TRES ALICIENTES REALES PARA LA LEYENDA DE "EL CALEUCHE"
  
 
"El Caleuche" en óleo de O. Ferrari. 
Con
 frecuencia se puede oír a personas no vinculadas al estudio del folclore ni la mitología en Chile, declarando con ignorancia y algo de 
esa típica arrogancia centralista hacia la cultura regional, que el 
famoso barco fantasma "El Caleuche" de Chiloé sólo es un versión copiada
 y nacionalizada del mito europeo del "Holandés Errante", originalmente 
apodado "Holandés Volador". Pero esta creencia fue desmentida hace 
tiempo por Mariano Latorre en sus "Memorias y otras confidencias".
Aunque
 hay claras analogías y nexos entre ambos mitos de barcos terroríficos 
-además de una posible inspiración-, esta creencia (una vez repetida 
incluso por un conocido locutor de música de la era hippie) 
desconoce por completo que en el mito ha estado fomentado por al menos 
tres casos reales de barcos que han navegado por aguas australes 
chilenas y que han servido de incentivo o impulso a la leyenda del 
terrorífico barco, generando sus propios mitos y enredándose con otras 
de las tantas piezas del rico legendario de la zona insular.
Más aún, 
existen otras leyendas en nuestras vastas costas que involucran también a
 distintos barcos espectrales, como el caso del "Oriflama", el 
terrorífico navío de los muertos, o el gigantesco "Lucerna", 
barco tan grande que abarca todo el horizonte chilote y que ocuparía 
toda la vida de un hombre para ir desde la popa a la proa. Se ha hablado
 también de barcos espectrales naufragados en Matanzas y de legendarios 
submarinos del III Reich en costas del Sur. "El Caleuche" es, así, sólo 
el principal y más extendido de estos míticos navíos fantasmas navegando
 por las costas chilenas.
Llamado
 en el pasado también "Buque de Arte", "Barcoiche" y "Barco de los 
Brujos", el origen de la macabra leyenda del "Caleuche" es un tema que 
ha sido debatido por varios autores, partiendo por el propio nombre del 
mismo, que coincide con el de un misterioso y pequeño pueblo indígena, 
los caleuches, ya desaparecido de la zona como los keyes, los tayalaf, 
los los lecheyel y otras razas identificadas allí por investigadores de 
la primera mitad del siglo XX como Carlos Oliver Schneider. Para Oreste 
Plath, por ejemplo, la expresión puede provenir del mapudungún calen, calenches y caleuches,
 que se traduciría como "otra gente", habitantes del Golfo de Penas y 
traídas por los misioneros hasta Chiloé, usando el término para 
referirse a la llegada de buques misteriosos y naufragios.
Sin embargo, 
para Marco Antonio Román el nombre del barco derivaba de caulul, que significa cuerpo humano, y que unida a che
 equivale a hablar de personas o gentes como entidad concreta. Rodolfo 
Lenz, por su parte, consideraba que "Caleuche" provenía de caleutún, que significa transformarse o mudar de condición. Por el mismo sentido, en el mapudungun caleutun, unido a che,
 "hombre", se traduciría como "gente transformada" u "hombres 
transmutados". Para el poeta y autor esotérico Miguel Serrano, así, la 
traducción correcta sería "hombre que vendrá", "hombre que retornará", 
señalando que en otros lados el barco es llamado también "El Gualtecas".
Siempre
 navegando de noche, se supone que "El Caleuche" no puede ser observado 
más de lo prudente, o castiga a los curiosos volteándoles la cabeza 
hacia atrás  o, cuanto menos, produciéndolo deformantes torsiones en 
rostro y boca, situación que es muy repetida en todo el legendario 
chilote, como el caso del monstruoso aspecto del Invunche o Imbunche, el
 engendro contrahecho que es servidor de los brujos, como aquellos que 
serían la tripulación de la nave. Si alguien que no sea experto en 
hechicería llega a tocar al navío, puede convertirse en madera y quedar 
flotando a la deriva en las playas.
Hay quienes, sin embargo, han 
logrado subirlo y han sido llevados a lugares insólitos o hasta tesoros 
submarinos, pero obligándoseles a guardar silencio de lo que vean, o 
pagarán con su vida alguna infidencia. En algunas ocasiones se lo 
representa como un navío pirata oscuro y ruinoso, con sus velas 
haraposas; en otras, como un galeón blanco y casi de cristal, con un 
reluciente fulgor propio; también hay versiones en que se describen sus 
velas de color rojo.
