EL MITO DE LA ANTÁRTICA: POE - LOVECRAFT - SERRANO
Este
artículo fue publicado con el título "La Antártica y el Mito
Lovecraftiano" en la revista "Ciudad de los Césares", N°47,
octubre-diciembre de 1997, en Santiago Chile. Lo he reproducido con
autorización de su autor, el escritor e investigador
SERGIO FRITZ ROA.
Exordio
La
Antártica es uno de aquellos sitios de nuestro planeta que tardó más
para convertirse en otro objeto de la codicia del hombre. Sus misterios y
peligros ejercieron su influjo poderoso sobre intrépidos aventureros
del pasado, pero sus hechizos han superado los océanos del tiempo e
invadido el alma de algunos modernas exploradores que no trepidan en
aceptar el reto que les arroja el Continente Helado. Estos personajes
han debido enfrentarse con misterios de vieja data, han utilizado
inusuales herramientas de exploración para penetrar en su Verdad, avíos
tales como la Literatura y el universo mágico de los sueños. Ellos han
traspasado, incluso, los umbrales de la conciencia ordinaria para
acceder a un estado de superconciencia. Y todo esto, para desenterrar
obscuros arcanos y arrojar luz sobre un lugar físico y espiritual tan
distinto a cualquier otro que nos parece una región no-terrestre.
¿Quiénes
son estos aventureros? Son tres magos que traen sus hechizos desde su
antigua tierra, son poetas y narradores a quienes conoceremos por sus
nombres actuales: Edgar Allan Poe, Howard Phillips Lovecraft y Miguel
Serrano(1). Tres genios literarios, tres soñadores de sueños imposibles,
tres colosos que han narrado otra vez los mitos de antaño. Tres
buscadores del Graal en la Antártica. Entre ellos, el más
importante para este trabajo en particular es, por supuesto, H. P.
Lovecraft. Él será el hilo conductor de nuestra aventura, la cual ha
comprometido el espíritu de quien ha realizado este ensayo e implicará
el de todos nuestros lectores.
EDGAR ALLAN POE
Las Aventuras de Arthur Gordon Pym o, en traducción de Julio Cortázar, Narración de Arthur Gordon Pym, es una novela que carece de aquella grandeza de la pluma de Poe que hallamos en sus cuentos inolvidables como La caída de la Casa Usher, Ligeia y Manuscrito hallado en una Botella.
No obstante, no carece de ese elemento que distingue tanto su obra: el
misterio. Sin embargo, éste, curiosamente, no se hallará sino hasta el
desenlace de esta narración, la cual suele ser calificada, por algunos
críticos, como lenta y floja. En efecto, mientras que la mayor parte del
desarrollo de la Narración de Arthur Gordon Pym -tal vez dos
tercios de la novela- carece de vitalidad y emoción, la última fracción
se nos muestra como un giro increíble que rompe con la monotonía del
relato, para transformarse en un océano de misterio, así como
misteriosas son las aguas antárticas. Este hecho ha conmovido a los
estudiosos de la obra de Poe y ha promovido un largo debate donde no se
logra aún formular una respuesta.
El
tema de la novela, grosso modo, consiste en un largo viaje por mar que
culmina en los blancos hielos del extremo sur. Allí los viajeros se
encuentran con aborígenes negros, un pueblo desconocido para el hombre
blanco, cuya condición provocará en éstos una compleja confusión de
sentimientos opuestos, donde la atracción y la repulsión se
entremezclan. Las últimas páginas son una carrera suicida que parece no
llevar a otra parte que al terror de lo vago, a un remolino demencial
cuyo término no se halla en ningún centro ni en ningún vértice. Las
respuestas son demasiado tímidas, casi ingenuas; los misterios están por
descifrarse, pero jamás se logra desvelarlos; pues, al final de Narración de Arthur Gordon Pym, Poe comienza otra historia, otro relato. Una historia que, por supuesto, jamás escribirá…
Pero
en este mar de dudas y de nieblas indefinidas, hay un misterio que, en
el desenlace, se descifra. A saber; Poe nos señala aquello que provoca
terror en los negros: temían al blanco, la ausencia de todo color que
llenaba toda aquella región y al desesperado grito de Tekeli-Li,
pues es el presagio nefando de su pronta manifestación. Mas, el misterio
pronto volverá a cubrirnos con su manto: Una terrible visión, la última
imagen de la novela, será la emersión de un gigante blanco “cuyas
proporciones eran mucho más grandes que las de cualquier habitante de la
tierra”(2), visión aterradora que fulmina al negro Nu-Nu. ¿Quién es
este ser? ¿Cuál es el origen misterioso de Nu-Nu y los otros aborígenes?
¿Cuál es la alegoría que se oculta en el miedo a lo blanco? ¿Qué nos quiso decir Edgar Allan Poe con todo esto?
Las interrogantes galopan velozmente, como malditas estrellas fugaces. Una lectura profunda de la Narración de Arthur Gordon Pym,
centrada en aquellos signos con mayor denotación, tal vez nos señale la
senda correcta. Una lectura que asuma el análisis comparativo como una
de sus más imperativas reglas. Este es el camino que hemos decidido
hacer nuestro en este ensayo y, por supuesto, en este apartado sobre Poe
y su extraña novela.
No cabe duda que la esencia del misterio de la Narración de Arthur Gordon Pym
reside en lo siguiente: el blanco como fuente de terror. He aquí el
elemento que hace de esta obra algo más que una simple novela. Mucho
más, sin duda, pues nos obliga a realizar una interpretación
metaliteraria, esotérica. Veremos, entonces, el significado del blanco
en el código de Poe y en su novela. Pero antes debemos conocer el
significado de este no-color conforme a la hermenéutica tradicional
(René Guénon) y a la interpretación de un compañero de oficio de Poe:
Herman Melville.
De la atenta lectura de los ensayos del tradicionalista francés, René Guénon(3) hemos deducido tres afirmaciones:
Primero: Existe una confrontación entre blanco y negro. La explicación más frecuente que se da al respecto, nos dice René Guénon, tiene directa relación con la luz y las tinieblas, el día y la noche; es decir, la confrontación entre los opuestos complementarios.
