirse ambas justo hacia el cruce de una avenida llamada Huelén, en las
puertas de El Resbalón, por lo que puede haber allí una memoria toponímica
asociada a la misma función sacra que se daba en tiempos precolombinos al
Cerro Santa Lucía, cuyo nombre original ha sido corrompido al de Huelén
(cerro Huetén, posiblemente) por confusiones y errores de cronistas o
publicistas posteriores.
Por nuestra parte,
observamos que este antiguo camino y su bifurcación parece coincidir con el
que llevaba hacia el sector de El Resbalón, cerca de una legua hacia el
poniente de Santiago, con baños recreativos y una aldehuela que recibía a
los visitantes. El cerro, pues, dividía en dos aquel camino entre Santiago y
El Resbalón, más o menos a media legua de andar. Se recuerda que un tramo de
dicho camino iba faldeando la pequeña colina, mientras que el otro se iba
inclinado hacia la izquierda y separándose gradualmente del trazado
anterior. Próxima a esta encrucijada, en una propiedad de la Compañía de
Jesús, existía en el siglo XIX una vetusta y pequeña capilla que fue el
único templo por estos territorios, durante mucho tiempo.
López es defensor de la idea
de que el Cerro Santa Lucía producía esa misma división de aguas en el
Mapocho más al oriente, formando parte de otro triángulo divisor mayor que
se prolongaba hacia el sector de la actual Plaza Baquedano. Supone que el
jefe indígena Huelén-Huala, de quien se tomó el nombre patronímico para el
mismo cerro, habría tenido también terrenos en el sector de Cerro Navia y el
Cerro de la Guaca, quedando así su huella como topónimo para la
calle.
Un dato que sugiere esta
posibilidad, es que la avenida Huelén en Cerro Navia tomó el nombre de un
pequeño poblado homónimo, creemos que alguna ranchería indígena después
asimilada por el crecimiento de la ciudad. Informa de ello Luis Riso Patrón
en su "Diccionario Geográfico de Chile" (1924):
Huelén
(lugarejo). Es corto, con agencia postal y se encuentra a unos 9
kilómetros hacia el NW de la ciudad de Santiago.
Fue durante la Colonia que
una familia de ricos terratenientes de apellido Navia, adquirieron grandes
terrenos en el sector incluyendo aquél, en donde estaba la colina. Así,
comenzó a ser llamada como el Cerro de Navia o (según lo registró P.
J. A. Pissis, en 1875) el Cerro de Navias, pasando a ser así el Cerro
Navia de tiempos republicanos y hasta nuestros días.
El mismo Riso Patrón, se
refirió al Cerro de Navia en su diccionario de la siguiente manera:
Navia (Cerrito
de). Es bajo, raquítico y se levanta a 512 m. de altitud, inmediato a la
margen S del río Mapocho, entre la ciudad de Santiago y el caserío de El
Resbalón.
Senderos
interiores del parque conformado por el cerrillo.
Subida
de calle Celia Sanhueza, tomando la pendiente del cerro.
Juegos y
paseos vistos desde el exterior, sector Lo López.
En tanto, un sendero directo
entre el cerro y la ribera del río Mapocho, comenzó a ser llamado Camino
de Cerro Navia y, con sus deslindes en la desaparecida Chacra de Amor
(que dio nombre a la calle Lo Amor). Parece ser que hubo desplazamientos
importantes por esta ruta, durante las Guerras de Independencia, y
constituía el límite distrital interior de la Subdelegación Mapocho, hacia
mediados del siglo XIX. Por esa misma época, el 22 de abril de 1854, don
Dionisio Alvarado compró una propiedad de una cuadra en el Cerro de Navia,
fundo que después provocó algunos litigios legales entre los descendientes,
unas de dos décadas después.
En 1855, don Manuel
Guillermo Carmona escribió el artículo "El Resbalón", republicado en la
"Revista de Sud-América: Anales de la Sociedad de Amigos de la Ilustración"
de 1861, donde leemos la siguiente descripción del paisaje al que pertenecía
el cerro en la ruta hacia los baños de El Resbalón:
Se abre la temporada,
por lo regular, con las fiestas de Pascua. Numerosas y alegres caravanas
parten en esos días para el Refalón. Pasado el arrabal de
Guangualí, se entra en un largo callejón sombreado a uno y otro lado por
gallardos álamos, que templan los ardores del día con las brisas que
despiden sus flexibles ramajes. A veces interrumpe esta uniformidad un
largo trecho descubierto donde se extiende agradablemente la vista por
la inmensa variedad del follaje que se pierde al pie de los azulados
montes.
Todo el camino es muy
pintoresco, aunque el suelo es desigual, presentando a cada paso
pendientes laderas, frecuentes inundaciones y vertientes.
Casi a la legua faldea
el camino el cerrito de Navia, donde siempre es grato hacer una
paradilla para echar una mirada al mundo que hemos dejado detrás. Allá,
en el Oriente, se divisan los blanquecinos campanarios y las elevadas
cúpulas, envueltas en una gasa azul transparente, como pequeños pigmeos
al lado de la mole gigantesca de los Andes. A la izquierda, el Mapocho
dividido en mil brazos, acequias y canales que llevan la fecundidad a
chácaras y haciendas vecinas; y a la derecha, la vista se pierde en el
vasto valle del Maipo, que se anima hoy con el pacífico grito del
labrador en vez del ruidoso clarín de la pelea. Pequeñas montañas que
anuncian la cercanía de las costas cierran este valle por el Poniente.