Plath escribe que algunos testigos reportan que 
siempre suena música en su cubierta, sin parar; pero para otros, es 
totalmente silencioso y mudo, sin interactuar con los hombres, como si 
navegase en otras dimensiones y por las aguas de otros mundos, viéndose 
acá sólo como un reflejo de sí. A veces, nadie se puede observar sobre 
el mismo; en otras, se distingue el siniestro perfil de hombres muertos y
 acompañados de ruidos de cadenas, pues el barco recoge de las aguas a 
todos los ahogados en accidentes, suicidios y naufragios.
Para
 el investigador chilote Héctor Véliz, "El Caleuche" siempre navega 
recto y con música de fiesta, además de poder desplazarse bajo el agua 
como lo haría un submarino, parte de la leyenda que también ha sido 
comentada por Serrano y que otros autores han tratado de vincular a la 
creencia en los llamados "osnis" (objetivos submarinos no 
identificados), equivalentes a los ovnis de los cielos. Véliz agrega que
 puede camuflarse convirtiéndose en lobo marino u otro animal oceánico 
cuando llega a una caleta. Otro difusor de la zona, Jaime Romero 
González, escribió que si se le trata de dar persecución, se transforma 
en un tronco, en rocas o algas, burlando a sus cazadores; también que la
 música y fiesta en su cubierta es una trampa para atraer a los 
habitantes de los puertos hasta él y luego secuestrarlos, agregando que 
los brujos que tripulan el barco fantasma se dedican al contrabando de 
mercaderías para los comerciantes que han celebrado pactos oscuros con 
ellos, reconocibles por la enorme y veloz riqueza que alcanzan en su 
actividad.
Ancla generalmente al borde de acantilados, en cuevas 
costeras, en escondrijos dispersos por la solitaria costa poniente de la
 isla grande, también en las cercanías de Castro, en el pueblo de brujos
 de Quicaví y en la Isla Tenglo, entre otros discretos sitios. Hay 
quienes han subido sobre su aterradora cubierta, pero fueron abandonados
 en algún muelle quedando con sus facultades mentales perturbadas, 
delirantes y con la cordura extraviada, como personaje de un cuento de 
Lovecraft.
Aunque
 pueda parecer increíble, se han reportado avistamientos de misteriosos 
navíos en otras partes a veces lejanas a Chiloé pero que, por la energía
 que tiene el mito de "El Caleuche" en la tradición chilena, son 
interpretados inmediatamente como encuentros con este temible barco. Tal
 fue el caso ocurrido hacia los días del Prime Centenario, por ejemplo, 
cuando parte de la tripulación, el oficial de guardia y el lamparero 
del  carguero "Copiapó", vieron sobre las aguas en horas nocturnas el 
paso de un siniestro barco luminoso, que corrió a toda prisa y en 
silencio junto a ellos, como quedó testimoniado en los archivos de la 
Capitanía de Puerto de Valparaíso por los sorprendidos hombres de mar. 
Este insólito caso es comentado por el investigador Diego Corrientes en 
artículo de una edición de 1941 de la revista "En Viaje". Agrega que hay
 otro caso documentado a mediados de los treinta y esta vez por marinos 
alemanes, que vieron también a un navío fulgurante como un incendio 
arrojarse contra ellos en medio de la noche y sin responder a las 
desesperadas señales de advertencia: cuando la nave se iba a estrellar 
con la de ellos, atravesó al navío como si fuera de vapor y siguió a 
toda marcha perdiéndose en la oscuridad.
Pero
 además de la leyenda o de los elementos de profundo valor simbólico y 
cultural que han rodeado a la figura del "Caleuche" y a sus 
sobrenaturales apariciones, existen al menos tres hechos con una base de
 realidad histórica importante que parecen haber tenido gran influencia 
en la difusión del mito; hechos todavía precariamente recordados en la 
cada vez más frágil y menguante memoria oral del Chile Austral. Aquí 
trataré de exponerlos de manera resumida.
 
 
Dibujo de "El Caleuche" en exposición de la Bilblioteca Nacional de 1995.

 Dibujo de "El Calueche" brillando en la oscuridad, por Jaime Romero. 
LA GOLETA PIRATA "CALANCHE"
Algunos
 han pretendido relacionar el origen del mito con otros episodios reales
 de la historia como naufragios, hundimientos de navíos en el Estrecho 
de Magallanes y batallas en la zona del Reloncaví, como la documentada 
en la época de la Guerra contra España de 1865-1866. También se han 
supuesto como inspiraciones las aventuras de Sir Francis Drake, en el 
siglo XVI, o las tropelías del pirata Baltazar de Cordes del siglo XVII.