Segundo: La oposición no es absoluta, ya que blanco y negro
tienen en el mismo origen. No habría dualismo, “pues si tales
dualidades existen real y verdaderamente en su orden, sus términos no
dejan por eso de desviarse de la unidad de un mismo principio”(4). Esto
adquiere claridad cuando pensamos en el símbolo de YING-YANG. En éste, aunque los colores parecen enfrentarse, notamos que dentro de cada zona de dominio de un color se halla presente el color contrario.
Tercero: Negro y Blanco son expresiones de lo No Manifestado y de lo Manifestado,
respectivamente. Sin embargo, esta regla tiene excepciones y, a veces,
nos encontramos en la situación inversa; o sea, donde el negro corresponde a lo Manifestado y el blanco a lo No Manifestado. La Antártica, según nuestro Juicio, sería uno de estos casos excepcionales. El blanco polar es lo No Manifestado, el velo que esconde el Secreto.
En relación al prosista Herman Melville, norteamericano como Poe y Lovecraft, debemos considerar su obra Moby Dick o la Ballena Blanca como una de las novelas occidentales más simbólicas y misteriosas de cuantas se han escrito. Su capítulo La blancura de la Ballena nos ayudará a comprobar nuestra hipótesis y a resolver el carácter esotérico del blanco, asunto de vital importancia para este artículo. Este capítulo es una suma de pensamientos en relación al blanco
de aquella ballena y a las emociones que éste provoca. El principio
sobre el cual se sustenta Melville es el mismo sobre el que se basan las
ideas de Poe y Lovecraft; a saber, el miedo humano hacia el blanco.
“Lo que me anonadaba sobre todas las cosas era la blancura de la
ballena”(5) Curiosa puede parecernos esta cita de Melville, mas sólo si
nos detenemos aquí y no continuamos con la lectura de este capítulo. El
autor mencionará a muchas otras bestias de blanco: el oso polar, el
tiburón blanco, el albatros, cuyo no-color hará que la sangre se enfríe
sólo con su presencia. Así, el narrador seguirá este mismo sendero, para intentar responder al enigma. Con nuevas preguntas irá abriendo el camino hacia la solución del misterio: ¿Cómo es posible que este color
que representa la espiritualidad, “el propio velo de la deidad
cristiana”, según Melville, sea a la vez un signo de lo más terrible?
¿No se deberá este horror a causa de lo indefinido, el cual se
manifiesta a través de blanco? ¿No será que el blanco, que implica la
ausencia del color, nos asalta de improviso tocando las más íntimas
fibras de nuestro ser?
El blanco, podemos concluir de la lectura de la obra de H. Melville, al significar lo indefinido, y quizás también lo dual,
que no son sinónimos, representa, en definitiva, lo misterioso por
antonomasia. Y de allí viene el miedo que el blanco provoca en nosotros,
pues no hallamos indefensos ante un velo misterioso que oculta otros
misterios.
Volviendo a la obra de Poe, recordaremos que el blanco
causa el miedo de los habitantes de Tsalal, isla cercana a la
Antártica, ocupada por indígenas de piel negra. No importa si se trata
de un simple pañuelo blanco o de un inofensivo polvillo blanco, lo que
sea, la reacción de horror de los negros no tardaba en llegar.
En
la página final de la tragedia de Pym leemos: “Muchos pájaros
gigantescos, de una blancura fantasmal, volaban continuamente viniendo
de más allá del velo blanco, y su grito, mientras se perdían de vista,
era el eterno Tekeli-li!”(6). Este acontecimiento causará la muerte de
Nu-Nu, el habitante de Tsalal, el prisionero de Pym. El terrible
Tekeli-li! de las aves, es imitado por los indios cada vez que se hallan
ante la presencia del blanco o cuando están muy próximos a su poderosa influencia. Los pájaros serán los mensajeros de Dios:
recordemos la importancia de éstos en el relato bíblico de Noé. Ellos
anunciarán el último terror para los negros: vendrá figurado en Gigante
Blanco.
En
síntesis, el blanco antártico en la novela de Edgar Allan Poe es un
símbolo de terror y, por consiguiente, de misterio. Pero ¿qué
significado podría tener el blanco en el ámbito del código moral y
social del propio autor? Sidney Kaplan y Julio Cortázar, creen tener una
respuesta: La lucha entre lo blanco y lo negro que se representa en Narración de Arthur Gordon Pym,
es una manifestación del pensamiento racista de Poe(7) “Poe no disimuló
jamás sus opiniones en favor de la esclavitud”(8), dirá el argentino.
Pero,
¿cómo hacer coherentes las ideas raciales de Poe con la arquitectura de
su novela? Por cierto no es difícil: el viaje de la Jane Guy (embarcación que rescata a Pym y sus compañeros del naufragio de su anterior nave, el Grampus) representa el esotérico camino hacia lo blanco, símbolo de la pureza. Cuanto más al sur se adentran los navegantes, el blanco
impone con más fuerza su presencia y su misterio. Cuanto más próximo a
la Antártica -recordemos su otro nombre: el continente blanco-, Pym se
halla más próximo al símbolo aristocrático por excelencia.
Sin
embargo, este viaje iniciático no está exento de peligros y
dificultades. La carnicería en la que son victimados los hombres de la Jane Guy a manos de los furibundos negros, el terrible naufragio del Grampus
y todos los otros avatares, son sólo algunas de las peligrosas pruebas
que debe pasar el peregrino que va por esta senda solitaria.
Como
signo de cercanía a lo sacro y desde la perspectiva racista de Poe,
seguimos analizando esta aproximación hacia el extremo último del Continente Blanco. A medida que el viajero se aproxima al Centro del Polo,
va experimentado un aumento gradual de la temperatura-, o sea, en la
medida que nos encontramos más próximos al centro del centro, las
fuerzas hostiles de la naturaleza van perdiendo el poder de su
influencia. Y aunque este dato anotado por Poe en su relato pueda hoy
parecer de escaso valor científico, lo cierto es que no estaba lejos de
la experiencia que puede ser constatada por los sentidos de algún
viajero antártico. Como ejemplo. citamos el curioso fenómeno de los Oasis de la Antártica
donde el agua alcanza una temperatura comparativamente más elevada que
el resto de las aguas antárticas.(9) ¿Conocía este fenómeno Edgar Allan
Poe? Si pudiera respondernos, tal vez lo haría de la misma forma que H.
