LA MACABRA LEYENDA DE LA RUBIA DIABÓLICA DE LA SALITRERA PEDRO DE VALDIVIA
Coordenadas: 22°35'50.71"S 69°40'25.28"W (ex Salitrera Pedro de Valdivia)
Pocas leyendas llegan a ser tan siniestras en sus detalles como aquella de
La Rubia de la Oficina Salitrera Pedro de Valdivia, en los desiertos
de la Región de Antofagasta al Sur-oriente de Tocopilla, cuyo campamento e
instalaciones industriales fueron cerradas en 1996 tras cerca de 60 años de
actividad calichera. Han pasado 20 años desde aquel triste evento que puso
fin a la historia de la oficina, pero las historias sobre la misteriosa y
aterradora mujer continúan circulando entre sus ex habitantes y algunos que
todavía quedan en la vecina Oficina María Elena, aún activa.
Se
cuenta que una atractiva pero recatada mujer joven, de ojos muy claros y de
cabellera rubia, probablemente casada con algún jefe, vivía con su familia
en la Pedro de Valdivia hacia los años 50, causando gran atracción de los
varones del mismo campamento por su reluciente belleza en las pocas salidas
que hacía desde su hogar. Muchos nunca llegaron a conocerla en vida, por lo
mismo. Sin embargo, la mujer falleció prematuramente de una enfermedad no
bien precisada, que le arrebataría la vida al poco tiempo de diagnosticada
(cáncer, tuberculosis y otras se proponen según cada versión). Fue a partir
de su muerte que comenzaría la segunda y más terrorífica etapa de su
historia.
Pasó
un tiempo y comenzó a repetirse una curiosa supuesta situación durante las
noches, de la que algunos viejos ex pedrinos todavía aseguran haber
sido testigos: una delgada mujer rubia vestida de túnica o camisón negro se
aparecía en la puerta de las casas de la oficina, a veces hasta gimiendo y
llorando asustada, como si escapara de algo o si viniese saliendo de una
situación traumática. La afligida pedía ser acogida en el respectivo hogar,
alegando no tener cama ni lugar seguro donde pasar la noche. Como se veía
inocente e inofensiva, los moradores solían acceder a sus ruegos o llantos,
le permitían la entrada y le proporcionaban una habitación.
Panorámica de la Oficina Salitrera Pedro de Valdivia, en 1931 (aún en
construcción). Imagen perteneciente a las colecciones del
Museo de Antofagasta.
Dice
la leyenda, pues, que mientras la mujer dormía dentro del cuarto prestado,
comenzaban a suceder cosas insólitas y espeluznantes en la casa que le había
abierto las puertas, al avanzar la noche. Una combinación de llantos y risas
diabólicas erizaban los pelos a los residentes, despertándolos de súbito.
Según una nota publicada en el diario "El Mercurio" del miércoles 7 de marzo
de 2001 ("Reviven cuentos de la pampa"), los ancianos pedrinos
aseguraban que las risas eran de la propia mujer, celebrando haber logrado
entrar al hogar por engaños, pero sus llantos estallaban cuando descubría
que no estaba allí su familia. Se supone que buscaba particularmente sus
hijos, los que se habían marchado de la salitrera tras su muerte.
En
las macabras experiencias también se oían voces y gritos de otras personas
que no estaban físicamente presentes allí, como si hubiese una acalorada
discusión haciendo eco desde el propio infierno en el mundo de los vivos.
Sería ella misma debatiendo y reclamando a los demonios o al Ángel de la
Muerte, según interpretaban. Algunos también reportaban un frío gélido
tomando posesión de la casa mientras estaba aún la mujer, y hasta un olor
repugnante, insoportable, parecido al de la descomposición cadavérica, dando
a entender que La Rubia venía desde su propia cripta o desde el mundo
de los muertos en cada aparición. El vaho inmundo permanecería por varios
días o semanas más después de haberse marchado, quedando incluso por donde
transitó en su vagar fantasmagórico.
La
leyenda fue tan popular en alguna época, que al parecer terminó siendo
exportada hasta otras oficinas salitreras del sector antofagastino,
reportándosela también como creencia "local" aunque la poca información
existente indica que su origen se halla en la Pedro de Valdivia. Todavía
están vivos algunos antiguos habitantes que aseguran haber visto a la
misteriosa mujer rubia en sus andadas, engañando al pedir ayuda y pagándola
causando pavor a quien le tendiese la mano.
Tras
el cierre de la Oficina Pedro de Valdivia en 1996, los residentes fueron
trasladados y el lugar hoy está protegido de huaqueros y saqueadores. Sus ex
habitantes sobrevivientes se reúnen todos los años, en el primer domingo del
mes de junio, para compartir y recordar memorias de la salitrera, entre las
que La Rubia tuvo un protagónico lugar para el folclore oral de los
desiertos salitreros chilenos, aunque ahora sólo vague por un poblado tan
fantasmal y abandonado como ella.
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