 No han faltado, además, quienes hablan del barco fantasma como un 
carguero real que desapareció misteriosamente en los años de la fiebre 
salitrera, cuando navegaba cargado de "oro blanco" de los desiertos, 
entre ellos el propio Corrientes.
Se
 sabe que los piradas holandeses visitaron la isla de Chiloé, impactando
 en los habitantes con sensaciones de temor e intriga, al ver a estos 
hombres que venían de lugares desconocidos o se marchaban luego hacia 
sitios aún más impensados, y quizás éste sea el vínculo con el mito del 
"Holandés Errante". Pero la versión que más se ha tomado por cierta 
sobre el posible origen del mito del "Caleuche" es la que señala como 
gestor de la historia a la goleta del pirata Vincent van Eucht, que ha 
sido llamado en la memoria popular como "El Calanche". Este caso ha sido
 investigado, entre otros, por el autor argentino Héctor Antonio Picco, 
un gran aficionado a los temas que cuestiones sobrenaturales y 
ufológicas. Quizás porque Van Eucht era de origen holandés, entonces, es
 que se ha creído que el "Caleuche" sería sólo una analogía chilota del 
barco fantasma europeo.
"El
 Calanche" en realidad se habría llamado "Kalache", y pasó por el 
archipiélago chilote en el siglo XVIII, provocando terror entre los 
habitantes que sabían que estaba tripulado por peligrosos corsarios. 
Autores como Oreste Plath y Renato Cárdenas Álvarez también hacían notar
 que el nombre de "El Caleuche" puede guardar alguna relación con el de 
este navío, aunque ninguno de los dos lo da por seguro.
El origen del 
pánico hacia la goleta tampoco está claro: algunas tradiciones hablan de
 maldiciones sobre el navío, o bien de tropelías y saqueos cometidos por
 el mismo en algunas partes de la isla grande. Incluso se recuerda de 
supuestas prácticas de hechicería que involucraban a Van Eucht o a su 
entorno, desatando fuerzas desconocidas sobre la nave, pero quizás esto 
no sea más que un mito dentro de otro mito.
La
 versión popular entre los chilotes decía que el "Kalache" tocó muelle 
en Castro, donde se aprovisionó de mercaderías, pero después de zarpar 
naufragó misteriosamente desapareciendo en junio de 1614, cayendo desde 
entonces en un eterno peregrinar por esas costas y dando origen a la 
leyenda de "El Calanche". Siguiendo esta pista, Picco confirmó la 
realización de un oficio ceremonial en el barco y ejecutado en ese 
entonces, en el antiguo libro del servicio religioso del Convento de San
 Francisco de Castro, cuyo corregimiento tenía sede en esta misma 
ciudad. Este registro fue hecho por don Baltasar Ruiz de Pliego, 
caballero de origen español residente en la isla, así que al menos una 
parte de la leyenda es real, entonces. Esto es interesante, porque el 
mito del "Holandés Errante" que supuestamente sería la base del relato 
folklórico de "El Caleuche", si bien se gesta en el mismo siglo se 
populariza recién en el siglo XIX, principalmente por obras escritas 
como las de Marryat, Poe, Fitzball o la famosa ópera de Wagner.
Por
 otro lado, se cuenta que allá en el puerto de Castro, la cubierta del 
barco pirata había sido escenario de la realización de un Te Deum
 por parte del sacerdote Juan Evangelista Olmedo, pero que Dios no 
aceptó el sacrilegio de realizar una misa sobre un navío con tan infame 
reputación y lo condenó a naufragar en las aguas del Pacífico, para 
luego navegar eternamente y a la deriva, entre los canales y costas 
chilotas. Nacía así "El Caleuche".
 

Antigua goleta europea, parecida al aspecto que pudo tener "El Calanche" ("Kalache"). 
EL CRUCERO DE GUERRA "DRESDEN"
Era
 1914, año del estallido de la Primera Guerra Mundial. La fuerza naval 
germana de Oriente al mando de Vicealmirante Conde Maximilian von Spee 
marchará rumbo al Atlántico con dos cruceros, a los que se sumarán otros
 en el Archipiélago de Juan Fernández, uno de ellos era el SMS 
"Dresden". En el camino se cruzaron con dos naves inglesas del Almirante
 Craddock desatándose un enorme combate en el que terminan hundidos los 
cruceros británicos. Los alemanes viran a Valparaíso, regresan a Juan 
Fernández y desde ahí hacia el Cabo de Hornos y el Atlántico, tránsito 
en el capturan otra nave enemiga.