P. Lovecraft cuando le preguntaron si había viajado alguna vez a París:
“Sí, en mis sueños”.(10)
Poe pensaba, sin duda, de la misma forma: recordemos su bella frase: “Toda certidumbre está en mis sueños”(11).
Un
último dato en cuanto a Poe y su posición frente a los negros. Se
especula que su gusto por la narrativa del miedo nace con las historia
que escuchaba de los esclavos en la cocina de su casa cuando era un
niño: “Y esos temores le habían inculcado los negros y negras esclavos
de su tutor, en los relatos de aparecidos que constantemente tenían en
la boca, y que el niño Edgar iba a escuchar en la cocina”(12) Incluso,
Hervey Allen, cuya opinión es citada por Ferrari, asegura que la
influencia narrativa de los negros sobre Poe es aún mayor. pues la
musicalidad de su composición literaria -los ritmos, complicados y
llenos de matices- es, en cierta forma, una imitación de los cánticos de
los esclavos.”
Sea
o no cierto, es importante considerar estas opiniones como hipótesis,
las cuales pueden ayudarnos a arrojar luces en el caso Poe.
Siguiendo muy de cerca al genial Poe, tras el misterio que aquí nos interesa, hallamos la persona de otro mago, el chileno Miguel Serrano.
MIGUEL SERRANO O LOS GIGANTES.
El
Mito Antártico adquiere fuerza incontenible en la literatura del poeta,
escritor y viajero Miguel Serrano, creador de textos mágicos como Ni
por Mar ni por Tierra, La Serpiente del Paraíso, Quién Llama en los
Hielos, El Círculo Hermético, Elella-Ellael. Libro del Amor Mágico,
Nietzsche y la Danza de Siva y Las Visitas de la Reina de Saba, con prólogo de C. G. Jung.
Dicen en relación con la Antártica dos de sus más interesantes trabajos: La Antártica y otros Mitos, Santiago, 1948 y Quien llama en los Hielos, Santiago, 1957.
El
primero de ellos es la transcripción de una serie de conferencias
dictadas en Chile por el autor y exdiplomático. Su portada es
reveladora: un dibujo de un gigante bicorne alado emergiendo de las
blancas nieves y portando un tridente. Desde el comienzo, Serrano hace
gala del sincronismo que mantiene con Poe.
El tema de estas conferencias es el Mito
en relación con la Antártica, y nos damos cuenta que el título del
texto, como dice Erwin Robertson, señala que “la Antártica es un
mito”(14) Serrano relacionará numerosas leyendas en referencia al tema
que nos ocupa: los bellos relatos de los onas (antiguos habitantes de Tierra del Fuego), la leyenda de la Virgen de los Hielos, el continente Lemuria, el gigante de Poe y, aún, la atrevida idea que Adolf Hitler
mora en el frío Antártico. Y aunque a simple vista parezca no existir
relación alguna entre cada una de éstas; la hay, puesto que todas estas
leyendas se refieren a los misteriosos moradores de la Antártica. He
aquí otro punto donde confluye el pensamiento de estos tres autores.
Serrano conoce el relato de Poe y señala en relación al Gigante Blanco:
“Es que Poe conocía la leyenda de los sélcnam sobre los Jon que habitan
la Isla Blanca.”(15) “¿0 sabía también del Prisionero de la
Antártica, que vive en su fondo negro, y que seguramente por esto mismo
se ve blanco?”(16)
Para entender quiénes eran los Jon y a qué se refiere Serrano cuando habla de Isla Blanca, se recomienda leer la página 25 de La Antártica y Otros Mitos, donde explica que los antiguos onas (los sélcnam eran sólo una tribu ona) creían en la existencia de los Jon:
humanos de casta aristocrática dotados de facultades sobrenaturales y
poseedores de los Misterios. “Fueron los Jon, magos sélcnam de la Tierra
del Fuego, los que conservaron los secretos enseñados por Quenós y los
que aun se inmortalizan embalsamándose dentro de los hielos del sur,
para resucitar renovados en el más lejano futuro. Dicen también los
sélcnam, que es en el Sur, allá, en esa “Isla Blanca que está en el
Cielo” donde moran los espíritus de sus antepasados, haciendo una vida
libre de preocupaciones.”(17) ¿Serán estos espíritus ancestrales Los
Antiguos, mencionados por Lovecraft? Será la Antártica aquella Isla Blanca de la que hablaban las viejas leyendas onas?
Serrano,
quien fue uno de los primeros chilenos en conocer la región antártica,
da cuenta de la relación entre ese lugar y la locura18) Y señalamos, por
nuestra parte, que el título de la inolvidable novela de Lovecraft, En las Montañas de la Locura,
no se debe a un capricho o a una ocurrencia ingeniosa para llamar la
atención de algunos lectores afiebrados. Serrano dirá que la única vía
para comprender esta realidad súrica, o mejor, para
salvarse de la locura que allí acecha, es el Sueño,(19) y el mundo de
los sueños es un elemento clásico de la narrativa de H. P. Lovecraft.
La
inquietante posibilidad de que exista una entidad no-humana en la
Antártica, se registra también en la páginas del texto del autor
chileno. El sincronismo entre estos dos escritores nos deja asombrados,
sobre todo porque Miguel Serrano desconocía la obra de Lovecraft cuando
escribió La Antártica y otros Mitos. Citemos, entonces, a
Serrano, quien con su arte nos recuerda a los viejos alquimistas: “Sin
embargo, en ese continente del reposo y de la muerte alguien vive. Un
prisionero se agita, teniendo por medio habitable el fuego ardiente y
eterno.”(20) Esta idea de Serrano se plasma también en otro texto del
mismo autor: Quien llama en los Hielos. He aquí un párrafo de
belleza terrible: “Yo he visto a ese ser, a ese Ángel negro: ahí, en su
recinto del Polo Sur. Es en una inmensa cavidad oscura donde reside…
Espacios enormes, sin límites, livianos y deprimentes a la vez, que se
extienden, con seguridad, por el interior psíquico de la tierra, debajo
de los hielos eternos. Y así se mueve el Zinoc… Asciende o desciende,
hasta el extremo de esa cavidad y, desde ahí, se arroja a una velocidad
vertiginosa en demanda de su otro extremo, de su final inalcanzable.