Descendiendo el cerrito
de Navia, donde se domina este pintoresco panorama, el camino sigue
prolongándose en desiguales tortuosidades hasta llegar a la aldea del
Resbalón. El viajero se encuentra a cada paso con algunas festivas
caravanas de jóvenes y señoritas que prueban su destreza en el manejo de
sus fogosos corceles disputándose la velocidad de su carrera.
De acuerdo a la ley del auto
de erección de la Parroquia San Luis Beltrán, reproducido en el "Boletín de
las Leyes y Decretos del Gobierno" de 1868, el Camino del Cerro Navia
era parte de los deslindes del nuevo territorio parroquial:
...instituimos y
erigimos una nueva parroquia bajo la invocación del Santo Misionero
Americano de la Orden de Predicadores, San Luis Beltrán, dándole por
límites al nuevo Curato en su parte oriental desde el paso de la Higuera
en el río Mapocho, más bajo de esta ciudad, el callejón que va a dar al
de Carrascal y continuando por éste hacia el poniente hasta donde se une
el camino de Navia y siguiendo por este camino hasta llegar al callejón
del Resbalón....
Paneles
informativos, lamentablemente vandalizados.
Calle
Lo Amor, con su pronunciada curva, posible vestigio del curso antiguo del
río Mapocho dividido por el cerro.
Acceso
por el sector de Neptuno con Lo Amor.
Ya a principios del siglo XX,
el principal Fundo Cerro Navia aparecía dentro de la jurisdicción
territorial de la Municipalidad de Renca. Pero sería sólo con la división de
Barrancas-Pudahuel y la separación de la comuna, que se le asignó el nombre
de Cerro Navia a la recién creada, precisamente por este cerro que era un
histórico referente geográfico de la zona. Aunque Cerro Navia fue fundada el
17 de marzo de 1981, por Decreto Ley N° 13.160, sólo el 4 de diciembre de
1984 pudo ser levantada el Acta de Constitución Municipal, fecha que muchos
consideran como la de su auténtico aniversario de creación.
Comuna pobre, dicho sea de
paso, desgraciadamente estigmatizada por cuestiones policiales, marginalidad
y hasta por el grosero populismo de un reciente alcalde (después involucrado
en casos de corrupción), aunque preferiríamos enfatizar su carácter popular,
con rasgos de folclore urbano y de costumbrismo.
El cerro de nuestros días,
en tanto, destaca principalmente por la nada sacramental ni precolombina
copa de Aguas Andinas en la cúspide de su loma, rodeada por un
perímetro de cierre. También hay unas antenas de telecomunicación por el
lado de la escuela, en la entrada por calle Cerro Navia, pues los mensajes
de sus habitantes ya no van dirigidos a los dioses, como en los tiempos de
la guaca. Nada queda a la vista para la pasión de arqueólogos, pues su
adoratorio desapareció por completo.
Lamentablemente, no hay
reseñas sobre este pasado remoto del cerro en el lugar. Además, si no fuera
por los mencionados problemas, podría ser un espacio familiar mucho mejor
aprovechado para la recreación. Apena ver tan subutilizados, por ejemplo,
los juegos públicos para niños que instaló allí la municipalidad, a pesar de
haber muchos pequeños viviendo en el vecindario. También hay una animita en
el sector Lo Amor hacia Neptuno, cerca de la entrada posterior del cerro, de
un residente de la misma calle que murió asesinado (Carlos Pino Molinare,
1967-1991), de la que hablaré a futuro a pesar de que no es un gran
incentivo para visitar el cerro entre los afuerinos de estos barrios.
Súmese a ello la falta de
vigilancia, la basura que ha sido arrojada por algunos costados y la
vandalización de los didácticos paneles educativos que se habían instalado
en el mismo cerro, mostrando a los paseantes cómo reconocer las aves urbanas
que pueden observarse allí. Urge recuperar bien para la historia de su
comuna y para toda la ciudad este cerro isla, entonces, marginando de él a
los neandertales coprocráticos del aerosol y el plumón de tags. Es
claro que los residentes del sector lo valoran y hasta apostaría a que están
dispuestos a ayudar en su mantención, en muchos casos.
Finalmente, cabe señalar que
la relación de los barrios de Cerro Navia y otros del poniente de Santiago
con el río Mapocho, alguna vez simbolizada sagradamente por los ancestros en
el ex Cerro de la Guaca, ha perdurado hasta nuestros días,
curiosamente: además de la construcción de un gran parque riberano
recuperando una sana relación humana con el río (y que eliminó los basurales
de la orilla), lo hizo con tradiciones como la de los areneros y extractores
de áridos, presentes sempiternamente allí con sus coloridos y folclóricos
carretones de trabajo.
excelente crónica! fascinado con tu trabajo y maravillado con las cosas ocultas que se podrían encontrar en este barrio que tiene miles de historias que jamás saldrán a la luz.. Gracias!
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