Sin embargo, al llegar a las islas 
Falklands o Malvinas, divisan una gran flota inglesa anclada. Se ordenó 
poner reversa hacia el Pacífico con la intención de proteger los 
cruceros, pero los británicos corrieron a darles veloz cacería. Al ver 
que los alcanzaban, Von Spee prefirió sacrificar dos de las naves 
alemanas: el "Gneisenau" y el "Scharnhorst" se quedaron a hacer frente 
ese día de diciembre, siendo aniquilados.
El
 "Dresden", único navío de ese grupo que escapó, siguió avanzando hacia 
territorio chileno al mando del Capitán Fritz Lüdecke y se ocultó en el 
Canal Magdalena, marchando después hacia Punta Arenas tras una 
entrevista con la autoridad naval para garantizar respeto a las 
condiciones de neutralidad. Allá pudo abastecerse de carbón de otra nave
 alemana y zarpó acatando el plazo establecido. Para fortuna de Lüdecke,
 sin embargo, en Magallanes vivía el alemán Albert Pagels, dedicado a la
 caza de lobos marinos tras haber participado en la guerra de los boxers
 en China. Como era un gran conocedor de los canales y rutas australes, 
levantó las anclas de su goleta "Elfreda" y se ofreció ante Lüdecke para
 guiarlo con ella por estos recovecos, manteniendo así a salvo al enorme
 navío de guerra en uno de los episodios más curiosos y memorables de la
 historia de la marina mundial. Hay fuentes que señalan una ayuda 
similar de Hary Rothemburg, otro ciudadano alemán residente en la 
región.
Fue
 impresionante para los aislados habitantes y viajeros australes 
escuchar noticias del paso de este gigante o incluso verlo transitando 
por sus canales y anclando oculto en la oscuridad. Así, se transformó en
 otro impulso a las leyendas de barcos encantados como "El Caleuche", y 
no pocas historias legendarias circularon entonces entre los colonos de 
la Patagonia chilena con relación a lo que fue el paso imponente del 
"Dresden" guiado por Pagels aquel verano. Historiadores como Oscar 
Espinosa Moraga incluso declaran que este episodio fue el que "revive la leyenda del buque fantasma" en la zona. Dos meses y medio estuvo en este tránsito entre aguas interiores al Norte del Corcovado hasta Chiloé.
Empero,
 desoyendo los consejos de Pagels y Rothemburg, el Capitán Lüdecke 
decidió salir de este seguro refugio encontrándose con una nave inglesa 
al abandonar las Guaitecas, a la que capturó y echó a pique, tras lo 
cual marchó hacia Talcahuano entregándole algunos prisioneros a un navío
 peruano que pasaba por allí. Para su desgracia, el "Dresden" fue 
interceptado por la flota británica mientras se hallaba anclado frente a
 Bahía Cumberland, en la actual isla Robinson Crusoe de Juan Fernández, 
en marzo de 1915.
En un acto de increíble prepotencia, los tres 
acorazados británicos violaron las restricciones de encontrarse en 
territorio neutral chileno y abrieron fuego contra el crucero el día 14,
 a pesar de que éste había enviado un bote a parlamentar. La guerra fue 
feroz y este émulo contemporáneo de "El Caleuche" se hundió con varias 
víctimas, sobreviviendo algunos hombres que fueron llevados por buques 
chilenos hasta Valparaíso, entre ellos el famoso oficial Wilhelm 
Canaris.
La
 leyenda del "Dresden" no muere, sin embargo: evidencia posterior 
demostraría que el navío llevaba en sus bóvedas cantidades de joyas, 
gemas y oro que le habían sido entregados por familias alemanas 
residentes en México temiendo que les fueran robadas en la fuerte 
agitación social que vivía entonces ese país. El tesoro quedó confiado 
al Comandante Lüdecke justo cuando comenzó la guerra y debió cambiar de 
ruta.
Sin embargo, exploraciones recientes en los restos del "Dresden", 
muy visitados por buzos, confirmarían que ya fue intervenido y que su 
tesoro no está allí. Si acaso no fue sacado por misteriosas manos en esa
 ocasión o nada se encontró, existe también la posibilidad de que haya 
sido escondido en una caja arrojada al mar mientras permanecía en Fiordo
 Quintupeu, en Chiloé Continental, de acuerdo a un testimonio que aportó
 el propio Pagels recordando esta epopeya.