Toda la eternidad lo ha pasado en este esfuerzo, cayendo de cabeza,
tratando de alcanzar el lugar antipódico del que ha sido proscrito en el
comienzo mismo de la creación. El norte es su sueño, su anhelar
profundo y su mayor sufrimiento.”(21) Lovecraft, por su parte, en su
novela escribirá algo revelador: “Se fundaron nuevas ciudades
terrestres, las más importantes de ellas en el Antártico, ya que aquella
región, escenario de su llegada, era sagrada. A partir de entonces, el
Antártico fue como antes el centro de la civilización de los Antiguos, y
todas las ciudades construidas allí por la prole de Cthulhu fueron
destruidas.”(22) Más adelante, el narrador de la novela de Lovecraft
indicará que los mapas encontrados en la vieja ciudad polar muestran que
las ciudades de los Antiguos en la época pliocénica se hallaban en su
totalidad, por debajo del paralelo 50 de latitud sur.”(23) Estas
referencias de ambos autores son fundamentales, porque nos indican la
oposición simbólica entre Polo Norte (o la mítica Hiperbórea) y Polo Sur,
sede de los Antiguos. Esta oposición no responde solamente a una
diferencia de carácter geográfico, sino que, ante todo, a diferencias
espirituales. En efecto, el Polo Norte es el polo positivo -en términos cristianos, el Bien- y el Polo Sur -desde la misma perspectiva, el Mal-. Sin embargo, estos opuestos, conforme a los principios de la filosofía maniquea, se complementan. Ambos polos mantienen el Orden en la Tierra, regulan el buen funcionamiento energético de nuestro mundo. La única posible diferencia dice
relación con el tipo de energía que irradian dichos lugares, pues en
verdad son centros energéticos. Este conocimiento que se expresa a
través de la literatura moderna (Lovecraft y Serrano), que diferencia
los centros volitivos terrestres, concuerda punto por punto con el
pensamiento antiguo o tradicional que enseñaron los maestros
indoeuropeos, para quienes las palabras que nombran a los distintos
lugares sagrados son: Cielo, Tierra o Mundo, Medio(24) e Infierno(25). El Cielo, para ellos, es la morada de los héroes, aquellos que vivieron la vida tal como se debe, y corresponde a Hiperbórea o nuestro Polo Norte; la Tierra es el lugar habitado o terreno de expediciones y viajes, ellos la identificaban con Asia y Europa. El Infierno,
que era el lar de los demonios -los Antiguos y los Shoggoths- parece no
haber sido descripto y ubicado con tanto detalle y precisión por los
antiguos sabios indoeuropeos. Este Infierno es para nosotros el Polo Sur.
En Quien llama en los Hielos,
Serrano relata un sueño, en el cual un misterioso ser le dice: “La
inmortalidad se logra entre los hielos -me respondió- y se consigue
helándose. No soy nadie, ni nada puedo hacer ahora. Tu gran combate será
con el Ángel de Sombras.”(26) Serrano destaca sobre todo los mitos onas
en sus conferencias sobre los Mitos de la Antártica, para
proporcionarnos una clave para descifrar los escondidos arcanos: “Fue
Quenós quien empezó a crear la tierra, de arriba abajo. Pero antes, con
arcilla blanca modeló a los Hohuen, seres gigantescos y transparentes
como ángeles. Apenas creados, los Hohuen comenzaron a luchar entre
ellos. Sin embargo, no podían morir.”(27) He aquí los mismos rasgos
arquetípicos de los Antiguos lovecraftianos: gran tamaño, poderosos,
belicosos, no-humanos e inmortales. La mitología ona señala que los Hohuen (nuestros Antiguos) fueron creados con hielo. Esto, en verdad, señala su origen geográfico: la Antártica.
Para
finalizar, la novela de Miguel Serrano aporta un dato que es, quizás,
el hilo que nos permite unir a los tres autores; a saber: la relación
del blanco con el continente helado. El color en este caso
no sólo es expresión de los hielos, sino de aspectos inmateriales y
filosóficos. Cortázar, como ya fue escrito, siguiendo en esto a Sidney
Kaplan, verá en estos principios el fundamento del racismo de Poe: “La
oposición del negro como signo negativo y del blanco como una fuerza que
lucha con él y en último término.”(28) Y a propósito de racismo,
debemos señalar aquí un hecho que no deja de intrigarnos: Poe y
Lovecraft sustentaron una filosofía racista, y Miguel Serrano, sustenta
hoy esta misma filosofía. Recuerde el lector que no hay casualidad, sino causalidad misteriosa.
Pero
citaremos al propio Serrano respecto la vinculación entre los colores y
la Antártica: “Existe además una relación entre el color y el polo. Los
pájaros negros tienden a desaparecer de estos mares y les es muy
difícil alcanzar las latitudes extremas de la Antártica. En cambio, las
aves de plumaje blanco soportan el frío mucho mejor.”(29) Curioso,
Lovecraft también nos habla de este otro vínculo entre pájaros y color.
En su bello poema Antarktos, leernos:
En lo hondo de mi sueño el gran pájaro susurraba extrañamente
Hablándome del cono negro de los desiertos polares,
Que se alza lúgubre y solitario sobre el casquete glaciar.
Azotado y desfigurado por los eones de frenéticas tormentas.
Allí no palpita ninguna forma de vida terrestre:
Sólo pálidas auroras y soles mortecinos
Brillan sobre ese peñón horadado, cuyo origen primitivo
Intentan adivinar a oscuras los Ancianos.
Si los hombres lo vieran, se preguntarían simplemente
Que raro capricho de la Naturaleza contemplan:
Pero el pájaro me ha hablado de partes más vastas
Que meditan ocultas bajo la espesa mortaja de hielo.
¡Dios ayude al soñador cuyas locas visiones le muestren
Esos ojos muertos engastados en abismos de cristal’
Y ya que hemos mencionado a Lovecraft, ha llegado el momento de adentrarnos en sus símbolos y sus mitos.(30)
HOWARD PHILLIPS LOVECRAFT O EL TROVADOR DE LENG.
El
recluso de Providence, el maestro del horror y genio de la literatura
fantástica de este siglo, escribirá en el ano 1931 una de sus pocas
novelas que se constituirá en un pilar fundamental de su opus. Nos
referirnos a En las Montañas de la Locura.
Escribirla
y publicarla fue todo un sufrimiento para nuestro autor. La razón: él
detestaba transcribir a máquina sus narraciones, pero este era un
requisito obligatorio para que cualquier cuento o novela fuera
considerado para su publicación en revistas para aficionados tales como
la legendaria Weird Tales, Lovecraft dirá, refiriéndose al
Director de la mencionada revista: “¡Maldito sea Wright, por rechazarme
el cuento que casi me mata al mecanografiarlo!”(31) Esta fue una
experiencia muy dura y desagradable para Lovecraft. Sin embargo, el
destino no quiso que su novela pasara inadvertida, y decidió que al
final debería ser publicada.
En síntesis, En las Montañas de la Locura
trata de las aventuras de una expedición científica a la Antártica,
pero, el protagonista, antes de iniciar su relato, insistente en
advertir a los posibles lectores que aquel continente no debe ser
horadado por mano alguna, no vaya a ocurrir que se despierten horrores
que no deben ser liberados.
El
horror que no debe ser perturbado es la raza de los Antiguos y sus
esclavos, los Shoggoths. En la mitología lovecraftiana, los Antiguos son
horribles deidades que bajaron desde el cielo y que hicieron de la
Antártica su primera base. Estos gigantes de cabeza en forma de estrella
crearon al hombre y también a los Shoggoths, torpes bestias de carga,
sumisas en un comienzo, pero que más tarde fueron capaces de conducir
una rebelión en contra de sus señores. Es difícil sustraerse a la
tentación de comparar esta emancipación con el combate bíblico entre
Dios y sus Ángeles fieles contra el Primer Rebelde, Lucifer o Prometeo.
Los Antiguos se defenderán de esta amenaza por medio de un arma tan
devastadora como la bomba atómica. “Los Antiguos utilizaron unas
curiosas armas de perturbación molecular y atómica contra los entes
rebeldes, y al final abrazaron una completa victoria.”(32) Conviene
recordar que sólo en 1945 caerá una bomba atómica sobre Hiroshima y otra
en Nagasaki. Este carácter profético de la obra lovecraftiana es otro
de sus inquietantes aspectos.
La
narración hace turbadoras referencias a un libro espantoso de saber
prohibido: El Necronomicón, del árabe demente Abdul Alhazred. Este
obscuro texto es un elemento clave en la narrativa de Lovecraft, es la
fuente de su cosmogonía y de su teología. El Necronomicón habría sido
consultado por algunos de los miembros de la expedición antártica,
especialmente por Danforth, que era un estudioso y “un gran lector de
temas extraños que había hablado mucho de Poe.”(33), además él era uno
de los pocos infortunados que había tenido el valor para examinar en
forma exhaustiva el condenado libro. Danforth, se referirá en repetidas
ocasiones al Necronomicón y hará tímidas referencias sobre la
posibilidad de que la oscura Meseta de Leng, aquella tenebrosa región,
cuya ubicación ni el mismísimo Alhazred fue capaz de precisar, en verdad
sea un antiguo nombre para señalar la Antártica.
Más
que la narración en sí misma, la atmósfera de terror de la novela está
dada por el paisaje y por el ambiente urdidos por la pluma de Lovecraft.
En efecto, él será siempre fiel a un principio suyo según el cual lo
más importante en la literatura de terror no es tanto la trama,
si no el ambiente o la atmósfera que crea el escritor y los sentimientos
y sensaciones nefandos que experimenta el lector. Angela Carter, en un
excelente estudio lovecraftiano, señalará al respecto: “La Antártica de
Lovecraft es el más terrible de todos sus paisajes. Este desolado reino
del hielo y muerte, el lugar de donde le llegaba “la niebla y la muerte”
al viejo Marinero es, al mismo tiempo, una versión realzada de la
Antártica real, y una visión de la aborrecible meseta de Leng, el techo
del mundo.”(34)
Lovecraft,
con la pluma de un escritor que es ante todo un observador atento y un
psicólogo, ha creado de forma singular uno de los ambientes más
inhóspitos y más hostiles a la Tierra. Cada elemento del continente súrico es una daga, un pasaje sin salida hacia la Muerte. Algunos de estos elementos están representados por el Viento, la Soledad, la Lejanía, las Leyendas, el Hielo, el Olor
y, por supuesto, los habitantes de ese yermo, que ocultos en la
blancura no están muertos, si no que esperan ser despertados de su sueño
conjurado. Y como ejemplo del uso magistral de estos elementos,
citaremos algunas líneas de la novela que hacen ilusión al sonido del
viento: “El terrible viento antártico soplaba a intermitencias, y su
cadencia tenía para mí un vago sonido musical, semejante al eco de unos
caramillos silvestres, que por algún motivo ignorado me parecía
inquietante e incluso amenazador.”(35)
El
título de la novela se refiere particularmente a la gigantesca
cordillera donde se hallan las colosales ruinas de las ciudades de los
Antiguos, una región de alturas imposibles de alcanzar por la mente y
los sentidos de un hombre normal y donde lo asombroso es la regla.
Adentrarse en aquellos lugares significa penetrar en el subconsciente;
eterno océano cósmico de arquetipos: “Era como si aquellos chapiteles de
pesadilla constituyeran el umbral que daba paso a prohibidas esferas de
ensueño, a complejos abismos de tiempo, espacio y ultradimensionalidad
remotos.”(36)
La
arquitectura lovecraftiana es un concepto desafiante y atrevido que
tiende a llevar los sentidos a su máximo nivel de resistencia; justo
hasta el punto en que la tensión es casi insoportable y terminarán por
precipitarse en la obscuridad de un vacío sin sensaciones. Este rasgo
tan personal de su estilo narrativo, lo hallamos en varios de sus más
sobresalientes relatos; a saber, El llamado de Cthulhu, La Ciudad sin Nombre y Las Sueños en la Casa de la Bruja.
En todos éstos, lo titánico y lo grandioso es la esencia del contenido
narrativo. Ante esos edificios formidables y esas esculturas anormales e
inquietantes, el hombre debe comprender que no es más que un pequeño
átomo, una criatura insignificante que cree conocer los secretos de la
inmensidad del espacio interestelar y la de vida, cuando en realidad no
pasa de ser un ignorante, un zafio, que flota en un ancho mar de
conceptos irrelevantes, creados para hacer más llevadera su existencia.