El SMS "Dresden" anclado en Juan Fernández. 
 
 Buque Escuela "Esmeralda" zarpando desde Ancud en 1959.
EL BUQUE ESCUELA "ESMERALDA"
Apodado "La Dama Blanca"
 entre los marinos, el Buque Escuela Esmeralda comenzó a ser construido 
en los  astilleros Echavarrieta & Larrinaga de Cádiz, España, 
tomando por base los planos de don Juan Antonio de Aldecoa y Arias. 
Originalmente iba a llamarse "Juan de Austria"; sin embargo, tras varios
 retrasos provocados por un incendio en los astilleros y luego la 
creación de la Sociedad de Astilleros de Cádiz S.A. que asumió todos los
 trabajos que habían quedado pendientes, España ofreció la nave a la 
República de Chile, lo que fue aceptado por el Congreso y así la 
construcción del navío pudo ser retomada. Recién en mayo de 1953 pudo 
tener lugar su botadura, siendo recibido por Chile a mediados del año 
siguiente. Gran importancia en toda esta gestión tuvo el ilustre 
Contraalmirante Pedro Espina Ritche, el mismo que tomó la iniciativa de 
convertir el "Huáscar" en el actual museo histórico naval de Talcahuano.
Con
 113 metros de eslora, el hermoso barco blanco cautivaba a los 
habitantes de los puertos por donde se podía ver su magnífico velamen, 
convirtiéndose desde entonces en un gran evento cuando echaba anclas, 
llamando la atención de la ciudadanía que corría a conocer a la 
misteriosa y elegante "Dama Blanca" de los mares. Sobre ella se han  formado generaciones completas en cursos de guadiamarinas, marineros, cadetes y grumetes.
Sucedió
 en aquellas primeras décadas de navegación de la "Esmeralda" por las 
costas chilenas, que el albo navío hizo un amplio recorrido por el 
territorio austral, hasta el extremo Sur. Una noche cruzada vientos y 
nubes de incipiente tormenta, el Buque Escuela atravesó el Golfo 
Corcovado con dirección al Norte, hacia Puerto Montt, cuando ya 
regresaba. Venía desde Punta Arenas, en un crucero de instrucción para 
guardiamarinas y grumetes. Lo hizo con todas sus velas desplegadas, 
iluminadas por varios tramos con los focos de cubierta, dándole un 
brillo cautivante y casi siniestro en la oscuridad de la noche austral, 
además de avanzar a gran velocidad favorecida por los vientos. La imagen
 desde tierra era asombrosa y realmente parecía ser la aparición tan 
bella como aterradora de un reluciente buque fantasmal con luz propia.
El
 paseo de la "Esmeralda" frente a las costas interiores de Chiloé causó 
pavor entre los habitantes de todos estos pueblos, a los pescadores y 
residentes de las islas menores, quienes sinceramente creyeron estar 
observando a "El Caleuche".
La visión provocó un pánico colectivo en 
varios lugares e incluso al día siguiente, cuando se supo que el Buque 
Escuela había echado anclas en Puerto Montt, los chilotes se negaban a 
aceptar que la nave vista en la noche anterior hubiese sido otra que el 
mítico barco encantado de aquellas aguas. El sorprendente suceso -que 
bien podría pasar por otra de las leyendas de la zona-, está registrado 
en el libro "Episodios navales chilenos" publicado por Nautilus en 1970.
Actualmente, la relación simbólica entre el navío fantasma de Chiloé y los hombres formados en "La Dama Blanca" sigue vigente: el Centro de ex Cadetes de la Armada con sede en Santiago, ostenta el sugerente nombre de "Caleuche".
Aquella leyenda mitológica -escribe Nautilus-,
 la han materializado los ex Cadetes y Oficiales en retiro de la Armada,
 acogiendo el CALEUCHE como un barco simbólico en cuyas cubiertas 
espirituales se reúnen aquellos abnegados ex-Servidores de la Armada, en
 donde anidan recuerdos de mares lejanos que surcaron en otras épocas, 
que entregaron los mejores esfuerzos de sus vidas por aquella noble 
Institución.
 
Comentarios recuperados desde el primer lugar de publicación de este artículo (sitio URBATORIVM):
ResponderEliminarUnknown25 de abril de 2016, 21:53
Excelente publicación! Muchas gracias.
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Valentina Solar Sandoval17 de enero de 2018, 00:45
¡Muchas gracias por la información!