Aquellos
exploradores de la fría Antártica, sentirán esta ominosa sensación de
insignificancia, y entre aquellos que poseen un nivel más alto de
comprensión, como es el caso de Danforth, enloquecerán. Al final serán
ahogados por la terrible inmensidad y la devastadora opresión de la
soledad en las turbulentas aguas de la locura.
Otro
elemento de horror es el misterioso grito que ya habíamos mencionado en
el apartado dedicado a Edgar Allan Poe. Sí, el temible Tekeli-li! Las
palabras de Poe se transforman por medio de la magia de Lovecraft en el
pájaro que avisa la muerte, el misterio cargado de amenazas. Pues es el
encuentro con el horror más terrible, es la voz misma de los Shoggoths.
Danforth que conocía la obra de Poe, dirá “que estaba interesado debido
al escenario antártico de la única novela larga de Poe: la
desconcertante y enigmática Arthur Gordon Pym.”(37) Como vemos, otra vez
la literatura de Poe es el punto de partida de autores posteriores,
como Serrano y Lovecraft. En efecto, Poe es la Llave.
Señalados
algunos aspectos primordiales de la novela de Lovecraft, revisaremos a
continuación de manera detenida las claves del misterio de la Antártica que se encuentran en ésta.
La
primera clave, que nos ayudará en la comprensión de aspectos un tanto
obscuros en las obras de los otros dos autores, es aquella que señala a
la Antártica como el lugar donde hicieron su entrada los Antiguos. El Polo Sur es la Puerta. Desde allí las huestes luciferinas ascenderán hacia el Polo Norte, hacia la mítica Hiperbórea,
en un camino de representación de la ascesis esotérica por los
distintos chakras corporales y que es la vía de toma del poder divino,
precisamente lo que el Demiurgo castigó. Serrano en un entrevista dijo:
“La Tierra es un astro, un ser vivo, que está aquí, que tiene sus
distintos órganos, y la parte correspondiente al sur del mundo, y al
Polo, corresponde a los órganos sexuales.”(38) Estos datos nos permiten
entender porqué el cristianismo ha sido tan reticente al poder sexual y a
la energía que de él deriva. Esto se debe, como vimos recién, a la
relación existente entre energía sexual y Lucifer. Sin embargo, una
alquimia espiritual ha de facultarnos el trascender el plano de la
energía sexual pura (el orgón de Wilhelm Reich) para transformarla en energía del Espíritu, aquello que nos llevará a ese estado de plenitud.
El Polo Sur -que es el sexo del mundo-
es la guarida de los Antiguos. Y aunque hayan ocupado también otros
territorios, volverán allí a construir sus ciudades. René Guénon, en una
crítica a la interpretación de Eliphas Levi sobre el Infierno de
Dante, dice: “Esto es cierto en un sentido, puesto que el monte del
Purgatorio se formó, en el hemisferio austral, con los materiales
arrojados del seno de la tierra cuando la caída de Lucifer cavó el
abismo.”(39) ¿Podemos afirmar, entonces, que el monte del Purgatorio era la Meseta de Leng de la que nos habla El Necronomicon?
Esta intuición de Lovecraft para reconocer al Polo Sur como Puerta y Guarida
de los Antiguos, puede probar lo que muchos piensan sobre él: era un
iniciado en el esoterismo. Sin embargo, creemos que su despertar no lo
bebería a las generosas fuentes de alguna hermandad secreta, si no a su
poderosa intuición que fue haciéndose lúcida a través de sus lecturas y a
la justa interpretación de los mensajes que le llegaban del mundo de
sus sueños.
La
segunda clave, revela que el viaje externo realizado por los hombres
del Arkham y el Miskatonic (los barcos que transportan a los
exploradores de la Antártica) es también un viaje interior. En efecto,
ellos deben enfrentarse con los Cinco Elementos para llegar al Centro del Laberinto. Esta lucha nos recuerda la inmortal Divina Comedia,
de Dante. Ambos textos describen muy bien las etapas del camino
iniciático. Difieren, eso sí, en que en los expedicionarios de la
Universidad del Miskatonic no resuelven el enigma de la Esfinge y se precipitan en el Infierno, para sufrir para siempre en su pestilencia.
El viaje hacia el Centro del Sur, el Polo Sur, es la senda conductora al Centro del Mundo Inconsciente.
De allí su dificultad: verse arrastrado en las turbulentas aguas de los
sueños, de los miedos y de los traumas. Esta turbadora realidad ha
quedado representada en las páginas finales de la novela, escenas que
transcurren en vertiginosos laberintos bajo tierra, sitios donde serán
descubiertos el narrador y el joven Danforth por un Shoggoth, el cual
viene a significar al Minotauro, el guardián del Laberinto.
El Laberinto requiere de especial atención, porque ocupa un lugar de preferencia en la narrativa lovecraftiana, verbigracia: En los Muros de Eryx, Encerrado con los Faraones, La Bestia de la Gruta, Las Ratas de las Paredes, Horror en Red Hook. En todos estos relatos siempre hallaremos una imagen del Laberinto
y sus moradores. Es probable que el mayor número de semejanzas entre
los relatos de Lovecraft puedan ser halladas en la novela antártica y en
La Bestia de la Gruta. En ambos relatos el Laberinto
tiene la forma de una caverna(40) o si se quiere, una profunda hendidura
en la tierra. Por lo general se asocia a la caverna como la morada de
nuestros primitivos antepasados, pero además posee otro significado más
justo: es el recinto donde se realiza la iniciación. “… La caverna debe
formar un todo completo y contener en sí misma la representación del
ciclo tanto como de la tierra.”(41) Es el lugar de la muerte y de la
resurrección.
Con respecto al Laberinto,
un principio fundamental es la selección: No cualquiera debe entrar
allí. Es una de las pruebas finales, aquella que mide las destrezas
adquiridas en el largo camino de la ascesis gnóstica. Es la última
partida de ajedrez, en la cual uno se enfrenta con un enemigo que sigue
nuestro avance y que nos conoce. Es el enfrentamiento contra el más
terrible de nosotros: El Monstruo.
Los
Antiguos, como su nombre lo indica, son la representación viva del
mundo pasado, en el principio del tiempo, son la imagen de aquello que
halla en lo más recóndito de nuestra mente. Los Shoggoths son la
degeneración de lo antiguo, lo imperfecto o que se halla sometido a un
proceso de cambio constante. El Blanco -la gran llave del misterio antártico- es lo intocable, lo virginal y prohibido. El Viento
corresponde a aquello que es intangible, pero que sin embargo existe,
los murmullos de los otros. El grito Tekeli-li! es lo terrible que se
dice y repite, una y otra vez. Las titánicas construcciones pétreas, es
aquello que aunque no tiene objetivo ocupa un lugar en la mente; es un
estorbo, una inútil ruina que debemos dejar de lado. Y el nefando
Necronomicón es el lugar donde todos estos elementos toman la forma
terrible de la leyenda, que se perpetúa más allá de los eones y de las
generaciones, llevando consigo el mensajes de los antepasados.
Desde
esta perspectiva, se puede decir que el narrador prohibe, en términos
de una advertencia, la explotación y explotación de la Antártica para
señalar, en realidad, que nadie debe atravesar el mundo de lo
inconsciente sino está preparado, pues podría no regresar.
La
interpretación que hemos hecho podrá semejarse al psicoanálisis a los
ojos de algunos. Pero no es así, por cuanto toda técnica psicológica
está limitada por un visión y, un pensamiento parcelados y muy distantes
de todo origen o fuente primera; por tanto, nada más alejado de un
esfuerzo por lograr una visión tradicional, que se caracteriza por el
totalitarismo, o sea, que intenta ubicarse fuera de todo punto de vista:
en el centro mismo del Centro. Entonces se trata de entender el
sentido oculto de esta novela desde la interpretación tradicional de
René Guénon y de Evola, pues sólo una filosofía tradicional nos permite
hacer una comparación esotérica de obra de Lovecraft respecto a la obra
de otros autores. Algunos de ellos poseedores de un sólido conocimiento
de la Tradición y otros ignorantes de esta misma
Filosofía: no hace falta más que leerlos para darse cuenta quienes son los unos, y quienes, los otros.
EL ENCUENTRO DE TRES GIGANTES.
Los
textos que hemos revisado están relacionados - sin duda- por un mismo
tema y por un escenario único. Hemos comprobado que el pensamiento de
estos tres autores, coincide merced a una causalidad interna que no es
fácil de descifrar, pero que responde a un sincronismo universal y a las
fuentes únicas de cuyas aguas ellos han bebido.
Una
vez concluido este viaje a la Antártica creemos que es conveniente
sentarnos en compañía del aristócrata Edgar Allan Poe, de rostro lívido y
frente amplia, y del gran Miguel Serrano, un adepto del Amor Mágico.
Junto a ellos está cómodamente sentado uno los hombres más lúcidos del
siglo, Howard Phillips Lovecraft. Si nos acercamos y compartimos su
conversación, podremos oír maravillosas historias de gigantes blancos, del Hohue
y de los Antiguos. Y si agudizamos más el oído oiremos todos un fino
susurro, un bisbiseo que proviene, sin lugar a dudas, de los fríos mares
antárticos.
SERGIO FRITZ ROA
* * *
NOTAS:
NOTAS:
1
Podríamos haber incluido en esta revisión al escritor Jules Verne y su
novela “La Esfinge de los Hielos”, pretendida continuación de “Narración
de Arthur Gordon Pym”. Sin embargo, esta obra no es en casi nada fiel a
Poe, y tampoco contiene aquel ingrediente esotérico que nos ha
permitido unir a los autores de este estudio.
2 Poe, Edgar Allan. Narración de Arthur Gordon Pym. Sexta edición, Alianza Editorial . Madrid. 1986 pág. 210.
3 Para este estudio sobre el significado del Blanco he utilizado el texto de René Guénon “Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada”. Eudeba. Buenos Aires. 1988. 419 págs. Se ha consultado, especialmente el capítulo titulado “El blanco y el negro”, págs. 264-266.
4 Guénon, René. Op. Cit. Pág. 265.
5 Melville, Herman. Moby Dick o la Ballena Asesina. España. Ramón Sopena, 1974. Pág 159.
6 Poe, Edgar Allan, Op. Cit Pág, 210
7 Ver prólogo de Julio Cortázar para el texto de Poe que estamos revisando, especialmente es la página 11 y 12.
8 Poe, Edgar Allan. Op. Cit. Pág. 12. El pensamiento racista de Poe está asociado con una posición muy crítica contra la democracia. “Odiaba a la Turba y despreciaba la democracia” señala Ferrari y Baudelaire, en el prólogo de Nuevas Narraciones Extraordinarias, de E.A. Poe (Editorial Juventud, España), citarán un pensamiento que revela la filosofía política de Poe: “El pueblo no tiene nada que ver con las leyes, si no es obedecerlas.”
9 Ver los diarios chilenos de 1955, especialmente “La Tercera de la Hora” del 19 de junio de 1955 y del 4 de febrero de 1968.
10 Revista Planeta Nº1. Argentina. Septiembre/Octubre. 1964 Pág. 89.
11 Baudelaire. Op. Cit. Pág. 58
12 Ferrari, Santiago E.A. Poe, Genio Narrador. Editorial Poseidón.
Argentina. 1946. Pág. 16.
13 Ferrari, Santiago Op Cit. Pág, 16.
14 Ciudad de los Césares. Nº18. Ver el artículo Manú: Por el Hombre que Vendrá, de Erwin Roberson.
15 Serrano, Miguel. La Antártica y otros Mitos. Imprenta El Esfuerzo.
Chile 1948. Pág. 28.
16 Serrano, Miguel. Op. Cit. Pág. 28.
17 Serrano, Miguel. Op. Cit. Pág. 25.
18 Serrano, Miguel. Op. Cit. Pág. 20.
19 Serrano, Miguel. Op. Cit. Pág. 20.
20 Serrano, Miguel. Op. Cit. Pág. 20.
21 Citado por Marco Paredes en El Mito en La Obra de H. P. Lovecraft, págs. 26-29 de la revista Entreguerras Nº9. Santiago. Primavera de 1994.
22 Lovecraft. H. P. En las Montañas de la Locura en Obras Escogidas de Lovecraft Primera selección. Ediciones Acervo. España. 1956 Pág. 195
23 Lovecraft, H. P Op. Cot. Pág. 198.
24 Recuérdese la Tierra Media de Tolkien, ¿coincidencia? Imposible, porque las coincidencias no existen.
25 Ver en la revista española Hespérides (N°?)el artículo de Jean Haudry Lingüística y Tradición Indo-Europea.
26 Serrano, Miguel. Quien llama en los Hielos en Trilogía de la búsqueda en el Mundo Exterior, Pág. 201.
27 Serrano, Miguel. Op.Cit. Pág. 204.
28 Poe, Edgar Allan. Op. Cit. Prólogo de Julio Cortázar, pág. 11.
29 Serrano, Miguel Opc. Pág. 264-
30 Lovecraft, H. P. Hongos de Yuggoth Pág. 47.
31 Sprague de Camp, L. Lovecraft. Una Biografía. Valdemar Editores. España. 1992 Pág. 293.
32 Lovecraft, H. P. En las montañas di la Locura. Pág. 196.
33 Lovecraft, H. P. Op. Cit. Pág. 125.
34 Ver Mundo Desconocido. España. Abril de 1981, página 133 Artículo de Ángela Carter, “Lovecraft y su Paisaje”, incluido en el estudio sobre El Necronomicón.
35 Lovecraft, H. P. En Las montañas de la Locura Pág. 124.
36 Lovecraft, H. P. Op. Cit. Pág. 152.
37 Lovecraft, H. P. Op. Cit. Pág. 125,
38 Ciudad de los Césares Nº 13. Ver el artículo Miguel Serrano: El Peregrino de la Gran Ansia. Pág 12.
39 Guénon, René. El Esoterismo de Dante. Editorial Dédalo. Argentina. 1976, Pág
40 Guénon, René. Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada. Eudeba. Buenos Aires, 1988. Págs..173-180.
41 Guénon, René. Op. Cit. Pág. 176.
2 Poe, Edgar Allan. Narración de Arthur Gordon Pym. Sexta edición, Alianza Editorial . Madrid. 1986 pág. 210.
3 Para este estudio sobre el significado del Blanco he utilizado el texto de René Guénon “Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada”. Eudeba. Buenos Aires. 1988. 419 págs. Se ha consultado, especialmente el capítulo titulado “El blanco y el negro”, págs. 264-266.
4 Guénon, René. Op. Cit. Pág. 265.
5 Melville, Herman. Moby Dick o la Ballena Asesina. España. Ramón Sopena, 1974. Pág 159.
6 Poe, Edgar Allan, Op. Cit Pág, 210
7 Ver prólogo de Julio Cortázar para el texto de Poe que estamos revisando, especialmente es la página 11 y 12.
8 Poe, Edgar Allan. Op. Cit. Pág. 12. El pensamiento racista de Poe está asociado con una posición muy crítica contra la democracia. “Odiaba a la Turba y despreciaba la democracia” señala Ferrari y Baudelaire, en el prólogo de Nuevas Narraciones Extraordinarias, de E.A. Poe (Editorial Juventud, España), citarán un pensamiento que revela la filosofía política de Poe: “El pueblo no tiene nada que ver con las leyes, si no es obedecerlas.”
9 Ver los diarios chilenos de 1955, especialmente “La Tercera de la Hora” del 19 de junio de 1955 y del 4 de febrero de 1968.
10 Revista Planeta Nº1. Argentina. Septiembre/Octubre. 1964 Pág. 89.
11 Baudelaire. Op. Cit. Pág. 58
12 Ferrari, Santiago E.A. Poe, Genio Narrador. Editorial Poseidón.
Argentina. 1946. Pág. 16.
13 Ferrari, Santiago Op Cit. Pág, 16.
14 Ciudad de los Césares. Nº18. Ver el artículo Manú: Por el Hombre que Vendrá, de Erwin Roberson.
15 Serrano, Miguel. La Antártica y otros Mitos. Imprenta El Esfuerzo.
Chile 1948. Pág. 28.
16 Serrano, Miguel. Op. Cit. Pág. 28.
17 Serrano, Miguel. Op. Cit. Pág. 25.
18 Serrano, Miguel. Op. Cit. Pág. 20.
19 Serrano, Miguel. Op. Cit. Pág. 20.
20 Serrano, Miguel. Op. Cit. Pág. 20.
21 Citado por Marco Paredes en El Mito en La Obra de H. P. Lovecraft, págs. 26-29 de la revista Entreguerras Nº9. Santiago. Primavera de 1994.
22 Lovecraft. H. P. En las Montañas de la Locura en Obras Escogidas de Lovecraft Primera selección. Ediciones Acervo. España. 1956 Pág. 195
23 Lovecraft, H. P Op. Cot. Pág. 198.
24 Recuérdese la Tierra Media de Tolkien, ¿coincidencia? Imposible, porque las coincidencias no existen.
25 Ver en la revista española Hespérides (N°?)el artículo de Jean Haudry Lingüística y Tradición Indo-Europea.
26 Serrano, Miguel. Quien llama en los Hielos en Trilogía de la búsqueda en el Mundo Exterior, Pág. 201.
27 Serrano, Miguel. Op.Cit. Pág. 204.
28 Poe, Edgar Allan. Op. Cit. Prólogo de Julio Cortázar, pág. 11.
29 Serrano, Miguel Opc. Pág. 264-
30 Lovecraft, H. P. Hongos de Yuggoth Pág. 47.
31 Sprague de Camp, L. Lovecraft. Una Biografía. Valdemar Editores. España. 1992 Pág. 293.
32 Lovecraft, H. P. En las montañas di la Locura. Pág. 196.
33 Lovecraft, H. P. Op. Cit. Pág. 125.
34 Ver Mundo Desconocido. España. Abril de 1981, página 133 Artículo de Ángela Carter, “Lovecraft y su Paisaje”, incluido en el estudio sobre El Necronomicón.
35 Lovecraft, H. P. En Las montañas de la Locura Pág. 124.
36 Lovecraft, H. P. Op. Cit. Pág. 152.
37 Lovecraft, H. P. Op. Cit. Pág. 125,
38 Ciudad de los Césares Nº 13. Ver el artículo Miguel Serrano: El Peregrino de la Gran Ansia. Pág 12.
39 Guénon, René. El Esoterismo de Dante. Editorial Dédalo. Argentina. 1976, Pág
40 Guénon, René. Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada. Eudeba. Buenos Aires, 1988. Págs..173-180.
41 Guénon, René. Op. Cit. Pág. 176.
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